Gespräche in der Dämmerung 00795

Parte de:

C. (DD.) El saber absoluto [C. (DD.) Das absolute Wissen] / VIII: El saber absoluto [VIII. Das absolute Wessen]

 

[2. Segundo paso en la argumentación en el que se señala la unidad de los dos lados por los que se nos ha mostrado el deshacerse el objeto: en self, el de la religión y el de la conciencia como tal]

Gespräche in Jena

[795] Diese Vereinigung aber ist an sich schon geschehen, zwar auch in der Religion, in der Rückkehr der Vorstellung in das Selbstbewußtsein, aber nicht nach der eigentlichen Form, denn die religiöse Seite ist die Seite des Ansich, welche der Bewegung des Selbstbewußtseins gegenübersteht. Die Vereinigung gehört daher dieser ändern Seite an, die im Gegensatze die Seite der Reflexion in sich, also diejenige ist, die [579] sich selbst und ihr Gegenteil und nicht nur an sich oder auf eine allgemeine Weise, sondern für sich oder entwickelt und unterschieden enthält. Der Inhalt sowie die andere Seite des selbstbewußten Geistes, insofern sie die andere Seite ist, ist in ihrer Vollständigkeit vorhanden und aufgezeigt worden; die Vereinigung, welche noch fehlt, ist die einfache Einheit des Begriffs. Dieser ist an der Seite des Selbstbewußtseins selbst auch schon vorhanden; aber wie er im Vorhergehenden vorgekommen, hat er wie alle übrigen Momente die Form, eine besondere Gestalt des Bewußtseins zu sein. – Er ist also derjenige Teil der Gestalt des seiner selbst gewissen Geistes, der in seinem Begriffe stehenbleibt und die schöne Seele genannt wurde. Sie ist nämlich sein Wissen von sich selbst, in seiner reinen durchsichtigen Einheit, – das Selbstbewußtsein, das dieses reine Wissen von dem reinen Insichsein als den Geist weiß, nicht nur die Anschauung des Göttlichen, sondern die Selbstanschauung desselben. – Indem dieser Begriff sich seiner Realisierung entgegengesetzt festhält, ist er die einseitige Gestalt, deren Verschwinden in leeren Dunst, aber auch ihre positive Entäußerung und Fortbewegung wir sahen. Durch diese Realisierung hebt sich das Aufsichbeharren dieses gegenstandslosen Selbstbewußtseins, die Bestimmtheit des Begriffs gegen seine Erfüllung auf; sein Selbstbewußtsein gewinnt die Form der Allgemeinheit, und was ihm bleibt, ist sein wahrhafter Begriff oder der Begriff, der seine Realisierung gewonnen; es ist er in seiner Wahrheit, nämlich in der Einheit mit seiner Entäußerung, – das Wissen von dem reinen Wissen, nicht als abstraktem Wesen, welches die Pflicht ist, sondern von ihm als Wesen, das dieses Wissen, dieses reine Selbstbewußtsein, das also zugleich wahrhafter Gegenstand ist, denn er ist das fürsichseiende Selbst.

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Conversaciones en Valencia

[2. Segundo paso en la argumentación en el que se señala la unidad de los dos lados por los que se nos ha mostrado el deshacerse el objeto: en self, el de la religión y el de la conciencia como tal]

