Gespräche in der Dämmerung 00681
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C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / VII: La religión [Die Religion]
[La religión y las anteriores figuras; del distinto orden en que éstas habrán de aparecer aquí; el fundamental papel de la figura de «el espíritu seguro de sí mismo» del cap. VI, C, c]
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Gespräche in Jena
[681] Auf diese Weise ordnen sich nun die Gestalten, die bis hierher auftraten, anders, als sie in ihrer Reihe erschienen, worüber vorher noch das Nötige kurz zu bemerken ist. – In der betrachteten Reihe bildete sich jedes Moment, sich in sich vertiefend, zu einem Ganzen in seinem eigentümlichen Prinzip aus; und das Erkennen war die Tiefe oder der Geist, worin sie, die für sich kein Bestehen haben, ihre Substanz hatten. Diese Substanz ist aber nunmehr herausgetreten; sie ist die Tiefe des seiner selbst gewissen Geistes, welche es dem einzelnen Prinzip nicht gestattet, sich zu isolieren und in sich selbst zum Ganzen zu machen, sondern diese Momente alle in sich versammelnd und zusammenhaltend schreitet sie in diesem gesamten Reichtum ihres wirklichen Geistes fort, und alle seine besonderen Momente nehmen und empfangen gemeinschaftlich die gleiche Bestimmtheit des Ganzen in sich. – Dieser seiner selbst gewisse Geist und seine Bewegung ist ihre wahrhafte Wirklichkeit und das Anundfürsichsein, das jedem Einzelnen zukommt. – Wenn also die bisherige eine Reihe in ihrem Fortschreiten durch Knoten die Rückgänge in ihr bezeichnete, aber aus ihnen sich wieder in eine Länge fortsetzte, so ist sie nunmehr gleichsam an diesen Knoten, den allgemeinen Momenten, gebrochen [500] und in viele Linien zerfallen, welche, in einen Bund zusammengefaßt, sich zugleich symmetrisch vereinen, so daß die gleichen Unterschiede, in welche jede besondere innerhalb ihrer sich gestaltete, zusammentreffen. – Es erhellt übrigens aus der ganzen Darstellung von selbst, wie diese hier vorgestellte Beiordnung der allgemeinen Richtungen zu verstehen ist, daß es überflüssig wird, die Bemerkung zu machen, daß diese Unterschiede wesentlich nur als Momente des Werdens, nicht als Teile zu fassen sind; an dem wirklichen Geiste sind sie Attribute seiner Substanz, an der Religion aber vielmehr nur Prädikate des Subjekts. – Ebenso sind an sich oder für uns wohl alle Formen überhaupt im Geiste und in jedem enthalten; aber es kommt bei seiner Wirklichkeit überhaupt allein darauf an, welche Bestimmtheit für ihn in seinem Bewußtsein ist, in welcher er sein Selbst ausgedrückt oder in welcher Gestalt er sein Wesen weiß.
