Gespräche in der Dämmerung 00633

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / c. La conciencia moral [Gewissen], y el alma bella, el mal y su perdón [c. Das Gewissen. Die schöne Seele, das Böse und seine Verzeihung]

 

[El self que nos resultó de la eticidad, el self que nos resultó del mundo extrañado de la cultura o Bildung y el self que nos ha resultado de la cosmovisión moral; que no como persona jurídica ni como conciencia moral, sino sólo como Gewissen, cobra la autoconciencia contenido]

Gespräche in Jena

[633] Dies Selbst des Gewissens, der seiner unmittelbar als der absoluten Wahrheit und des Seins gewisse Geist, ist das dritte Selbst, das uns aus der dritten Welt des Geistes geworden ist, und ist mit den vorherigen kurz zu vergleichen. Die Totalität oder Wirklichkeit, welche sich als die Wahrheit der sittlichen Welt darstellt, ist das Selbst der Person; ihr Dasein ist das Anerkanntsein. Wie die Person das substanzleere Selbst ist, so ist dies ihr Dasein ebenso die abstrakte Wirklichkeit; die Person gilt, und zwar unmittelbar; das Selbst ist der in dem Elemente seines Seins unmittelbar ruhende Punkt; er ist ohne die Abtrennung von seiner Allgemeinheit, beide daher nicht in Bewegung und Beziehung aufeinander; das Allgemeine ist ohne Unterscheidung in ihm und weder Inhalt des Selbsts, noch ist das Selbst durch sich selbst erfüllt. – Das zweite Selbst ist die zu ihrer Wahrheit gekommene Welt der Bildung oder der sich wiedergegebene Geist der Entzweiung, – die absolute Freiheit. In diesem Selbst tritt jene erste unmittelbare Einheit der Einzelheit und Allgemeinheit auseinander; das Allgemeine, das ebenso rein geistiges Wesen, Anerkanntsein oder allgemeiner Wille und Wissen bleibt, ist Gegenstand und Inhalt des Selbsts und seine allgemeine Wirklichkeit. Aber es hat nicht die Form des vom Selbst freien Daseins; es kommt in diesem Selbst daher zu keiner Erfüllung und zu keinem positiven Inhalt, zu [465] keiner Welt. Das moralische Selbstbewußtsein läßt seine Allgemeinheit zwar frei, so daß sie eine eigene Natur wird, und ebenso hält es sie in sich als aufgehoben fest. Aber es ist nur das verstellende Spiel der Abwechslung dieser beiden Bestimmungen. Als Gewissen erst hat es in seiner Selbstgewißheit den Inhalt für die vorhin leere Pflicht sowie für das leere Recht und den leeren allgemeinen Willen; und [hat,] weil diese Selbstgewißheit ebenso das Unmittelbare ist, das Dasein selbst.

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Conversaciones en Valencia

[El self que nos resultó de la eticidad, el self que nos resultó del mundo extrañado de la cultura o Bildung y el self que nos ha resultado de la cosmovisión moral; que no como persona jurídica ni como conciencia moral, sino sólo como Gewissen, cobra la autoconciencia contenido]

[633]1Epígrafe: El self que nos resultó de la eticidad, el self que nos resultó del mundo extrañado de la cultura o Bildung y el self que nos ha resultado de la cosmovisión moral; que no como persona jurídica ni como conciencia moral, sino sólo como Gewissen, cobra la autoconciencia contenido. Este self de la conciencia moral [Gewissen], el espíritu inmediatamente seguro de sí mismo como la verdad absoluta y el ser absoluto, es el tercer self [o sí-mismo] que nos ha resultado del tercer mundo del espíritu [tres mundos: el de la eticidad, el extrañado de la Bildung, y el de la visión moral del mundo], y hay que compararlo siquiera brevemente con los anteriores. La totalidad o realidad que se presenta como la verdad del mundo ético [es decir, que se nos presentó y expuso como la verdad del mundo ético] es el self de la persona [cap VI, A, c, «El Estado de derecho»]; su existencia [es decir, la existencia de la persona] es el ser-reconocida. Y así como la persona es el self vacío de sustancia, así también esa su existencia [es decir, la existencia de la persona] es la realidad abstracta; la persona vale, es válida [es decir, está ahí abstractamente valiendo, está ahí vigente y determinante y rigiendo en esa su abstracción] y, por cierto, inmediatamente. El self es el punto inmediatamente en reposo en el elemento de su ser [Seyn] [es decir, en el elemento del ser de ese self, elemento que es la abstracción]. [Por eso], ese punto es sin separación respecto de su universalidad, y por tanto, ambos, [self y universalidad] no están en movimiento ni en relación el uno con el otro, sino que lo universal es (o está) sin distinción en el self, y ni es contenido del self, ni tampoco el self se llena mediante sí mismo [es decir, ni tampoco el self está lleno consigo mismo]. El segundo self es el mundo de la formación venido a su verdad, o el espíritu de la escisión o disociación, en cuanto se es devuelto o restituido a sí mismo, es decir: la libertad absoluta [esto es, la libertad absoluta en cuanto un verse devuelto y restituido a sí mismo el espíritu disociado] [cap. VI, B, I, cap. VI, B, II, y sobre todo el cap. VI, B, III, «La libertad absoluta y el terror»]. Y en este self se deshace o se disocia aquella primera inmediata unidad de individualidad particular y universalidad [es decir, la unidad de tipo inmediato que caracterizaba al self de la persona del derecho]; lo universal, que sigue siendo ser puramente espiritual, ser-reconocido o voluntad general y saber general, eso universal, digo, es [ahora] objeto y contenido del self, y es su realidad general y universal [la realidad general y universal del self], pero eso universal no tiene [no cobra ni puede cobrar] la forma de una existencia libre respecto del self [de una existencia suelta y distinta del self]. Por tanto, en este self no se llega [o en ese self eso universal no llega] a ningún llenarse o cumplirse [Erfüllung], es decir, a ningún quedar lleno ni a ningún contenido positivo, a ningún mundo. La autoconciencia moral por su parte [cap. VI, C, a, b, «La concepción moral del mundo» y «El trastrueque»] deja, ciertamente, libre su universalidad, de suerte que esa universalidad se convierte en una naturaleza propia [contrapuesta a la conciencia], y asimismo la autoconciencia mantiene en sí esa universalidad como suprimida y superada. Pero la autoconciencia moral es solamente ese dislocante juego de la confusión e ir y venir de estas dos determinaciones [o un confundido y liado ir y venir entre esas dos determinaciones] [es decir, entre self y universalidad, o entre individualidad particular y universalidad]. Sólo como Gewissen [conciencia moral] tiene esa autoconciencia [Selbstbewusstseyn] en esa su certeza el contenido con el que llenar el deber antes vacío, así como también [el contenido con el que llenar] el derecho antes vacío y la voluntad general antes vacía; y porque esta autocerteza [Selbstgewissheit] es asimismo lo inmediato, resulta que esa autoconciencia tiene en esa autocerteza la existencia misma.

