Gespräche in der Dämmerung 00678

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / VII: La religión [Die Religion]

 

[Existencia y autoconciencia en esta esfera; conciencia del ser absoluto, y el ser absoluto como autoconciencia; autoconciencia y realidad libre y autónoma; de hacia dónde se enderezan no ya sólo nuestras consideraciones, sino la propia realidad del espíritu]

Gespräche in Jena

[678] Indem also in der Religion die Bestimmung des eigentlichen Bewußtseins des Geistes nicht die Form des freien Andersseins hat, so ist sein Dasein von seinem Selbstbewußtsein unterschieden, und seine eigentliche Wirklichkeit fällt außer der Religion; es ist wohl ein Geist beider, aber sein Bewußtsein umfaßt nicht beide zumal, und die Religion erscheint als ein Teil des Daseins und Tuns und Treibens, dessen anderer Teil das Leben in seiner wirklichen Welt ist. Wie wir nun es wissen, daß der Geist in seiner Welt und der seiner als Geist bewußte Geist oder der Geist in der Religion dasselbe sind, so besteht die Vollendung der Religion darin, daß beides einander gleich werde, nicht nur, daß seine Wirklichkeit von der Religion befaßt ist, sondern umgekehrt, daß er sich als seiner selbst bewußter Geist wirklich und Gegenstand seines Bewußtseins werde. – Insofern der Geist in der Religion sich ihm selbst vorstellt, ist er zwar Bewußtsein, und die in ihr eingeschlossene Wirklichkeit ist die Gestalt und das Kleid seiner Vorstellung. Der Wirklichkeit widerfährt aber in dieser Vorstellung nicht ihr vollkommenes Recht, [497] nämlich nicht nur Kleid zu sein, sondern selbständiges freies Dasein; und umgekehrt ist sie, weil ihr die Vollendung in ihr selbst mangelt, eine bestimmte Gestalt, die nicht dasjenige erreicht, was sie darstellen soll, nämlich den seiner selbst bewußten Geist. Daß seine Gestalt ihn selbst ausdrückte, müßte sie selbst nichts anderes sein als er und er sich so erschienen oder wirklich sein, wie er in seinem Wesen ist. Dadurch allein würde auch das erreicht, was die Forderung des Gegenteils zu sein scheinen kann, nämlich daß der Gegenstand seines Bewußtseins die Form freier Wirklichkeit zugleich hat; aber nur der Geist, der sich als absoluter Geist Gegenstand ist, ist sich eine ebenso freie Wirklichkeit, als er darin seiner selbst bewußt bleibt.

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Conversaciones en Valencia

[Existencia y autoconciencia en esta esfera; conciencia del ser absoluto, y el ser absoluto como autoconciencia; autoconciencia y realidad libre y autónoma; de hacia dónde se enderezan no ya sólo nuestras consideraciones, sino la propia realidad del espíritu]

