Gespräche in der Dämmerung 00776

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / C. La religión revelada [C. Die offenbare Religion]

 

[El elemento de la representación: mundo, self y caída; la caída de los ángeles: el bien y el mal]

Gespräche in Jena

[776] Indem dies Insichgehen des daseienden Bewußtseins sich unmittelbar als das sich selbst Ungleichwerden bestimmt, so erscheint das Böse als das erste Dasein des in sich gegangenen Bewußtseins; und weil die Gedanken des Guten und Bösen schlechthin entgegengesetzte und diese Entgegensetzung noch nicht aufgelöst ist, so ist dies Bewußtsein wesentlich nur das [562] böse. Zugleich aber ist um eben dieser Entgegensetzung willen auch das gute Bewußtsein gegen es vorhanden und ihr Verhältnis zueinander. – Insofern das unmittelbare Dasein in den Gedanken umschlägt und das Insichsein teils selbst Denken, teils das Moment des Anderswerdens des Wesens damit näher bestimmt ist, so kann das Bösewerden weiter rückwärts aus der daseienden Welt hinaus schon in das erste Reich des Denkens verlegt werden. Es kann also gesagt werden, daß schon der erstgeborene Lichtsohn, als in sich gehend, es sei, der abgefallen, aber an dessen Stelle sogleich ein anderer erzeugt worden. Solche bloß der Vorstellung, nicht dem Begriffe angehörige Form wie Abfallen, ebenso wie Sohn, setzt übrigens die Momente des Begriffs ebenso umgekehrt in das Vorstellen herab oder trägt das Vorstellen in das Reich des Gedankens hinüber. – Ebenso gleichgültig ist es, dem einfachen Gedanken des Andersseins im ewigen Wesen noch eine Mannigfaltigkeit anderer Gestalten beizuordnen und das Insichgehen in diese zu verlegen. Diese Beiordnung muß darum zugleich gutgeheißen werden, weil dadurch dies Moment des Anderssein, wie es soll, die Verschiedenheit zugleich ausdrückt, und zwar nicht als Vielheit überhaupt, sondern zugleich als bestimmte Verschiedenheit, so daß der eine Teil, der Sohn, das einfache sich selbst als Wesen Wissende ist, der andere Teil aber die Entäußerung des Fürsichseins, die nur im Preise des Wesens lebt; in diesen Teil kann dann auch wieder das Zurücknehmen des entäußerten Fürsichseins und das Insichgehen des Bösen gelegt werden. Insofern das Anderssein in zwei zerfällt, wäre der Geist in seinen Momenten bestimmter und, wenn sie gezählt werden, als Viereinigkeit oder, weil die Menge wieder selbst in zwei Teile, nämlich in gut geblichene und böse gewordene zerfällt, gar als Fünfeinigkeit ausgedrückt. – Die Momente aber zu zählen kann überhaupt als unnütz angesehen werden, indem teils das Unterschiedene selbst ebensosehr nur Eines ist, nämlich eben der Gedanke des Unterschiedes, der nur ein Gedanke ist, als er dieses Unterschiedene, das zweite [563] gegen das erste ist, – teils aber, weil der Gedanke, der das Viele in Eines befaßt, aus seiner Allgemeinheit aufgelöst und in mehr als drei oder vier Unterschiedene unterschieden werden muß, – welche Allgemeinheit gegen die absolute Bestimmtheit des abstrakten Eins, des Prinzips der Zahl, als Unbestimmtheit in der Beziehung auf die Zahl selbst erscheint, so daß nur von Zahlen überhaupt, d.h. nicht von einer Anzahl der Unterschiede die Rede sein konnte, also hier überhaupt an Zahl und ans Zählen zu denken ganz überflüssig, wie auch sonst der bloße Unterschied der Größe und Menge begrifflos und nichtssagend ist.

