Gespräche in der Dämmerung 00603
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / a. La visión moral del mundo [a. Die moralische Weltanschauung]
[Segundo postulado: la armonía entre moralidad y sensibilidad]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[603] Jene erste Erfahrung und dies Postulat ist nicht das einzige, sondern es tut sich ein ganzer Kreis von Postulaten auf. Die Natur ist nämlich nicht nur diese ganz freie äußerliche Weise, in welcher als einem reinen Gegenstande das Bewußtsein seinen Zweck zu realisieren hätte. Dieses ist an ihm selbst wesentlich ein solches, für welches dies andere freie Wirkliche ist, d.h. es ist selbst ein Zufälliges und Natürliches. Diese Natur, die ihm die seinige ist, ist die Sinnlichkeit, die in der Gestalt des Wollens, als Triebe und Neigungen, für sich eigene bestimmte Wesenheit oder einzelne Zwecke hat, also dem reinen Willen und seinem reinen Zwecke entgegengesetzt ist. Gegen diese Entgegensetzung aber ist dem reinen Bewußtsein vielmehr die Beziehung der Sinnlichkeit auf es, ihre absolute Einheit mit ihm das Wesen. Beides, das reine Denken und die Sinnlichkeit des Bewußtseins, sind an sich ein Bewußtsein, und das reine Denken ist eben dieses, [445] für welches und in welchem diese reine Einheit ist; für es aber als Bewußtsein ist der Gegensatz seiner selbst und der Triebe. In diesem Widerstreit der Vernunft und der Sinnlichkeit ist für jene dies das Wesen, daß er sich auflöse und als Resultat die Einheit beider hervorgehe, die nicht jene ursprüngliche, daß beide in einem Individuum sind, sondern eine solche ist, die aus dem gewußten Gegensatze beider hervorgeht. Solche Einheit erst ist die wirkliche Moralität, denn in ihr ist der Gegensatz, wodurch das Selbst Bewußtsein oder erst wirkliches und in der Tat Selbst und zugleich Allgemeines ist, enthalten; oder es ist diejenige Vermittlung darin ausgedruckt, welche der Moralität, wie wir sehen, wesentlich ist. – Indem unter den beiden Momenten des Gegensatzes die Sinnlichkeit schlechthin das Anderssein oder das Negative, hingegen das reine Denken der Pflicht das Wesen ist, von welchem nichts aufgegeben werden kann, so scheint die hervorgebrachte Einheit nur durch das Aufheben der Sinnlichkeit zustande kommen zu können. Da sie aber selbst Moment dieses Werdens, das Moment der Wirklichkeit ist, so wird man sich für die Einheit zunächst mit dem Ausdrucke begnügen müssen, daß die Sinnlichkeit der Moralität gemäß sei. – Diese Einheit ist gleichfalls ein postuliertes Sein, sie ist nicht da; denn was da ist, ist das Bewußtsein oder der Gegensatz der Sinnlichkeit und des reinen Bewußtseins. Sie ist aber zugleich nicht ein Ansich wie das erste Postulat, worin die freie Natur eine Seite ausmacht und die Harmonie derselben mit dem moralischen Bewußtsein daher außer diesem fällt; sondern die Natur ist hier diejenige, welche an ihm selbst [ist], und es ist hier um die Moralität als solche zu tun, um eine Harmonie, welche die eigene des tuenden Selbsts ist; das Bewußtsein hat sie daher selbst zustande zu bringen und in der Moralität immer Fortschritte zu machen. Die Vollendung derselben aber ist ins Unendliche hinauszuschieben; denn wenn sie wirklich einträte, so höbe sich das moralische Bewußtsein auf. Denn die Moralität ist nur moralisches Bewußtsein als [446] das negative Wesen, für dessen reine Pflicht die Sinnlichkeit nur eine negative Bedeutung, nur nicht gemäß ist. In der Harmonie aber verschwindet die Moralität als Bewußtsein oder ihre Wirklichkeit, wie in dem moralischen Bewußtsein oder der Wirklichkeit ihre Harmonie verschwindet. Die Vollendung ist darum nicht wirklich zu erreichen, sondern nur als eine absolute Aufgabe zu denken, d.h. als eine solche, welche schlechthin Aufgabe bleibt. Zugleich ist jedoch ihr Inhalt als ein solcher zu denken, der schlechthin sein müsse und nicht Aufgabe bleibe; es sei nun, daß man sich in diesem Ziele das Bewußtsein ganz aufgehoben, oder auch nicht, vorstelle; wie es eigentlich damit zu halten, läßt sich in der dunklen Ferne der Unendlichkeit, wohin eben deswegen die Erreichung des Ziels zu schieben ist, nicht mehr deutlich unterscheiden. Es wird eigentlich gesagt werden müssen, daß die bestimmte Vorstellung nicht interessieren und nicht gesucht werden soll, weil dies auf Widersprüche führt, – einer Aufgabe, die Aufgabe bleiben und doch erfüllt werden, einer Moralität, die nicht Bewußtsein, nicht wirklich mehr sein soll. Durch die Betrachtung aber, daß die vollendete Moralität einen Widerspruch enthielte, würde die Heiligkeit der moralischen Wesenheit leiden und die absolute Pflicht als etwas Unwirkliches erscheinen.
