Gespräche in der Dämmerung 00725
Parte de:
C. (CC.) La Religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / b. La obra de arte viva [b. Das lebendige Kunstwerk]
[Apolo o la corporalidad olímpica, barrunto de Cristo]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[725] Dieser unbefestigte Taumel des Gottes muß sich zum Gegenstande beruhigen und die Begeisterung, die nicht zum Bewußtsein kam, ein Werk hervorbringen, das ihr, wie der Begeisterung des vorhergehenden Künstlers die Bildsäule, zwar als ein ebenso vollendetes Werk gegenübertritt, aber nicht als ein an ihm lebloses, sondern als ein lebendiges Selbst. – Ein solcher Kultus ist das Fest, das der Mensch zu seiner eigenen Ehre sich gibt, jedoch in einen solchen noch nicht die Bedeutung des absoluten Wesens legt; denn das Wesen ist ihm erst offenbar, noch nicht der Geist; nicht als solches, das wesentlich menschliche Gestalt annimmt. Aber dieser Kultus legt den Grund zu dieser Offenbarung und legt ihre Momente einzeln auseinander. So hier das abstrakte Moment der lebendigen Körperlichkeit des Wesens, wie vorhin die Einheit beider in bewußtloser Schwärmerei. Der Mensch stellt also an die Stelle der Bildsäule sich selbst als zur vollkommen freien Bewegung erzogene und ausgearbeitete Gestalt, wie jene die vollkommen freie Ruhe ist. Wenn jeder Einzelne wenigstens als Fackelträger sich darzustellen weiß, so hebt sich einer aus ihnen hervor, der die gestaltete Bewegung, die glatte Ausarbeitung und flüssige Kraft aller Glieder ist, – ein beseeltes, lebendiges Kunstwerk, das mit seiner Schönheit die Stärke paart und dem der Schmuck, womit die Bildsäule geehrt wurde, als Preis seiner Kraft und die Ehre, unter seinem Volke statt des steinernen Gottes die höchste leibliche Darstellung ihres Wesens zu sein, zuteil wird.
Conversaciones en Valencia
[Apolo o la corporalidad olímpica, barrunto de Cristo]
[725]1Epígrafe: Apolo o la corporalidad olímpica, barrunto de Cristo. Este suelto e inestable bullir y delirar del dios tiene que aquietarse en objeto, y ese entusiasmo que no llega o no llegó a la conciencia [es decir, que no llega o no llegó a cobrar conciencia, a configurarse en objeto] tiene que producir una obra que a ese entusiasmo [lo mismo que la estatua se contraponía al entusiasmo del artista precedente] se le contraponga como una obra de arte igualmente acabada y perfecta, pero no como una obra de arte que en si carezca de vida, sino como un self viviente. — Tal culto es la fiesta que el hombre se da en loor y honor de sí mismo, pero en dicho culto el hombre no ha puesto todavía [no ha hecho residir todavía] el significado del ser absoluto; pues lo que empieza siéndole manifiesto es el ser [Wesen], pero todavía no el espíritu; y tampoco como un ser que esencialmente tome forma humana. Pero eso sí, este culto pone el fundamento para dicha revelación, y pone o expone por separado los distintos momentos de ésta X87X.2Después de haber aludido al delirio báquico, el autor alude ahora a los juegos olímpicos y los está presentando como un barrunto, como un poner el fundamento, del Dios hecho hombre, del crucificado de la revelación cristiana. Estamos, pues, bien cerca, a la vez que bien lejos, de las posiciones de Nietzsche. Y así tenemos ahora el momento abstracto de la viva corporalidad del ser [Wesen], como antes teníamos la unidad de ambas [esencia y corporalidad] en un delirio o ebullición carentes de conciencia [que no se tenían ellos delante a sí mismos como objeto]. El hombre se pone, pues, [ahora] a sí mismo en lugar de la estatua, y, por tanto, se pone a sí mismo como una figura trabajada, preparada y entrenada para el movimiento perfectamente libre, al igual que aquélla [la estatua] estaba hecha (o era) para el perfectamente libre reposo. Y así, si cada individuo sabe, cuando menos, presentarse y arreglárselas y exhibirse como portador de la antorcha [eso es lo mínimo que saben hacer todos], siempre habrá alguno que salga como el movimiento mismo cobrando configuración, como la dúctil elaboración y la fluida potencia y fuerza de todos los miembros; una obra de arte viva como un cuerpo todo alma, que a la belleza une la fuerza y a quien el adorno con que antes se honraba a la estatua le es otorgado ahora como premio de su fuerza, y como el honor y brillo de ser entre su pueblo (en lugar del dios de mármol) la más alta presentación o exposición corporal de su esencia [de la esencia de ese pueblo].
