Gespräche in der Dämmerung 00572

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / II. La Ilustración [II. Die Aufklärung] / a. La lucha de la Ilustración contra la superstición [a. Der Kampf der Aufklärung mit dem Aberglauben]

 

[2.h. La fe reducida a Ilustración; la insatisfacción de la Ilustración, la fe como mácula de insatisfacción de la razón ilustrada; la superación de la mácula]

Gespräche in Jena

[572] Die Aufklärung hat also über den Glauben darum eine unwiderstehliche Gewalt, daß sich in seinem Bewußtsein selbst die Momente finden, welche sie geltend macht. Die Wirkung dieser Kraft näher betrachtet, so scheint ihr Verhalten gegen ihn die schöne Einheit des Vertrauens und der unmittelbaren Gewißheit zu zerreißen, sein geistiges Bewußtsein durch niedrige Gedanken der sinnlichen Wirklichkeit zu verunreinigen, sein in seiner Unterwerfung beruhigtes und sicheres Gemüt durch die Eitelkeit des Verstandes und des eigenen Willens und Vollbringens zu zerstören. Aber in der Tat leitet [422] sie vielmehr die Aufhebung der gedankenlosen oder vielmehr begrifflosen Trennung ein, welche in ihm vorhanden ist. Das glaubende Bewußtsein führt doppeltes Maß und Gewicht, es hat zweierlei Augen, zweierlei Ohren, zweierlei Zunge und Sprache, es hat alle Vorstellungen verdoppelt, ohne diese Doppelsinnigkeit zu vergleichen. Oder der Glaube lebt in zweierlei Wahrnehmungen, der einen, der Wahrnehmung des schlafenden, rein in begrifflosen Gedanken, der anderen des wachen, rein in der sinnlichen Wirklichkeit lebenden Bewußtseins, und in jeder führt er eine eigene Haushaltung, – Die Aufklärung beleuchtet jene himmlische Welt mit den Vorstellungen der sinnlichen und zeigt jener diese Endlichkeit auf, die der Glaube nicht verleugnen kann, weil er Selbstbewußtsein und hiermit die Einheit ist, welcher beide Vorstellungsweisen angehören und worin sie nicht auseinanderfallen; denn sie gehören demselben untrennbaren einfachen Selbst an, in welches er übergegangen ist.

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Conversaciones en Valencia

[2.h. La fe reducida a Ilustración; la insatisfacción de la Ilustración, la fe como mácula de insatisfacción de la razón ilustrada; la superación de la mácula]

[572] [674]1Epígrafe: 2.h. La fe reducida a Ilustración; la insatisfacción de la Ilustración, la fe como mácula de insatisfacción de la razón ilustrada; la superación de la mácula. La Ilustración tiene, pues, sobre la fe un poder irresistible que radica en que en la propia conciencia de la fe se encuentran los momentos que la Ilustración hace valer. Considerando más detalladamente el efecto de esta fuerza, el comportamiento de la Ilustración contra la fe tiene la apariencia de romper o desgarrar la bella unidad de la confianza y la certeza inmediata, de enturbiar la conciencia espiritual de la fe mediante [atribuyendo a la fe] bajos pensamientos referentes [a] la realidad sensible, y [la Ilustración tiene la apariencia] de destruir el talante de la fe, seguro y tranquilo en su sumisión, mediante la vanidad y frivolidad petulantes del entendimiento y de la propia voluntad y del propio obrar de uno [del propio hacer de uno]. Pero en realidad lo que la Ilustración más bien hace es introducir la supresión y superación de esa separación carente de pensamiento, o más bien, carente de concepto, que se da en la fe. La conciencia creyente emplea una doble medida y peso, tiene dos clases de ojos, dos clases de oídos, dos clases de lengua y lenguaje, la conciencia creyente duplica [o ha duplicado] todas las representaciones, sin pasar a comparar y a cotejar entre sí ese doble sentido de todo. O lo que es lo mismo: la conciencia creyente vive en dos clases de percepciones [Wahrnehmungen, en dos clases o modos de tomar las cosas en lo que ellas son en su verdad], la primera [clase] son las [percepciones] de la conciencia durmiente que vive y se mueve en pensamientos o ideas [acerca del más allá] puramente carentes de concepto, la otra las percepciones de la conciencia en vigilia, que vive puramente en la realidad sensible, y en cada una de esas dos clases de percepciones [las de la conciencia en modorra y las de la conciencia en vigilia] la conciencia creyente lleva su propia contabilidad [lleva una contabilidad distinta en cada una de ellas]. — La Ilustración, en cambio [rompiendo esa doble contabilidad], ilumina aquel mundo celestial con las representaciones del sensible; y muestra en aquél o muestra a aquél esa finitud [lo deja convicto de esa finitud] que la fe no puede negar porque la fe es autoconciencia y, por tanto, es la unidad a la que pertenecen ambas formas de representación y en donde esas representaciones no se vuelven la espalda las unas a las otras, ni pueden resultar dispares unas a otras, pues pertenecen al mismo self insepara- [675] /blemente simple o indisociablemente simple, al que la fe ha pasado o transitado.

