Gespräche in der Dämmerung 00606
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / a. La visión moral del mundo [a. Die moralische Weltanschauung]
[Tercer postulado: la conciencia santa, o el Absoluto representado; el puro deber y la realidad como siendo y no siendo en y para sí, el puro deber y la realidad corno momentos desaparecientes; que esto último es la moraleja del presente cap. VI, C, a]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[606] Es ist also postuliert, daß ein anderes Bewußtsein sei, welches sie heiligt oder welches sie als Pflichten weiß und will. Das erste erhält die reine Pflicht gleichgültig gegen allen bestimmten Inhalt, und die Pflicht ist nur diese Gleichgültigkeit gegen ihn. Das andere aber enthält die ebenso wesentliche Beziehung auf das Handeln und die Notwendigkeit des bestimmten Inhalts; indem ihm die Pflichten als bestimmte Pflichten gelten, so ist ihm damit der Inhalt als solcher ebenso wesentlich als die Form, wodurch er Pflicht ist. Dies Bewußtsein ist hierdurch ein solches, worin das Allgemeine und das Besondere schlechthin eins ist, sein Begriff also derselbe als der Begriff der Harmonie der Moralität und Glückseligkeit. Denn dieser Gegensatz drückt ebenso die Trennung des sich selbst gleichen moralischen Bewußtseins von der Wirklichkeit aus, die als das vielfache Sein dem einfachen [448] Wesen der Pflicht widerstreitet. Wenn aber das erste Postulat nur die seiende Harmonie der Moralität und der Natur ausdrückt, weil die Natur darin dies Negative des Selbstbewußtseins, das Moment des Seins ist, so ist hingegen jetzt dies Ansich wesentlich als Bewußtsein gesetzt. Denn das Seiende hat nun die Form des Inhalts der Pflicht oder ist die Bestimmtheit an der bestimmten Pflicht. Das Ansich ist also die Einheit solcher, welche als einfache Wesenheiten, Wesenheiten des Denkens und daher nur in einem Bewußtsein sind. Dieses ist also nunmehr ein Herr und Beherrscher der Welt, der die Harmonie der Moralität und der Glückseligkeit hervorbringt und zugleich die Pflichten als viele heiligt. Das letztere heißt soviel, daß dem Bewußtsein der reinen Pflicht die bestimmte nicht unmittelbar heilig sein kann; weil sie aber um des wirklichen Handelns [willen], das ein bestimmtes ist, gleichfalls notwendig ist, so fällt ihre Notwendigkeit außer jenem Bewußtsein in ein anderes, das somit das vermittelnde der bestimmten und reinen Pflicht und der Grund ist, daß jene auch gilt.
Conversaciones en Valencia
[606] Se postula, por tanto, que haya otra conciencia que los santifique [que sea otra conciencia la que los santifique] y que los sepa y quiera como deberes. La primera conciencia mantiene o conserva el puro deber con indiferencia frente a todo contenido determinado [se atiene al puro deber con indiferencia frente al contenido de ese deber, sólo mira al deber como deber], y el deber consiste sólo en esa su indiferencia como puro deber respecto a todo contenido determinado. Pero la otra conciencia [la conciencia postulada] contiene la relación igualmente esencial con la acción, y [contiene], por tanto, la necesidad de un determinado contenido; en cuanto ella tiene que considerar los deberes como deberes determinados, resulta que a ella el contenido le es tan esencial como la forma mediante la que ese contenido es deber. Esta conciencia es por eso una conciencia en la que lo universal y lo particular son absolutamente uno, y el concepto de esa conciencia es, por tanto, el mismo que el concepto de la armonía entre moralidad y felicidad. Pues la contraposición entre moralidad y felicidad expresa asimismo la separación entre la conciencia moral igual a sí misma y la realidad, realidad que, en tanto que múltiple ser [Seyn] o ser múltiple, repugna a la esencia simple del deber. Pero si el primer postulado sólo expresa o sólo expresaba la armonía entre la moralidad y la naturaleza como una armonía puesta en la forma del ser [es decir, en la forma de en-sí, no en la forma de conciencia], y ello porque la naturaleza es en ese primer postulado el momento de lo negativo de la autoconciencia, es decir, el momento del ser, resulta que, en cambio, ahora ese en-sí está puesto también esencialmente como conciencia. Pues el ente [lo que es] tiene ahora la forma [o ha cobrado ahora la forma] de contenido del deber, o es la determinidad en ese deber determinado [es la determinidad que caracteriza a ese deber determinado de que se trate]. El en-sí es, por tanto, la unidad de todas las esencialidades que como esencialidades simples son esencialidades del pensamiento, y, por tanto, [como esencialidades de pensamiento que son] sólo están (o sólo pueden estar) en una conciencia. Y esta conciencia es, pues, de ahora en adelante un señor y dominador y regidor del mundo que produce la armonía entre la moralidad y la felicidad y a la vez santifica los deberes como muchos [deberes] o como múltiples, o santifica los deberes en tanto que muchos. Esto último equivale a decir que a la conciencia del deber puro [o a la conciencia del puro deber] el deber determinado no puede serle inmediatamente santo; sino que porque, a causa de la acción real, que es [siempre] una acción determinada, ese deber [el deber determinado] es igualmente necesario, resulta que la necesidad de ese deber cae fuera de aquella conciencia [de la conciencia del puro deber o del deber puro, de la conciencia que sólo mira al deber en puridad, al deber como deber, y que sólo actúa por deber], cae en otra conciencia que de esta forma se convierte en la conciencia mediadora entre el deber determinado y el puro deber y que es el fundamento o base o razón de que aquel deber determinado también sea válido [como precisamente tal deber determinado].