Algunas aclaraciones
X87X = Después de haber aludido al delirio báquico, el autor alude ahora a los juegos olímpicos y los está presentando como un barrunto, como un poner el fundamento, del Dios hecho hombre, del crucificado de la revelación cristiana. Estamos, pues, bien cerca, a la vez que bien lejos, de las posiciones de Nietzsche.
Conversaciones en Madrid
[725] Estos tumbos vacilantes del dios tienen que apaciguarse haciéndose objeto, y el entusiasmo que no llegó a la conciencia tiene que producir una obra que, al igual que la escultura se enfrenta al entusiasmo del artista precedente, se enfrente a ese entusiasmo, ciertamente, como una obra asimismo acabada, pero no tal que esté inerte en ella, sino como un sí-mismo viviente. — Semejante culto es la fiesta que el hombre se da en su propio honor X*X,3En lo que sigue, Hegel pasa a referirse a los antiguos Juegos Olímpicos, incluido el transporte de la antorcha y los premios y honores otorgados a los vencedores. pero sin poner todavía en ella el significado de la esencia absoluta; pues es la esencia lo que por ahora, de primeras, le es manifiesto, todavía no el espíritu; no en cuanto algo que adopta la figura esencialmente humana. Pero este culto pone el fundamento de esta revelación, y disgrega sus momentos singulares. Así, está aquí el momento abstracto de la corporalidad viva de la esencia, igual que antes era la unidad de ambos en una alucinación carente de conciencia. El hombre, entonces, se pone a sí mismo en lugar de la estatua como figura educada y elaborada en un movimiento perfectamente libre, igual que aquélla era la quietud perfectamente libre. Si cada individuo singular sabe presentarse, cuando menos como portador de una antorcha, uno se destaca de entre ellos, y es el movimiento configurado, la elaboración lisa y la fuerza fluida de todos los miembros: una obra de arte viva y dotada de alma que empareja la fuerza con su belleza y a la que se le otorga el adorno con el que se honraba a la estatua, como premio a su fuerza, y el honor de ser, entre su pueblo, la suprema presentación corporal de su esencia, en lugar del dios de piedra.
Algunas aclaraciones
X*X = En lo que sigue, Hegel pasa a referirse a los antiguos Juegos Olímpicos, incluido el transporte de la antorcha y los premios y honores otorgados a los vencedores.
Conversations in Washington
[725] [725]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition This unstable revel of the gods must bring itself to rest as an object, and the enthusiasm that did not make it to consciousness must produce a work that confronts it, just as the statuary column previously confronted the enthusiasm of the artist, a work which was indeed perfected, however, not as a lifeless self in its own self but rather as a living self. – One such cult is the festival which man gives in his own honor but which does not yet place into the cult the meaning of the absolute essence, for it is the essence, not yet spirit that is first revealed to it. The essence is revealed to him not as the sort of essence which essentially assumes human shape. However, this cult lays the ground for this revelation, and it lays out its moments one by one. So what is here is the abstract moment of the living embodiment of essence just as formerly there was the unity of both in an unconscious enthusiastic rapture. In place of the statuary column, man thus places himself as the shape educated and elaborated for perfectly free movement, just as the statue is the perfectly free state of motionless being. However much every singular individual knows at least how to play the part of a torchbearer, still one of them stands out from the rest, he who is the shaped movement itself, the smooth elaboration and fluent force of all the members. – He is an ensouled, living work of art, who pairs his beauty with strength, and to whom, as the prize for his power, is accorded the adornment with which the statuary column was honored; moreover, instead of the honor due to the god set in stone, he is accorded the honor of being among his people the highest bodily representation of their essence.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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