Gespräche in der Dämmerung 00641

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / c. La conciencia moral [Gewissen], y el alma bella, el mal y su perdón [c. Das Gewissen. Die schöne Seele, das Böse und seine Verzeihung]

 

[Retrospectiva sobre la «cosa misma» del cap. V, C, a; la concreción de ella; sustancialidad, existencia y esencialidad de la «cosa misma», o también concreción de la «cosa misma» a través de la eticidad, la Ilustración y la cosmovisión moral; la «cosa misma», de predicado a sujeto]

Gespräche in Jena

[641] Sehen wir auf die Sphäre zurück, mit der überhaupt die geistige Realität eintrat, so war es der Begriff, daß das Aussprechen der Individualität das Anundfürsich sei. Aber die Gestalt, welche diesen Begriff unmittelbar ausdrückte, war das ehrliche Bewußtsein, das sich mit der abstrakten Sache selbst herumtrieb. Diese Sache selbst war dort Prädikat; im Gewissen aber erst ist sie Subjekt, das alle Momente des Bewußtseins an ihm gesetzt hat und für welches alle diese Momente, Substantialität überhaupt, äußeres Dasein und Wesen des Denkens in dieser Gewißheit seiner selbst enthalten sind. Substantialität überhaupt hat die Sache selbst in der Sittlichkeit, äußeres Dasein in der Bildung, sich selbst wissende Wesenheit des Denkens in der Moralität; und im Gewissen ist sie das Subjekt, das diese Momente an ihm selbst weiß. Wenn das ehrliche Bewußtsein nur immer die leere Sache selbst ergreift, so gewinnt dagegen das Gewissen sie in ihrer Erfüllung, die es ihr durch sich gibt. Es ist diese Macht dadurch, daß es die Momente des Bewußtseins als Momente weiß und als ihr negatives Wesen sie beherrscht.

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Conversaciones en Valencia

[Retrospectiva sobre la «cosa misma» del cap. V, C, a; la concreción de ella; sustancialidad, existencia y esencialidad de la «cosa misma», o también concreción de la «cosa misma» a través de la eticidad, la Ilustración y la cosmovisión moral; la «cosa misma», de predicado a sujeto]

[641]1Epígrafe: Retrospectiva sobre la «cosa misma» del cap. V, C, a; la concreción de ella; sustancialidad, existencia y esencialidad de la «cosa misma», o también concreción de la «cosa misma» a través de la eticidad, la Ilustración y la cosmovisión moral; la «cosa misma», de predicado a sujeto. X265X2Nota al epígrafe: vide infra Algunas aclaraciones X265X. Mirando hacia atrás y fijándonos de nuevo en la esfera mediante la que nos quedó introducida la realidad espiritual [con la que hizo acto de presencia la realidad espiritual, mediante la que nos quedó introducido el espíritu, cap. V, C], recordemos que se trataba del concepto de que el declararse de la individualidad [el expresarse ésta, el dar ésta razón de sí] era lo en-y-para-sí X266X.3El título del cap. V, C, era «La individualidad que se es real en y para sí», y el título del apartado al que inmediatamente se va a referir el autor es «El reino animal del espíritu y el engaño, o la cosa misma». Ahora bien, la forma que inmediatamente daba expresión a ese concepto era la conciencia honesta y veraz [ehrlich] que andaba ella a vueltas con la cosa abstracta misma [recuérdese el concepto de die Sache selbst, o de la cosa misma, cap. V, C, a]. Esta «cosa misma» era allí el predicado; ahora bien, es en la conciencia moral [Gewissen] donde esa cosa misma empieza siendo [o se empieza convirtiendo] o recién se convierte en sujeto que ha puesto en él [que hace recaer sobre él] todos los momentos de la conciencia [es decir, concernientes a la diferencia sujeto-objeto, y, por tanto, concernientes a la objetualidad en general], y para el que todos esos momentos (la sustancialidad en general, la existencia externa, y esencialidad del pensamiento o esencialidad de pensamiento) están contenidos en la certeza de sí mismo. Sustancialidad en general es algo que donde la cosa misma lo tiene es en la eticidad [es decir, «la cosa misma» tiene sustancialidad en general en la eticidad, en la eticidad es donde la tiene], existencia externa [la tiene] en la formación [en la Bildung], y se-sabiente esencialidad del pensamiento [la tiene] en la moralidad X267X,4Es decir, en la moralidad tiene el no consistir la «cosa misma» sino en pensamiento o en se-sabiente pensamiento, es decir, el no tener ésta otra cosa por Wesen o esencia que el pensamiento. y en la conciencia moral [Gewissen] la cosa misma es el sujeto que sabe (tener) en sí mismo todos esos momentos. Y si la conciencia honesta y veraz no hace al cabo [o no hacía al cabo] sino asir [agarrar, abordar] la cosa misma, pero en vacío [la cosa misma, pero vacía], resulta que, en cambio, la conciencia moral [Gewissen] la obtiene o la cobra en su quedar llena [en el quedar llena la cosa misma], [un quedar llena] que esa conciencia misma le da a la cosa misma a través de sí [o que, esa conciencia misma, a través de sí,le da a la cosa misma]. Y esa conciencia es este poder porque sabe a los momentos de la conciencia como momentos, y los domina como siendo ella la esencia [o el ser, Wesen] negativo de ellos [es decir, la negatividad que manda sobre ellos].

