Gespräche in der Dämmerung 00720

C. (CC.) Die Religion / C. (CC.) La religión

VII. Die Religion / Capítulo VII: La religión

B. Die Kunstreligion / B. La religión-arte o religión del arte

b. Das lebendige Kunstwerk / b. La obra de arte viva

 

[Luz, ocaso, delirio, self]

Gespräche in Jena

[720] [525] Das Volk, das in dem Kultus der Kunstreligion sich seinem Gotte naht, ist das sittliche Volk, das seinen Staat und die Handlungen desselben als den Willen und das Vollbringen seiner selbst weiß. Dieser Geist, dem selbstbewußten Volke gegenübertretend, ist daher nicht das Lichtwesen, das selbstlos nicht die Gewißheit der Einzelnen in sich enthält, sondern vielmehr nur ihr allgemeines Wesen und die herrische Macht ist, worin sie verschwinden. Der Kultus der Religion dieses einfachen gestaltlosen Wesens gibt seinen Angehörigen daher nur dies im allgemeinen zurück, daß sie das Volk ihres Gottes sind; er erwirbt ihnen nur ihr Bestehen und einfache Substanz überhaupt, nicht aber ihr wirkliches Selbst, das vielmehr verworfen ist. Denn sie verehren ihren Gott als die leere Tiefe, nicht als Geist. Der Kultus aber der Kunstreligion entbehrt andererseits jener abstrakten Einfachheit des Wesens und daher der Tiefe desselben. Das Wesen aber, das mit dem Selbst unmittelbar geeinigt ist, ist an sich der Geist und die wissende Wahrheit, obzwar noch nicht die gewußte oder die sich selbst in ihrer Tiefe wissende. Weil das Wesen also hier das Selbst an ihm hat, so ist seine Erscheinung dem Bewußtsein freundlich, und im Kultus er hält dieses nicht nur die allgemeine Berechtigung seines Bestehens, sondern auch sein in ihm selbst bewußtes Dasein; so wie umgekehrt das Wesen nicht in einem verworfenen Volke, dessen Substanz nur anerkannt wird, selbstlose Wirklichkeit hat, sondern in dem Volke, dessen Selbst in seiner Substanz anerkannt ist. [535]

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Conversaciones en Valencia

b. La obra de arte viva

[Luz, ocaso, delirio, self] X82X1Vide infra Algunas aclaraciones X82X.

[720]2Epígrafe: Luz, ocaso, delirio, self. El pueblo que en el culto de la religión del arte se acerca a su dios es el pueblo ético que sabe al Estado y a las acciones del Estado como la voluntad de sí mismo y como el ponerse por obra a sí mismo [el descrito en el cap. VI, A, a, b]. Este espíritu, al salirle al encuentro al pueblo autoconsciente [al contraponérsele], ya no es, por tanto, la luz que, al carecer de self, no contenía en sí la certeza de los individuos [o de los particulares], sino que [esa luz] era más bien la esencia universal de éstos [o el ser universal de éstos], y el poder señorial en el que éstos desaparecen. [El autor sigue ahora hablando de la religión de la luz]. El culto de la religión de este ser o esencia simple [la luz], carente de forma, sólo devuelve, por tanto, a sus miembros esto en general, a saber: que ellos son [eran] el pueblo de su dios; éste les procura su consistencia y su sustancia simple en general, pero no su self, real que más bien está aquí rechazado [o es aquí rechazado, aquí queda excluido]. Pues ellos adoran a su dios como la profundidad vacía, pero no como espíritu. [El autor pasa ahora a hablar de la religión del arte, pero de la obra de arte abstracto]. Y por su parte, el culto de la religión del arte carece de aquella abstracta simplicidad de la esencia [del ser o esencia absoluta de la religión de la luz] y, por tanto, de la profundidad de esa esencia. [El autor pasa ahora a introducir el tema del presente apartado, la obra de arte viva]. Esa esencia, empero, cuando se ha unido inmediatamente con el self, es en sí el espíritu [o es el espíritu en sí] y la verdad sabiente, aun cuando todavía no la sabida. Porque la esencia tiene, pues, aquí el self en ella [porque en la religión del arte el ser absoluto no carece de self], resulta que su fenómeno [el fenómeno de la esencia, o el manifestarse la esencia o ser absoluto] no es hostil a la conciencia, sino al contrario, y en el culto esta conciencia no solamente cobra o recibe una justificación o la justificación universal o general de su consistencia [de aquello que constituye su contenido, de aquello en lo que ella se encuentra consistiendo, de su estar ella determinadamente ahí], sino que cobra también su existencia autoconsciente en sí misma; así como a la inversa, la esencia no se limita a tener realidad carente de self en un pueblo rechazado [que queda dejado de lado, que queda excluido], lo único que se reconociese del cual fuese su sustancia [como sucede en la religión de la luz], sino que tiene su realidad en el pueblo cuyo self es reconocido en su sustancia [en la sustancia misma de ese pueblo se reconoce al self].

