Gespräche in der Dämmerung 00707

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / a. La obra de arte abstracta [a. Das abstrakte Kunstwerk]

 

[La estatua y el escultor]

Gespräche in Jena

[707] Der inwohnende Gott aber ist der aus dem Tiergehäuse hervorgezogene schwarze Stein, der mit dem Lichte des Bewußtseins durchdrungen ist. Die menschliche Gestalt streift die tierische mit der sie vermischt war, ab; das Tier ist für den Gott nur eine zufällige Verkleidung; es tritt neben seine wahre Gestalt und gilt für sich nichts mehr, sondern ist zur Bedeutung eines Anderen, zum bloßen Zeichen, herabgesunken. Die Gestalt des Gottes streift eben dadurch an ihr selbst auch die Bedürftigkeit der natürlichen Bedingungen des tierischen Daseins ab und deutet die innerlichen Anstalten des organischen Lebens in ihre Oberfläche verschmolzen und nur dieser angehörig an. – Das Wesen des Gottes aber ist die Einheit des allgemeinen Daseins der Natur und des selbstbewußten Geistes, der in seiner Wirklichkeit jenem gegenüberstehend erscheint. Zugleich zunächst eine einzelne Gestalt, ist sein Dasein eines der Elemente der Natur, so wie seine selbstbewußte Wirklichkeit ein einzelner Volksgeist. Aber jenes ist in dieser Einheit das in den Geist reflektierte Element, die durch den Gedanken verklärte, mit dem selbstbewußten Leben geeinte Natur. Die Göttergestalt hat darum ihr Naturelement als ein aufgehobenes, als eine dunkle Erinnerung in ihr. Das wüste Wesen und der verworrene Kampf des freien Daseins der Elemente, das unsittliche Reich der Titanen, ist besiegt und an den Saum der sich klar gewordenen Wirklichkeit, an die trüben Grenzen der sich im Geiste findenden und beruhigten Welt verwiesen. Diese alten Götter, in welche das Lichtwesen, mit der Finsternis zeugend, [516] sich zunächst besondert, der Himmel, die Erde, der Ozean, die Sonne, das blinde typhonische Feuer der Erde usf. sind durch Gestalten ersetzt, die an ihnen nur noch den dunkel erinnernden Anklang an jene Titanen haben und nicht mehr Naturwesen, sondern klare sittliche Geister der selbstbewußten Völker sind.

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Conversaciones en Valencia

[La estatua y el escultor]

[707]1Epígrafe: La estatua y el escultor. Pero el dios inmanente a esas formas [o el dios que habita esas formas] es la piedra negra sacada ahora del estuche o concha animal, que queda penetrada y transida por la luz de la conciencia. La forma o figura [Gestalt] humana se desprende de la forma animal con la que estaba mezclada; el animal es sólo para el dios un revestimiento casual o contingente; ese animal aparece junto a su verdadera forma [a la verdadera forma del dios], y no vale ya de por sí, sino que, si acaso, es el significado de una cosa distinta, es decir, ha sido rebajado a puro signo [por ejemplo, la lechuza de Minerva] X68aX.2Que en realidad es un mochuelo. Y, por tanto, la forma o figura del dios, precisamente mediante ello, se despoja también en ella de las necesidades provenientes de las condiciones naturales de la existencia animal, y las oficinas o ingredientes internos de la vida orgánica los indica fundidos en su superficie [en la superficie de la forma del dios] y pertenecientes sólo a esa superficie. — Y la esencia del dios es la unidad que forman la existencia general o universal de la naturaleza y el espíritu autoconsciente, que en su realidad aparece como estando frente a aquella existencia [universal de la naturaleza], es decir, como contrapuesta a ella X69X.3He aquí la contraposición entre particularidad y universalidad, de la que se hablaba hace un momento. Pero a la vez, siendo por de pronto una figura particular, su existencia [la existencia del dios] es uno de los elementos de la naturaleza, así como su realidad autoconsciente es el espíritu de un pueblo particular. Pero ese elemento es en esta unidad el elemento reflectido en el espíritu, la naturaleza transfigurada mediante el pensamiento, la naturaleza aunada a la vida consciente [o unida con la vida consciente]. De ahí que la figura de los dioses tenga su elemento natural o el elemento natural que en ella tras parece; lo tenga, digo, como un elemento suprimido y superado, es decir, como un oscuro recuerdo o como una oscura memoria que trasparece en esa figura. La salvaje esencia [Wesen] y la confusa lucha de la libre existencia de los elementos [cap. VII, A, b], es decir, el reino incivilizado, no ético, de los titanes ha quedado derrotado, y se ve reducido a los bordes y ribetes de una realidad que se ha vuelto clara, a los bordes aún oscuros de un mundo que se encuentra y reconoce reflejado en el espíritu y de un mundo aquietado en el espíritu. Los viejos dioses en los que la luz, engendrando de la tiniebla, empieza particularizándose, es decir, los viejos dioses que eran el Cielo, la Tierra, el Océano, el sol, el ciego fuego tifónico de la Tierra, etc., son sustituidos por figuras o formas que sólo conservan ya en sí una oscura resonancia que recuerda a aquellos titanes, pero ya, no son seres naturales, sino daros espíritus éticos de pueblos autoconscientes [o de los pueblos autoconscientes].