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Conversaciones en Valencia

[776] En cuanto este entrar-en-sí [este recogerse, in sich gehen] de la conciencia existente, es decir, de la conciencia en su estar dispersa ahí, se determina inmediatamente como un convertirse esa conciencia en desigual a sí misma [es decir, inmediatamente cobra la determinación de ello], resulta que el mal aparece como la existencia primera [como el original o primer estar ahí, o quedar ahí] de esa conciencia vuelta a sí; y como las ideas del bien y el mal son simplemente contrapuestas y esta contraposición todavía no está disuelta, resulta que esa conciencia es esencialmente sólo el mal [o la conciencia mala]. Pero a la vez, en virtud de esa contraposición, también está ahí [o también está presente] frente a ello la conciencia buena, y también está ahí [también está presente] la relación entre ambas [es decir, entre la conciencia buena y la conciencia mala]. — En cuanto la existencia inmediata se trueca [o se pliega o se dobla] en pensamiento [Gedanke], y ello significa: se trueca en uno de los mencionados pensamientos [Gedanken, nociones], y este ser-cabe-sí [este Insichseyn, este recogerse o estar recogido en sí; o este meterse en sí] es en parte él mismo pensamiento, y en parte con ello queda determinado con algo más de detalle el momento del devenir-otra de la esencia [o del haberse convertido en otra la esencia, Wesen], resulta que el convertirse-en-malo [el convertirse la conciencia en mala] puede hacerse retroceder aún más atrás allende el mundo existente y colocarse ya en el primer reino del pensamiento [estamos hablando del convertirse en malos los ángeles, es decir, de la desigualdad de la esencia consigo misma que representa el diablo]. Puede decirse, por tanto, que fue ya el hijo primogénito de la luz quien, al entrar en sí [al volver a sí, al meterse en sí en ese su meterse en sí, al pesar a centrarse en sí] X162X,1Vide infra Algunas aclaraciones X162X. fue el primero en caer, pero que en sustitución suya fue engendrado enseguida otro. Acerca de esta forma perteneciente sólo a la representación pero no al concepto, como es el caer, o también el hijo o el Hijo, podemos, por lo demás, decir que rebaja los momentos del concepto a representación, y también al revés, que eleva la representación al reino del pensamiento. — Es asimismo indiferente asignar a la idea simple o a la noción simple de ser-otro en el Ser eterno, asignarle, digo, todavía una diversidad de otras figuras, y poner en ellas el entrar-en-sí del que estamos hablando [es indiferente poner ello en los ángeles o en Adán y Eva]. Sin embargo, esta asignación ha de considerarse bienvenida a la vez, porque por su medio queda expresado, como es debido, este momento del ser-otro, a saber: la diversidad; y ello, ciertamente, no como pluralidad en general, sino como diversidad determinada, de suerte que una parte [el padre] es lo Simple se-sabiente a sí mismo como esencia, y la otra parte es la enajenación del ser-para-sí [o la enajenación que representa el ser para sí respecto de la conciencia de la esencia], la cual enajenación [el hijo] sólo es y vive para alabanza y para gloria de la esencia [es decir, sólo es y vive ad Dei gloriam]; y a su vez, en esta parte puede o podría ponerse entonces también el recobrarse [el autodevolverse, el recogerse] ese ser-para-sí enajenado, el entrar-en-sí [Insichgehen] que caracteriza al mal [es decir, que en lugar de vivir para alabanza del ser eterno, pasa a recogerse en sí y a estribar no más que en si y a centrarse en sí]. En cuanto el ser-otro se descompone entonces en dos [bueno y malo], el espíritu quedada más determinado en sus momentos, y sí esos momentos se cuentan, el espíritu podría entonces expresarse como «cuatrinidad» [en-sí, ser-otro bueno, ser-otro malo, y ser sí-mismo en el ser otro], o si ese conjunto se divide a su vez en dos bloques, el de aquellas partes que han seguido siendo buenas, y el de las que se han vuelto malas [en-sí, ser-otro bueno, ser-otro malo, ser sí mismo en el ser-otro bueno, y, ser sí mismo en el ser-otro malo] X163X,2Éstas son, al menos, las cuentas que me hago a los efectos de la «cuatrinidad» o de la «cincunidad» de las que habla el autor. Repáselas bien el lector, no sea que el traductor esté equivocado, pues no estoy muy seguro de ellas. podría expresarse incluso como «cincunidad». — Pero contar los momentos podría considerarse en general algo inútil, en cuanto en parte lo diferenciado mismo no vendría a ser sino sólo uno, a saber: precisamente la idea [Gedanke] de diferencia, la cual sólo es una idea una en cuanto siendo ella misma lo distinto, es decir, sólo es una en cuanto siendo ella eso segundo respecto a lo primero [esto es, sólo es una en cuanto no siendo diferente y, por tanto, en cuanto siendo distinta de ella misma] X164X,3El autor está evocando ideas del Parménides de Platón. y en parte porque la idea o noción [la de diferencia] que recoge y comprende lo múltiple en uno, hay que deshacerla desde su propía universalidad [o por su propia universalidad] en más de tres o cuatro distinciones [en más de tres o cuatro ingredientes distintos]; pues esa universalidad, frente a la determinidad del uno abstracto que es el principio del número, aparece como indeterminidad en relación con el número mismo, de suerte que [a propósito de dicha noción de diferencia] sólo podría hablarse de números en general, pero no de un determinado número [pero no de una determinada cantidad] de diferencias, y por tanto, aquí seria enteramente superfluo pensar en número [es decir, en un número] y contar [hasta ese número], pues aquí como en cualquier otra parte la mera diferencia de magnitud y cantidad es algo carente de concepto y que nada dice.

