Gespräche in der Dämmerung 00574
C. (BB) Der Geist / C. (BB) El espíritu
VI. Der Geist / Capítulo VI: El espíritu
B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung
II. Die Aufklärung / II. La Ilustración
b. Die Wahrheit der Aufklärung / b. La verdad de la Ilustración
[De la igualdad de la autoconciencia y del ser; de cómo la señalada oquedad está ya suprimida y superada al final del cap. VI, B, I]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[574] [424] Das dumpfe, nichts mehr in sich unterscheidende Weben des Geistes ist also in sich selbst jenseits des Bewußtseins getreten, welches dagegen sich klar geworden ist. Das erste Moment dieser Klarheit ist in seiner Notwendigkeit und Bedingung dadurch bestimmt, daß die reine Einsicht oder sie, die an sich Begriff ist, sich verwirklicht; sie tut dies, indem sie das Anderssein oder die Bestimmtheit an ihr setzt. Auf diese Weise ist sie negative reine Einsicht, d. i. Negation des Begriffs; diese ist ebenso rein; und es ist damit das reine Ding, das absolute Wesen, das sonst keine weitere Bestimmung hat, geworden. Dies näher bestimmt, so ist sie, als absoluter Begriff, ein Unterscheiden von Unterschieden, die keine mehr sind, von Abstraktionen oder reinen Begriffen, die sich selbst nicht mehr tragen, sondern nur durch das Ganze der Bewegung Halt und Unterscheidung haben. Dieses Unterscheidendes Nichtunterschiedenen besteht gerade darin, daß der absolute Begriff sich selbst zu seinem Gegenstände macht und jener Bewegung gegenüber sich als das Wesen setzt. Dies entbehrt hierdurch der Seite, worin die Abstraktionen oder Unterschiede auseinandergehalten werden, und wird daher das reine Denken als reines Ding. – [424] Dies ist also eben jenes dumpfe bewußtlose Weben des Geistes in ihm selbst, zu dem der Glaube herabsank, indem er den unterschiedenen Inhalt verlor; – es ist zugleich jene Bewegung des reinen Selbstbewußtseins, der es das absolut fremde Jenseits sein soll. Denn weil dies reine Selbstbewußtsein die Bewegung in reinen Begriffen, in Unterschieden ist, die keine sind, so fällt es in der Tat in das bewußtlose Weben, d. i. in das reine Fühlen oder in die reine Dingheit zusammen. – Der sich selbst entfremdete Begriff – denn er steht hier noch auf der Stufe dieser Entfremdung – aber erkennt nicht dies gleiche Wesen beider Seiten, der Bewegung des Selbstbewußtseins und seines absoluten Wesens, nicht das gleiche Wesen derselben, welches in der Tat ihre Substanz und Bestehen ist. Indem er diese Einheit nicht erkennt, so gilt ihm das Wesen nur in der Form des gegenständlichen Jenseits, das unterscheidende Bewußtsein aber, das auf diese Weise das Ansich außer ihm hat, als ein endliches Bewußtsein.
Conversaciones en Valencia
[De la igualdad de la autoconciencia y del ser; de cómo la señalada oquedad está ya suprimida y superada al final del cap. VI, B, I]
[574] X186X1(Nota título del apartado: «b. La Verdad de la Ilustración»): Vide infra Algunas aclaraciones X186X. XX*X2Epígrafe: De la igualdad de la autoconciencia y del ser; de cómo la señalada oquedad está ya suprimida y superada al final del cap. VI, B, I. Ese sordo tejer y removerse del espíritu que ya no distingue nada en sí mismo se ha entrado, por tanto, en sí [se ha encerrado dentro de sí mismo], más allá de la conciencia, conciencia que, en cambio, se ha convertido en una conciencia clara. — En lo que respecta a su necesidad y condición, el primer momento de esa claridad se caracteriza porque la intelección pura, ella que en sí es concepto [o que es concepto, pero sólo en sí], se realiza, se vuelve realidad [es decir, después de la crítica de la fe, se tiene delante como lo que es, otro asunto es que se reconozca]; y la intelección pura hace eso poniendo en ella el ser-otro o la determinidad. De esta forma, la intelección pura es intelección pura negativa, es decir, es negación del concepto [Negation des Begriffes: la negación que representa el con- [677] /cepto, el ponerse el concepto como otro]; esta negación es asimismo pura; y con ello lo que ha resultado o lo que ha devenido es la pura cosa [reines Ding], el ser absoluto [das absolutes Wesen, el Ser supremo de la Ilustración], que carece de cualquier ulterior determinación. A fin de determinar con más detalle esto que acabamos de indicar digamos que la intelección pura, en cuanto concepto absoluto, es un distinguir distinciones que ya no son tales, un distinguir abstracciones o puros conceptos que ya no se sostienen a sí mismos, sino que sólo tienen sostén y distinción [es decir, que sólo se sostienen y sólo se distinguen] a través del todo del movimiento. Este distinguir lo no