Gespräche in der Dämmerung 00737
Parte de:
C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / c. La obra de arte espiritual [c. Das geistige Kunstwerk]
[La tragedia: forma y saber]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[737] Zugleich teilt sich das Wesen seiner Form oder dem Wissen nach. Der handelnde Geist tritt als Bewußtsein dem Gegenstande gegenüber, auf den es tätig und der somit als das Negative des Wissenden bestimmt ist; der Handelnde befindet sich dadurch im Gegensatze des Wissens und Nichtwissens. Er nimmt aus seinem Charakter seinen Zweck und weiß ihn als die sittliche Wesenheit; aber durch die Bestimmtheit des Charakters weiß er nur die eine Macht der Substanz, und die andere ist für ihn verborgen. Die gegenwärtige Wirklichkeit ist daher ein anderes an sich und ein anderes für das Bewußtsein; das obere und das untere Recht erhalten in dieser Beziehung die Bedeutung der wissenden und dem Bewußtsein sich offenbarenden und der sich verbergenden und im Hinterhalte lauernden Macht. Die eine ist die Lichtseite, der Gott des Orakels, der, nach seinem natürlichen Momente aus der alles beleuchtenden Sonne entsprungen, alles weiß und offenbart, – Phöbus und Zeus, der dessen Vater ist. Aber die Befehle dieses wahrredenden Gottes und seine Bekanntmachungen dessen, was ist, sind vielmehr trügerisch. Denn dies Wissen ist in seinem Begriffe unmittelbar das Nichtwissen, weil das Bewußtsein an sich selbst im Handeln dieser Gegensatz ist. Der, welcher die rätselhafte Sphinx selbst aufzuschließen vermochte, wie der kindlich Vertrauende werden darum durch das, was der Gott ihnen offenbart, ins Verderben geschickt. Diese Priesterin, aus der der schöne Gott spricht, ist nichts anderes als die doppelsinnigen Schicksalsschwestern, die durch ihre Verheißungen zum Verbrechen treiben und in der Zweizüngigkeit dessen, was sie als Sicherheit angaben, den, der sich auf den offenbaren Sinn verließ, betrügen. Daher das Bewußtsein, das reiner ist als das letztere, das den Hexen glaubt, und besonnener und gründlicher [537] als das erstere, das der Priesterin und dem schönen Gotte traut, auf die Offenbarung, die der Geist des Vaters selbst über das Verbrechen, das ihn mordete, machte, mit der Rache zaudert und andere Beweise noch veranstaltet, – aus dem Grunde, weil dieser offenbarende Geist auch der Teufel sein könnte.
Conversaciones en Valencia
[La tragedia: forma y saber]
[737]1Epígrafe: La tragedia: forma y saber. A la vez, la esencia [Wesen] se divide por su forma, o lo que es lo mismo: por su saber, o conforme a su forma y saber [y no sólo conforme al contenido, que es lo que acabamos de considerar]. El espíritu agente aparece como conciencia frente al objeto sobre el que versa su actividad [sobre el que versa la actividad del espíritu agente], o al que se endereza su actividad, y que, por tanto, viene determinado o queda determinado como lo negativo del sabiente [es decir, como aquello que constituye la negación de quien lo sabe, es decir, como aquello que ya no es él]; el agente se encuentra mediante ello [o por eso] en la contraposición entre saber y no saber. El agente toma de su carácter su fin [o sea, el fin de él, el fin que él se propone, lo toma de lo que él representa, del «poder» al que él se adscribe], y lo sabe como la esencialidad ética; pero en virtud de la determinídad del carácter o de la determinidad de su carácter [de la determinidad de lo que representa], él sólo sabe uno de los poderes de la sustancia, el otro le permanece oculto. La realidad presente, por tanto, es una en sí, y otra distinta para la conciencia; el derecho superior y el derecho inferior cobran en esta relación el significado del poder sabiente que se manifiesta a la conciencia, y del poder que se oculta y que no hace sino fisgar en la trastienda. El primero es el lado de la luz, el dios del oráculo, surgido (conforme a sus momentos naturales, es decir, conforme a lo que conserva de naturaleza) surgido, digo, del sol que todo lo ilumina, es el dios que todo lo sabe y que todo lo vuelve manifiesto, Febo Apolo, y Zeus, que es su padre. Pero los mandatos de este dios que siempre dice la verdad, y el modo