Conversaciones en Valencia
[Segundo postulado: la armonía entre moralidad y sensibilidad]
[603]1Epígrafe: Segundo postulado: la armonía entre moralidad y sensibilidad. Esa primera experiencia [la de desarmonía] y este postulado [el de armonía] no son los únicos, sino que se constituye o se forma todo un círculo de postulados. Pues la naturaleza no es solamente esa manera o modo externo totalmente libre, en el que como en un puro objeto o en un objeto puro [es decir, en un objeto sin mezcla de conciencia] la conciencia hubiese de realizar su fin. Sino que esta conciencia es en ella misma esencialmente una conciencia para la que eso otro es realidad libre [realidad suelta, que lleva su propia marcha], es decir, la conciencia es ella misma contingente y natural. Esa naturaleza que a la conciencia le es la suya [que a la conciencia le es su naturaleza, que a la conciencia le es la naturaleza suya], es la sensibilidad, la cual, en forma de querer, en cuanto pulsiones e inclinaciones, tiene para sí [tiene de por sí] su propia esencialidad determinada [su propio ser determinado] y sus fines particulares, y se contrapone, por tanto, a la voluntad pura y a su fin puro. Pero frente a esta contraposición, para la conciencia pura la esencia [Wesen, el ser, lo que de verdad es] es más bien la relación de la sensibilidad con esa conciencia pura, es decir, la unidad absoluta o la absoluta unidad de la sensibilidad con esa conciencia. Ambas cosas, el pensamiento puro y la sensibilidad de la conciencia, son en sí Una conciencia [es decir, una conciencia una] X238X,2Y es la configuración de ese Uno como «figura viva» lo que, por decirlo así, interesaba a Schiller. y el puro pensamiento es precisamente aquello para lo que y en lo que esa pura unidad es; pero entonces para el pensamiento puro, en cuanto conciencia, ahí está [o he ahí] la contraposición entre él mismo y las pulsiones. En esta disputa o pugna entre la razón y la sensibilidad, para aquélla, es decir, para la razón, la esencia es que esa disputa se disuelva o resuelva, y como resultado pueda surgir [pueda producirse] la unidad de ambas [de la razón y la sensibilidad], que no será aquella unidad inicial que consistía en que ambas [es decir, la razón y la sensibilidad] residen en un individuo, sino que será una unidad que surja de la consciente contraposición [o sabida contraposición] de ambas [de la razón y la sensibilidad]. Sólo en tal unidad consiste la moralidad real, pues en ella [en la moralidad real] está contenida la contraposición por la que el self es conciencia [es decir, contrapuesto a lo que no es él] y sólo por la cual el self es real [es decir, un self que ahí está consistiendo en cosa distinta que lo que no es self], y por la que, efectivamente, es self y a la vez universal [el self no siendo eso que no es self, abarca y comprende, sin embargo, a eso que no es self versando sobre ello]; o lo que es lo mismo: en esa unidad queda expresada aquella mediación que, como vemos, es esencial a la moralidad. — En cuanto entre los dos momentos de la contraposición la sensibilidad es simpliciter el ser-otro, o la sensibilidad es lo negativo y, en cambio, el puro pensamiento del deber es la esencia [Wesen], de la que nada podría cederse y abandonarse, resulta que, en cuanto ello es así, la unidad suscitada o la unidad que hay que suscitar tiene la apariencia de sólo poder producirse mediante la supresión y superación de la sensibilidad. Pero como la sensibilidad es ella misma momento de ese devenir esa unidad o de ese producirse esa unidad, es decir, como resulta que (en todo este asunto) la sensibilidad es precisamente el momento de la realidad [o es el momento de realidad], en lo que respecta a dicha unidad hay que empezar contentándose con la expresión [con la fórmula] de que