Algunas aclaraciones

X82X = En este cap. VII, B, b, el autor pasa a hablar de los cultos mistéricos (a los que ya se ha referido en cap. VII. B, a), de los cultos báquicos y de los juegos olímpicos. Si el lector repara en los conceptos y motivos principales que introduce el autor, no le resultará difícil identificar en el cap. VII, B, b, y en el cap. VII, B, c, una discusión con la posición de Schiller en «Los dioses de Grecia» o con la posición de Hölderlin en «Pan y vino» (y en otros poemas tales como «El archipiélago» «El único», «Patmos») y una crítica y rechazo de ellas. La conciencia moderna como unión de «self, destino y sustancia» que en la religión del arte de Schiller y de Hölderlin (en cada uno de ellos de muy distinta manera) se interpreta como ausencia de Dios, Hegel la interpreta como la genuina actualidad de Dios, que, por tanto, en su saberse a sí misma como tal, ha de dejar por detrás tanto a la «religión del arte» y a las «repeticiones» de la «religión del arte», como al «lado artístico» de la religión revelada. Ante la conciencia moderna, en su darse ésta conceptualmente alcance a sí misma en su carácter absoluto, se deshacen como vaho el sentimiento de nostalgia y la idea de retorno que embarga a esos poemas. Dicho esto, conviene añadir que sin duda Hegel conocía las traducciones de Hölderlin de Edipo Rey y Antígona, publicadas en 1804. Pues bien, me parece que los comentarios de Hölderlin sobre la esencia de lo trágico en ambas piezas de Sófocles contienen quizá las ideas más centrales de la Fenomenología del espíritu. Pero Hegel, si conoció esos comentarios, se los apropió tan soberanamente, que los convirtió en concepto. Para él, entonces, las repeticiones de la religión del arte, ni en su forma de arte de lo bello, ni en su forma de arte de lo sublime, eran el medio privilegiado del tenerse la conciencia moderna a sí misma en su carácter absoluto. En esto consisten sus diferencias con Schiller, con Hölderlin y también con posiciones de Schelling.

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b. La obra de arte viva

[720] El pueblo que se acerca a su dios en el culto de la religión del arte es el pueblo ético, y sabe a su Estado y a las acciones de éste como la voluntad y el llevarse a cabo de él mismo. Por eso, este espíritu que ahora se pone enfrente del pueblo autoconsciente no es la esencia luminosa que, carente de sí-mismo, no contiene dentro de sí la certeza de los individuos singulares, sino que, antes bien, es sólo su esencia universal y el poder señorial en el que aquéllos desaparecen. Por lo cual, lo único que el culto de la religión de esta esencia simple y sin figura le devuelve a los suyos es, en general, esto: que son el pueblo de su dios; tan sólo les proporciona su subsistencia y su substancia simple como tal, mas no su sí-mismo efectivo, el cual, antes bien, ha quedado desechado. Pues ellos honran a su dios en cuanto profundidad vacía, no en cuanto espíritu. El culto de la religión del arte, sin embargo, carece, por otro lado, de aquella simplicidad abstracta de la esencia, y por ende, de la profundidad de ésta. Sino que la esencia, que está inmediatamente unida en armonía con el sí-mismo, es en sí el espíritu y la verdad que sabe, si bien no, ciertamente, la verdad sabida, o la que se sabe a sí misma en su profundidad. Dado que la esencia, entonces, tiene aquí al sí-mismo en ella, su aparición fenoménica es amistosa hacia la conciencia, y ésta obtiene en el culto, no sólo la justificación universal de su subsistencia, sino, también, su existencia autoconsciente dentro de ella misma; así como, a la inversa, la esencia no tiene efectiva realidad carente de sí misma en un pueblo réprobo, cuya substancia es sólo reconocida, sino que la tiene en el pueblo cuyo sí-mismo está reconocido dentro de su substancia.

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(CC) Religion

VII. Religion

B. The Art-Religion

b. The Living Work of Art

[720] [720]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition The people who approach their god in the cult of the art-religion are an ethical people, who know their state and its actions as the will and accomplishment of their own self. This spirit, confronting this self-conscious people, is thus not the luminous essence, which, being selfless, does not contain the certainty of the singular individual within itself but is instead only their universal essence and the dominating power in which they disappear. What the religious cult of this simple shapeless essence therefore gives back to those who belong to it is generally only that they are the people of their god; the cult secures for them only their stable existence and their simple substance as such, but not their actual self, which is instead repudiated, for they revere their god as empty depth but not as spirit. However, the cult of the art-religion does without that former abstract simplicity of essence, and it thus also does without its depth. But the essence which is immediately at one with the self is in itself spirit and the knowing truth,4wissende Wahrheit although not yet the known truth, or the truth knowing itself in its own depth. Because here the essence thus has the self in it, its appearance is friendly towards consciousness, and in the cult, this consciousness receives not only the universal authorization of its stable existence but also its self-conscious existence in the cult, just as, conversely, the essence does not have the self-less actuality in an outcast people whose substance is only recognized, having only self-less actuality, but rather, it has actuality within the people whose self is recognized5anerkannt in its substance.

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