como da a conocer y hace manifiesto aquello que es, son más bien engañosos. Pues ese saber es inmediatamente en su concepto el no saber, ya que la acción, la conciencia, considerada ésta en sí misma, es esa contraposición [es decir, es la contraposición entre saber y no saber]. Tanto aquel que fue capaz de descifrar incluso a la enigmática esfinge [se refiere a Edipo Rey de Sófocles], como aquel que se confía como un niño en los oráculos del dios [se refiere igualmente a Edipo], son mandados a la perdición por aquello que el dios les revela. Esta sacerdotisa, desde la que habla el bello dios, no es nada distinto de las hermanas [las parcas, las brujas de Macbeth] del destino de doble sentido [alusión al double, double de las brujas al principio del acto IV de la tragedia Macbeth de Shakespeare] y doble lengua que, mediante sus promesas, empujan al delito y a la transgresión [empuja o incitan a cometer delito, Verbrechen], y que, mediante el doble sentido de aquello que dieron como seguridad, engañan a aquel que se confió en el sentido manifiesto de aquello que dijeron [alusión a las brujas de Macbeth y al personaje de Macbeth]. De ahí que la conciencia que sea más pura que esta última [es decir, que esta última conciencia] que cree en las brujas, o la conciencia que se piense más las cosas y les dé más vueltas que la primera que confía en las sacerdotisas y en el bello dios, ante la revelación que el propio espíritu del padre le hace [de Sófocles aunado con Shakespeare pasa al Hamlet de este último] acerca del crimen mediante el que se le mató, se muestra y resulta vacilante e inseguro en la venganza, e intenta todavía otras pruebas, en razón de que ese espíritu que le ha revelado los hechos, pudiera ser también el diablo [sigue la alusión a Hamlet] X95X.2Vide infra Algunas aclaraciones X95X.
Algunas aclaraciones
X95X = Precisamente en el presente contexto, en que el autor está haciendo referencia a la tragedia moderna, conviene recordar el aviso del autor de que en el presente capítulo de la religión no sólo las figuras de la conciencia sino también las referencias históricas se agavillan de forma distinta que en el resto del libro. Aquí el lazo que las une es su relación con la conciencia de lo Incondicionado. Y después de ver cómo está procediendo aquí el autor, no hace falta insistir en que, más arriba, al hablar del himno y el culto (cap. VII, B, a; 00710 a 00712) más que de las odas de Píndaro y de Grecia en general, Hegel estaba hablando, como ya dije, del himno y del culto protestante. Tal como está procediendo el autor, la Aufhebung de la religión del arte en la religión revelada sólo puede significar, por tanto, que la figura de la «religión del arte» deja de ser en esta esfera el principal elemento estructurador, pero no que quede cancelada la figura ni la función de ella. Precisamente en esta esfera, la relación con lo Incondicionado puede mantener frescas figuras muy viejas.
Por otra parte, en relación con esto mismo es claro que Hegel considera el culto como religión del arte, como religión, y, por tanto, como un ponerse delante el espíritu a sí mismo en su carácter absoluto, como un saber ponerse la existencia humana delante a sí misma en lo que respecta a sus referencias últimas. Naturalmente, el culto no es el todo de ello, ni siquiera el todo de la religión del arte, sino sólo una parte o aspecto de ello. Pero en todo caso, una existencia humana que carece de culto y ceremonial, o en el que el culto y el ceremonial son pobres, carece de formas especificas de darse autoconciencia en lo que respecta a su relación con lo incondicionado, se interprete lo incondicionado en términos finitos o en términos infinitos. Asimismo, la calidad del culto y del ceremonial del que se dota una forma de existencia, la autoclaridad y transparencia que ese culto y ceremonial cobran, mide el alcance y calidad de la capacidad de ésta de cobrar conciencia de sí, de ponerse ella a sí misma delante en lo que se refiere a su relación con sus referencias últimas. El culto es indicador de la autoclaridad respecto a esas referencias de las que en definitiva dependen las orientaciones del colectivo.
