Gespräche in der Dämmerung 00581

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / II. La Ilustración [II. Die Aufklärung] / b. La verdad de la Ilustración [b. Die Wahrheit der Aufklärung]

 

[Acerca de dónde estamos; resumen de lo tratado hasta aquí en el presente cap. VI; concepto, objeto y mundo; concepto de mundo; el mundo de la razón instrumental y los demás mundos; de cómo en la razón instrumental se resumen el para-sí del espíritu extrañado de sí y el en-sí de la fe, o de la utilidad como la verdad de todos los mundos precedentes]

Gespräche in Jena

[581] Den erreichten Gegenstand in Beziehung auf diese ganze Sphäre betrachtet, so hatte die wirkliche Welt der Bildung sich in die Eitelkeit des Selbstbewußtseins zusammengefaßt, – in das Fürsichsein, das ihre Verworrenheit noch zu seinem Inhalte hat und noch der, einzelne Begriff, noch nicht der für sich allgemeine ist. In sich aber zurückgekehrt ist er die reine Einsicht, – das reine Bewußtsein als das reine Selbst oder die Negativität, wie der Glaube ebendasselbe als das reine Denken oder die Positivität. Der Glaube hat in jenem Selbst das ihn vervollständigende Moment; – aber durch diese Ergänzung untergehend, ist es nun an der reinen Einsicht, daß wir die beiden Momente sehen, als das absolute Wesen, das rein gedacht oder Negatives, und als Materie, die das positive Seiende ist. – Es fehlt dieser Vollständigkeit noch jene Wirklichkeit des Selbstbewußtseins, welche dem eitlen Bewußtsein angehört, – die Welt, aus welcher das Denken sich zu sich erhob. Dies Fehlende ist in der Nützlichkeit insofern erreicht, als die reine Einsicht daran die positive Gegenständlichkeit erlangte; sie ist dadurch wirkliches in sich befriedigtes Bewußtsein. Diese Gegenständlichkeit macht nun ihre Welt aus; sie ist die Wahrheit der vorhergehenden ganzen, der ideellen wie der reellen Welt geworden. Die erste Welt des Geistes ist das ausgebreitete Reich seines sich zerstreuenden Daseins und der vereinzelten Gewißheit seiner selbst; wie die Natur ihr Leben in unendlich mannigfaltige Gestalten zerstreut, ohne daß die Gattung derselben vorhanden wäre. Die zweite enthält die Gattung und ist das Reich des Ansichseins oder der Wahrheit, entgegengesetzt jener Gewißheit. Das dritte aber, das Nützliche, ist die Wahrheit, welche ebenso die Gewißheit seiner selbst ist. Dem Reiche der Wahrheit des Glaubens fehlt das Prinzip der Wirklichkeit oder Gewißheit seiner selbst als dieses Einzelnen. Der Wirklichkeit aber oder Gewißheit seiner selbst als dieses Einzelnen fehlt das Ansich. In dem Gegenstande der reinen Einsicht sind beide Welten vereinigt. Das Nützliche ist der Gegenstand, insofern das Selbstbewußtsein ihn durchschaut [430] und die einzelne Gewißheit seiner selbst, seinen Genuß (sein Fürsichsein) in ihm hat; es sieht ihn auf diese Weise ein, und diese Einsicht enthält das wahre Wesen des Gegenstandes (ein Durchschautes oder für ein Anderes zu sein); sie ist also selbst wahres Wissen, und das Selbstbewußtsein hat ebenso unmittelbar die allgemeine Gewißheit seiner selbst, sein reines Bewußtsein in diesem Verhältnisse, in welchem also ebenso Wahrheit wie Gegenwart und Wirklichkeit vereinigt sind. Beide Welten sind versöhnt und der Himmel auf die Erde herunter verpflanzt.