Algunas aclaraciones

X68aX = Que en realidad es un mochuelo, como hemos indicado en otra ocasión.

X69X = He aquí la contraposición entre particularidad y universalidad, de la que se hablaba hace un momento.

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Conversaciones en Madrid

[707] Pero el dios que mora aquí dentro es la piedra negra extraída del caparazón del animal, penetrada por la luz de la conciencia. La figura humana quita la capa de la animal, con la que se hallaba mezclada; para el dios, el animal no es más que una vestimenta contingente; se pone junto a su figura verdadera y ya no vale nada para sí, sino que se ha rebajado a ser significación de otra cosa, a ser mero signo. La figura del dios, de la misma manera, despega en ella misma también la capa de indigencia de las condiciones naturales de la existencia animal, y deja entrever las disposiciones interiores de la vida orgánica, fundidas en su superficie y que pertenecen sólo a ésta. — Pero la esencia del dios es la unidad de la existencia universal de la naturaleza y del espíritu autoconsciente, que aparece en su efectividad enfrente de aquélla. Siendo a la vez, de primeras, una figura singular, su existencia es uno de los elementos de la naturaleza, igual que su efectividad autoconsciente es un espíritu del pueblo singular. Pero aquélla, dentro de esta unidad, es el elemento reflejado dentro del espíritu, la naturaleza transfigurada por el pensamiento, unida con la vida autoconsciente. Por eso, la figura de los dioses tiene su elemento natural como algo cancelado, como un oscuro recuerdo dentro de ella. La esencia baldía y la lucha enrevesada de la existencia libre de los elementos, el reino sin ethos de los titanes ha quedado vencido X*X,4Se alude a la Teogonía de Hesíodo y derrota de los titanes, Th. 680 ss. y ellos, expulsados a los confines de la realidad efectiva que se ha aclarado a sí, a las turbias fronteras del mundo que se encuentra y apacigua en en el espíritu. Estos viejos dioses en los que la esencia luminosa, procreando con las tinieblas, se particulariza primero en el cielo, la tierra, el océano, el sol, el ciego fuego tifónico de la tierra, etc., han sido sustituidos por figuras que ya sólo tienen en ellas un eco que recuerda oscuramente a aquellos titanes, y ya no son seres naturales, sino claros espíritus éticos de pueblos conscientes de sí mismos.

Algunas aclaraciones

X*X = Se alude a la Teogonía de Hesíodo y derrota de los titanes, Th. 680 ss.

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Conversations in Washington

[707] [707]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, the indwelling god is the black stone drawn out of its animal encasing which is penetrated with the light of consciousness. The human shape strips off the animal shape with which it was intermingled. For the god, the animal is only a contingent disguise; the animal walks alongside its true shape and no longer counts for itself as valid. Its meaning has degenerated into that of something other, into a mere sign. As a result, the shape of the god in its own self strips off even the neediness of the natural conditions of animal existence, and it hints at those internal preparations of organic life which are merged into its surface and which belong only to this surface. – However, the essence of the god is the unity of the universal existence of nature and of self-conscious spirit, which, in its actuality, appears as confronting nature. At the same time, being at first a singular shape, its existence is one of the elements of nature just as its self-conscious actuality is a singular spirit of a people. However, in this unity, the former is the element which is reflected into spirit; it is nature transfigured by thought and united with self-conscious life. For that reason, the shape of the gods has its natural element as that which is sublated, as an obscure memory within itself. The desolated essence and convoluted strife among the free-standing, existing elements, the unethical realm of the Titans, is conquered and banished to the fringes of the actuality that has become clear to itself, to the muddy boundaries of the becalmed world which is to be found in spirit. These ancient gods, in which the luminous essence mates with the darkness and particularizes itself initially as heaven, earth, the ocean, the sun, the blind typhonic fire of the earth, etc., are replaced with shapes which in themselves only have the dark reminiscent echo of those earlier Titans and which are no longer natural beings6Naturwesen but rather the clear ethical spirits of self-conscious peoples.

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Conversaciones en el Atrium

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