Gespräche in der Dämmerung 00734

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / c. La obra de arte espiritual [c. Das geistige Kunstwerk]

 

[La tragedia]

Gespräche in Jena

[734] Der allgemeine Boden, worauf die Bewegung dieser aus dem Begriffe erzeugten Gestalten vorgeht, ist das Bewußtsein der ersten vorstellenden Sprache und ihres selbstlosen, auseinandergelassenen Inhalts. Es ist das gemeine Volk überhaupt, dessen Weisheit in dem Chore des Alters zur Sprache kommt; es hat an dessen Kraftlosigkeit seinen Repräsentanten, weil es selbst nur das positive und passive Material der ihm gegenübertretenden Individualität der Regierung ausmacht. Der Macht des Negativen entbehrend, vermag es den Reichtum und die bunte Fülle göttlichen Lebens nicht zusammenzuhalten und zu bändigen, sondern läßt es auseinanderlaufen und preist jedes einzelne Moment als einen selbständigen Gott, bald diesen, bald wieder einen anderen, in seinen verehrenden Hymnen. Wo es aber den Ernst des Begriffes, wie er über diese Gestalten, sie zertrümmernd, einherschreitet, verspürt und es zu sehen bekommt, wie schlecht es seinen gepriesenen Göttern geht, die sich auf diesen Boden, worauf der Begriff herrscht, wagen, ist es nicht selbst die negative Macht, die handelnd eingreift, sondern hält sich im selbstlosen Gedanken derselben, im Bewußtsein des fremden Schicksals, und bringt den leeren Wunsch der Beruhigung und die schwache Rede der Besänftigung herbei. In der Furcht vor den höheren Mächten, welche die unmittelbaren Arme der Substanz sind, vor ihrem Kampfe miteinander und vor dem einfachen Selbst der Notwendigkeit, das auch sie wie die Lebendigen, die an sie geknüpft sind, zermalmt, – in dem Mitleiden mit diesen, die es zugleich als [535] dasselbe mit sich selbst weiß, ist für es nur der untätige Schrecken dieser Bewegung, das ebenso hilflose Bedauern und als Ende die leere Ruhe der Ergebung in die Notwendigkeit, deren Werk nicht als die notwendige Handlung des Charakters und nicht als das Tun des absoluten Wesens in sich selbst erfaßt wird.

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Conversaciones en Valencia

[734] El suelo general [o trasfondo general] en el que se produce el movimiento de estas formas o figuras generadas desde el concepto [hechas de él] es la conciencia del primer lenguaje, del lenguaje representativo [del lenguaje de la épica], y de aquel su contenido carente de self, pero dividido ahora en fragmentos o planos distintos [o dejados ahora sueltos o disgregados esos fragmentos y planos, o disgregado el contenido en los fragmentos que lo forman]. Es ahora el pueblo común quien ve llevada su sabiduría a lenguaje en el coro de ancianos; en la carencia de fuerza por parte de éstos [en la debilidad de éstos] tiene ese pueblo su representante, puesto que ese pueblo mismo sólo constituye el material positivo y pasivo de la individualidad [Individualität] del gobierno, que se le enfrenta [que él tiene enfrente]. Y careciendo del poder de lo negativo, [el pueblo] no puede ni mantener cohesionada ni tampoco domar la riqueza y la variopinta plenitud de la vida divina, sino que la deja discurrir suelta en su diversidad, y alaba a cada uno de los momentos como un dios autónomo, ora a éste, ora otra vez al otro, en los himnos con que los ensalza y venera. Pero cuando barrunta la seriedad del concepto tal como ese concepto, convirtiendo todo en ruinas, irrumpe y se pasea sobre todas esas formas y figuras, y llega a ver cuán malles va a los dioses o héroes que está alabando, que han osado introducirse en este terreno en que reina el concepto, cuando ello sucede, digo, resulta que ese coro no es él mismo el poder negativo que interviene actuando, sino que el coro se mantiene sólo en una idea o pensamiento de ese poder, en una idea o pensamiento carentes de self acerca de ese poder [es decir, se limita a pensar en ese poder, pero sin entenderlo como individualidad actuante, que fuese él, el coro], es decir, se queda no más que en la conciencia del destino extraño, y se limita a expresar el vacuo deseo de que todo vuelva a aquietarse, y a recurrir al débil discurso del alivio y del apaciguamiento [de la mitigación]. Transido de terror ante los poderes superiores que son los brazos inmediatos de la sustancia, y ante la lucha de esos poderes entre si, y ante el self o autós simple de la necesidad, que hace polvo tambien a esos poderes lo mismo que a los vivos que están ligados a ellos, y transido de conmiseración por esos vivientes que el coro sabe a la vez como siendo lo mismo que él [o iguales a él], lo que al coro, digo, transido de esa manera, le toca como parte es el terror inactivo ante ese movimiento, el lamentarse asimismo impotente, y, finalmente, la vacía quietud de la sumisión y entrega a la necesidad, cuya obra no es aprehendida en sí misma ni como la acción necesaria o la necesaria acción del carácter o personaje, ni tampoco como el hacer del ser absoluto.

