Gespräche in der Dämmerung 00740
Parte de:
C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / c. La obra de arte espiritual [c. Das geistige Kunstwerk]
[La tragedia: la acción misma]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[740] Das Bewußtsein schloß diesen Gegensatz durch das Handeln auf; nach dem offenbaren Wissen handelnd, erfährt es den Betrug desselben, und dem Innern nach dem einen Attribute der Substanz ergeben, verletzte es das andere und gab diesem dadurch das Recht gegen sich. Dem wissenden Gotte folgend, ergriff es vielmehr das nicht Offenbare und büßt dafür, dem Wissen vertraut zu haben, dessen Zweideutigkeit, da sie seine Natur ist, auch für es, und eine Warnung dafür vorhanden sein mußte. Die Raserei der Priesterin, die unmenschliche Gestalt der Hexen, die Stimme des Baumes, des Vogels, der Traum usf. sind nicht die Weisen, in welchen die Wahrheit erscheint, sondern warnende Zeichen des Betrugs, der Nichtbesonnenheit, der Einzelheit und Zufälligkeit des Wissens. Oder, was dasselbe ist, die entgegengesetzte Macht, die von ihm verletzt wird, ist als ausgesprochenes Gesetz und geltendes Recht vorhanden, es sei das Gesetz der Familie oder des Staats; das Bewußtsein folgte dagegen dem eigenen Wissen und verbarg sich selbst das Offenbare. Die Wahrheit aber der gegeneinander auftretenden Mächte des Inhalts und Bewußtseins ist das Resultat, daß beide gleiches Recht und darum in ihrem Gegensatz, den das Handeln hervorbringt, gleiches Unrecht haben. Die Bewegung des Tuns erweist ihre Einheit in dem gegenseitigen Untergange beider Mächte und der selbstbewußten Charaktere. Die Versöhnung [539] des Gegensatzes mit sich ist die Lethe der Unterwelt im Tode, – oder die Lethe der Oberwelt, als Freisprechung nicht von der Schuld, denn diese kann das Bewußtsein, weil es handelte, nicht verleugnen, sondern vom Verbrechen, und seine sühnende Beruhigung. Beide sind die Vergessenheit, das Verschwundensein der Wirklichkeit und des Tuns der Mächte der Substanz, ihrer Individualitäten, und der Mächte des abstrakten Gedankens des Guten und des Bösen; denn keine für sich ist das Wesen, sondern dieses ist die Ruhe des Ganzen in sich selbst, die unbewegte Einheit des Schicksals, das ruhige Dasein und damit die Untätigkeit und Unlebendigkeit der Familie und der Regierung, und die gleiche Ehre und damit die gleichgültige Unwirklichkeit Apolls und der Erinnye, und die Rückkehr ihrer Begeistung und Tätigkeit in den einfachen Zeus.
Conversaciones en Valencia
[740] La conciencia sacó a la luz esta contraposición por medio de la acción [se está aludiendo principalmente a Edipo Rey de Sófocles]; actuando conforme a su saber manifiesto la conciencia hace experiencia del engaño del mismo, y entregándose conforme al contenido [o en lo que respecta a contenido] a uno de los atributos de la sustancia, vulneró al otro y le otorgó mediante ello derecho contra ella [la cargó de razones en contra de ella]. Siguiendo al dios sabiente y obedeciéndole, la conciencia abrazó más bien lo no manifiesto [se comprometió con ello], y paga o habrá de pagar por haber confiado en un saber cuya ambivalencia o cuya equivocidad [precisamente porque esa ambivalencia o esa equivocidad es su naturaleza] es también para ella, es decir, es también para la conciencia, y tenía que producirse [tenía que presentarse ahí o personarse ahí] una advertencia en relación con ello. El frenesí de la sacerdotisa, la figura inhumana de las brujas, la voz del árbol, del pájaro, del sueño, etc., no son las formas en las que la verdad aparece, sino signos que advierten del engaño, de lo no-meditado [del no haberse pensado bien las cosas] [de las consecuencias de la ligereza y la no cordura, de lo que uno está desatando con su propio exceso, con su hybris], [que advierten] de la particularidad y contingencia del saber. O también [o lo que viene a ser equivalente]: el poder contrapuesto, que es vulnerado por ella [por la conciencia] en la acción, está presente como ley expresa [como ley promulgada] y como derecho vigente; es la ley de la familia o del Estado; la conciencia siguió, en cambio, a su propio saber, y se ocultó a sí misma lo manifiesto. Pero la verdad del poder del contenido y del poder de la conciencia, que se levantan el uno contra el otro, o en ese su levantarse el uno contra el otro, es resultado de que ambos tienen igual derecho [o de que ambos tienen la misma razón], y, por tanto, en su contraposición provocada por la acción, ambos tienen también igual falta de derecho [o igual falta de razón]. El movimiento del hacer [el movimiento que la acción o el hacer de la conciencia representan] demuestra su unidad en el recíproco hundimiento [el reciproco echarse abajo] de ambos poderes y de los [respectivos] caracteres autoconscientes. La reconciliación de la contraposición consigo misma [de la contraposición de la conciencia consigo misma, el quedar reconciliada la contraposición consigo misma] es la lethe [el olvido] o Leteo del mundo subterráneo y la muerte, o también la lethe del mundo superior, del mundo de la luz, como absolución no de la culpa [Schuld], pues la conciencia, precisamente porque actuó, no puede negar esa culpa, sino como absolución del delito, y como satisfacción por la que ese delito [Verbrechen] queda expiado. Ambas [reconciliación y absolución] son el olvido, el desaparecer o el quedar desaparecidos la realidad y el hacer [acción] de los poderes de la sustancia, el desaparecer o quedar desaparecidas sus individualidades [las individualidades de esos poderes], y los poderes de la idea abstracta [los poderes que representan las ideas abstractas] del bien y del mal. Pues ninguna de ellas de por sí es la esencia [Wesen], sino que la esencia es el descansar el todo en sí mismo, la unidad inmóvil del destino, la quieta existencia ahí: por tanto, la inacción y la falta de vida (o el estar muertos) tanto de la familia como del gobierno, y un mismo honor [para Apolo y la erinia], y, por tanto, la misma indiferente irrealidad de Apolo y la erinia, y el retorno de la «espiritización» [de la excitación, Begeistung] y de la actividad de ambos al Zeus simple, es decir, a la sustancia simple.
