Gespräche in der Dämmerung 00796
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C. (DD.) El saber absoluto [C. (DD.) Das absolute Wissen] / VIII: El saber absoluto [VIII. Das absolute Wessen]
[2.1. Bien y mal, el «alma bella» y el perdón; de cómo lo que estamos haciendo en el presente cap. VIII es fijar el concepto en la forma de concepto]
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Gespräche in Jena
[796] Seine Erfüllung gab sich dieser Begriff einesteils im handelnden seiner selbst gewissen Geist, andernsteils in der Religion: in der letzteren gewann er den absoluten Inhalt als Inhalt oder in der Form der Vorstellung, des Andersseins für das Bewußtsein; hingegen in jener Gestalt ist die Form das [580] Selbst selber, denn sie enthält den handelnden, seiner selbst gewissen Geist; das Selbst führt das Leben des absoluten Geistes durch. Diese Gestalt ist, wie wir sehen, jener einfache Begriff, der aber sein ewiges Wesen aufgibt, da ist oder handelt. Das Entzweien oder Hervortreten hat er an der Reinheit des Begriffs, denn sie ist die absolute Abstraktion oder Negativität. Ebenso hat er das Element seiner Wirklichkeit oder des Seins in ihm an dem reinen Wissen selbst, denn es ist die einfache Unmittelbarkeit, die ebenso Sein und Dasein als Wesen ist, jenes das negative Denken, dies das positive Denken selbst. Dies Dasein ist endlich ebensosehr das aus ihm – wie als Dasein so als Pflicht – in sich Reflektiert- oder Bösesein. Dies Insichgehen macht den Gegensatz des Begriffs aus und ist damit das Auftreten des nichthandelnden, nichtwirklichen reinen Wissens des Wesens. Dies sein Auftreten in diesem Gegensatze aber ist die Teilnahme daran; das reine Wissen des Wesens hat sich an sich seiner Einfachheit entäußert, denn es ist das Entzweien oder die Negativität, die der Begriff ist; sofern dies Entzweien das Fürsichwerden ist, ist es das Böse; sofern es das Ansich ist, ist es das Gutbleibende. – Was nun zuerst an sich geschieht, ist zugleich für das Bewußtsein und ebenso selbst gedoppelt, sowohl für es, als es sein Fürsichsein oder sein eigenes Tun ist. Dasselbe, was schon an sich gesetzt ist, wiederholt sich also jetzt als Wissen des Bewußtseins von ihm und bewußtes Tun. Jedes läßt für das andere von der Selbständigkeit der Bestimmtheit, in der es gegen es auftritt, ab. Dies Ablassen ist dasselbe Verzichttun auf die Einseitigkeit des Begriffs, das an sich den Anfang ausmachte; aber es ist nunmehr sein Verzichttun, so wie der Begriff, auf welchen es Verzicht tut, der seinige ist. – Jenes Ansich des Anfangs ist als Negativität in Wahrheit ebensosehr das vermittelte; so wie es in Wahrheit ist, setzt es sich also jetzt, und das Negative ist als Bestimmtheit eines jeden für das andere und an sich das sich selbst aufhebende. Der eine der beiden Teile des Gegensatzes ist die Ungleichheit des In-sich-in-seiner-Einzelheit-Seins [581] gegen die Allgemeinheit, – der andere die Ungleichheit seiner abstrakten Allgemeinheit gegen das Selbst; jenes stirbt seinem Fürsichsein ab und entäußert, bekennt sich; dieses entsagt der Härte seiner abstrakten Allgemeinheit und stirbt damit seinem unlebendigen Selbst und seiner unbewegten Allgemeinheit ab; so daß also jenes durch das Moment der Allgemeinheit, die Wesen ist, und dieses durch die Allgemeinheit, die Selbst ist, sich ergänzt hat. Durch diese Bewegung des Handelns ist der Geist – der so erst Geist ist, daß er da ist, sein Dasein in den Gedanken und dadurch in die absolute Entgegensetzung erhebt und aus dieser eben durch sie und in ihr selbst zurückkehrt – als reine Allgemeinheit des Wissens, welches Selbstbewußtsein ist, als Selbstbewußtsein, das einfache Einheit des Wissens ist, hervorgetreten.