la sensibilidad sea conforme [llegue a ser conforme] con la moralidad, o se conforme [o llegue a conformarse] con la moralidad [pues suprimir la sensibilidad sería suprimir la realidad de la moralidad]. — Esta unidad es asimismo un ser [Seyn] postulado [un ser que se postula], esta unidad no es algo que esté ahí; pues lo que está ahí es la conciencia, o la contraposición entre la sensibilidad y la pura conciencia [o la contraposición entre la sensibilidad y la conciencia pura]. Pero esa unidad no es a la vez un en-sí como el primer postulado, en el que la naturaleza libre (o la, libre naturaleza) constituía o constituye o constituya una parte o un lado, y la armonía entre esa naturaleza y la conciencia moral caía [o cae, o caiga], por tanto, fuera de la conciencia moral; sino que aquí la naturaleza es aquella naturaleza que está o reside en la conciencia misma, y aquí se trata de la moralidad como tal, es decir, de una armonía que ha de ser la propia armonía del self que actúa. La conciencia tiene, por tanto, que producir esa armonía y hacer constantemente progresos en la moralidad. Pero la consumación de esa armonía hay que aplazarla hasta el infinito; pues si se produjese realmente, quedaría suprimida y superada [quedaría cancelada] la conciencia moral. La moralidad es solamente conciencia moral como el ser negativo [o como la esencia negativa, negatives Wesen], para cuyo puro deber [para cuyo puro deber-ser, Pflicht] la sensibilidad tiene sólo un significado negativo, es sólo lo no conforme. De modo que en la armonía [con el alcanzar la armonía] desaparece la moralidad como conciencia [como lo contrapuesto a lo que no es moral], o lo que es lo mismo: desaparece la realidad de la moralidad [la sensibilidad, se ha dicho más arriba, es el lado de realidad de la moralidad], al igual que en la conciencia moral o en la realidad [en la realidad de la moralidad] desaparece su armonía [es decir, vuelve a estar en pie la contraposición que la moralidad implica]. La consumación no puede, por tanto, alcanzarse realmente, sino que sólo puede pensarse como una tarea absoluta, es decir, como una tarea que permanece absolutamente tarea, o que se queda absolutamente en tarea. No obstante lo cual, su contenido hay que pensarlo como un contenido que absolutamente habría de ser, o que absolutamente tiene que ser, y no como un contenido que pudiera quedarse en tarea; ora nos representemos que en la consecución de esa meta la conciencia queda enteramente suprimida o superada, ora que no X239X;3La puntuación es ésta en el original. cómo pueda ser propiamente ello, o a qué haya uno de atenerse propiamente respecto a ello, no es algo que pueda discernirse ya en la oscura lejanía del infinito al que precisamente por eso hay que desplazar la consecución del fin. Lo que propiamente a este respecto habrá que acabar diciendo es que las representaciones determinadas, o una representación determinada no debe interesar aquí, ni tampoco debe buscarse; porque ello no conduce sino a contradicciones: a la idea de una tarea que habría de permanecer tarea y, sin embargo, llevarse a término, y a la idea, por tanto, de una moralidad que ya no habría de ser conciencia [que ya no habría de ser nada que se contrapusiese específicamente a otra cosa]; es decir, que ya no habría de ser real. Y mediante la consideración de que la moralidad consumada contiene o habría de contener una contradicción, sufriría mengua y quebranto la santidad de aquello en que la moralidad esencialmente consiste [sufriría quebranto la santidad de la esencialidad moral], y el deber absoluto aparecería como algo irreal.
Algunas aclaraciones
X238X = Y es la configuración de ese Uno como «figura viva» lo que, por decirlo así, interesaba a Schiller.
X239X = La puntuación es ésta en el original.