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Conversaciones en Madrid

[734] El suelo universal en el que tiene lugar el movimiento de estas figuras engendradas a partir del concepto es la conciencia del primer lenguaje representativo y de su contenido disgregado y sin sí-mismo. Es el pueblo llano como tal, cuya sabiduría habla en el coro de los ancianos; tiene su representante en su falta de fuerza, porque él mismo no constituye más que el material positivo y pasivo de la individualidad del gobierno, que se pone frente a él. Careciendo del poder de lo negativo, no tiene capacidad para mantener unidas y dominar la riqueza y la abigarrada plenitud de la vida divina, sino que las deja dispersarse, y en sus himnos de honra alaba cada momento singular como a un dios autónomo, ora éste, ora otro. Pero allí donde barrunta la seriedad del concepto, cómo éste, destrozándolas, camina por encima de esas figuras, y le es dado ver lo mal que le va a sus loados dioses que osan pisar el suelo en que domina el concepto, el coro no es el poder negativo que interviene con la acción, sino que prorrumpe en pensamientos sin sí-mismo, en la conciencia del destino extraño, y lo que aporta es el deseo vacío de apaciguamiento y el débil discurso que busca aplacar. En el temor ante los poderes superiores X*X,1Vide infra Algunas aclaraciones X*X. que son los brazos inmediatos de la substancia, ante sus luchas entre ellos y ante el sí-mismo simple de la necesidad, que los aplasta a esos poderes igual que a los vivientes unidos a ellos; en la compasión por estos vivientes, a los que sabe, a la vez, como la misma cosa consigo mismo, no hay para él más que el terror inactivo de este movimiento, el lamento igualmente desamparado y, como final, la quietud vacía de abandonarse a la necesidad, cuya obra no es captada dentro de sí misma como la acción necesaria del carácter, ni como la actividad de la esencia absoluta.

Algunas aclaraciones

X*X = Hegel alude a la teoría aristotélica de la tragedia, donde éleos y phóbos son los dos efectos principales de la obra trágica. Cf. Aristóteles: Poética, cap. IV, 1448b-1449a. Es de notar que Hegel sigue la traducción de Lessing, quien abogaba por traducir phóbos como Furcht (temor), y no como Schreck (que sería, más bien, terror). Cf. Gotthold Ephraim Lessings Sämmtliche Schriften, I, 25, Berlín, 1794, 169 y sigs.

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Conversations in Washington

[734] [734]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition The universal basis upon which the movement of these shapes proceeds, a movement which the concept itself has brought out, is the consciousness of the initial representational language and its self-less, sunderedcontents. It is the common people per se whose wisdom finds utterance in the chorus of the elders, and it is in the powerlessness of the chorus that the common people find their representatives, because they themselves constitute only the positive and passive material for the individuality of the government confronting them. Lacking the power of the negative, the chorus is unable to hold together and to restrain the wealth and the colorful fullness of the divine life; instead, it allows that life to come undone, and in its hymns of honor it praises each singular moment as a self-sufficient god, now praising this one, now that one, then now again another. However, where it feels the seriousness of the concept as the concept proceeds through these shapes and leaves them all in rubble as it does so, and where it comes to see how badly things go for its praised gods when they venture out on the ground where the concept rules, then it is not itself the negative power which actively intervenes there. Rather, it restricts itself to the selfless thought of such power, to the consciousness of an alien destiny, and it surrounds itself with the empty wish for reassurance and with feeble talk about appeasement. In its fear of the higher powers which are the immediate arms of the substance, in its fear of their struggles with each other and of necessity’s simple self, something which crushes those powers as well as the living beings bound up with them – in its compassion for the living, whom it knows at the same time to be the same as itself, there is for it only the idle terror of this movement, the equally helpless regret, and, in the end, the empty calm of resignation to necessity, whose work is grasped neither as the necessary action of the character nor as the activity of the absolute essence within itself.

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Conversaciones en el Atrium

EN CONSTRVCCION

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