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[2.1. Bien y mal, el «alma bella» y el perdón; de cómo lo que estamos haciendo en el presente cap. VIII es fijar el concepto en la forma de concepto]
[796]1Epígrafe: 2.1. Bien y mal, el «alma bella» y el perdón; de cómo lo que estamos haciendo en el presente cap. VIII es fijar el concepto en la forma de concepto. Ese su quedar lleno se lo dio este concepto [se lo dio a sí mismo ese concepto], por un lado, en el «espíritu seguro de sí, que pasaba a la acción actuante [es decir, en el «espíritu seguro de sí» que no se quedaba en «alma bella» X28X,2Seguimos, pues, repasando el cap. VI, C, c. sino que pasaba a actuar], y, por otra parte, en la religión: en esta última ese concepto cobró el contenido absoluto como contenido, es decir, lo cobró en la forma de la representación, en la forma de un ser-otro para la conciencia [o del ser otro que la conciencia]; en cambio, en aquella Gestalt [la del «espíritu seguro de sí» que actúa, o agente, o que pasa a la acción, activo] la forma [Form] es el self mismo, pues esa forma contiene al espíritu seguro de sí, pero actuando, al espíritu seguro de sí en su actuación, el self realiza [pone por obra, lleva a efecto] la vida del espíritu absoluto [que en la religión se queda en representación]. Esta forma o Gestalt [la del «alma bella» que pasa a la acción] es, como vemos; aquel concepto simple [a que nos remitía la religión] pero que ha abandonado su ser eterno, es decir, que está ahí [que se da existencia], o actúa X29X.3Vide infra Algunas aclaraciones X29X. [El autor pasa a recordar brevemente lo que ha dicho sobre el En-sí y el In-sich-gehen en el cap. VII, C.] El escindirse o el salir a la luz los tiene ese concepto en la pureza misma del concepto [en la pureza de aquello que él es], pues esa pureza es la abstracción absoluta [que, por tanto, libera frente a sí a otro], o es la negatividad. Asimismo, ese concepto tiene [también] en él el elemento de su realidad o del ser [Seyn], lo tiene, digo, en el saber puro mismo, pues ese saber puro es la inmediatez simple, la cual inmediatez simple es tanto ser y existencia [Seyn] como esencia [Wesen], lo primero el pensar negativo [el pensar considerado en su negatividad], lo segundo el pensamiento positivo mismo [el pensar considerado por su lado positivo, por el lado del consistir él en sí mismo]. Y finalmente, esa existencia es asimismo el quedar reflectido en sí a partir del ser mismo, lo mismo [a partir del ser] como existencia que [a partir del ser] como deber, o lo que es lo mismo: es el ser malo. Este entrar en sí [In-sich-gehen, es decir, este meterse en sí, volverse-interior, recogerse en sí] constituye la contraposición del concepto [constituye la contraposición que representa el concepto], y es, por tanto, el hacer acto de presencia [el hacer aparición] el saber de la esencia, no-agente, no-real, sino puro. Ahora bien, esta su aparición [del saber puro] en esa contraposición, significa participar de esa contraposición; [y mediante tal participación] el saber puro de la esencia se ha alienado en sí de su simplicidad, pues ese saber es el escindirse, o es la negatividad, en que el concepto consiste; en cuanto ese escindirse o disociarse es el devenir para sí [el hacerse para sí, el convertirse en para sí], ese disociarse es el mal [das Böse]; y en cuanto esa disociación es el en-sí [en cuanto en ese escindirse consideramos el lado del en-sí], ese escindiese es lo que [frente al mal] permanece bueno [das Gute]. — Pues bien, lo que empieza sucediendo en sí, lo que no es o no era sino en sí [lo que al final del cap. VII era solamente en sí], es a la vez para la conciencia, y es para ella doblemente, tanto para la conciencia en cuanto ello es su ser-para-sí, como para la conciencia en cuanto ello es su propio hacer. Aquello que ya está puesto en sí [final del cap. VII], se repite, pues, ahora [final del cap. VI] como saber de la conciencia acerca de ella y como acción consciente. Cada uno [de esos dos lados, el bueno y el malo, es decir, al «alma bella» y la conciencia confesante] hace dejación en favor del otro de la autonomía [del carácter sustantivo] de la determinidad con la que empieza presentándose frente a él. Este ceder [o este hacer dejación o desistir de sí] es aquella misma renuncia a la unilateralidad del