Algunas aclaraciones

X162X

Los distintos aspectos de este In-sich-gehen quedan bien recogidos en los siguientes versos del libro I de El paraíso perdido de J. Milto, en los que el ángel caído es presentado precisamente en este proceso de In-sich-gehen, de entrar en sí y centrarse en sí:

The mind is its own place, and in it self

Can make a Heaven of a Hell, a Hell of Heaven

What matter where, if I be still the same

And what I should be, all but less than he

Whom thunder had made greater? Here at least

We shall be free; the Allmighty hath not built

Here we may reign secure, and, in my choice,

to reign is worth ambition, though in Hell:

Better to reign in Hell than serve in Heaven.

(MILTON, Paradise Lost, libro I, versos 254-263.)

Es posible que Hegel conociese también estos versos de Milton, aparte de conocer muy bien la especulación de Jakob Böhme y de tener discutidos a fondo estos temas con el Schelling, que en 1809 publicaría Consideraciones sobre la esencia de la libertad humana y otros temas afines. En el mencionado escrito de 1809 escribe Schelling: «Por eso es dialécticamente correcto decir que el bien y el mal son lo mismo, sólo que vistos desde distintos lados, o, que el mal, considerado en sí, es decir, considerado en la raíz de su identidad, es el bien, así como, en cambio, el bien, considerado en su disociación o no-identidad, es el mal. Por eso se dice con toda razón que quien no tiene materia ni fuerzas para el mal, tampoco tiene capacidad para el bien, de lo cual tenemos bastantes ejemplos en nuestra época» (F. W. Schelling, Über das Wesen der menschlichen Freiheit, de. H. Fuhrmans, Reclam, Stuttgart, 1964, p. 120). A mi juicio, estas palabras de Schelling están directamente relacionadas con la posición de Hegel en el presente cap. VII, C. Pero también pudiera ser que no es que Hegel tuviese estas cosas discutidas con Schelling, que, ciertamente, debía de tenerlas, sino que, como se refleja en la apelación a Böhem y a la Cábala judía que se hace en el escrito sobre la libertad de Schelling, Hegel en 1806 y Schelling en 1808 beben de unas mismas fuentes. En todo caso es difícil no ver en esas palabras de Schelling una cita de Hegel. Véase nota 116 al cap. VI.

X163X

Éstas son, al menos, las cuentas que me hago a los efectos de la «cuatrinidad» o de la «cincunidad» de las que habla el autor. Repáselas bien el lector, no sea que el traductor esté equivocado, pues no estoy muy seguro de ellas.

X164X

El autor está evocando ideas del Parménides de Platón.

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Conversaciones en Madrid

[776] En tanto que este ir-dentro-de-sí de la conciencia que es ahí se determina inmediatamente como el llegar a ser desigual consigo misma, el mal aparece como la primera existencia de la conciencia que ha ido dentro de sí; y como los pensamientos del bien y del mal están contrapuestos por antonomasia, y esta contraposición no está disuelta todavía, esta conciencia es, esencialmente, sólo el mal. A la vez, sin embargo, en virtud precisamente de esta contraposición, también está presente frente a éste la conciencia buena, y la relación mutua de las dos. — En la medida en que la existencia inmediata se torna en pensamiento y, por una parte, el ser-dentro-de-sí es, él mismo, pensar, mientras que, por otra, el momento del venir-a-ser-otro de la esencia queda más determinado con ello, el hacerse malo puede ser desplazado más hacia atrás, fuera del mundo existente, ya al primer reino del pensar. Puede decirse, entonces X*X,4Vide infra Algunas aclaraciones X*X. que ya el primer hijo nacido de la luz, al entrar dentro de sí, es el hijo caído, pero que enseguida fue engendrado otro en su lugar. Una forma tal como caer, que pertenece meramente a la representación, no al concepto, así como hijo, rebaja también, por lo demás y a la inversa, los momentos del concepto al representar, o bien, transfiere el representar al reino del pensamiento. — Igual de indiferente es seguir asignándole al pensamiento simple del ser-otro, dentro de la esencia eterna, una multiplicidad de otras figuras, y desplazar hacia ellas el ir-dentro-de-sí. Al mismo tiempo, ha de darse por buen esta asignación, porque, así, este momento del ser-otro expresa al mismo tiempo, como debe ser, la diversidad; y por cierto, no como pluralidad en general, sino, a la vez, como diversidad determinada, de manera que una parte, el Hijo, es lo simple que se sabe a sí mismo como esencia, mientras que la otra parte es la exteriorización del ser-para-sí, exteriorización que sólo vive en la alabanza de la esencia; en esta parte, entonces. puede ponerse también el acto de recoger el ser-para-sí exteriorizado y el ir-dentro-de-sí del mal. En la medida en que el ser-otro se descompone en dos, el espíritu estaría más determinado en sus momentos, y si estos se contasen, entonces, como cuaternidad, o incluso, dado que la muchedumbre vuelve a dividirse en dos, a saber, los que siguen siendo buenos y los que caen en el mal, como quinquenidad. — Pero, en general, contar los momentos puede considerarse que carece de provecho, en tanto que, por una parte, lo diferenciado mismo es también sólo Uno, a saber, precisamente, el pensamiento de la diferencia, que es sólo un único pensamiento, en cuanto que él es esto diferenciado, lo segundo frente a lo primero: pero, por otra parte, porque el pensamiento que abarca lo mucho en uno está disuelto de su universalidad y tiene que ser diferenciado en más de tres o cuatro diferencias; —la cual universalidad, frente a la determinidad absoluta de lo Uno abstracto, del principio del número, aparece como indeterminidad en la referencia al número mismo, de manera que sólo podría hablarse de números en general, esto es, no de un número concreto de diferencias, con lo que pensar aquí en número o en números es completamente superfluo, como también, por lo demás, la mera diferencia de magnitud y cantidad no dice nada y carece de concepto.