Conversaciones en Madrid
[740] La conciencia desvelaba esta oposición por medio de la acción; actuando según el saber manifiesto, hace la experiencia del engaño que hay en él, y entregada, conforme al contenido, a uno de los atributos de la substancia, ofendía al otro, concediéndole así un derecho contra ella. Siguiendo al dios que sabe, abrazaba lo no manifiesto, y hacía penitencia por haber confiado en un saber cuya equivocidad, por ser naturaleza suya, tenía que haber tenido presente también la conciencia y ser un aviso para ella X*1X.1Layo, padre de Edipo, había sido advertido por el oráculo de Delfos de que, si tenía un hijo, éste lo mataría, a pesar de lo cual lo tuvo, para intentar luego deshacerse de él. El furor de la sacerdotisa, la figura inhumana de las brujas, la voz del árbol, del pájaro, del sueño, etc., no son modos en los que aparezca la verdad, sino signos que avisan del engaño, de la irreflexión, de la singularidad y la contingencia del saber. O lo que es lo mismo, el poder contrapuesto al que ella ofende se halla presente como ley no pronunciada y como derecho vigente; ya sea la ley de la familia o la del Estado; la conciencia, en cambio, seguía a su propio saber y se ocultaba a sí misma lo manifiesto. Pero la verdad de los poderes del contenido y de la conciencia, que entran en escena enfrentándose mutuamente, es el resultado por el que ambas tienen igual derecho y razón y, por ello, también, igual falta de derecho y sinrazón dentro de su oposición, producida por actuar. El movimiento de la actividad muestra su unidad en el mutuo hundimiento de ambos poderes y de los caracteres autoconscientes. La reconciliación de la oposición consigo es el Leteo X*2X2Río del que las almas de los muertos, al abandonar el mundo, beben las aguas del olvido. del mundo inferior, en la muerte, o el Leteo del mundo superior, como absolución, no de la culpa, pues ésta, la conciencia no la puede negar, puesto que actuado, sino del crimen, y es el apaciguamiento que expía. Ambos son el olvido, el haberse desvanecido la realidad efectiva y la actividad de los poderes de la substancia, de sus individualidades y de los poderes del pensamiento abstracto del bien y del mal, pues ninguno de ellos, para sí, es la esencia, sino que ésta es la quietud del todo dentro de sí mismo, la unidad inmota del destino, la existencia quieta, y por tanto, la inactividad e inanidad de la familia y del gobierno, y los mismos honores, y por tanto, la irrealidad indiferente de Apolo y la Erínea, y el retorno de la espiritualización de éstos y de su actividad al simple Zeus.
Algunas aclaraciones
X*1X = Layo, padre de Edipo, había sido advertido por el oráculo de Delfos de que, si tenía un hijo, éste lo mataría, a pesar de lo cual lo tuvo, para intentar luego deshacerse de él.
X*2X = Río del que las almas de los muertos, al abandonar el mundo, beben las aguas del olvido.
Conversations in Washington
[740] [740]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition Consciousness unlocked this opposition by acting. In acting according to revealed knowing, it experiences the deceptiveness of that knowing, according to the content; in submitting to one of the attributes of substance, it violates the other, and as a result gives the latter a right against itself. Following the god that knows, it has on the contrary seized hold of what is not revealed, and it did penance for having trusted that knowing whose double-sided ambiguity, for this is its very nature, must have been also available for it and must have been a warning to it. The fury of the priestess, the inhuman shape of the witches, the voices of trees and birds, the dream, and so on, are not the ways in which truth appears; rather, they are warning signs of deception, of not being reflectively prudent, of the singularity and the contingency of knowing. Or, what amounts to the same thing, the opposite power, which consciousness has violated, is present as declared law and the legality validly in force, whether it be the law of the family or that of the state; consciousness, on the other hand, pursued its own knowing and hid from itself what was revealed. However, the truth of those powers emerging into opposition with each other is the result of each having an equal right, and for that reason, in their opposition which acting brings forth, of their being equally wrong. The movement of acting itself demonstrates their unity in the mutual downfall of both powers and of the self-conscious characters. The reconciliation of the opposition with itself is the Lethe of the netherworld in death – that is, the Lethe of the upper world in the form of absolution not from guilt, for consciousness cannot deny that it acted, but rather absolution from the crime itself and the absolution’s atoning appeasement. Both are forgetfulness, the disappearance of actuality and of the doings on the part of the powers of substance, of their individualities and of the powers of the abstract thought of good and evil, for none of them is for itself the essence. Rather, the essence is the motionlessness of the whole within itself, the unmoved unity of Fate, motionless existence, and thereby the inactivity and lack of liveliness of the family and government; and it is the equal honor and thereby the indifferent irreality4Unwirklichkeit of Apollo and the Erinyes, and the reversion of their spiritualization5Begeistung and activity into simple Zeus.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
EN CONSTRVCCION