[678]1Epígrafe: Existencia y autoconciencia en esta esfera; conciencia del ser absoluto, y el ser absoluto como autoconciencia; autoconciencia y realidad libre y autónoma; de hacia dónde se enderezan no ya sólo nuestras consideraciones, sino la propia realidad del espíritu. Así pues, en cuanto en la religión la determinación de la conciencia propiamente dicha del espíritu no tiene la forma del libre ser-otro [es decir, aquello sobre lo que en ella la conciencia del espíritu versa no es un libre ser-otro, sino un ser-otro suprimido y superado], en cuanto que en la religión, digo, la determinación de la conciencia propiamente dicha del espíritu no tiene la forma del libre ser-otro, resulta que su existencia [que sí sería ella libre ser-otro] es distinta de su autoconciencia, y su realidad propiamente dicha cae fuera de la religión X11X;2Vide infra Algunas aclaraciones X11X. bien es verdad que se trata de Un espíritu de ambas, o del espíritu de ambas [es decir, bien es verdad que el espíritu de ambas, el de la religión y el de la realidad es Uno], pero su conciencia [la del espíritu] no comprende a ambas a la vez, y la religión aparece como una parte de la existencia y del hacer y del andar a vueltas con las cosas, cuya otra parte es la vida en su mundo real [en el mundo real del espíritu]. Pero como ahora sabemos que el espíritu en su mundo y el espíritu consciente de sí como espíritu [es decir, el espíritu de la religión] son lo mismo, resulta que la consumación de la religión habrá de consistir en que ambas se hagan iguales la una a la otra, es decir, no sólo en que la realidad del espíritu quede comprendida [befasst] por la religión, sino también religión, sino también a la inversa, que el espíritu se convierta en real y en objeto de su conciencia precisamente en cuanto espíritu autoconsciente de sí X12X3El original dice als seiner selbstbewusster Geist (espíritu autoconsciente de sí), que leo como als seíner selbst bewusster Geist (como espíritu consciente de sí mismo). [o en cuanto espíritu consciente de sí mismo] X13X.4Vide infra Algunas aclaraciones X13X.. — En cuanto en la religión el espíritu se hace representación de sí a sí mismo [es decir, se pone él ahí delante para él mismo], ese espíritu es, ciertamente, conciencia, y la realidad encerrada o incluida en él [la realidad sobre la que esa conciencia versa], es la Gestalt o la forma y el traje de su representación [el traje que esa representación se da]. Pero a la realidad no se le concede en esta representación su pleno derecho, a saber: el de no ser sólo traje sino también existencia libre y autónoma; y a la inversa, esa realidad [el ser real el espíritu, el espíritu real, la realidad del espíritu], precisamente porque le falta ser completa en sí misma, no es sino una determinada figura que no alcanza aquello que ella había de representar, a saber: al espíritu consciente de sí mismo. Para que esa su forma o figura lo representase a él mismo, esa forma o figura no habría de ser ella misma otra cosa que él mismo, y él tendría que aparecerse a sí mismo, o lo que es lo mismo: tendría que ser real [es decir, aparecerse él como teniéndose delante él a sí mismo ahí fuera] tal como él es en su esencia [y no de otra manera]. Pero resulta que con ello se habría alcanzado también lo que parece cumplir precisamente la exigencia de ser exactamente lo contrario, a saber: que el objeto de la conciencia del espíritu tenga a la vez la forma de realidad libre y autónoma [no reductible a autoconciencia]; [pero ese parecer es sólo apariencia] X14X,5Con lo cual se estaría señalando ya la relación entre el cap. VII y el cap. VIII, pero con tal de que se entienda que esa relación es la misma que la del cap. VII con el final del cap. VI, C, c. pues sólo el espíritu que se es objeto como espíritu absoluto, tanto se es una realidad libre [una realidad autónoma que está ahí], como [siendo esa realidad y consistiendo en ella] se es consciente de sí mismo [es decir, se es sabedor de sí mismo], [el «Dios apareciente» del final del cap. VI, C, c; (vide 00671)].

Algunas aclaraciones

X11X

Conviene entender bien esta endiablada y desesperante frase del autor, pues es importante para entender el planteamiento de este cap. VII; el sentido de la frase radica en que la representación, por su naturaleza, cuando se representa el Absoluto, lo ha hecho ya relativo, pese a su pelea por mantener en pie su propia consistencia como representación del Absoluto. Vayamos por pasos. Primero: La religión es la conciencia del Ser absoluto, pero como algo distinto de esa conciencia. Segundo: Pero el objeto de la religión, el ser absoluto, se caracteriza por tener superada en sí toda esencialidad y toda realidad, es decir, por ser autoconciencia para la que ningún ser-otro es ya autónomo (no podría, pues, ser distinto de la conciencia que se lo representa). Tercero: En la religión tenemos afirmada la existencia autónoma de un ser absoluto, el cual consiste en autoconciencia para la que queda superada y suprimida toda existencia autónoma; en lo que el autor acaba de decir, «existencia autónoma» y «existencia autónoma suprimida y superada» ocupan, pues, dos lugares distintos y separados, no están en el mismo sitio. Cuarto: Por tanto, en la religión la existencia del ser absoluto (para la conciencia que se la representa) queda separada de su autoconciencia (de la autoconciencia en que el ser absoluto consiste). Quinto: Por eso, una cosa es el espíritu existente y otra la religión que está ahí como parte de ese espíritu existente (tenemos, por tanto, tres cosas: el espíritu existente, el saberse de él o el saberse él como lo absoluto, y la representación del Ser absoluto como contradistinto de lo existente). Sexto: De lo que va a tratarse en este capítulo es también de la supresión y superación de esta discordancia de representaciones.

X12X

El original dice als seiner selbstbewusster Geist (espíritu autoconsciente de sí), que leo como als seíner selbst bewusster Geist (como espíritu consciente de sí mismo).

X13X

Advierta el lector que se trata, por tanto, primero, de que la religión no sea ajena a la realidad sino que la realidad quede abarcada por la religión, y, segundo, de que la religión no tenga otro objeto que el espíritu seguro de sí que se es para sí mismo su Ser absoluto del cap. VI, C, c.