distinto consiste precisamente en que el concepto absoluto [y, por tanto, en este su haberse dado realidad] se convierte a sí mismo en objeto suyo [en objeto de sí mismo, en objeto del concepto], y frente a aquel movimiento [o respecto a ese movimiento del Todo o respecto a ese todo del movimiento] el concepto se pone él como el ser [Wesen]. Y éste [es decir, el ser, Wesen] se ve privado por eso mismo del lado en el que las abstracciones o las diferencias pueden mantenerse distintas o separadas, y se convierte por ello en puro pensamiento como pura cosa o en puro pensamiento pero como pura cosa [o en puro pensamiento de una pura cosa]. — Y en esto precisamente consiste ese sordo e inconsciente tejer del espíritu en sí mismo en que la fe acabó sumergiéndose y hundiéndose cuando perdió aquel su contenido distinto [sus figuraciones del más allá] X187X;3Vide infra Algunas aclaraciones X187X. [y ello] es asimismo ese movimiento de la autoconciencia pura, al que no tiene más remedio que surgirle aquel más-allá absolutamente extraño [o es a ese movimiento de la autoconciencia pura al que no tiene más remedio que surgirle ese más allá absolutamente extraño]. Pues precisamente porque esta autoconciencia pura es el movimiento en puros conceptos, es decir, precisamente porque esa autoconciencia pura es el movimiento en distinciones que no son tales distinciones, esa autoconciencia pura se viene efectivamente abajo, es decir, esa autoconciencia pura se hunde y se sumerge en ese inconsciente tejer y bullir, es decir, en el puro sentimiento o en la pura coseidad. — El concepto extrañado de sí mismo (pues el concepto está aún aquí en la etapa de ese extrañamiento) no reconoce, empero, este igual ser [Wesen] de ambos lados [no reconoce que ambos lados son la misma cosa, no se reconoce en aquello que tiene delante, que no es nada sino él mismo], es decir, [no reconoce el ser-igual] de los lados que representan el movimiento de la autoconciencia y su Ser absoluto, no re- [678] conoce el igual ser de ambos que es, efectivamente, su sustancia [la sustancia de ellos] y su consistencia [el darse ahí ellos, la consistencia de ellos, es decir, el existir de ellos como el ser de una diferencia que se reduce a igualdad]. En cuanto el concepto no reconoce esa unidad, no tiene más remedio que considerar el ser [Wesen] [el Ser absoluto] sólo en la forma de un más-allá objetual, es decir, de un más-allá objetivo [del más allá que tendría el carácter de un objeto], y no tiene más remedio que considerar a la conciencia distinguiente [a la conciencia de ese objeto], que de esta forma pone el en-sí fuera de ella, no tiene más remedio que considerarla, digo, como conciencia finita.
Algunas aclaraciones
X186X
(Nota al título del apartado: «b. La verdad de la Ilustración») Conviene que el lector recuerde que, conforme a lo dicho en los párrafos 00528 y siguientes, lo que el autor va a pasar a considerar ahora no es ni la fe en y de por sí, ni la intelección pura en y de por sí, ni las relaciones entre ambas (que ha sido el tema del apartado precedente), sino que lo que va a pasar a considerar es la relación de la intelección pura (de la Ilustración) con la realidad.
El resultado de esa consideración va a ser que la verdad de la Ilustración, sobre el trasfondo del vacío a que se ha referido en el apartado anterior, es la utilidad; la utilidad se le convierte en sino o destino. La visión de Hegel en buena parte se repite, pues, en lo que en la filosofía del siglo XX han sido las posiciones del último Husserl, de Heidegger o de Adorno, por señalar algunos ejemplos bien representativos de esa filosofía.
X187X
En el pasaje del apartado anterior, en que no se sabía bien si estaba hablando de la fe o del espíritu, se diría, pues, que estaba hablando de la fe. Por otro lado, aunque Hegel se está refiriendo aquí al movimiento romántico o prerromántico que él tiene a la vista, me parece que en el contexto de la literatura contemporánea la obra de E. Jünger representa magníficamente bien este oscuro, sordo e inconsciente tejer del espíritu hundido y sumergido en sí. En todo caso la Ilustración, al no hacerse concepto de sí misma, viene a verse envuelta en el mismo movimiento que la fe, pues era lo mismo que ésta, en la cual, sin embargo, no llegó a reconocerse. Diríase, por lo demás, que en el presente pasaje el término fe pierde (al menos por un momento) su referencia a la fe cristiana, que ha sido implícita en el cap. VI, B, I, b, y en el cap. VI, B, II, b, y se convierte en denominación genérica de las figuraciones que la autoconciencia se hace de su relación con su propio ser absoluto.