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Conversaciones en Valencia

[Acerca de dónde estamos; resumen de lo tratado hasta aquí en el presente cap. VI; concepto, objeto y mundo; concepto de mundo; el mundo de la razón instrumental y los demás mundos; de cómo en la razón instrumental se resumen el para-sí del espíritu extrañado de sí y el en-sí de la fe, o de la utilidad como la verdad de todos los mundos precedentes]

[581]1Epígrafe: Acerca de dónde estamos; resumen de lo tratado hasta aquí en el presente cap. VI; concepto, objeto y mundo; concepto de mundo; el mundo de la razón instrumental y los demás mundos; de cómo en la razón instrumental se resumen el para-sí del espíritu extrañado de sí y el en-sí de la fe, o de la utilidad como la verdad de todos los mundos precedentes. Si consideramos ahora en relación con toda esta esfera el objeto que hemos alcanzado [si el punto que hemos alcanzado lo ponemos en relación con todo lo que hemos venido considerando] X201X,2El resumen que el autor pasa a hacer a continuación es una glosa de la idea de mundo que el autor introdujo al principio del cap. VI. No olvide el lector que en el contexto del presente cap. VI las figuras de la conciencia (como modalizaciones de «la cosa misma») son figuras de mundo; se trata del mundo de la autoconciencia y del ser la autoconciencia su mundo. digamos que el mundo real de la formación [Bildung] se resumía en la frivolidad y vanidad [Eitelkeit] de la autoconciencia (es decir, en el ser-para-sí) que no tenía por objeto sino su propia confusión y que todavía es [o era] el concepto individual, suelto [einzelner], es decir, que aún no es [o era] el concepto de por sí o para sí universal [cap. VI, B, I, a, «La formación y su [686] reino de realidad»]. Pero retornado a sí mismo, ese concepto es la intelección pura, es la conciencia pura como puro self, o la negatividad, así como la fe es exactamente esa misma conciencia pura pero como pensamiento puro y como positividad. La fe tiene en ese self el momento que la completa [el momento que le sirve de complemento] [cap. VI, B, I, b, «La fe y la intelección pura»]; pero al írsenos la fe a pique mediante tal complementación [cap. VI, B, II, a, «La lucha de la Ilustración contra la superstición»], es ahora en la intelección pura [en el partido vencedor y no ya también en la fe] donde podemos ver ambos momentos, [podemos verlos] como Ser absoluto que es puramente pensado o que es lo negativo, y como materia que es lo que positivamente está ahí, respectivamente. — Pero a esta completud [a la completud que constituyen lo positivo y lo negativo juntos] le falta todavía aquella realidad de la autoconciencia, que la conciencia frívola y vana sí tenía, a saber: le falta el mundo desde el que el pensamiento se elevaba hasta sí mismo [cap. VI, B, I, «El mundo del espíritu extrañado de sí mismo»]. Y es eso que falta lo que se consigue en la «utilidad» [es eso lo que hemos obtenido al aparecernos la utilidad], en cuanto es en la utilidad [o ha sido en la utilidad] donde la intelección pura alcanza o ha alcanzado la objetualidad positiva [es decir, el serse la intelección pura ella objeto a sí misma sin negarse]; mediante ello la intelección pura se convierte en conciencia real, en conciencia satisfecha en sí [in sich befriedigtes, en conciencia satisfecha y contenta consigo]. Y esa objetualidad o esa objetividad es lo que constituye su mundo; y esa objetualidad (o ese mundo) es la verdad de todo el mundo precedente [o se ha convertido en la verdad de todo el mundo