Gespräche in der Dämmerung 00733
Parte de:
C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / c. La obra de arte espiritual [c. Das geistige Kunstwerk]
[La tragedia]
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Gespräche in Jena
[733] Diese höhere Sprache, die Tragödie, faßt also die Zerstreuung der Momente der wesentlichen und handelnden Welt näher zusammen; die Substanz des Göttlichen tritt nach der Natur des Begriffs in ihre Gestalten auseinander, und ihre Bewegung ist gleichfalls ihm gemäß. In Ansehung der Form hört die Sprache dadurch, daß sie in den Inhalt hereintritt, auf, erzählend zu sein, wie der Inhalt, ein vorgestellter [zu sein]. Der Held ist selbst der Sprechende, und die Vorstellung zeigt dem Zuhörer, der zugleich Zuschauer ist, selbstbewußte Menschen, die ihr Recht und ihren Zweck, die Macht und den Willen ihrer Bestimmtheit wissen und zu sagen wissen. Sie sind Künstler, die nicht, wie die das gemeine Tun im wirklichen Leben begleitende Sprache, bewußtlos, natürlich und naiv das Äußere ihres Entschlusses und Beginnens aussprechen, sondern das innere Wesen äußern, das Recht ihres Handelns beweisen und das Pathos, dem sie angehören, frei von zufälligen Umständen und von der Besonderheit der Persönlichkeiten in seiner allgemeinen Individualität besonnen behaupten und bestimmt aussprechen. Das Dasein dieser Charaktere sind endlich wirkliche Menschen, [534] welche die Personen der Helden anlegen und diese in wirklichem, nicht erzählendem, sondern eigenem Sprechen darstellen. So wesentlich es der Bildsäule ist, von Menschenhänden gemacht zu sein, ebenso wesentlich ist der Schauspieler seiner Maske, – nicht als äußerliche Bedingung, von der die Kunstbetrachtung abstrahieren müsse; oder insofern davon in ihr allerdings zu abstrahieren ist, so ist eben dies damit gesagt, daß die Kunst das wahre eigentliche Selbst noch nicht in ihr enthält.
Conversaciones en Valencia
[La tragedia]
[733]1Epígrafe: La tragedia. Este lenguaje superior, que es el de la tragedia, anuda, pues, de forma más estrecha [o articula de forma más estrecha] la dispersión de los momentos del mundo esencial [del mundo de la esencia] y del mundo agente [o mundo de la acción]; la sustancia de lo divino, conforme a la naturaleza del concepto, se separa en sus figuras o formas, y su movimiento [el movimiento de esas figuras o formas o Gestalten] se produce igualmente de conformidad con él [con ese concepto]. [El autor pasa a explicar lo que acaba de decir, y la explicación tiene que ver con lo dicho en el cap. VII, A, a, b]. En lo que respecta a la forma [Form], el lenguaje, al pasar a formar parte de su propio contenido, deja de ser narrativo, así como el contenido deja de ser un contenido representado. Es el héroe mismo quien habla, y la representación muestra a quien escucha, que a la vez es espectador, le muestra, digo, hombres autoconscientes que saben cuál es su derecho [cuál es el derecho y la razón que les asiste] y cuáles son sus fines, que saben el poder y la voluntad de su determinidad, y que saben también decirlo. Ellos mismos son artistas que, a diferencia de lo que sucede con el lenguaje que acompaña al hacer común de la vida corriente, no se limitan a expresar de forma carente de conciencia, de forma natural e ingenua, lo exterior de sus decisiones y de sus empresas, sino que expresan o exteriorizan o exponen su esencia interior [su ser interior, su interior], demuestran el derecho que les asiste en su acción y afirman reconsideradamente y expresan con precisión el pathos al que ellos pertenecen [el básico impulso que los mueve], lo expresan y afirman, digo, en su individualidad [Individualität] universal, es decir, libre o limpio de circunstancias casuales y de la particularidad de las personalidades. La existencia de estos caracteres [el quedar ahí delante esos caracteres] son; finalmente, hombres reales [es decir, quienes dan existencia a estos caracteres son, finalmente, hombres reales] que se revisten de las personas de los héroes, y representan o exponen a éstas en un lenguaje real, es decir, en un lenguaje no narrativo sino en un lenguaje propio [en su propio lenguaje, hablando ellos]. Tan esencial como es a la estatua el estar hecha por mano del hombre, igual de esencial es el actor a la máscara, no como condición interna de la que el espectador del arte pudiese abstraer; o lo que es lo mismo: en cuanto en la contemplación del arte, ciertamente, hay que abstraer de ello [hay que abstraer del actor], ello precisamente quiere decir que el arte no contiene en ella todavía [que en el arte no se contiene todavía] el verdadero self, el self propiamente dicho.
