Gespräche in der Dämmerung 00550

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / II. La Ilustración [II. Die Aufklärung] / a. La lucha de la Ilustración contra la superstición [a. Der Kampf der Aufklärung mit dem Aberglauben]

 

[1.c. La fe como lo otro en que la intelección pura se tiene a sí misma, o la fe como intelección pura que se ignora a sí misma; la categoría; lo que la Ilustración y su lucha son en sí, con un excurso acerca de la confianza y del reconocerse en el otro]

Gespräche in Jena

[550] Von der ändern Seite ist der Begriff der reinen Einsicht sich ein Anderes als sein Gegenstand; denn eben diese negative Bestimmung macht den Gegenstand aus. So spricht sie also von der ändern Seite auch das Wesen des Glaubens aus als ein dem Selbstbewußtsein Fremdes, das nicht sein Wesen, sondern als ein Wechselbalg ihm unterschoben sei. Allein die Aufklärung ist hier völlig töricht; der Glaube erfährt sie als ein Sprechen, das nicht weiß, was es sagt, und die Sache nicht versteht, wenn es von Pfaffenbetrug und Volkstäuschung redet. Sie spricht hiervon, als ob durch ein Hokuspokus der taschenspielerischen Priester dem Bewußtsein etwas absolut Fremdes und Anderes für das Wiesen untergeschoben würde, und sagt zugleich, daß dies ein Wesen des Bewußtseins sei, daß es daran glaube, ihm vertraue und sich es geneigt zu machen suche, – d.h. daß es darin sein reines Wesen ebensosehr als seine einzelne und allgemeine Individualität anschaue und durch sein Tun diese Einheit seiner selbst mit seinem Wesen hervorbringe. Sie sagt unmittelbar das, was sie als ein dem Bewußtsein Fremdes aussagt, als das Eigenste desselben aus. – Wie mag also sie von Betrug und Täuschung sprechen? Indem sie unmittelbar das Gegenteil dessen, was [407] sie vom Glauben behauptet, selbst von ihm ausspricht, zeigt sie diesem vielmehr sich als die bewußte Lüge. Wie soll Täuschung und Betrug da stattfinden, wo das Bewußtsein in seiner Wahrheit unmittelbar die Gewißheit seiner selbst hat, wo es in seinem Gegenstande sich selbst besitzt, indem es sich ebensowohl darin findet als hervorbringt? Der Unterschied ist sogar in den Worten nicht mehr vorhanden. – Wenn die allgemeine Frage aufgestellt worden ist, ob es erlaubt sei, ein Volk zu täuschen, so müßte in der Tat die Antwort sein, daß die Frage nichts tauge, weil es unmöglich ist, hierin ein Volk zu täuschen. – Messing statt Goldes, nachgemachte Wechsel statt echter mögen wohl einzeln verkauft, eine verlorene Schlacht als eine gewonnene mehreren aufgeheftet und sonstige Lügen übersinnliche Dinge und einzelne Begebenheiten auf eine Zeitlang glaubhaft gemacht werden; aber in dem Wissen von dem Wesen, worin das Bewußtsein die unmittelbare Gewißheit seiner selbst hat, fällt der Gedanke der Täuschung ganz hinweg.