concepto, que en sí constituía el principio [constituía el inicio de todo] [cap. VII, C], pero esa renuncia es ahora [cap. VI, C, c] su renuncia [la de cada uno de los lados], así como el concepto al que hacen renuncia, es su concepto, el suyo [el de cada uno de ellos, es decir, el contenido del final del cap. VII, C, tiene ahora la forma de la autoconciencia]. — Aquel en-sí del principio [cap. VII, C], en cuanto negatividad pura, es en verdad asimismo lo mediado; y tal como él es en verdad [y tal como eso En-sí es en verdad], es, por tanto, como él [como ese En-sí] se pone ahora [cap. VI, «alma bella» que perdona], y lo negativo (en cuanto determinidad de cada uno para el otro y determinidad en sí) es lo que se suprime y se supera a sí mismo. El primero de los dos lados de la contraposición [el mal o la conciencia confesante] es la desigualdad del ser-cabe-sí [del In-sich-seyn, del estar en sí, del recogerse en sí], del ser uno en su individualidad [del meterse en su propia individualidad excluyente y su reducirse a ella] frente a la universalidad, y el segundo [el «alma bella» o el bien] es la desigualdad de su universalidad abstracta [es decir, es la desigualdad de la universalidad abstracta del En-sí] frente al self; aquél [el meterse en sí, el reducirse a sí en su ser-individualidad, esto es, el primer lado de la contraposición] mortifica su ser-para-sí [muere a su ser-para-sí], y, enajenado, se confiesa; éste [es decir, el segundo lado de la contraposición] renuncia a la dureza de su universalidad abstracta, y mortifica por tanto el self [su self] carente de vida y su inmóvil universalidad [muere a ello]; de manera que aquél [el para-sí] se ha completado con el momento de la universalidad que es esencia, y éste [la esencia] se ha completado mediante la universalidad que es self X30X.4Vide infra Algunas aclaraciones X30X. Mediante este movimiento de la acción, surge el espíritu o ha surgido el espíritu (el cual sólo es espíritu por estar ahí, por elevar ese su estar ahí a pensamiento, y, por medio de ello, elevarse a la contraposición absoluta, y por retornar de ésta, precisamente a través de ella y en ella misma), mediante este movimiento de la acción, digo, surge, o ha surgido el espíritu como universalidad pura del saber [o como pura universalidad del saber], que es autoconciencia, o como autoconciencia que es unidad simple [o simple unidad] del saber.
Algunas aclaraciones
X28X
Seguimos, pues, repasando el cap. VI, C, c.
X29X
Comienza, pues, la fusión de lo dicho en el cap. VI, C, c, o lado de la forma, con lo dicho en el cap. VII, C, o lado del contenido. Pero precisamente esta fusión se hace fundiendo la idea de que bien y mal son lo mismo del final del cap. VI con la idea de que «alma bella» y perdón son lo mismo del cap. VI. Para entender lo que sigue, hay que tener, pues, claros ambos pares de conceptos. Y el resultado de esa fusión es que, de forma conceptualmente clara, si «El self es el ser absoluto» resulta que el «El Ser absoluto es self».
X30X
Tenemos, pues, que, tal como lo ve Hegel, «el malo mortifica su ser para-sí y enajenado se confiesa; y el «alma bella» renuncia a la dureza de su universalidad abstracta y mortifica, por tanto, el ser carente de vida y su inmóvil universalidad» y perdona. El primero se comporta como en la representación religiosa se comporta el Hijo, el segundo, como en la representación religiosa se comporta el Padre. El primero [el para-sí] se ha completado con el momento de la universalidad que es esencia, y éste [la esencia] se ha completado mediante la universalidad que es self. Cada autoconciencia, en lo otro de ella, no se tiene sino a sí misma. En el resultado final la certeza de la autoconciencia, de cada una de las autoconciencias, la cual es ahora la misma certeza de ambas, le es a la autoconciencia (a ambas) el ser absoluto. Dios se ha manifestado entre ellas, como dice al autor al final del cap. VI, C, c.
Pero la cuestión es entonces qué pasa cuando no hay tal perdón porque el «alma bella» simplemente fue eliminada e incluso el autor de la eliminación desapareció también sin confesión. Las representaciones religiosas introducían aquí el Juicio Final y la pena. Pero hemos visto que, conforme a la pequeña «Enciclopedia filosófica» de Nuremberg, el hombre-Dios no tiene mas-allá, es actualidad plena.