Algunas aclaraciones

X265X

Podemos glosar lo mismo en términos muy informales y en cierto modo por su reverso. En un libro que versa sobre el saber, como es el presente, el protagonista no puede ser en definitiva el sujeto, sino que el protagonista tiene que ser siempre en un sentido muy importante la cosa sabida, de la cual el sujeto cognoscente se convierte en accidente, o, a lo sumo, en predicado. Y así el protagonista de este libro ha sido sucesivamente el esto de la certeza sensible, la cosa de la percepción, el objeto generalizado del entendimiento, la categoría, y «la cosa misma», a base de la cual se introdujo el concepto de espíritu, que es el principal concepto del libro. Es ahora, es decir, es con el Gewissen cuando la cosa misma, cuando la cosa absoluta, resulta definitivamente no ser sino el propio saber de la autoconciencia como la única sustancia de ésta entendida como su obra (recuérdese la idea de autoposición del yo en la «Doctrina de la ciencia» de 1794 de Fichte), es decir, es ahora cuando tenemos que definitivamente el Absoluto, la cosa absoluta, es sujeto y no sustancia. Creo que el lector se equivocaría si en lugar de poner como protagonista del libro al objeto, al objeto como sabido, al objeto como objeto de la experiencia de la conciencia, considerase que el protagonista del libro es alguna determinación subjetiva como la conciencia, el yo, etc. Platónicamente (me refiero al Platón de El sofista), el protagonista de la exposición en que consiste el presente libro es siempre un Otro que resulta acabar siendo el sujeto, hasta que ya no queda nada fuera de éste, hasta que ya queda cancelada la forma de la objetualidad. Es precisamente entonces cuando el sujeto que viene de la mediación absoluta, es decir, el sujeto que se ha formado en el medio de la crítica ilustrada de la religión y del mundo ético aprende que lo absoluto Otro de sí no es sino él mismo. Por eso, siempre me ha parecido que la idea de Adorno de «primacía de lo objetivo» era la más básica del propio Hegel y que oponer a Hegel una «dialéctica negativa» a fin de desmontar a algo así como al super-ideólogo del pensamiento identitario, al ideólogo de la hybris de una razón moderna que tiene que llamarse a sí misma a la medida, tiene que ser un programa que o bien acaba en Hegel, o se queda en poco, si no en nada.

Y como la ocupación de este traductor con Hegel ha tenido muy básicamente que ver con su ocupación tanto con Th. W. Adorno como con J. Habermas, repare el lector en que a la noción de razón comunicativa de Habermas se le ha podido objetar que no le es posible encajar el carácter referencial de la razón. Esa noción de Habermas explicarla el entenderse con alguien, pero no el entenderse con alguien sobre algo, con lo cual tampoco explicaría el entenderse con alguien. Pues bien repare el lector en que en los pasajes en que vamos a entrar a continuación, el lado comunicativo de la razón, nace insistentemente del referencial y lo tiene por base.

X266X

El título del cap. V, C, era «La individualidad que se es real en y para sí», y el título del apartado al que inmediatamente se va a referir el autor es «El reino animal del espíritu y el engaño, o la cosa misma».

X267X

Es decir, en la moralidad tiene el no consistir la «cosa misma» sino en pensamiento o en se-sabiente pensamiento, es decir, el no tener ésta otra cosa por Wesen o esencia que el pensamiento.

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Conversaciones en Madrid

[641] Si miramos ahora retrospectivamente a la esfera con la que había hecho entrada la realidad espiritual: el concepto consistía en que enunciar la individualidad fuera lo en y para sí. Pero la figura que expresaba inmediatamente este concepto era la conciencia honesta, que andaba dando vueltas con la Cosa abstracta misma. Esta Cosa misma era allí predicado; mas sólo en la certeza moral es, por primera vez, sujeto que ha puesto en él todos los momentos de la conciencia, y para el que todos estos momentos, la substancialidad como tal, la existencia externa y la esencia del pensar, se hallan contenidos en esta certeza de sí mismo. Substancialidad como tal, la Cosa misma la tiene dentro de la eticidad, existencia externa la tiene en la cultura, esencialidad del pensar que se sabe a sí misma, la tiene en la moralidad, y en la certeza moral es el sujeto que sabe que estos momentos están en él mismo. Si lo único que la conciencia honesta atrapaba era siempre la cosa vacía misma, la certeza moral, en cambio, la gana con todo su relleno y cumplimiento, que ella le da por sí. Es este poder por el hecho de que sabe los momentos de la conciencia como momentos y, en cuanto que es su esencia negativa, los domina.

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Conversations in Washington

[641] [641]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition If we look back to the sphere where spiritual reality first emerged, we see that its concept was there the expression of individuality as what was supposed to be the in-and-for-itself. However, the shape which immediately expressed this concept was the honest consciousness which set itself in pursuit of the abstract crux of the matter. This crux of the matter was there a predicate, but in conscience it is for the first time the subject which has posited all the moments of consciousness as residing in it and for which all of these moments, namely, substantiality as such, external existence, and the essence of thinking, are contained in this certainty of itself. The crux of the matter has substantiality per se in ethical life, it has external existence in cultural formation, it has the self-knowing essentiality of thinking in morality, and in conscience it is the subject which in its own self knows these moments. However much the honest consciousness only grasps the vacuous crux of the matter, still conscience, in contrast, attains it in its fullness, something which conscience gives it by way of itself. Conscience is this power as a result of its knowing the moments of consciousness to be moments, and as their negative essence, it rules over them.

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Conversaciones en el Atrium

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