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Conversaciones en Madrid

[572] La Ilustración, entonces, ejerce sobre la fe un poder irresistible por el hecho de que en la conciencia misma de la fe se encuentran los momentos que la Ilustración hace valer. Si se considera más de cerca el efecto de esta fuerza, parece que el comportamiento de ella para con la fe desgarra la bella unidad de la confianza y de la certeza inmediata, mancilla su conciencia espiritual por medio de bajos pensamientos de la realidad efectiva sensible, y destruye su ánimo, seguro y apaciguado en la sumisión, por medio de la vanidad del entendimiento y de la voluntad y el llevar a cabo propios. Pero, de hecho, más bien, [669] la Ilustración induce que se cancele la separación sin pensamiento, o más bien, sin concepto, que hay en la fe. La conciencia creyente utiliza dos pesos y medidas, tiene dos clases de ojos, dos clases de oídos, dos clases de lengua y de idioma, tiene duplicadas todas sus representaciones sin pararse a comparar estos dobles sentidos. O bien, la fe vive en dos clases de percepciones, una, la percepción de la conciencia dormida, que vive puramente en pensamientos sin concepto, otra, la de la conciencia despierta, que vive puramente en la realidad efectiva sensible, y cada una de ellas tiene su propia economía. — La Ilustración ilumina ese mundo celestial con las representaciones de lo sensible; y le señala a ese cielo esta finitud que la fe no puede negar, porque es autoconciencia y, le señala, por tanto, la unidad a la que pertenecen ambos modos de representación y en la que ellos no se desagregan, pues pertenecen ambos al mismo sí-mismo simple inseparable al que la fe ha pasado.

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Conversations in Washington

[572] [572]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition The Enlightenment therefore has an irresistible authority over faith for the reason that faith itself finds within its own consciousness the moments which the Enlightenment itself has validated. If the effect of this force is examined more closely, then its comportment with respect to faith seems to disrupt the beautiful unity of trust and faith’s immediate certainty; it seems to pollute its spiritual consciousness with the lower thoughts of sensuous actuality and through the vanity of the intellect, of self-will, and of self-fulfillment, to destroy faith’s heart, which is motionless and secure in its submission. However, in fact the Enlightenment marks instead the beginning of the sublation of the unthinking separation, or instead the separation which is itself devoid of the concept, which is present in faith. The faithful consciousness weighs and measures by a double standard. It has two sorts of eyes and ears, two tongues and languages, and it doubles all its representational thoughts without ever comparing these ambiguities. Or, faith lives within two sorts of perception, one of which is that of the slumbering, utterly conceptless consciousness, and the other that of the waking consciousness, which lives purely in sensuous actuality. Moreover, it keeps a separate set of account books in each of them. – The Enlightenment illuminates that heavenly world with representations drawn from the sensuous world, and it points out to faith this finitude which faith cannot deny because faith is self-consciousness, and because faith is the unity to which both kinds of representations belong and within which they do not come [333] undone from one another, for both kind belong to the same indivisible simple self into which faith has passed over.

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Conversaciones en el Atrium

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