Conversaciones en Valencia
[La religión y las anteriores figuras; del distinto orden en que éstas habrán de aparecer aquí; el fundamental papel de la figura de «el espíritu seguro de sí mismo» del cap. VI, C, c]
[681]1Epígrafe: La religión y las anteriores figuras; del distinto orden en que éstas habrán de aparecer aquí; el fundamental papel de la figura de «el espíritu seguro de sí mismo» del cap. VI, C, c. De esta forma las figuras que se presentaron hasta aquí se ordenan ahora de otro modo distinto que en la serie o secuencia en que aparecieron, acerca de lo cual vamos a hacer todavía brevemente, antes de proseguir, algunas observaciones que son necesarias. — En la serie que hemos considerado hasta aquí, cada uno de los momentos, sumiéndose en la profundidad de sí mismo [o llegando hasta lo profundo de sí mismo, o abismándose, abstrayéndose en sí mismo], se configuraba como un todo conforme a su principio peculiar; y el conocimiento [el conocerlos] era la profundidad, o [el conocimiento era] el espíritu en el que esos momentos, que de por sí no tienen consistencia [que de por sí no son sino momentos desaparecientes], tenían su sustancia. Pero ahora esa sustancia la tenemos ya a la luz; esa sustancia X22X2Vide infra Algunas aclaraciones X22X. No es sino la profundidad del espíritu seguro de sí mismo [es decir, del espíritu consciente de sí mismo, cap. VI, C] la cual no consiente al principio particular [es decir, no permite a ninguno de los principios particulares] el aislarse y convertirse dentro de sí mismo en un todo, sino que, reuniendo a todos esos momentos en sí y manteniéndolos juntos, progresa o se desenvuelve hacia delante en toda esa riqueza de su espíritu real [del espíritu real de esa profundidad], y todos los momentos particulares de dicho espíritu [conciencia, autoconciencia, razón, y espíritu] toman y reciben en comunidad la misma determinidad del Todo [es decir, cada uno de esos momentos es el Todo]. — Este espíritu seguro de sí mismo y su movimiento es la verdadera realidad de esos momentos, y el ser en y para sí que conviene a cada uno de ellos. — Si, pues, la serie una, que hemos considerado hasta ahora, en ese su desenvolverse, marcaba en ella o iba marcando en ella mediante nudos sus propios retrocesos o retornos, pero a partir de esos retrocesos esa serie volvía a proseguirse otra vez como una única longitud, ahora resulta que esa serie, por decirlo así, de ahora en adelante [es decir, después del cap. VI, C] queda rota en esos sus nudos que los momentos universales representan, y se descompone o deshace en múltiples líneas que, recogidas en un lazo, se asocian todas a la vez de forma simétrica, de suerte que ahora se dan la mano unas a otras aquellas mismas diferencias que antes, cada una en particular, se desarrollaban o vimos desarrollarse [sólo] dentro de esos [distintos] momentos [la línea se deshace, pues, apareciendo agavilladas diferencias que en la consideración anterior aparecían en puntos muy distintos de esa línea]. — Por lo demás, por la propia exposición irá resultando claro cómo hay que entender la coordinación [la composición, la parataxis] que presentamos aquí de las direcciones generales [es decir, de las figuras vistas y de las que vamos a ver], de suerte que resulta superfluo hacer la observación de que estas diferencias sólo han de entenderse como momentos del devenir, pero no como partes; en el espíritu real esas diferencias son atributos de la sustancia; y en la religión sólo son más bien predicados del sujeto [pero no partes ni en uno ni en otro caso]. — Asimismo, en sí o para nosotros todas las formas en general están contenidas en el espíritu y en cada espíritu; pero en lo que se refiere a la realidad del espíritu, lo único que importa es qué determinidad está para él en su conciencia [es decir, en qué determinidad se tiene él presente en la conciencia que él tiene de sí], y en qué determinidad sabe él expresado su self, y en qué forma o figura sabe él su esencia.
Algunas aclaraciones
X22X
Repare el lector en el término sustancia [Substanz]. A propósito del espíritu seguro de sí mismo dijo el autor en la introducción al cap. VI, C, que en esa figura de la conciencia «el saber de la autoconciencia le era a ésta su sustancia», lo absoluto (vide inicio de 00597, pero es consecuencia de lo dicho en 00596). Enseguida se va a referir a esto mismo. Por otro lado, creo que todo lo que el autor va a decir a continuación se entiende mucho mejor si se tiene presente una idea que puede resultar problemática pero que creo que está subyacente en todo lo que dice. Es la siguiente: lo que hemos obtenido al final del cap. VI, C, c, que ha sido que el ser de la autoconciencia le es a ésta su propio Ser absoluto, ya estaba siempre ahí, aun antes de que ese Ser absoluto quedase figurado como creador de la naturaleza. De lo que se trata ahora es del movimiento de Erinnerung (de memoria) de ello.