Creo que la respuesta de Hegel está siendo que lo real es el concepto que se obtiene de la representación. Y es, por tanto, en la relación de perdón («que es la relación sustancial del hombre con Dios»), o mejor, en la memoria de ella suscitada por la representación religiosa, donde a la autoconciencia le queda presente su ser absoluto, se cerciora de él. Es en la relación de perdón o en la memoria de ella como algo sucedido donde a las autoconciencias les es presente como siéndolo ellas aquello respecto de lo cual tanto ellas, como el alma bella desaparecida como el malo no confesante y desaparecido, en cuanto existencias empíricas, han sido fracaso y nihilidad.
El Dios que se niega a aparecer en otro sitio que en la relación de perdón, o conceptualmente en la memoria de ella, es para Hegel también el Dios que, más allá de la representación religiosa, es «la noche del yo = yo», la cual noche no sólo incluye la «noche del sentido» sino también la «noche del espíritu» y pone al «alma» que no se arredra ante lo temible de la muerte y ante la irrealidad de la muerte, la pone digo, en el genuino lugar de la fe que no es otro que la simplicidad del concepto, efectuando de forma tajante la deseada inversión el enunciado especulativo inicial (si «El self es el ser absoluto» es porque «eso absolutamente enigmático, o incluso el enigma del mundo, es lo que resulto ser yo»). Para Hegel ese Dios del culmen de la representación religiosa coincide con el carácter de noche cerrada de la experiencia moderna y contemporánea, es lo absolutamente Otro ya irreconciliable consigo que se sabe ser el propio saber de esa misma conciencia moderna y contemporánea. Y, como ese saber, si no quiere desmentirse, no puede tener en eso Otro sino a sí mismo, habrá de consistir si acaso (y en el mejor de los casos) en entenderse sobre la base de lo que absolutamente (conforme al propio saber) nunca debió ser, ya sin remedio. Eso otro inasumible, que no está ya sino en el saber (pues desapareció en cualquier otro sitio), y que es como ese saber tiene que serse, sólo tiene ya como representante la temible «irrealidad de la muerte» (cfr. Prefacio 00032) que (conforme a otra caracterización de Hegel, cap. VI, B, I, a) se convierte en «lo contrario irreconciliado» (das unversöhnte Gegenteil; vide 00506) en que trasparece lo absoluto de la certeza de la autoconciencia, de la que ésta es accidente, es decir, en que trasparece el ser la autoconciencia lo absolutamente Otro de sí.
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[796] Plenamente se llenaba y cumplía ese concepto, por un lado, en el espíritu cierto de sí mismo que actúa, y por otro, en la religión; en la última ganaba el contenido absoluto en cuanto contenido, o sea en la forma de la representación, del ser-otro para la conciencia; en cambio, en la primera figura, la forma es el propio sí-mismo, ya que contiene al espíritu cierto de sí mismo que actúa, y el sí-mismo recorre de medio a medio, llevándola a ejecución, la vida del espíritu absoluto. Esta figura, como vemos, es aquel concepto simple que, sin embargo, entrega su esencia eterna, existe ahí, o actúa. El escindir o el brotar lo tiene el espíritu en la pureza del concepto, pues ésta es la abstracción absoluta o negatividad. Asimismo, tiene él el elemento de su realidad efectiva o del ser dentro de él, en el saber puro mismo, pues éste es la inmediatez simple, es tanto ser y existencia como esencia, siendo aquéllos el pensar negativo y ésta última el pensar positivo mismo. Esta existencia, finalmente, es, asimismo, el ser reflejado dentro de sí a partir de él, tanto como existencia cuanto como deber, o el ser malo. Este ir dentro de sí constituye la oposición del concepto, y es, por tanto, el salir a escena el saber puro que no actúa, que no es efectivo, de la esencia. Mas esta salida suya a escena, en el seno de esta oposición, es la participación que tiene; el saber puro de la esencia se ha exteriorizado en sí, despojándose de su simplicidad, pues es el escindir, o la negatividad que es el concepto; en la medida en que este escindir es el llegar a ser para sí, es lo malo; en la medida en que es lo en-sí, es lo que permanece bueno. — Ahora bien, lo que primero acontece en sí, es, a la vez, para la conciencia, y de una manera igualmente doble ello mismo: es tanto para ella como ella es su ser para-sí o su propia actividad. Lo mismo que ya está puesto en-sí, se repite ahora, entonces, como saber de la conciencia acerca de ella, y como actividad consciente. Cada uno cede para el otro en autonomía de la determinidad con la que salía a escena contra él. Este ceder es la misma actividad de renuncia a la unilateralidad del concepto, que constituía en sí el comienzo, pero es, a partir de ahora, su renuncia, igual que el concepto al que renuncia es su concepto. — Aquel en-sí del comienzo es, en verdad, en cuanto negatividad, igualmente, lo mediado; tal como es en verdad, así se pone ahora. pues, y lo negativo, en cuanto