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Conversaciones en Valencia

[550] Pero, por el otro lado, el concepto de la intelección pura se es a sí mismo [es para sí mismo] algo distinto de su objeto [es decir, del objeto de ese concepto]; pues precisamente esta determinación negativa es lo que constituye al objeto; y asi la intelección pura, también desde este otro lado, [652] declara la esencia de la fe [o entiende el ser de la fe] como algo extraño a la autoconciencia, como algo que no es el ser [o no es ser] [Wesen] de la autoconciencia, sino que le ha sido puesto en lugar de ese ser como una especie de monstruo o engendro que suplanta a ese ser. Sólo que la Ilustración está en este punto totalmente loca [la Ilustración es en este punto un puro desatino]; la fe no puede ver en la Ilustración sino una forma de hablar que no sabe lo que dice, y que no entiende ni siquiera de qué se trata cuando habla de embustes y fábulas de los curas y cuando habla de que se está engañando al pueblo. La Ilustración habla de ello como si por arte de birlibirloque unos curas prestidigitadores fuesen capaces de colarle (y suplantarle) a la conciencia la verdadera esencia de ésta por algo que le es absolutamente extraño, por algo que a esa conciencia le es absolutamente otro, y la Ilustración dice a la vez que tal engendro sería al tiempo un ser de la conciencia, un ser [Wesen] en el que la conciencia cree, en el que la conciencia confía y que la conciencia trata de hacérselo propicio, es decir, en el que la conciencia ve su propia esencia [Wesen] pura, la ve como su individualidad particular y como su individualidad universal [es decir, la ve como individualidad particular y como indiviualidad esencial de la conciencia], y, por medio de su hacer, produce o suscita esta unidad de sí misma con su esencia. La Ilustración, por tanto, aquello que ella declara algo extraño a la conciencia, inmediatamente lo declara como lo más propio de la conciencia. — ¿Cómo puede hablar entonces de embuste y engaño? Al enunciar inmediatamente de la fe exactamente lo contrario de aquello que afirma de ella, la Ilustración se muestra más bien a la fe como no consistiendo la Ilustración sino en una mentira consciente [sic]. ¿Cómo pueden darse la equivocación y el engaño allí donde inmediatamente la conciencia tiene en su verdad [en la verdad de la conciencia, en el objeto de la conciencia] la certeza de sí misma, allí donde la conciencia se posee a sí misma en su objeto, pues que la conciencia tanto se encuentra en él como lo produce? La diferencia ni siquiera se produce ya en las palabras. — Pues cuando se hace la pregunta general de si es lícito engañar a un pueblo, la respuesta debería ser que la pregunta no sirve, no vale; porque es imposible engañar en este asunto a un pueblo. En este o aquel caso, a este o aquel particular, quizá se le pueda vender cobre diciéndole que es oro, o quizá se le pueda encajar moneda falsa en lugar de dinero auténtico, y quizá a muchos se les pueda convencer de que una batalla perdida fue en realidad una batalla que [653] se ganó, y también mentiras de otro tipo acerca de las cosas sensibles y de sucesos particulares puedan tal vez hacerse creíbles durante un largo tiempo; pero en lo que respecta al saber del ser o de la esencia en que la autoconciencia tiene la certeza inmediata de sí misma, la idea de engaño está totalmente fuera de lugar.