Conversaciones en Madrid
[603] Esa primera experiencia y este postulado no son lo único X159X,4Esto es: «el único postulado», debe entenderse. sino que ahora se abre todo un círculo de postulados. La naturaleza, en efecto, no es solamente este modo exterior totalmente libre, en el que, como en un puro objeto, la conciencia tuviera que realizar su fin. Esta última, en ella misma, es esencialmente una conciencia de tal género que esto otro efectivo y libre es para ella, esto es, ella misma es una conciencia contingente y natural. Esta naturaleza, que es suya a sus ojos, es la sensibilidad o sensualidad X160X,5Sinnlichkeit tiene el sentido neutral de «sensibilidad» y también el de «sensualidad» como propensión a los placeres de los sentidos. que, en la figura del querer, como pulsión e inclinaciones, tiene para sí esencialidad propia y determinada, o fines singulares, y está, pues, contrapuesta a la voluntad pura y a sus fines puros. Pero, frente a esta contraposición, a ojos de la conciencia pura, la esencia es, más bien, la referencia de la sensibilidad a ella, su unidad absoluta con ella. Ambos, el pensar puro y la sensibilidad de la conciencia, son, en sí, una única conciencia, y el pensar puro es justamente esto para lo cual y en lo cual es esta unidad pura; para él, sin embargo, en cuanto conciencia, la oposición es la de él mismo y las pulsiones. En este conflicto de la razón y la sensibilidad, para aquélla, la esencia es que se disuelva el conflicto y salga como resultado la unidad de ambas, que no es aquella originaria por la que ambas están en un único individuo, sino una unidad tal que sale de la oposición sabida de ambas. Sólo una unidad de este género es, por primera vez, la moralidad efectivamente real, pues dentro de ella está contenida la oposición por la que el sí-mismo es conciencia, o es, por primera vez, sí-mismo efectivo y de hecho, y a la vez, algo universal; o bien, en ella se halla expresada esa mediación que, como vemos, le es esencial a la moralidad. — En tanto que, bajo ambos momentos de la oposición, la sensibilidad es simplemente el ser-otro o lo negativo, mientras que el pensar puro del deber es la esencia a la que no se puede renunciar en nada, parece que la unidad que ha salido sólo puede establecerse cancelando la sensibilidad. Pero como ésta es ella misma momento de este proceso, es momento de la realidad efectiva, habrá que darse por satisfechos, de momento, para esta unidad, con la expresión de que la sensibilidad sea adecuada a la moralidad X*X.6Hegel se refiere al postulado de la santidad en la que se presenta una adecuación plena de la voluntad y de la ley moral. Más abajo, se refiere a la explicación kantiana de que la santidad sólo se puede alcanzar en realidad en un progreso infinito. Cf. KpV 220, y también Fichte: Kritik aller Offenbarung, op. cit., pp. 39, 117 y sigs., 166. También cf. FW 5, 39, 88, 118. — Esta unidad, igualmente, es un ser postulado, no está ahí; pues lo que está ahí, lo que existe es la conciencia, o la oposición de la sensibilidad y de la conciencia pura. Pero, a la vez, no es un en sí, como el primer postulado, en el que la naturaleza libre constituía sólo un lado, y la armonía con la conciencia moral caía, por tanto, fuera de ésta; sino que la naturaleza es aquí la que es en la conciencia misma, y aquí se trata de la moralidad como tal, de una armonía que es la propia del sí-mismo en actividad; por eso, la conciencia tiene que producirse a sí misma, y tiene que estar siempre haciendo progresos continuos en la moralidad. Pero la compleción de ésta ha de aplazarse hasta el infinito; porque si realmente llegara a tener lugar, la conciencia moral quedaría cancelada. Pues la moralidad sólo es conciencia moral como la esencia negativa, para cuyo deber puro la sensibilidad es sólo un significado negativo, es sólo no adecuada. En la armonía, sin embargo, la moralidad desaparece en cuanto conciencia, o en cuanto su realidad efectiva, igual que en la conciencia moral, o en la realidad efectiva, desparece su armonía. Por eso, no puede llegar a completarse efectivamente, sino que ha de pensarse sólo como tarea absoluta, esto es, como una tarea tal que se queda en tarea sin más. A la vez, sin embargo, su contenido ha de pensarse como un contenido tal que tiene que ser sin más, que no se quede en tarea; ya se represente, o no, a la conciencia como completamente cancelada en esa meta; cómo se haya de tratar con esto es algo que no hay manera alguna de distinguir nítidamente en la oscura lejanía de la infinitud a la que, por lo dicho, hay que desplazar el logro de la meta. Habrá que decir, con propiedad, que la representación determinada no debe interesar ni ser buscada, porque ello conduce a contradicciones: a una tarea que debe quedarse en tarea, pero ser cumplida, y a una moralidad que no debe ser conciencia, que debe dejar de ser realidad efectiva. Pero con la consideración de que la moralidad completada contiene una contradicción, sufriría la santidad de la esencialidad moral, y el deber absoluto aparecería como algo no efectivo, ni real.