Conversaciones en Madrid
b. La verdad de la Ilustración
[574] Este vaivén abotargado del espíritu, que ya no diferencia nada dentro de sí, se ha adentrado, entonces, dentro de sí mismo, más allá de la conciencia, la cual, en cambio, se ha aclarado a sí. — El primer momento de esta claridad está determinado, en su necesidad y condición, por el hecho de que la intelección pura, o la intelección que es en sí concepto, se realiza efectivamente; lo hace al poner en ella el ser-otro o la determinidad. De esta manera, es la intelección pura negativa, esto es, la negación del concepto; esta negación es igualmente pura; y ha llegado a ser, por ende, la cosa pura, la esencia absoluta que no tiene ninguna otra determinación. Determinado esto más de cerca: ella, la intelección, en cuanto concepto absoluto, es un diferenciar de diferencias que ya no lo son, de abstracciones o de conceptos puros que ya no se sostienen a sí mismos, sino que sólo por el todo del movimiento tienen solidez y diferenciación. Este diferenciar lo no-diferente consiste precisamente en que el concepto absoluto hace de sí mismo su objeto, y se pone como la esencia frente a ese movimiento. Ésta carece, por consiguiente, del lado en el que se mantienen separadas las abstracciones o diferencias, y deviene, por eso, pensar puro en cuanto cosa pura. — Tal es justamente, entonces, ese vaivén abotargado y sin conciencia del espíritu dentro de él mismo en el que se había hundido la fe al perder el contenido diferenciado; a la vez, es aquel movimiento de la autoconciencia pura, para el cual ésta debe ser el más allá absolutamente extraño. Pues, como esta autoconciencia pura es el movimiento en conceptos puros, en diferencias que no lo son, ella se desmorona, de hecho, en el vaivén sin conciencia, esto es, en el sentir puro o en la cosidad pura. — Mas el concepto extrañado de sí mismo —pues él se encuentra aquí, todavía, en el nivel de este extrañamiento— no reconoce esta esencia igual en los dos lados, el del movimiento de la autoconciencia y el de la esencia absoluta de ésta: no reconoce la esencia igual de ambos, que es, de hecho, su substancia y su subsistencia. Al no reconocer esta unidad, la esencia vale a sus ojos sólo en la forma del más allá objetual, mientras que la conciencia diferenciadora, que de este modo tiene fuera de ella lo en-sí, vale a sus ojos como una conciencia finita.
Conversations in Washington
C. (BB.) Spirit
VI. Spirit
B. Spirit Alienated from Itself: Cultural Formation
II. The Enlightenment
b. The Truth of the Enlightment
[574] [574]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition The stupefied weaving by spirit that no longer has any differences within itself, has thus moved into a realm beyond consciousness, which in contrast has now become clear to itself. – The first moment of this clarity, in its necessity and condition, is as a result determined, so that the pure insight, or the insight which is in itself the concept, actualizes itself. It does this as it posits otherness, or the determinateness, in it. In this manner, it is negative pure insight, i.e., negation of the concept. This negation [334] is just as pure, and it has thereby become the pure thing, the absolute essence, which otherwise has no further determination. If it is more closely determined, then insight is the absolute concept, the differentiating of differences that are no longer differences, of abstractions or pure concepts which no longer support themselves but which have a firm hold and a difference only through the movement as a whole. This distinguishing of what is not distinguished thereby consists exactly in the absolute concept’s making itself its own object, and, over and against that movement, in its positing itself as the essence. The essence thereby dispenses with that aspect of the matter in which abstractions or differences are kept apart from each other, and hence it becomes pure thinking as a pure thing. – This is therefore just that former dull, unconscious weaving of a cloud of stupefaction in spirit itself, the same one into which faith sank when it lost all differentiated content. – This is at the same time the former movement of pure self-consciousness which was supposed to be the absolute, alien, other-worldly beyond. Because this pure self-consciousness is a movement within pure concepts, within differences that are no differences, pure self-consciousness actually collapses into that unconscious weaving of its own stupefaction, i.e., into pure feeling or pure thinghood. – It is the concept alienated from itself – for the concept still remains here at the stage of this alienation – but it does not cognize this same essence of both aspects, of the movement of self-consciousness and its absolute essence – it does cognize the same essence of both, which is in fact their substance and stable existence. While it does not cognize this unity, so does the essence count for the concept only in the form of an objective other-worldly beyond, whereas the differentiating consciousness, which in this way has the in-itself external to itself, counts as a finite consciousness.