Se trata, por tanto, de una coincidencia de los principios de la política, de la filosofía y de la religión, o también de que no hay Revolución sin Ilustración y no hay Ilustración sin Reforma. Véase sobre todo esto el parágrafo 552 de la Enciclopedia de las ciencias filosóficas, al que me he referido ya varías veces (vide § 552). Lo cual no quiere decir que, como a veces supuso la izquierda hegeliana, realidad, representación y concepto hubieran de fundirse en no se sabe bien qué. El concepto de Aufhebung significa que las determinaciones no han de considerarse como fijas, sino que en su movimiento unas resultan de las otras, pero no que una determinación sea la otra.

X14X

Con lo cual se estaría señalando ya la relación entre el cap. VII y el cap. VIII, pero con tal de que se entienda que esa relación es la misma que la del cap. VII con el final del cap. VI, C, c.

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Conversaciones en Madrid

[678] Así, pues, en tanto que, dentro de la religión, la determinación de la conciencia propiamente dicha del espíritu no tiene la forma del libre ser-otro, su existencia es diferente de su autoconciencia, y su efectividad propiamente dicha cae fuera de la religión; es, desde luego, un único espíritu de ambas, pero su conciencia no las abarca a las dos a la vez, y la religión aparece como una parte de la existencia y de las actividades y afanes, siendo otra parte la vida en su mundo efectivo. Ahora bien, sabemos que el espíritu en su mundo y el espíritu consciente de sí como espíritu, o el espíritu dentro de la religión, son lo mismo, con lo que la religión quedará completa y acabada si ambos llega a ser uno igual al otro: no sólo que la realidad efectiva del espíritu quede englobada por la religión, sino, a la inversa, que él llegue a ser efectivamente, a sus propios ojos, como espíritu autoconsciente de sí como él, y objeto de su propia conciencia. — En la medida en que, dentro de la religión, el espíritu se representa ante sí mismo, es, ciertamente, conciencia, y la realidad efectiva que la religión encierra es la figura y el vestido de su representación. Pero, en esta representación, a la realidad efectiva no le ocurre su derecho perfecto, a saber, el de no ser solamente vestido, sino existencia libre y autónoma; a la inversa, por faltarle estar completa y acabada en ella misma, es una figura determinada que no alcanza aquello que debe presentar, a saber, el espíritu autoconsciente de sí. Para que la figura de éste lo expresara ella misma, tendría que no ser nada distinto de él, y él tendría que haberse aparecido o que ser efectivamente real tal como él es en su esencia. Sólo así se alcanzaría también lo que puede que parezca ser la exigencia de lo contrario, a saber, que el objeto de su conciencia tenga, a la vez, la forma de la realidad efectiva libre; pero sólo el espíritu que se es a sí objeto como espíritu absoluto se es a sí una realidad efectiva tan libre como para que él permanezca en ella consciente de sí.

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Conversations in Washington

[678] [678]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition While in religion, the underlying consciousness of spirit’s determination does not therefore have the form of free-standing otherness, its existence is distinct from its self-consciousness, and its genuine actuality falls outside of religion. There is, to be sure, one spirit of both, but its consciousness does not embrace both together, and religion appears as one part of existence, as one part of various doings and strivings, whose other part is the life in spirit’s actual world. Just as we now know that both spirit in its world and spirit conscious of itself as spirit, or spirit in religion, are the same, so does the consummation of religion therein consist in each of them becoming the same as the other, and not only so that religion occupies itself with spirit’s actuality, but, conversely, so that that spirit, as spirit conscious of itself, to itself, becomes actual and becomes the object of its consciousness. – To the extent that spirit in religion thinks of itself representationally, it is indeed consciousness, and the actuality implicit within religion is the shape and the garment of its representation. However, in this kind of representational thought, actuality does not receive its full due, namely, that it is not only a garment, it is also a free-standing self-sufficient existence. Conversely, because actuality lacks consummation within itself, it is a determinate shape that does not attain what it is supposed to exhibit, namely, spirit conscious of itself. For that spirit’s shape to express spirit itself, the shape would have to be nothing else but spirit itself; spirit would have had to appear to itself or would have to be actual in the way spirit is in its essence. Solely as a result, what would have been achieved might seem to demand the very opposite, namely, that the object of its consciousness have at the same time the form of free-standing actuality. However, the spirit which is object, to itself, only as absolute spirit is the spirit which is, to itself, an equally free-standing actuality as it remains therein conscious of itself.

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Conversaciones en el Atrium

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