[795]1Epígrafe: 2. Segundo paso en la argumentación en el que se señala la unidad de los dos lados por los que se nos ha mostrado el deshacerse el objeto: en self, el de la religión y el de la conciencia como tal. Ahora bien, esta unión, en , ha sucedido ya, y, por cierto, también en la religión [y no sólo en el cap. VI, C], en el retorno desde la representación a la autoconciencia X21X2Al final del cap. VII ya nos referimos a este modo de expresarse el autor (vide 00779; nota al epígrafe). [final del cap.. VII], pero no conforme a la forma propiamente dicha, pues el lado religioso es el lado del en-sí, que se opone, o que se contrapone [o que queda enfrente] del movimiento de la autoconciencia X22X.3Vide infra Algunas aclaraciones X22X. Por tanto, esa unión [si es que se ha producido] habrá de pertenecer a ese otro lado que, por contraposición, o en la contraposición, es el lado de la reflexión sobre sí [del reflectirse en sí mismo], es decir, ese lado que se contiene a sí mismo y contiene a su contrario, y [lo contiene] no sólo en sí o sólo de forma general, sino [que contiene a sí mismo y a su contrario] para sí o de forma desarrollada y distinta [es decir, registrando todas sus diferencias]. El contenido, pues, [es decir, el lado del contenido, cap. VII, C], así como el otro lado del espíritu autoconsciente [es decir, el otro lado que representa la autoconciencia y la forma, cap. VI, C, c], en cuanto este lado es el otro lado [es decir, en cuanto es el lado contrapuesto al primero], los tenemos ya presentes en su completud, y los hemos ido mostrando; la unión que todavía falta es la unidad simple del concepto [de esto se trata en lo que sigue]. Éste [el concepto] lo tenemos también ya presente por el lado de la autoconciencia [el autor va a empezar a referirse al final del cap. VI, C, que va a ir fundiendo con el final del cap. VII, C]; pero tal como se nos ha ido presentando en lo precedente, o tal como nos ha aparecido en lo precedente, [el concepto] tiene (al igual que todos los demás momentos) la forma [Form] de ser una forma o figura [Gestalt] particular de la conciencia. — [Y ahora pasa a considerar la forma o figura en que nos ha aparecido ya la unidad simple del concepto, ello ha sido en la figura del «alma bella» y su superación, que, en forma de saber, habrá de coincidir, por tanto, con la sección última del capítulo sobre la religión, y, como digo, de ello se va a tratar en lo que sigue.] X23X4Si ello no fuese así, resultaría que la razón comunicativa moderna no puede darse conceptualmente alcance a sí misma en ese su carácter absoluto que la religión le ha puesto representativamente por delante. Por tanto, el último paso de la Fenomenología del espíritu, el paso en que estamos, no es un paso ocioso, sino importante en la estructura de la argumentación del libro. El concepto [al que acabamos de referirnos] es, pues, aquella parte de la figura del «espíritu seguro de sí» [cap. VI, C] que se queda parada en su concepto, y que llamábamos allí el «alma bella». Pues el «alma bella» no es sino el saber de sí mismo [el saber que el espíritu tiene de sí mismo], en su transparente unidad pura (la autoconciencia que a este saber puro del puro ser-cabe-de sí lo sabe como espíritu), [el «alma bella»] no es sólo la intuición de lo divino [la Anschauung de lo divino, el tener ahí delante lo divino] [como ocurre en la religión], sino la autointuición de ella [es decir, no sólo el tener delante y el ver lo divino sino el tenerse delante y verse ella misma]. — Y en cuanto este concepto [el «el alma bella»] insiste en contraponerse a la realización de sí mismo [es decir, a cobrar materia y tangibilidad], no es sino una forma o figura unilateral cuyo desaparecer y desvanecerse en vacía niebla hemos visto ya X24X,5El autor se refiere a lo dicho en el cap. VI, C, c, sobre el libro VI de la primera parte de la novela de Goethe, Wilhelm Meister, que lleva por título «Confesiones de un alma bella» (vide 00657 seqq.). aunque también hemos visto su enajenación positiva y su ulterior desenvolvimiento X25X.6Es decir, la dialéctica de conciliación y reconciliación del final VI, C, c (vide 00669 et 00670). Mediante esa realización [Realisierung] [mediante el cobrar materia y tangibilidad] se suprime y supera el empecinarse en sí misma esta autoconciencia carente de objeto, se suprime y supera [por tanto] la determinidad del concepto [o la determinidad que cobra el concepto] frente (o contra) su propio quedar lleno [o frente o contra su propio cobrar contenido] [se suprime la determinidad del concepto de ser éste cosa distinta de su propia realización]; su autoconciencia [la del concepto] cobra la forma de la universalidad, y lo que le queda entonces [lo que queda entonces a esa autoconciencia o lo que queda en pie entonces] es el verdadero concepto [el verdadero concepto de ella, el concepto que en verdad es ella], o lo que es lo mismo: lo que le queda [al hacer este «alma bella» dejación de sí] es el concepto que ha cobrado realización; esa autoconciencia es el concepto en su verdad, a saber: es la unidad con su enajenación [es decir, es la unidad de él con su propio quedar él fuera de sí] X26X:7Incluso asumiendo lo imperdonable; pues esto significa la reconciliación de Dios con el mal. La protesta de Kierkegaard, por ejemplo, tiene que ver con que el autor esté convirtiendo esto en momentos lógicos. Pero también para el Evangelio cristiano se trata de una obra del Logos que estaba en Dios y que era Dios. el saber del saber puro, pero no como ese ser abstracto [abstractes Wesen] que es el deber, sino el saber del saber puro como ser [Wesen], pero como ser o esencia que es o consiste en ese saber, es decir, que es o consiste en esta pura autoconciencia [en la autoconciencia esta que ahí está, o que hela aquí], esto es, que es a la vez verdadero objeto X27X,8Vide infra Algunas aclaraciones X27X. pues ese objeto es el self que es-para-sí.