Conversaciones en Madrid
[681] De este modo, las figuras que han ido entrando en escena hasta aquí se ordenan ahora de manera distinta a como aparecían en su serie, algo sobre lo que se han de hacer antes, brevemente, las precisiones necesarias. — En la serie que hemos considerado, cada momento, ahondándose hacia dentro de sí, se elaboraba formando un todo en el seno de su principio peculiar; y el conocer era la profundidad o el espíritu en el que tenían su substancia los que no tienen para sí ninguna subsistencia. Pero, a partir de ahora. esta substancia ya ha aflorado; ella es la profundidad del espíritu cierto de sí mismo, la que no le permite al principio singular aislarse y hacerse un todo dentro de sí mismo, sino que, reuniendo y manteniendo juntos en su seno todos estos momentos, progresa en toda esta riqueza de su espíritu efectivo, y todos sus momentos particulares toman y acogen dentro de sí, en común, la misma determinidad del todo. — Este espíritu cierto de sí mismo y su movimiento son la verdadera realidad de esos momentos y el ser en y para sí que le corresponde a cada uno singularmente. — Así, pues, si la serie única que había hasta aquí, en su progresar, marcaba por medio de nudos los retornos que tenían lugar dentro de ella, pero se continuaba a partir de ellos a lo largo de una única línea, a partir de ahora, por así decirlo, se ha roto en estos nudos, en los momentos universales, y está descompuesta en muchas líneas que, congregadas en un único haz, se reúnen, a la vez, simétricamente, de manera que converjan las mismas diferencias en las que cada línea particular se configuraba dentro de ella misma. — Por lo demás, es patente por sí mismo, a partir de toda la exposición, cómo hay que entender la ordenación aquí representada de las direcciones universales, y que es superfluo hacer la observación de que estas diferencias se han de concebir, esencialmente, sólo como momentos del devenir, y no como partes; en el espíritu efectivamente real, son atributos de su substancia; mientras que en la religión son, más bien, predicados del sujeto. — Asimismo, en sí o para nosotros, todas las formas como tales se hallan, desde luego, contenidas en el espíritu y en cada momento; pero, en el caso de su realidad efectiva como tal, lo que importa únicamente es cuál determinidad está para él en su conciencia, en cuál expresa él su sí-mismo o en cuál figura sabe él su esencia.
Conversations in Washington
[681] [681]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition In this way, the shapes which have thus far come on the scene are now ordered differently from the way they appeared in their own series. A few short remarks about this are necessary before we go any further. – In the series which was under examination, each moment, going deeper and deeper into itself, formed itself into a whole with its own distinctive principle, and cognition was the depth, or the spirit, within which the moments, which have no stable existence for themselves, had their substance. However, from this point on, this substance has stepped out [into view]; this substance is the depth of spirit certain of itself, which does not allow the singular principle to isolate itself and to make itself into a whole within itself. Rather, collecting all these moments within itself and holding them all together, this substance advances within this total wealth of its actual spirit, and all of its particular moments communally take into themselves and receive into themselves the same determinateness of the whole. – This self-certain spirit and its movement are their genuine actuality and the being-in-and-for-itself which corresponds to each single one. – However much, therefore, one of the previous series in its forward movement through the nodes [of the whole series] marked a regression within the series but then again continued out of those regressions in a single longitude,4Länge still henceforth, it is, as it were, broken at these nodes, these universal moments, and it falls apart into many lines, which, gathered together into one coil, at the same time symmetrically unite themselves so that the same differences, within which each moment itself gave itself a shape, all meet together. – In addition, it is clear from the entire exposition as to how this co-ordination of the general directions represented here is to be understood; it is equally clear that it would be superfluous to remark that these differences are essentially to be taken only as moments and not as parts of the process of coming-to-be. In actual spirit, they are attributes of its substance, but in religion, they are instead only predicates of the subject. – Likewise, in themselves or for us, all forms are indeed both contained within spirit and within each spirit. However, what is solely at issue in spirit’s actuality per se has to do with the specific determinateness which is there for spirit within its consciousness, or the determinateness in which spirit expresses its own self, or in which shape spirit knows its essence.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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