precedente, del entero mundo precedente], tanto del ideal como del real [o de todos los mundos precedentes completos, tanto de los ideales, como de los reales]. En efecto, el primer mundo del espíritu [la eticidad, véase cap. VI, A, a, «El mundo ético…»] es el desplegado reino de la existencia del espíritu, que se dispersa, y de la certeza individualizada o particularizada de sí mismo [es decir, de la certeza individualizada o particularizada, vereinzelte, de distintos mundos éticos]; [el primer mundo del espíritu, digo, es el desplegado reino de esa su existencia del espíritu, que se desparrama y dispersa en términos análogos a como] la naturaleza desparrama y dispersa su vida en una infinita diversidad de formas [de mundos éticos distintos, de «mundos de la vida» distintos], sin que esté presente [o sin que quede presente, o sin que se haga presente] el género [Gattung] de ellas. [687] Pues bien, el segundo mundo del espíritu [«El mundo del espíritu extrañado de sí mismo», cap. VI, B, I y cap. VI, B, II] contiene ese género, y es el reino del ser-en-sí o de la verdad, contrapuesto a aquella certeza de sí mismo [a la certeza de sí mismo que caracterizaba al primero] X202X.3Es lo que representa el En-sí o el Ser-absoluto de la fe y de la intelección pura. Pero el tercer reino, lo útil, es la verdad que no se contrapone ya a la certeza de sí, o no contrapuesta ya a la certeza de sí , sino [una verdad] que es a la vez la certeza de sí mismo [o que es a la vez certeza de sí mismo]. Al reino de la verdad de la fe le faltaba el principio de la realidad, o lo que es lo mismo: le faltaba la certeza de sí mismo como este Einzelner, como este individuo particular. Y a la realidad, o a la certeza de sí mismo como este individuo particular, le faltaba el en-sí. En el objeto de la intelección pura quedan [ahora] unidos ambos mundos. Lo útil es el objeto en cuanto la autoconciencia [ahora] transe o penetra ese objeto [es decir, en cuanto la autoconciencia atraviesa ese objeto y ese objeto se le hace a ella así transparente] y tiene en él la certeza individual [einzelne] de sí misma, es decir, su satisfacción y goce (esto es, su ser-para-sí); la autoconciencia lo intelige [intelige el objeto, lo penetra] de esta forma, y esta intelección contiene la verdadera esencia del objeto [es decir, da con el verdadero ser del objeto, es ello el verdadero ser del objeto] (el ser un durchschautes, es decir, el ser algo que la autoconciencia penetra y transe, respecto a lo que la autoconciencia está al cabo de la calle, o lo que es lo mismo: el ser-para-otro) [por tanto ya no se contraponen para-sí y en-sí, certeza y verdad]; esa intelección es, pues, ella misma verdadero saber, esto es, saber verdadero [saber que no se aparta de la verdad, saber que es la verdad, que concuerda, pues, por entero con su objeto], y la autoconciencia tiene [o a la vez que la autoconciencia tiene] de modo asimismo inmediato la certeza universal de sí misma, es decir, su conciencia pura en esa relación en la que, por tanto, quedan aunadas tanto verdad como actualidad [Gegenwart] y realidad [Wirklichkeit]. Ambos mundos [el del En-sí ideal y el de la realidad] quedan reconciliados y el cielo queda así bajado y transplantado a la tierra X203X.4Esta idea del cielo transplantado a la Tierra a propósito de la utilidad resulta quizá menos extraña si se recuerda la noción expuesta más arriba de la ultimidad de la intercambiabilidad del en-sí y del para-otro y la extraña referencia al usus en el tratado De trinitate, libro VI, I, 11, de San Agustín.