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Conversaciones en Madrid

[550] Del otro lado, el concepto de la intelección pura se es a sí algo otro distinto que su objeto; pues precisamente esta determinación negativa es lo que constituye el objeto. Así, entonces, del otro lado, la intelección enuncia también la esencia de la fe como algo extraño a la autoconciencia, que no es su esencia, sino que se le ha colado como el hijo de un íncubo. Pero la Ilustración es aquí completamente insensata; la experiencia que la fe tiene de ella es la de un hablar que no sabe lo que dice, y que no entiende el asunto cuando habla del engaño de los curas y de embaucamiento del pueblo. Habla de ello como si, por un juego de magia del cura prestigidador, se le estuviera colando a la conciencia algo absolutamente extraño y otro para la esencia, y a la vez dice que eso extraño es una esencia de la conciencia, que ésta cree en ello, confía en ello e intenta inclinarlo a su favor; — es decir, que contempla en ello su esencia pura tanto como su individua– [647] /lidad singular y universal, y que por medio de su práctica, produce esta unidad de sí misma con su esencia. Declara de manera inmediata que lo que declara como algo extraño a la conciencia es lo más propio de ella. — ¿Cómo puede entonces, hablar de engaño y de embaucamiento? Al enunciar ella misma acerca de la fe lo contrario de lo que afirma de ésta, se muestra ante ella más bien como la mentira consciente. ¿Cómo va a haber aquí engaño y embaucamiento, cuando la conciencia tiene dentro de su verdad inmediatamente la certeza de sí misma; cuando se posee a sí misma en su objeto, en tanto que, en él, ella tanto se encuentra como se produce? La diferencia no está ya ni siquiera en las palabras. — Planteada la pregunta general de si es lícito engañar a un pueblo XX*X,1Hegel se refiere a un concurso de la Academia de las Ciencias de Berlín, que planteó en el año 1778, bajo Federico el Grande, e inspirado por D’Alambert, « Est-il utile au peuple d’être trompé, soit qu’on l’induise dand de nouvelles erreurs, ou qu’on l’entretienne dans celles où il est ? » ; cf. Nouveaux Mémoires de l’Academie Royale des Sciences et Belles-Letteres Anné 1780, Berlín, 1782, p. 14. la respuesta, de hecho, debería ser que la pregunta no vale, porque es imposible engañar a un pueblo en algo así. En ocasiones sueltas puede muy bien venderse latón por oro, hacer pasar una letra de cambio falsa por verdadera, o que unos cuantos crean que una batalla perdida fue ganada, y durante un tiempo pueden hacerse creíbles otras mentiras sobre cosas sensibles y sucesos sueltos; pero en el saber acerca de la esencia, donde la conciencia tiene la certeza inmediata de sí misma, la idea de engaño está completamente descartada.

Algunas aclaraciones

XX*X = Hegel se refiere a un concurso de la Academia de las Ciencias de Berlín, que planteó en el año 1778, bajo Federico el Grande, e inspirado por D’Alambert, « Est-il utile au peuple d’être trompé, soit qu’on l’induise dand de nouvelles erreurs, ou qu’on l’entretienne dans celles où il est ? » ; cf. Nouveaux Mémoires de l’Academie Royale des Sciences et Belles-Letteres Anné 1780, Berlín, 1782, p. 14.

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Conversations in Washington

[550] [550]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition On the other side, the concept of pure insight is, to itself, an other than its object, for it is just this negative determination which constitutes the object. So, from that other aspect, it also expresses the essence of faith to be alien to self-consciousness, not the essence of self-consciousness but rather a changeling3Wechselbalg covertly foisted on it. However, here the Enlightenment is being completely fatuous, and faith experiences the Enlightenment as a way of talking that neither knows what it is saying, nor understands what is at stake when it talks about clerical fraud and the deception of the people. It speaks about this as if through some kind of hocus-pocus, priestly conjurers foisted on consciousness something absolutely alien and other to it as its essence, and at the same time it says that this is the essence of consciousness, that consciousness believes in it, trusts in it, and seeks to make it favorably disposed towards itself – which is to say that consciousness intuits its pure essence likewise to be its singular and universal individuality in that essence, and, through its own doing, it engenders this unity of itself with its essence. It immediately declares that what it pronounces to be alien to consciousness is what is ownmost to consciousness – How, then, can it possibly speak about deception and mystification? While what it immediately says about faith is the opposite of what it asserts about faith, to faith itself it appears instead to be a conscious lie. How are deception and mystification to come about at the very point where consciousness immediately has in its truth the certainty of itself, at the very point where it possesses itself in its object, while it is to be found in the object equally as much as it engenders itself in it? In the words being used, the difference is no longer present. – However much the general question was once raised, “whether it is permissible to deceive a people?”, still the answer in fact should have been that the question itself is ill-posed because it is impossible to deceive a people about this matter. Putting brass in place of gold and offering counterfeit instead of genuine coins may well have swindled individuals many a time; many people have been led to believe that a battle lost was a battle won; and lies of all sorts about empirical things and particular events have been made plausible for a while. However, within the knowing of that essence in which consciousness has immediate certainty of itself, the notion that it is sheer delusion is entirely out of the question.

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Conversaciones en el Atrium

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