determinidad de cada uno para el otro y en sí, es lo que se cancela a sí mismo. Una de las dos partes de la oposición es la desigualdad, frente a la universalidad, del ser-dentro-de-sí-en su singularidad: la otra es la desigualdad de su universalidad abstracta frente al sí-mismo; la primera se extingue ante su ser-para-sí, y se despoja, se confiesa; la segunda renuncia a la dureza de su universalidad abstracta, y se extingue con ello ante su sí-mismo sin vida y su universalidad inamovida; de manera, entonces, que aquélla se ha complementado por el momento de la universalidad que es esencia, y ésta se ha complementado por la universalidad que es sí mismo. Por este movimiento de actuar, ha surgido el espíritu: que sólo ahora es espíritu de manera que existe ahí, que eleva su existencia al pensamiento y, por ello, a la contraposición absoluta, y que desde ella retorna precisamente a través de ella adentro de ella misma: y ha brotado como universalidad pura del saber que es autoconciencia: como autoconciencia que es la unidad simple del saber.
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[796] [796]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition This concept gave itself its fulfillment, on the one hand, in the acting spirit certain of itself, and, on the other hand, in religion. In the latter, it gained the absolute content as content, or in the form of representational thought, of otherness for consciousness. In the former shape, on the contrary, the form is the self itself, for it contains the acting spirit certain of itself, the self putting the life of absolute spirit into practice.6führt… durch As we see, this shape is that former simple concept, but one which surrenders its eternal essence and is the concept which is there,7da ist or acts. The concept has its estrangement, or its emerging from behind, in the purity of the concept, for this purity is the absolute abstraction, or negativity. The concept just as much finds the element of its actuality, or its being, in the concept, in pure knowing itself, for this pure knowing is the simple immediacy which is as much being and existence as it is essence. The former is negative thinking, the latter is positive thinking itself. This existence is finally just as much the being-reflected-into-itself either from out of pure knowing – whether as existence or as duty – or from out of being evil. This taking-the-inward-turn constitutes the opposition of the concept and is thereby the appearance on the scene of the non-acting, non-actual pure knowing of essence. However, its coming on the scene in this opposition is its participation in the opposition; the pure knowing of essence has in itself relinquished itself of its simplicity, for it is estrangement, or the negativity that is the concept. Inasmuch as this estrangement is the coming-to-be-for-itself, it is what is evil; insofar as it is the in-itself, it is what remains good. – Now, what initially occurs in itself is at the same time for consciousness and is equally itself doubled, equally as much for consciousness as its being-for-itself, or is its own doing. The same thing which is already posited in itself thus now repeats itself as the knowing of consciousness of it and as a conscious doing. For the other, each gives up the self-sufficiency of determinateness in which it comes on the scene vis-à-vis the other. This giving up of self-sufficiency is the same renunciation of the one-sidedness of the concept which in itself constituted the beginning, but it is henceforth its own renunciation, just as the concept which it renounces is its own concept. – As negativity, that former in-itself of the beginning is in truth just as much the mediated in-itself, and it therefore now posits itself as it is in truth; and as the determinateness which each has in itself and for the other, the negative is self-sublating. One of the two parts of the opposition is the inequality between inwardly-turned-being-in-its-singular-individuality8In-sich-in-seiner-Einzelnheit-seins and universality – the other is the inequality between its abstract universality and the self. The former dies unto its being-for-itself, relinquishes itself and confesses; the latter disavows the rigidity of its abstract universality and thereby dies unto its self devoid of liveliness and its unmoved universality. The result is that the former replenishes itself through the moment of universality which is the essence, and the latter replenishes itself through the universality which is the self. Through this movement of acting, spirit – which is only spirit because it is there,9da ist because it elevates its existence into thoughts and thereby into the absolute opposition, and because it then returns into itself just through and in that opposition – comes forth as the pure universality of knowing which is self-consciousness, as the self-consciousness which is the simple unity of knowing.
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