Algunas aclaraciones

X*X

Hegel discute, en lo que sigue, ideas de Jakob Böhme, y alude a la explicación que da este místico de la caída de Lucifer y su sustituci6n por Jesucristo. Vid. Aurora, 14,36: «Y así, Dios lo creó rey de la luz / y como él era desobediente / y quería estar por encima de Dios / Dios lo arrojó de su trono / en medio de nuestro tiempo creó a otro rey de la misma divinidad de la que había creado a Lucifer… y lo sentó en el trono real de Lucifer, y le dio potencia y poder / como los que tenía Lucifer antes de su caída / y este rey se llama Jesucristo y es Dios e hijo del hombre…». Rosenkranz informa (Hegels Leben, 18) de que las críticas de Hegel no iban tanto contra Böhme como contra Schelling. quien también —por vez primera— habla de la caída de las cosas finitas desde lo absoluto. Cf. Schelling. F. W. J.: Philosophie und Religion, en SW I/6, 35.

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Conversations in Washington

[776] [776]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition While this taking-the-inward-turn by existing consciousness immediately determines itself as the becoming-unequal-to-itself, so does evil appear as the first existence of the consciousness that has taken the inward turn; and because the thoughts of good and evil are utterly opposed, and this opposition has not yet been dissolved, so this consciousness is essentially only evil. However, at the same time according to this opposition, there is also present the good consciousness opposing the one that is evil and their relationship to each other. – To the extent that immediate existence is converted into thoughts, and insofar as inwardly-turned-being, which is in part itself thinking and is in part the moment of the coming-to-be-other of essence more precisely determined, then the coming-to-be of evil can be shifted back even further out of the existing world and transferred into the first realm of thinking. It can thus be said that it was already the first-born son of light who, by taking the inward turn, was he who fell, but that in his place another was at once created. Such forms of expression as “fallen” as well as that of “the son” belong merely to representational thought and not to the concept, and they both equally devalue the moments of the concept into moments of representational thinking, or they carry representational thinking over into the realm of thought proper. – It is likewise a matter of indifference as to whether a manifoldness of other shapes and forms is to be coordinated with the simple thought of otherness in the eternal essence and the inward turn is then transferred to them. This co-ordination must be endorsed because, as a result, this moment of otherness at the same time expresses diversity, as it should, namely, not as plurality per se, but rather at the same time as determinate diversity, so that one part is the son, who is simple knowing of himself as the essence, while the other part is the self-relinquishing of being-for-itself, which lives only in the praise of essence, and the taking back of the relinquished being-for-itself and the inward-turn of evil can also again be put in this part. Insofar as otherness comes undone into two parts, spirit would be in its moments more determinate, and if the moments were to be enumerated as a four-in-one, or, because the class breaks itself up again into two parts, namely, the part that remained within the good and the part that became evil, spirit might even be expressed as a five-in-one. – However, counting the moments can be viewed as altogether useless, as in part what has been differentiated is itself equally as much only one difference, namely, the thought of difference is itself only one thought, just as it is this which is distinguished, or is the second thing which is distinguished vis-à-vis the first. – However, in part it is useless to enumerate these things, because the thought which grasps the many in one must be broken down out of its universality and distinguished into more than three or four differences – with regards to the absolute determinateness of the abstract One, namely, the principle of number, this sort of universality appears as indeterminateness in relation to number as such, such that one could speak only of numbers per se, i.e., not of the number of differences. It is therefore entirely superfluous to think here of number and enumeration, just as in other respects the mere difference between magnitude and amount is utterly devoid of the concept and says nothing.

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Conversaciones en el Atrium

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