Algunas aclaraciones

X21X

Al final del cap. VII ya nos referimos a este modo de expresarse el autor (vide 00779; nota al epígrafe).

X22X

Es decir, la conciencia religiosa tiene delante el movimiento de la autoconciencia absoluta, pero en definitiva lo tiene como un objeto que ella se representa. Recuérdese lo dicho bajo el epígrafe del traductor «EI último no saber de la conciencia religiosa religión» (vide 0078600787). De lo que se trata, por tanto, en lo que sigue, como ya hemos indicado varias veces, es de la unidad del capítulo VI, C, c, y del cap. VII, C, efectuada en forma de saber. El autor pasa a fundir las partes finales de ambos capítulos, es decir, a mostrar la Aufhebung de esa última forma de objetualidad por la que la conciencia religiosa no llega definitivamente a saber que lo que tiene delante en ese Ser absoluto es a sí misma, es decir, la forma de la objetualidad, a causa de la cual la conciencia reconciliada del final del cap. VI no sabe ser ella el Ser absoluto o lo pone aún en otro sitio.

X23X

Si ello no fuese así, resultaría que la razón comunicativa moderna no puede darse conceptualmente alcance a sí misma en ese su carácter absoluto que la religión le ha puesto representativamente por delante. Por tanto, el último paso de la Fenomenología del espíritu, el paso en que estamos, no es un paso ocioso, sino importante en la estructura de la argumentación del libro.

X24X

El autor se refiere a lo dicho en el cap. VI, C, c, sobre el libro VI de la primera parte de la novela de Goethe, Wilhelm Meister, que lleva por título «Confesiones de un alma bella» (vide 00657 seqq.).

X25X

Es decir, la dialéctica de conciliación y reconciliación del final VI, C, c (vide 00669 et 00670).

X26X

Incluso asumiendo lo imperdonable; pues esto significa la reconciliación de Dios con el mal. La protesta de Kierkegaard, por ejemplo, tiene que ver con que el autor esté convirtiendo esto en momentos lógicos. Pero también para el Evangelio cristiano se trata de una obra del Logos que estaba en Dios y que era Dios.

X27X

Repare el lector en cómo tanto en las formulaciones del cap. VI, C, c, y del final del cap. VII, C, como en las formulaciones del presente cap. VIII, la idea de unidad de individualidad y universalidad va siempre acompañada de la idea de que ello no es así sin que esa individualidad o singularidad conserve en ello un momento de esencial irreferencialidad, es decir, va siempre obviamente acompañada de la idea de que ello no es así sin que en tal unidad no trasparezca constante e irreductiblemente lo que es no-universal, o un momento irreferencialmente individual. Esto tampoco puede sorprender si se tiene en cuenta que la forma de la universalidad que se tiene a sí misma por contenido (el Ich denke, el yo pienso) es siempre completa individuación, existencia individual (Ich denke, yo pienso). Cfr. también el final del cap. V, A, a (vide 00292 seqq.).