Conversaciones en Madrid
[606] Se postula, entonces, que es otra conciencia X*X1Se trata ahora de la doctrina de la existencia de Dios como postulado de la razón práctica. Cf. KpV 233 ss. También cf. Fichte: Kritik aller Offenbarung, p. 41, 60. En FW 5, 40, 52 y sigs. la que los consagra, o que los quiere y los sabe como deberes. La primera conserva el deber puro de manera indiferente frente a todo contenido determinado, y el deber es sólo esta indiferencia frente a él. La otra, en cambio, contiene la referencia, también esencial, al obrar, y la necesidad del contenido determinado; en tanto que le concede vigencia a los deberes en cuanto deberes determinados, el contenido en cuanto tal es, a sus ojos, tan esencial como la forma por medio de la cual es deber. Por consiguiente, esa conciencia es una conciencia tal que, dentro de ella, lo universal y lo particular son simplemente una sola cosa, su concepto, entonces, es el mismo que el concepto de la armonía de la moralidad y la felicidad. Pues esta oposición expresa, igualmente, la separación de la conciencia moral igual a sí misma respecto a la realidad efectiva, la cual, en cuanto que es el ser múltiple, combate la esencia simple del deber. Pero, si el primer postulado expresa únicamente la armonía que es, armonía de la moralidad y de la naturaleza, porque la naturaleza es ahí esto negativo de la autoconciencia, el momento del ser, ahora, en cambio, este en-sí está puesto esencialmente como conciencia. Pues lo que es tiene ahora la forma del contenido del deber, o bien, es la determinidad que hay en el deber determinado. Lo en-sí, entonces, es la unidad de esencialidades tales que, en cuanto esencialidades simples, son esencialidades del pensar, y por tanto, sólo son en una conciencia. Ésta es, pues, en adelante, dueña y señora del mundo, produciendo la armonía de la moralidad y de la felicidad, y, a la vez, consagrando los deberes en cuanto plurales. Esto último significa tanto como que, a ojos de la conciencia del deber puro, el deber determinado no puede ser inmediatamente sagrado; pero como, en virtud del obrar efectivamente real, que es un obrar determinado, ese deber es igualmente necesario, su necesidad cae fuera de aquella conciencia, en esta otra que, por ende, es la conciencia que media el deber determinado con el puro, y es el fundamento de que aquel deber también tenga vigencia.
Algunas aclaraciones
X*X = Se trata ahora de la doctrina de la existencia de Dios como postulado de la razón práctica. Cf. KpV 233 ss. También cf. Fichte: Kritik aller Offenbarung, p. 41, 60. En FW 5, 40, 52 y sigs.
Conversations in Washington
[606] [606]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition It is thus postulated that there is to be another consciousness which sanctifies those duties or which knows them and wills them as duties. The first consciousness supports pure duty indifferently with respect to all determinate content, and duty is only this indifference with respect to content. But the other consciousness contains the equally essential relation to acting and the necessity of determinate content. While duties count, to itself, as determinate duties, the content as such is, to itself, just as essential as the form through which the content is a duty. This consciousness is thereby the kind in which the universal and the particular are utterly at one, and its concept is thus the same as the concept of the harmony of morality and happiness. This is so because this opposition equally well expresses the separation of the self-equal moral consciousness from that actuality which, as multiple being, militates against the simple essence of duty. However much the first postulate expresses only the existing harmony between morality and nature because nature is therein this negative of self-consciousness, the moment of being, still this in-itself is in contrast now posited essentially as consciousness. For what exists now has the form of the content of duty, or is the determinateness in the determinate duty. The in-itself is thus the unity of the sort of items which are as simple essentialities, as essentialities of thinking, and which thus only are within a consciousness. This latter consciousness is thus now a lord and ruler of the world who generates the harmony of morality and happiness and at the same time sanctifies duties as a plurality of duties. In turn, that means this much: For the consciousness of pure duty, the determinate duty cannot be immediately sanctified. Because the determinate duty, in the service of actual action which is a determinate action, is likewise necessary, so does its necessity fall outside of that consciousness into another consciousness, which is thereby what mediates the determinate and the pure duty and is the reason why that specific duty also counts as valid.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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