Gespräche in der Dämmerung 00575
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / II. La Ilustración [II. Die Aufklärung] / b. La verdad de la Ilustración [b. Die Wahrheit der Aufklärung]
[El objeto que llenó la oquedad; los dos partidos de la Ilustración, el Ser absoluto y la materia; la metafísica cartesiana]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[575] Über jenes absolute Wesen gerät die Aufklärung selbst mit sich in den Streit, den sie vorher mit dem Glauben hatte, und teilt sich in zwei Parteien. Eine Partei bewährt sich erst dadurch als die siegende, daß sie in zwei Parteien zerfällt; denn darin zeigt sie das Prinzip, das sie bekämpfte, an ihr selbst zu besitzen und hiermit die Einseitigkeit aufgehoben zu haben, in der sie vorher auftrat. Das Interesse, das sich zwischen ihr und der anderen teilte, fällt nun ganz in sie und vergißt der anderen, weil es in ihr selbst den Gegensatz findet, der es beschäftigt. Zugleich aber ist er in das höhere siegende Element erhoben worden, worin er geläutert sich darstellt. So daß also die in einer Partei entstehende Zwietracht, welche ein Unglück scheint, vielmehr ihr Glück beweist.
Conversaciones en Valencia
[El objeto que llenó la oquedad; los dos partidos de la Ilustración, el Ser absoluto y la materia; la metafísica cartesiana]
[575]1Epígrafe: El objeto que llenó la oquedad; los dos partidos de la Ilustración, el Ser absoluto y la materia; la metafísica cartesiana. Acerca de ese ser absoluto [absolutes Wesen] la Ilustración cae consigo misma en la disputa o se ve envuelta consigo misma en la disputa que antes la Ilustración mantenía con la fe, de modo que ahora la Ilustración se divide en dos partidos. Un partido [en este caso la Ilustración que ha vencido a la fe] se acredita como vencedor precisamente por dividirse en dos partidos; pues con esto muestra que ese partido posee en él mismo el principio que ese partido combate [o combatió], y, por tanto, que ha superado la unilateralidad con que antes ese partido se presentaba. El interés que antes se dividía entre ese partido [la Ilustración] y el otro [la fe], cae ahora por entero del lado del primer partido [del vencedor], y este partido [la Ilustración] olvida al otro [la fe], porque ese interés encuentra ahora en ese partido mismo la contraposición que le da pábulo y lo ocupa. Con lo cual esa contraposición [al caer dentro de un mismo partido y precisamente de ése] ha quedado a la vez elevada al elemento vencedor, más alto, en el cual esa contraposición se presenta purificada. De modo, pues, que la discordia que se produce en un partido [en la Ilustración], que se diría una desgracia, es más bien una demostración de su buena fortuna [de que es él quien ha ganado en su disputa con la fe X188X].2Vide infra Algunas aclaraciones X188X.
Algunas aclaraciones
X188X
Hegel se está refiriendo a obras como L’Homme-machine (1747) o Historie naturelle de l’âme (1745) de J. O. de La Mettrie, por un lado, y a los Pensées philosophiques (1746) de Diderot, o quizá también a posiciones como la de Voltaire, por otro. A este respecto, el lector haría bien en recurrir a textos de Voltaire como el «Sermón de los cincuenta», probablemente de 1762, que curiosamente fue atribuido a La Mettrie y que Voltaire, en una nota introductoria, atribuye a Federico II de Prusia, o como la «Profesión de fe de los teístas», probablemente de 1768, que Voltaire dirige a Federico II identificando sus ideas con las de éste.
Tanto el primer libro de La Mettrie como el libro de Diderot (que erróneamente fue también atribuido a La Mettrie) fueron condenados en 1746 por el Parlamento de París a ser quemados públicamente. Ambos, por tanto, son percibidos como hostiles por el «partido de la fe». Pero a la vez ambos representan hitos de la polémica ilustrada entre materialismo ateo (La Mettrie) y deísmo (Diderot). Es decir, son bien representativos de los dos partidos contrapuestos en que en lo tocante al Absoluto se divide la Ilustración. Pese a que se trata de posiciones bien distintas, el «partido de la fe» no parece distinguir entre ellas, atribuyéndolas a una misma fuente, con tan buen olfato como mal criterio, pues la Fe ilustrada no resulta ser ella misma en definitiva sino uno de esos partidos, según entiende Hegel; la fe no logra reconocerse, pues, en aquello que condena; cuando se reconozca en ello se habrá convertido en fe ilustrada. Será entonces cuando la Ilustración se tenga ella a sí misma delante en una fe que ya no está, en una fe desvanecida. Como ya se ha dicho más arriba, la Ilustración madura, necesitada de figuraciones de su carácter absoluto, se sume en sí misma en un oscuro y sordo bullir y tejer, es decir, se hace entonces cada vez «más amante de los mitos», más nostálgica de ellos, con el riesgo constante de hacer dejación de sí y sucumbir al mito, o de convertirse ella a sí misma en mito que suplante al mito de la fe. Todos estos textos resultan accesibles en Internet, en el sitio Gallica (fondos digitalizados de la Biblioteca Nacional de Francia) o en el sitio Textes électroniques clandestins.
Conversaciones en Madrid
[575] A propósito de esa esencia absoluta, la propia Ilustración entra consigo mismo en el conflicto que antes XX*X3Cfr. supra en VI, B, II, a, en especial 00548 y sigs.; y 00565. tenía con la fe, y se divide en dos partidos. Un [673] partido sólo llega a acreditarse como vencedor cuando se descompone en dos partidos; pues con ello muestra poseer en él mismo el principio que combatía, y muestra, por ende, haber cancelado la unilateralidad con la que había entrado previamente en escena. El interés, que antes se dividía entre él y el otro partido, cae ahora totalmente dentro de él y se olvida del otro, pues encuentra dentro de él mismo la oposición que le tiene ocupado. Pero, a la vez, esta oposición ha sido elevada al elemento triunfante superior, en el que se presenta purificada. De tal manera, entonces, que la discordia que surge en un partido, pareciendo una desgracia, es más bien su dicha.
Algunas aclaraciones
XX*X = Cfr. supra en VI, B, II, a, en especial 00548 y sigs.; y 00565.
Conversations in Washington
[575] [575]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition The Enlightenment itself falls into conflict with itself over that absolute essence just as it had previously done with faith, and it now divides itself into two factions. One faction proves itself to be victorious as a result of breaking up into two factions, for in that breakup it points to the very principle it combats, and it thus shows both that it has that principle in its own self and that it thereby has sublated the one-sidedness within in which it formerly appeared. The interest that it shared with the other now falls entirely within itself, and it forgets the other because that interest finds within itself the opposition with which it engages. However, at the same time, the opposition has been elevated into the higher, victorious element in which it manifests itself in a clarified form. Thus, the discord which arises in one faction, and which seems to be a misfortune, proves to be its good fortune after all.