Gespräche in der Dämmerung 00747

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / c. La obra de arte espiritual [c. Das geistige Kunstwerk]

 

[La comedia]

Gespräche in Jena

[747] Hier ist also das vorher bewußtlose Schicksal, das in der leeren Ruhe und Vergessenheit besteht und von dem Selbstbewußtsein getrennt ist, mit diesem vereint. Das einzelne Selbst ist die negative Kraft, durch und in welcher die Götter sowie deren Momente, die daseiende Natur und die Gedanken ihrer Bestimmungen, verschwinden; zugleich ist es nicht die Leerheit des Verschwindens, sondern erhält sich in dieser Nichtigkeit selbst, ist bei sich und die einzige Wirklichkeit. Die Religion der Kunst hat sich in ihm vollendet und ist vollkommen in sich zurückgegangen. Dadurch, daß das einzelne Bewußtsein in der Gewißheit seiner selbst es ist, das als diese absolute Macht sich darstellt, hat diese die Form eines Vorgestellten, von dem Bewußtsein überhaupt Getrennten und ihm Fremden verloren, wie die Bildsäule, auch die lebendige schöne Körperlichkeit oder der Inhalt des Epos und die Mächte und Personen der Tragödie waren; – auch ist die Einheit nicht die bewußtlose des Kultus und der Mysterien, sondern das eigentliche Selbst des Schauspielers fällt mit seiner Person zusammen, so wie der Zuschauer in dem, was ihm vorgestellt wird, vollkommen zu Hause ist und sich selbst spielen sieht. Was dies Selbstbewußtsein anschaut, ist, daß in ihm, was die Form von Wesenheit gegen es annimmt, in seinem Denken, Dasein und Tun sich vielmehr auflöst und preisgegeben ist, es ist die Rückkehr alles Allgemeinen in die Gewißheit seiner selbst, die hierdurch diese vollkommene Furcht- und Wesenlosigkeit alles Fremden und ein Wohlsein und Sichwohlseinlassen des Bewußtseins ist, wie sich außer dieser Komödie keines mehr findet. [544]

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Conversaciones en Valencia

[747] Y es precisamente en este punto cuando el destino [o aquel destino] carente de conciencia, que consiste en vacía quietud y en lethe, es decir, que consiste en vacía inmovilidad y en olvido, y que está separado de la autoconciencia, se une con ésta [se une con la autoconciencia]. El self individual [einzelnes Selbst] es la fuerza negativa por medio de la cual y en la cual los dioses, así como los momentos de los dioses, que son la naturaleza en su estar ahí, y las ideas o nociones que representan sus distintas determinaciones básicas, desaparecen; pero a la vez ese self no es la vacuidad del desaparecer, sino que se mantiene y conserva en esa su nihilidad misma [es en ella en lo que el self estriba y se mantiene], permanece cabe sí y es la única realidad. La religión del arte que se consuma en él [o que encuentra así o que ha encontrado así su consumación y culmen en él] ya ha vuelto entera y completamente a él [a ese self] [es decir, ese self es la verdad de la religión del arte] X104X.1Vide infra Algunas aclaraciones X104X. Y, precisamente, porque es la conciencia particular en la certeza de sí misma la que se presenta como ese poder absoluto, resulta que ese poder absoluto ha perdido la forma de algo representado, de algo separado de la conciencia y que fuese extraño a ella, como lo eran la estatua o también la bella corporalidad viva, o el contenido del epos, y los poderes y «personas» [personajes o máscaras] de la tragedia; y tampoco esta unidad es la unidad inconsciente [o aquella unidad carente de conciencia] del culto y de los misterios; sino que aquí el self propiamente dicho [el de verdad] del actor coincide con su persona [con el personaje que representa], al igual que, en aquello que (en la comedía) le es representado, [se produce una coincidencia entre el personaje y] el espectador, el cual en aquello que ve representar se siente perfectamente en casa [o está perfectamente en casa], y se ve actuar a sí mismo. Aquello que esa autoconciencia mira o ve, es que en ella todo aquello que contra esa autoconciencia cobra la forma de esencialidad [respecto de lo que esa autoconciencia sería lo accidental], queda más bien disuelto en el pensamiento, [y disuelto] en la existencia y en el hacer de esa autoconciencia, quedando así abandonado, [y, por eso, aquello que esa autoconciencia mira y ve es] que ella, por tanto, es el retorno de todo lo universal a esa su certeza de sí misma, la cual certeza consiste, por tanto, en haber perdido por completo su horror a todo lo extraño, y en la completa insencialidad de eso extraño, en un sentirse bien esa conciencia y en un dejar sentirse bien a esa conciencia [y en un sentirse cómoda esa conciencia y en un dejar sentirse cómoda a esa conciencia], como difícilmente se lo podría encontrar fuera de esa comedia X105X.2Vide infra Algunas aclaraciones X105X.

Algunas aclaraciones

X104X

Ha vuelto porque recuerde el lector que la religión del arte consistía en que la obra cobraba progresivamente forma de self. En la comedia se ha convertido en el self mismo. Ello es la consumación y también la cancelación de la religión del arte, en el sentido de no ser ya en la religión del arte donde la autoconciencia se tiene a sí misma delante en su carácter absoluto; en su carácter absoluto la autoconciencia se tiene a sí misma delante en un terreno distinto al que representaba el arte absoluto; el arte, si acaso, señala ahora a lo que ya no es de ninguna manera ella, ni habita en ella, sino que la deja detrás. La comedia es algo así como la culminación, a la vez que la ruina, del arte absoluto.

