Gespräche in der Dämmerung 00601

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / a. La visión moral del mundo [a. Die moralische Weltanschauung]

 

[Sin noticia]

Gespräche in Jena

[601] Zuerst also ist das moralische Bewußtsein überhaupt vorausgesetzt; die Pflicht gilt ihm als das Wesen, ihm, das wirklich und tätig ist und in seiner Wirklichkeit und Tat die Pflicht erfüllt. Für dies moralische Bewußtsein ist aber zugleich die vorausgesetzte Freiheit der Natur, oder es erfährt, daß die Natur unbekümmert darum ist, ihm das Bewußtsein der [443] Einheit seiner Wirklichkeit mit der ihrigen zu geben, und es also vielleicht glücklich werden läßt, vielleicht auch nicht. Das unmoralische Bewußtsein dagegen findet vielleicht zufälligerweise seine Verwirklichung, wo das moralische nur Veranlassung zum Handeln, aber durch dasselbe nicht das Glück der Ausführung und des Genusses der Vollbringung ihm zuteil werden sieht. Es findet daher vielmehr Grund zu Klagen über solchen Zustand der Unangemessenheit seiner und des Daseins [den] und der Ungerechtigkeit, die es darauf einschränkt, seinen Gegenstand nur als reine Pflicht zu haben, aber ihm denselben und sich verwirklicht zu sehen versagt.

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Conversaciones en Valencia

[601] Primero, pues, se presupone la conciencia moral X234X;1Vide infra Algunas aclaraciones X234X. esa conciencia considera el deber como la esencia, lo considera como la esencia ella, que es real y que es activa, y que en esa su realidad y en esa su acción [en ese su ser ella también naturaleza] cumple con el deber. Pero para esta conciencia moral está a la vez también [está ahí a la vez también] la presupuesta libertad de la naturaleza, o lo que es lo mismo: la conciencia moral hace experiencia de que a la naturaleza le trae sin cuidado el darle o no a ella [a la conciencia moral] la conciencia de la unidad de su realidad [de la realidad de la conciencia] con la realidad de la naturaleza, y, por tanto, quizá le otorgue ser feliz, pero quizá también no. La conciencia inmoral, en cambio, puede que acaso encuentre su realización allí donde la conciencia moral sólo encuentra motivos y ocasiones para la acción pero sin que por esa su acción ella [la conciencia moral] vea que se le otorga ni la felicidad y buen suceso, ni el goce y placer de llevar las cosas a término; sino que acaso no encuentre sino razones para quejarse sobre tal estado de inadecuación entre ella [entre la conciencia moral] y la existencia y sobre tal situación de injusticia [o sobre tal situación de falta de justeza] que la reduce a tener su objeto solamente como un puro deber, pero le rehúsa ver realizado ese objeto y verse realizada a sí misma.

Algunas aclaraciones

X234X = El autor emplea aquí la expresión moralisches Bewusstseyn, conciencia moral, y no la expresión Gewissen, que es la expresión que se emplea en alemán corriente cuando se habla de conciencia en el sentido de la «conciencia moral». Como veremos, el término Gewissen lo reserva el autor para una figura ulterior de esta moralisches Bewusstseyn. Este moralisches Bewusstseyn significa, pues, en general el saber y el saberse en relación con la moralidad.

Por otro lado, si el lector recurre al parágrafo 552 de la Enciclopedia de las ciencias filosóficas, entenderá enseguida intuitivamente qué es lo que quiere decir Hegel con Gewissen. Se está refiriendo, como he dicho, a la conciencia protestante, a la conciencia luterana, pero sobre todo también a la calvinista, caracterizada por una absoluta seguridad en sí misma y una total certeza de sí misma; caracterizada por una certeza que no se tiene a sí misma por arrogancia, porque esa absoluta seguridad en sí misma se sabe fundada en esa «inexpugnable fortaleza que es nuestro Dios»; respecto a ese fundamento esa conciencia no sabe si la relación con él es de salvación o condenación; y sin embargo, respecto a esa relación que es de absoluta seguridad a la vez que de angustia esa conciencia se prohíbe absolutamente todo tipo de especulación representativa, es decir, respecto a esa relación que es de absoluta seguridad a la vez que de angustia todas las representaciones callan. Esa conciencia, pese a tal retracción absoluta sobre sí misma, se presenta con toda seguridad en el espacio del habla pública esperando ser reconocida en ese espacio público como siendo la conciencia de todos, o como siendo la conciencia reconocida por todos, pero también como pudiendo quedar convicta de ser la conciencia radicalmente caída. Con genuina admiración Hegel entiende que esta conciencia es lo que está a la base del «nuevo mundo», frente a ella las demás mentalidades (incluso la representada por el despliegue representativo que son los postulados de la razón práctica de Kant) son pasado. Así al menos podría interpretarse el desenvolvimiento del presente cap. VI, C.

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Conversaciones en Madrid

[601] Lo primero que está presupuesto, entonces, es la conciencia moral como tal; el deber tiene a sus ojos el valor de la esencia, a ojos de ella, que es efectivamente real y activa, y que en su realidad efectiva y en su actividad cumple con el deber. Pero, al mismo tiempo, para esta conciencia moral está presupuesta la libertad de la naturaleza, o bien, en otros términos, la conciencia moral hace la experiencia de que la naturaleza no se preocupa por darle a ella la conciencia de la unidad de su realidad efectiva y la de la naturaleza, y que quizá le permita llegar a ser feliz, o quizá no. La conciencia inmoral, en cambio, quizá encuentre por casualidad su realización efectiva allí donde la conciencia moral sólo encuentra la ocasión que la incita a actuar, sin ver por ello, sin embargo, que le sea otorgada la felicidad de la ejecución y el goce de llevarla a cabo. Por eso, la conciencia moral más bien encuentra motivo para quejarse sobre tal estado de inadecuación entre ella y la existencia, y sobre la injusticia que le impone la restricción de tener su objeto sólo como deber puro, pero negándole el ver tal objeto y a sí efectivamente realizados.

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Conversations in Washington

[601] [601]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition At first, it is moral consciousness as such which is presupposed. Duty counts, to itself, as the essence, and, to itself, the essence is actual and active; in its actuality and in its deed, the essence fulfills duty. However, at the same time for this moral consciousness the free-standingness3Freiheit der Natur of nature is presupposed, or moral consciousness experiences nature as unconcerned with giving moral consciousness the consciousness of the unity of its actuality with that of nature itself, and it thus learns from experience that nature might allow it to be happy but then again it might not. By comparison, the non-moral consciousness finds, perhaps by chance, its actualization in places where the moral consciousness sees only an occasion for acting but does not see itself thereby obtaining happiness either in the execution of the action or in the enjoyment of its achievement. Hence, the moral consciousness finds all the more reason for both bewailing such a state of affairs where there is no fit between itself and existence and for lamenting the injustice which both limits it to having its object only as pure duty and which fails to let it see this object and itself actualized.

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Conversaciones en el Atrium

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