Algunas aclaraciones
X159X = Esto es: «el único postulado», debe entenderse.
X160X = Sinnlichkeit tiene el sentido neutral de «sensibilidad» y también el de «sensualidad» como propensión a los placeres de los sentidos.
X*X = Hegel se refiere al postulado de la santidad en la que se presenta una adecuación plena de la voluntad y de la ley moral. Más abajo, se refiere a la explicación kantiana de que la santidad sólo se puede alcanzar en realidad en un progreso infinito. Cf. KpV 220, y también Fichte: Kritik aller Offenbarung, op. cit., pp. 39, 117 y sigs., 166. También cf. FW 5, 39, 88, 118.
Conversations in Washington
[603] [603]7We kept the numeration given by the editor in the printed edition It is not that this first experience and this postulate are the only ones, but rather a whole sphere of postulates is opened up. Nature, namely, is not only this wholly free-standing external mode in which consciousness, as a pure object, would have to realize its purpose. Consciousness is in its own self essentially that for which this other free-standing actuality is, i.e., it is itself contingent and natural. This nature which to consciousness is properly its own is that of sensibility, which, in the shape of willing as impulses and inclinations has its own determinate essentiality for itself, or it has individual purposes, and it is thus opposed to the pure will and its pure purposes. But in contrast to this opposition, the relation of sensibility to pure consciousness, or its absolute unity with it, is to pure consciousness instead the essence. Both of these, pure thinking and the sensibility of consciousness, are in themselves One consciousness, and pure thinking is precisely that for which and within which this pure unity is. However, for it as consciousness, the opposition is between itself and its impulses. In this conflict between reason and sensibility, the essence for reason consists in the dissolution of the conflict, and as a result the unity of both emerges, a unity which is not the original unity, or the unity that consists in both existing in one individual. The unity which emerges is that which arises out of the known opposition of both of them. Such a unity is initially actual morality, for contained within it is the opposition through which the self is consciousness, or through which the self is first actual, or is in fact the self and at the same time the universal. Or, it is the sort of mediation which, as we see, is essentially morality. – While of the two moments in the opposition, sensibility is purely and simply otherness, or the negative, whereas the pure thinking of duty is the essence from which nothing can be given up, then it seems that the unity which is engendered can only be brought about by the sublation of sensibility. However, since sensibility is itself a moment of this coming-to-be, or it is the moment of actuality, then for the expression of the unity, one will initially have to content oneself with a turn of phrase, more or less to the effect that sensibility is supposed to conform to morality. – This unity is equally a postulated being; it is not there8ist nicht da because what is there is consciousness, or the opposition of sensibility and pure consciousness. However, the unity is at the same time not an in-itself like the first postulate, in which free-standing nature constitutes one aspect. Hence, the harmony of nature with moral consciousness belongs to the sphere outside of the latter. Here it is nature which is in its own self, and the issue here has to do with morality as such, with a harmony which is the acting self’s very own harmony. Thus, consciousness itself both has to bring about this harmony and to be making constant progress in morality. However, the culmination of this progress has to be put off to infinity, since if that culmination were actually to arrive, moral consciousness would be sublated. This is so because morality is only moral consciousness as the negative essence for which sensibility is only of negative significance, is only not in accordance with pure duty. But in that harmony, morality as consciousness vanishes, or its actuality vanishes in the way that in moral consciousness, or in actuality, its harmony vanishes. For that reason, the culmination is not actually to be reached, but rather, it is only to be thought of as an absolute task, which is to say, a task which remains purely and simply a task. Nonetheless, at the same time its content is to be thought as what purely and simply must be, and it must not remain a task. Now, in this aim, one is to represent consciousness as sublated, or, for that matter, not sublated. In the dark remoteness of the infinity to which the attainment of the aim consequently has to be postponed, there is no clear distinction to be made as to which of these views is to be held. Strictly speaking, the determinate representation of this progress should be of no interest and ought not to be sought because it leads to contradictions – contradictions lying in a task which is both to remain a task and which is yet to be fulfilled, and in a morality which is no longer supposed to be consciousness and no longer supposed to be actual. However, the thought that a perfected morality would contain a contradiction would harm the holiness of moral essentiality, and absolute duty would then appear as something non-actual.
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