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Conversaciones en Madrid

[795] Pero esta unificación ya ha acontecido en sí, y por cierto que también en la religión, en el retorno de la representación a la autoconciencia, mas no según la forma propiamente dicha, pues el lado religioso es el lado de lo en-sí enfrente del movimiento de la autoconciencia. Por eso, la unificación pertenece a este otro lado que es, por el contrario, el lado de la reflexión hacia dentro de sí, esto es, el lado que contiene a sí mismo y a su contrario, y no sólo en-sí, o de una manera universal, sino para sí, o desarrollado y diferenciado. El contenido, así como el otro lado del espíritu autoconsciente, en la medida en que es el otro lado, está presente y ha sido hecho patente en su integridad; la unificación que aún falta es la unidad simple del concepto. Éste último también está ya presente en el lado de la autoconciencia misma; pero, igual que ocurría en lo que precede, tiene, como todos los otros momentos, la forma de ser una figura particular de la conciencia. — Es, pues, aquella parte de la figura del espíritu cierto de sí mismo que se queda detenida en su concepto, y que habíamos denominado el alma bella. En efecto, ésta es el saber que ese espíritu tiene de sí mismo en su pura unidad transparente: es la autoconciencia que sabe este puro saber del puro ser dentro de sí como al espíritu: no sólo la contemplación de lo divino, sino la autocontemplación del mismo. — Este concepto, en tanto se mantiene contrapuesto a su realización, es la figura unilateral que veíamos desvanecerse en un humo vacío, pero también despojarse positivamente y seguir moviéndose hacia delante. Por esta realización, el obstinarse en sí de esta autoconciencia sin objeto, la determinidad del concepto frente a su cumplimiento, se cancela; su autoconciencia gana la forma de la universalidad, y lo que le queda es su concepto de verdad, o el concepto que ha ganado su realización; ella, la autoconciencia, es el concepto en su verdad, a saber, en unidad con su despojamiento y exteriorización; — el saber del saber puro no como de la esencia abstracta que es el deber: sino del saber puro como esencia que es este saber, esta autoconciencia pura, que es, pues, a la vez, objeto de verdad, pues éste es el sí-mismo que-es-para-sí.

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Conversations in Washington

[795] [795]9We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, this unification has in itself already come to pass, indeed in religion, in the return of representational thought into self-consciousness, but it has not come to pass according to its genuine form, for the religious aspect is the aspect of the in-itself which stands in contrast to that of self-consciousness. The unification thus belongs to this other aspect, which, in that opposition, is the aspect of the reflective turn into itself and is what contains both itself and its opposite not only in itself, or in a general way, but also i, or as developed and differentiated. Both the content, as well as the other aspect of self-conscious spirit to the extent that it is the other aspect, are now present in their completeness and have been pointed out. The unification that is still lacking is the simple unity of the concept. This concept is itself also already present in the aspect of self-consciousness, but, just as it previously came before us, it has, like all the other moments, the form of being a particular shape of consciousness. – It is that part of the shape of self-certain spirit which comes to a standstill in its concept and which was called the beautiful soul. The beautiful soul is its own knowing of itself in its pure and transparent unity – the self-consciousness that knows this pure knowing of pure inwardly-turned-being as spirit – not only the intuition of the divine but the divine’s self-intuition. – While this concept steadfastly holds itself in opposition to its realization, it is the one-sided shape which we saw not only disappear into thin air but also positively relinquish itself and move forward. Through this realization, this steadfast-insistence-on-oneself on the part of that objectless self-consciousness, or the determinateness of the concept in contrast to its fulfillment, is sublated. Its self-consciousness achieves the form of universality and what remains for it is its genuinely true concept, the concept which has attained its realization. That self-consciousness is the concept in its truth, or in the unity with its self-relinquishing. – It is the knowing of pure knowing not as abstract essence, which is what duty is – but the knowing of this pure knowing as an essence which is this knowing, this pure self-consciousness, which is therefore at the same time the genuinely true object, for this concept is the self existing-for-itself.

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