X105X

No deja de ser curiosa esa idea de que es la comedia ática la que propiamente representa el barrunto, precedente y umbral de la verdad de la religión revelada. En la trama global de sutiles referencias cruzadas en que consiste la Fenomenología del espíritu, no deja de ser curiosa esta serie particular de referencias cruzadas conforme a la que la tragedia deja el cielo despoblado de dioses mediante la figura del destino; a la vez que la comedia, mediante ese self particular, convertido en Absoluto, preludia la verdad revelada de la religión cristiana. Destino de la tragedia y self de la comedia (es decir, tragedia y comedia) son por otro lado el self del «Estado de derecho», de la persona, tal como Roma lo introduce como institución jurídica y tal como, con la libertas convertida en principio del derecho, pasa a convertirse en protoinstitución en la existencia moderna (Vide Cap. VI, A, c; 00476 a 00482). Al principio del cap. VII el autor ha avisado que en el presente cap. VII había de quedar desorganizado el orden en que las distintas figuras de la conciencia habían ido apareciendo del cap. I al cap. VI (vide 00672 a 00676). Figuras muy distantes en lo que respecta a su aparición en esos capítulos, o en todo caso figuras muy distantes en lo que respecta a su ocurrencia histórica, se presentan ahora aquí ocupando posiciones simétricas. Pero ello sucede conforme a la propia estructura interna de la Fenomenología del espíritu. Pues, como ya he dicho, ello se explica porque en el cap. VII se trata de la relación de esas figuras con el tenerse delante a sí misma la autoconciencia como Ser absoluto. Vide nota X95X en 00737.

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Conversaciones en Madrid

[747] El destino, que antes carecía de conciencia, que consiste en la quietud vacía y en el olvido, y que estaba separado de la autoconciencia, está aquí, entonces, unido a ella. El sí-mismo singular es la fuerza negativa por la cual y en la cual desaparecen los dioses, así como sus momentos, la naturaleza que existe y los pensamientos de sus determinaciones; al mismo tiempo, no es la vacuidad del desaparecer, sino que se conserva él mismo en esta nulidad, está cabe sí y es la única realidad efectiva. En él, la religión del arte ha quedado acabada, y ha retornado ya perfecta dentro de sí. Por el hecho de que, en la certeza de sí misma, la conciencia singular es la que se presenta como este poder absoluto, este poder tiene la forma de algo representado, separado de la conciencia como tal, extraño a ella, perdido, como lo estaban las estatuas y la bella corporalidad viva, o el contenido de la epopeya y los poderes y personajes de la tragedia: la unidad no es tampoco la unidad sin conciencia del culto y de los misterios; sino que el sí-mismo propiamente dicho del actor coincide con su personaje, igual que el espectador, que se encuentra perfectamente a gusto X174X3Zu Hause, esto es, «como en su casa». en lo que se representa delante de él, y se ve actuar a sí mismo. Lo que esta autoconciencia contempla es que, dentro de ella, lo que adopta la forma de la esencialidad frente a ella, en su pensar, su existir y su hacer, más bien queda disuelto y abandonado, es el retorno de todo lo universal a la certeza de sí mismo, la cual es, así, esa perfecta falta de temor y de esencia de todo lo extraño, y un bienestar y abandonarse al bienestar de la conciencia como no se encuentra en ningún sitio fuera de esta comedia.

Algunas aclaraciones

X174X = Zu Hause, esto es, «como en su casa».

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Conversations in Washington

[747] [747]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition Here therefore is the former unconscious fate, which consists in an empty motionlessness and forgetfulness and which is separated from self-consciousness, now united with self-consciousness. The singular self is the negative force through which and in which the gods, as well as their moments, those of existing nature and the thoughts of their determinations, disappear. At the same time, the singular self is not the mere emptiness of disappearance, but rather preserves itself in this nothingness itself, is at one with itself,5ist bei sich and is the sole actuality. The art-religion has completed itself in it and is completely inwardly returned into itself. As a result, singular consciousness, in the certainty of itself, is that which exhibits itself as this absolute power, so has this absolute power lost the form of being something represented, something separated from consciousness per se and thus alien to it, as was the case with the statuary column and also the living embodiment of beauty, or as was the case with the content of the epic and the powers and persons of tragedy. – The unity is also not the unconscious unity of the cult and the mysteries. Rather, the genuine self of the actor coincides with the persona he plays, just as the spectator is perfectly at home with what is represented to him and sees himself playing a role therein. What this self-consciousness intuits is that within itself, whatever assumes the form of essentiality opposed to self-consciousness is instead dissolved in the thinking, existence, and doings of self-consciousness, and it is then abandoned. It is the return of all that is universal into the certainty of itself, and this certainty is thus the complete absence of fear, the essencelessness of all that is alien; it is a healthy well-being as well as a consciousness permitting itself to be so, a well-being that outside of this comedy is not to be found.

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Conversaciones en el Atrium

EN CONSTRVCCION

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