Conversaciones en Madrid
[733] Este lenguaje superior, la tragedia, compila y acerca, entonces, la dispersión de los momentos del mundo esencial y del mundo que actúa; la substancia de lo divino, conforme a la naturaleza del concepto, se disgrega en sus figuras, y su movimiento es también conforme al concepto. En cuanto a la forma, el lenguaje, por entrar en el contenido, deja de ser narrativo, y el contenido deja de ser un contenido imaginario X171X.2vorgestellt: en el sentido de que pasa de la imaginación del epos a la representación de la tragedia. El héroe habla él mismo, y la representación, a los oyentes, que a la vez son espectadores, les muestra a hombres conscientes de sí, que saben, y saben decirlo, su derecho y sus fines, el poder y la voluntad de su determinidad. Son artistas que no pronuncian sin conciencia, natural e ingenuamente, como la lengua que acompaña el hacer común en la vida efectiva, lo externo de su decisión y de sus empresas, sino que exteriorizan la esencia interior, demuestran el derecho de sus acciones, y el pathos al que pertenecen lo afirman conscientes de su sentido y lo pronuncian determinadamente, libres de circunstancias contingentes y de la particularidad de las personalidades que hay en su individualidad universal. Estos caracteres, en cuanto están ahí, son, en definitiva, hombres efectivamente reales que se ponen las máscaras X172X3Personen, Hegel utiliza la palabra latina, persona, que era la máscara que se ponían los actores (en griego, prosopon). de estos héroes y los exhiben en un hablar efectivamente real que no es narrativo, sino propio. Igual que es esencial para la estatua el haber sido hecha por manos humanas, también el actor es esencial para su máscara: no como una condición externa de la que hubiera que hacer abstracción al contemplar el arte; o bien, en la medida en que de todos modos haya que hacer abstracción de ella al contemplario, lo que se dice con ello es justamente esto: que el arte no contiene todavía en él al sí-mismo verdadero propiamente dicho.
Algunas aclaraciones
X171X = vorgestellt: en el sentido de que pasa de la imaginación del epos a la representación de la tragedia.
X172X = Personen, Hegel utiliza la palabra latina, persona, que era la máscara que se ponían los actores (en griego, prosopon).
Conversations in Washington
[733] [733]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition This higher language, that of tragedy, combines more closely the dispersal of the moments of the essential world and the world of action. According to the nature of the concept, the substance of the divine comes undone into its shapes, and their movement is likewise in conformity with the concept. With regard to form, language here ceases to be that of narrative since it has entered into the content just as the content has ceased to be that of representational thought. The hero is himself the speaker, and the performance5Vorstellung shows the listener, who is at the same time also an onlooker, self-conscious people who know their own rights and purposes, the power and the will of their determinateness, and who know how to state those things. They are artists who do not express unconsciously, naively, and naturally what is external to their decisions and commencements, as is the case in the language which accompanies ordinary doings in actual life. Rather, they express the inner essence, they demonstrate the right of their action, and the pathos to which they belong is reflectively asserted and determinately expressed in its universal individuality, free from contingent circumstances and the particularities of personalities. Finally, these characters exist as actual people who take on the personae of the heroes and exhibit it to them in actual speech, not as a narrative, but in their own words. Just as it is essential for a statuary column to be made by human hands, the actor is likewise essential to his mask – not as an external condition, from which artistic considerations must abstract; or, to the extent that such an abstraction has to be made, it amounts to saying that art does not yet contain within itself the true, genuine self.
Conversaciones en el Atrium
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