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Conversaciones en Madrid

[633] Este sí-mismo de la certeza moral, espíritu inmediatamente cierto de sí en cuanto verdad absoluta y ser, es el tercer sí-mismo que ha llegado a ser ante nosotros a partir del tercer mundo del espíritu, y ha de compararse brevemente con los anteriores. La totalidad o realidad efectiva que se expone como la verdad del mundo moral es el sí-mismo de la persona: su existencia es el ser-reconocido. Así como la persona es el sí-mismo vacío de substancia, esta existencia suya es también la realidad efectiva abstracta; la persona vale, y vale ciertamente de manera inmediata; el sí-mismo es el punto que descansa inmediatamente en el elemento de su ser; éste punto es sin haberse separado de su universalidad, por eso, ninguno de los dos está en movimiento hacia el otro ni en movimiento mutuo, lo universal está dentro de él, sin diferenciación, y ni es contenido de sí-mismo, ni está el sí-mismo colmado por sí mismo. El segundo sí-mismo es el mundo de la cultura que ha llegado a su verdad, o el espíritu de la escisión que se ha devuelto a sí mismo; la libertad absoluta. En este sí-mismo, aquella primera unidad inmediata de singularidad y universalidad se disocia; lo universal, que sigue siendo igualmente esencia puramente espiritual, ser-reconocido o voluntad y saber universal, es objeto y contenido del sí-mismo y su realidad efectiva universal. Pero no tiene la forma de la existencia libre del sí-mismo; por eso, no llega a ningún cumplimiento en este sí-mismo, ni a ningún contenido positivo, no llega a mundo alguno. La autoconciencia moral deja libre, ciertamente, su universalidad, de tal manera que ésta llega a ser una naturaleza propia, y en la misma medida, la autoconciencia moral la mantiene firmemente dentro de sí como cancelada y asumida. Pero no es más que el juego simulador que va alternando ambas determinaciones. Sólo en cuanto certeza moral, llega a tener, por primera vez, dentro de su certeza de sí, el contenido para el deber previamente vacío, así como para el derecho vacío y la voluntad general vacía; y, puesto que esta certeza de sí es también lo inmediato, llega a tener la existencia misma.

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Conversations in Washington

[633] [633]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition This self of conscience, spirit immediately certain of itself as absolute truth and being, is the third self which has developed out of the third world of spirit and which in short order may be compared with those that preceded it. The totality or actuality which showed itself to be the truth of the ethical world is that of the self of the person; its existence consists in its being recognized. As the person is the substance-less self, so is the substance-less self’s existence likewise abstract actuality; the person counts as valid in fact immediately. The self is the immediately motionless point in the element of its being; that point is not detached from its universality, and the two are therefore not in movement and in relation to each other. Within that point, the universal is without any differentiation, and neither the content of the self nor the fulfillment of the self comes about in and through the self. – The second self is the world of cultural formation which has achieved its truth, or it is the spirit of estrangement which has given itself back to itself – absolute freedom. In this self, the former initial immediate unity of singular individuality and universality come undone from each other. The universal, which remains equally a pure spiritual essence, a being recognized, or universal will and knowing, is the object and content of the self and its universal actuality. However, it does not have the form of free-standing existence apart from the self; within this self, it thus is not brought to fulfillment, and it reaches no positive content, no world at all. Moral self-consciousness, to be sure, lets its universality go and be free-standing so that this universality becomes a nature of its own and moral self-consciousness equally holds fast to the universality’s being sublated within moral self-consciousness. However, it is only the dissembling game of shifting back and forth between these two determinations. As conscience, it has within its certainty of itself the content for the formerly empty duty as well as for the empty law3Recht and the empty universal will. Because this self-certainty is equally the immediate, moral self-consciousness has existence itself.

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Conversaciones en el Atrium

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