Conversaciones en Madrid
[737] A la vez, la esencia se divide según su forma o el saber. El espíritu que actúa se enfrenta como conciencia al objeto sobre el que es activo y que, por tanto, está determinado como lo negativo del que sabe; con lo que el que actúa se encuentra en la oposición del saber y el no-saber. Toma su fin de su carácter, y lo sabe como la esencialidad ética; pero por la determinidad del carácter, sólo sabe un único poder de la substancia, mientras que el otro poder está oculto para él. Por eso, la realidad efectiva presente es otro en-sí, otro para la conciencia; en esta referencia, el derecho superior y el inferior conservan el significado del poder que sabe y se manifiesta a la conciencia, y del poder que se esconde y que acecha en lo oculto. Uno es el lado de la luz, el dios del oráculo que, nacido según su momento natural del sol que todo lo ilumina, todo lo sabe y revela: Febo y Zeus, padre de éste. Pero las órdenes de este dios que dice la verdad, y sus anuncios de lo que es, son más bien engañosas. Pues este saber, en su concepto, es inmediatamente el no-saber, porque la conciencia, en sí misma, es en el actuar de esta oposición. Por eso, el que era capaz de desvelar el enigma de la esfinge y el que confiaba como un niño X*1X3Se trata, respectivamente, de Edipo (que desveló el enigma de la esfinge antes de ser rey de Troya y encontrar su desgracia) y de Orestes (que, siguiendo a Apolo, mató a Clitemnestra, su madre y asesina de su padre Agamenón, para ser luego castigado por las Erineas). ven su destino arruinado por aquello que el dios les revela. Esta sacerdotisa por cuya boca habla el bello dios no es distinta de las ambiguas hermanas del destino que empujan al crimen con sus promesas y que, en la equivocidad de lo que dan como seguro engañan a quien se fía del sentido manifiesto. Por eso, la conciencia que es más pura que esta última que creyó a las brujas, y es más prudente y con más fondo que la primera, que confiaba en la sacerdotisa y en el bello dios, vacila en vengarse ante la revelación que le hace el espíritu de su propio padre acerca del crimen que le asesinó, y hace por buscar otras pruebas, con el argumento de que ese espíritu que se le revela también podría ser el diablo X*2X.4Aparecen aquí, condensadamente, Macbeht, que creyó a las brujas —las cuales, en la traducción de Wieland que Hegel conocía, se autodenominaban «hermanas del destino»—, Orestes y Hamlet, la conciencia «más pura», que no se fía del espectro de su padre ni de su anuncio.
Algunas aclaraciones
X*1X = Se trata, respectivamente, de Edipo (que desveló el enigma de la esfinge antes de ser rey de Troya y encontrar su desgracia) y de Orestes (que, siguiendo a Apolo, mató a Clitemnestra, su madre y asesina de su padre Agamenón, para ser luego castigado por las Erineas).
X*2X = Aparecen aquí, condensadamente, Macbeht, que creyó a las brujas —las cuales, en la traducción de Wieland que Hegel conocía, se autodenominaban «hermanas del destino»—, Orestes y Hamlet, la conciencia «más pura», que no se fía del espectro de su padre ni de su anuncio.
Conversations in Washington
[737] [737]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition At the same time, the essence divides itself according to its form or its knowing. As consciousness, acting spirit faces up to the object on which it is active, and which is thereby determined as the negative of the knowing subject. As a result, the knowing subject is situated in the opposition between knowing and not knowing. He takes his purpose from his character and knows it as the ethical essentiality; however, through the determinateness of his character, he knows only the one power of substance, and, for him, the other power is concealed. The current actuality is thus both an other in itself and an other for consciousness. In this relation, what the higher and lower law continue to mean are the power which knows and which reveals itself to consciousness and the power which conceals itself and lies in ambush. The one is the aspect of light, the god of the oracle, which, according to its natural moment, has sprung forth from the all-illuminating sun, who knows all and reveals all – Phoebus and Zeus, who is his father. However, the commands of this truth-speaking god, along with his proclamations about what is, are instead deceptive, for within its concept, this knowing is immediately not-knowing, because in acting, consciousness is in itself this opposition. He who had the power to unlock the riddle of the sphinx itself, trustingly, as with childlike confidence, is sent to ruin through what the god reveals to him. This priestess through whom the beautiful god speaks is none other than the ambiguous6doppelsinnigen sisters of fate, who, by their promises, drive the one who trusted them into crime, and who, by the two-faced character of what they gave out as a certainty, deceive the one who had relied on the obvious meaning of what they said. The consciousness which is purer than the latter, which believes the witches and is more reflectively prudent and more thorough than the former, which puts its trust in the priestess and the beautiful god, thus delays taking any revenge based on the revelation of the crime, a revelation made by his father’s spirit, that the father had been murdered; it contrives to bring about still other proofs – for the reason that the spirit making the revelation might possibly be the devil.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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