Algunas aclaraciones

X201X = El resumen que el autor pasa a hacer a continuación es una glosa de la idea de mundo que el autor introdujo al principio del cap. VI. No olvide el lector que en el contexto del presente cap. VI las figuras de la conciencia (como modalizaciones de «la cosa misma») son figuras de mundo; se trata del mundo de la autoconciencia y del ser la autoconciencia su mundo.

X202X = Es lo que representa el En-sí o el Ser-absoluto de la fe y de la intelección pura.

X203X = Esta idea del cielo transplantado a la Tierra a propósito de la utilidad resulta quizá menos extraña si se recuerda la noción expuesta más arriba de la ultimidad de la intercambiabilidad del en-sí y del para-otro y la extraña referencia al usus en el tratado De trinitate, libro VI, I, 11, de San Agustín.

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Conversaciones en Madrid

[581] Si se examina el objeto alcanzado en referencia a toda esta esfera, se ve que el mundo efectivamente real de la cultura se había compendiado en la vanidad de la autoconciencia: en el ser-para-sí que aún tiene por contenido suyo la confusión de ese mundo, y que todavía es el concepto singular, aún no el concepto universal para sí. Pero, una vez retornado dentro de sí, este concepto es la intelección pura: la conciencia pura en cuanto el sí-mismo puro o la negatividad, igual que la fe es justamente lo mismo que el pensar puro o la positividad. La fe tiene en ese sí-mismo el momento que la complementa; — pero, dado que ella sucumbe por esta complementación, depende ahora de la intelección pura que veamos los dos momentos: en cuanto esencia absoluta que es puramente pensada o esencia negativa, y en cuanto materia que es lo ente positivo. A esta completud le falta todavía aquella realidad efectiva de la autoconciencia que pertenece a la conciencia vana: el mundo desde el cual el pensar se elevaba hasta sí. Esto que faltaba está ya alcanzado en la utilidad, en la medida en que la intelección pura lograba en ella la objetualidad positiva; por ella es conciencia efectivamente real y satisfecha en sí. Ahora bien, esta objetualidad es lo que constituye su mundo; ha llegado a ser la verdad de todo el mundo previo, tanto del ideal como del real. El primer mundo del espíritu es el reino extendido y desplegado de su existencia dispersándose y de la certeza singularizada sí mismo; igual que la naturaleza dispersa su vida en figuras infinitamente múltiples y variadas sin que esté presente el género de las mismas. El segundo mundo contiene el género, y es el reino del ser-en-sí, o de la verdad contrapuesta a aquella certeza. Pero el tercero, lo útil, es la verdad, que es asimismo también, la certeza sí mismo. Al reino de la verdad de la fe le falta el principio de la realidad efectiva o la certeza de sí mismo en cuanto esto singular. Pero a la realidad efectiva o certeza de sí mismo, en cuanto esto singular, le falta lo en-sí. En el objeto de la intelección pura, ambos mundos están unificados. Lo útil es el objeto, en la medida en que la mirada de la autoconciencia llega hasta el fondo de éste, y tiene en ella la certeza singular de sí mismo, su goce, (su ser-para sí); ella ve en él, lo intelige de esta manera, y esta intelección contiene la esencia verdadera del objeto; (el ser algo que ha sido visto hasta el fondo, o ser para otro); ella misma, es, pues, saber verdadero, y la autoconciencia tiene, en la misma medida, inmediatamente, la certeza universal de sí misma, su conciencia pura, en esta relación, en la cual están unificados, entonces, tanto verdad [681] como presencia y realidad efectiva. Ambos mundos están reconciliados, y el cielo se ha transplantado abajo, a la tierra.

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Conversations in Washington

[581] [581]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition If the attained object is viewed in relation to this entire sphere, then the actual world of cultural formation thus summed itself up in the vanity of self-consciousness – in being-for-itself, which still has its content in its fogginess, and which is still the singular concept and not yet the concept which is for itself universal. However, when that concept has returned into itself, it is pure insight – that is, it is pure consciousness as the pure self, or negativity, just as faith is the same pure consciousness as pure thinking, or positivity. In that self, faith has the moment which completes it – but, foundering through this supplementation, it is now in pure insight that we see both moments, as the absolute essence, which is purely thought, or the negative – and then as matter, which is the positive existent. – This culmination still lacks the actuality of self-consciousness, which belongs to the vain consciousness – the world from out of which thinking raised itself up to itself. What was lacking is attained in utility insofar as pure insight attains positive objectivity in utility. As a result, pure insight is an actual consciousness satisfied within itself. This objectivity now constitutes its world, and it has become the truth of the entire previous world, of the ideal as well as of the real world. The first world of spirit is the unfolded realm of spirit’s self-dispersing existence and of the thinned-out certainty of itself just as nature disperses its life into an infinite diversity of shapes without the genus of all the shapes being present. The second world contains the genus and is the realm of being-in-itself, or the truth opposed to that certainty. However, the third world, which is that of utility, is the truth which is just as much the certainty of itself. The realm of the truth of faith lacks the principle of actuality, or it lacks the certainty of itself as being this singular individual. [339] However, actuality, or the certainty of itself as this singular individual, lacks the in-itself. In the object of pure insight, both worlds are united. Utility is the object insofar as self-consciousness sees through it and has the singular certainty of itself, its enjoyment (its being-for-itself) within it. In this way, self-consciousness insightfully looks into it,6es sieht ihn auf diese Weise ein and this insight contains the true essence of the object (something which is seen through, or is for an other). This insight is thus itself true knowing, and self-consciousness just as immediately has the universal certainty of itself, or has its pure consciousness in this relationship in which truth as well as presence and actuality are therefore united. Both worlds are reconciled, and heaven is transplanted to the earth below.

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Conversaciones en el Atrium

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