Gespräche in der Dämmerung 00528

Parte de:

C. (BB) El Espíritu [C. (BB). Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / I. El mundo del espíritu extrañado de sí mismo [I. Die Welt des sich entfremdeten Geistes] / b. La fe y la intelección pura [b. Der Glaube und die reine Einsicht]

 

[De cómo la intelección pura y la fe pertenecen al mismo elemento y representan un mismo movimiento de retorno]

Gespräche in Jena

[528] Dies reine Bewußtsein des absoluten Wesens ist ein entfremdetes. Es ist näher zu sehen, wie dasjenige sich bestimmt, dessen Anderes es ist, und es ist nur in Verbindung mit diesem zu betrachten. Zunächst nämlich scheint dies reine Bewußtsein [392] nur die Welt der Wirklichkeit sich gegenüber zu haben; aber indem es die Flucht aus dieser und dadurch die Bestimmtheit des Gegensatzes ist, so hat es diese an ihm selbst; das reine Bewußtsein ist daher wesentlich an ihm selbst sich entfremdet, und der Glaube macht nur eine Seite desselben aus. Die andere Seite ist uns zugleich schon entstanden. Das reine Bewußtsein ist nämlich so die Reflexion aus der Welt der Bildung, daß die Substanz derselben sowie die Massen, in welche sie sich gliedert, sich als das zeigten, was sie an sich sind, als geistige Wesenheiten, als absolut unruhige Bewegungen oder Bestimmungen, die sich unmittelbar in ihrem Gegenteil aufheben. Ihr Wesen, das einfache Bewußtsein ist also die Einfachheit des absoluten Unterschiedes, der unmittelbar kein Unterschied ist. Es ist hiermit das reine Fürsichsein, nicht als dieses Einzelnen, sondern das in sich allgemeine Selbst als unruhige Bewegung, die das ruhige Wesen der Sache angreift und durchdringt. In ihm ist also die Gewißheit, welche sich selbst unmittelbar als Wahrheit weiß, das reine Denken als der absolute Begriff in der Macht seiner Negativität vorhanden, die alles gegenständliche, dem Bewußtsein gegenüber sein sollende Wesen vertilgt und es zu einem Sein des Bewußtseins macht. – Dies reine Bewußtsein ist zugleich ebensosehr einfach, weil eben sein Unterschied kein Unterschied ist. Als diese Form der einfachen Reflexion-in-sich aber ist es das Element des Glaubens, worin der Geist die Bestimmtheit der positiven Allgemeinheit, des Ansichseins gegen jenes Fürsichsein des Selbstbewußtseins hat. – Aus der wesenlosen, sich nur auflösenden Welt in sich zurückgedrängt, ist der Geist, nach der Wahrheit, in ungetrennter Einheit sowohl die absolute Bewegung und Negativität seines Erscheinens wie ihr in sich befriedigtes Wesen und ihre positive Ruhe. Aber überhaupt unter der Bestimmtheit der Entfremdung liegend, treten diese beiden Momente als ein gedoppeltes Bewußtsein auseinander. Jenes ist die reine Einsicht, als der sich im Selbstbewußtsein zusammenfassende geistige Prozeß, welcher das Bewußtsein des Positiven, [393] die Form der Gegenständlichkeit oder des Vorstellens sich gegenüber hat und sich dagegen richtet; ihr eigener Gegenstand aber ist nur das reine Ich. – Das einfache Bewußtsein des Positiven oder der ruhigen Sichselbstgleichheit hat hingegen das innere Wesen als Wesen zum Gegenstande. Die reine Einsicht hat daher zunächst an ihr selbst keinen Inhalt, weil sie das negative Fürsichsein ist; dem Glauben dagegen gehört der Inhalt an, ohne Einsicht. Wenn jene nicht aus dem Selbstbewußtsein heraustritt, so hat dieser seinen Inhalt zwar ebenfalls im Element des reinen Selbstbewußtseins, aber im Denken, nicht in Begriffen, im reinen Bewußtsein, nicht im reinen Selbstbewußtsein. Er ist hiermit zwar reines Bewußtsein des Wesens, d.h. des einfachen Innern, und ist also Denken, – das Hauptmoment in der Natur des Glaubens, das gewöhnlich übersehen wird. Die Unmittelbarkeit, mit der das Wesen in ihm ist, liegt darin, daß sein Gegenstand Wesen, d.h. reiner Gedanke ist. Diese Unmittelbarkeit aber, insofern das Denken ins Bewußtsein oder das reine Bewußtsein in das Selbstbewußtsein eintritt, erhält die Bedeutung eines gegenständlichen Seins, das jenseits des Bewußtseins des Selbsts liegt. Durch diese Bedeutung, welche die Unmittelbarkeit und Einfachheit des reinen Denkens im Bewußtsein erhält, ist es, daß das Wesen des Glaubens in die Vorstellung aus dem Denken herabfällt und zu einer übersinnlichen Welt wird, welche wesentlich ein Anderes des Selbstbewußtseins sei. – In der reinen Einsicht hingegen hat der Übergang des reinen Denkens ins Bewußtsein die entgegengesetzte Bestimmung; die Gegenständlichkeit hat die Bedeutung eines nur negativen, sich aufhebenden und in das Selbst zurückkehrenden Inhalts, d.h. nur das Selbst ist sich eigentlich der Gegenstand, oder der Gegenstand hat nur Wahrheit, insofern er die Form des Selbsts hat.

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Conversaciones en Valencia

[De cómo la intelección pura y la fe pertenecen al mismo elemento y representan un mismo movimiento de retorno]

[528]1Epígrafe: De cómo la intelección pura y la fe pertenecen al mismo elemento y representan un mismo movimiento de retorno. Esta conciencia pura o esta pura conciencia del Ser absoluto es una conciencia extrañada. Hay que ver con más detalle cómo se determina aquello, el otro de lo cual [o lo otro de lo cual] es esa conciencia, y esa conciencia hay que considerarla solamente en conexión con él o en conexión con ello. Pues de entrada esta conciencia pura sólo parece tener frente a sí el mundo de la realidad; pero en cuanto ella es la huida de esa realidad y, por tanto, ella es la determinidad de la contraposición [la determinidad que representa esa contraposición respecto al mundo de la realidad], resulta que la conciencia tiene en ella misma esa realidad [como aquello desde lo que y contra lo que ella se determina]; por tanto, la conciencia pura, en sí misma, está esencialmente extrañada de sí, y la fe constituye solamente un lado de esa conciencia. El otro lado nos ha surgido ya a la vez. Pues la conciencia pura es la reflexión desde el mundo de la formación o Bildung, en términos tales que la sustancia de ese mundo, así como las masas o esferas en que ese mundo se articula, mostráronse como aquello que ellas son en sí [Todo extrañado], es decir, como esencialidades espirituales [como esencialidades que, siendo lo que son, lo son en la forma de consistir en otros, y no son lo que son sino transitando a consistir en otros y que sólo en tales términos se reflicten en sí], como movimientos absolutamente inquiescentes o como determinaciones que inmediatamente se suprimen y superan en su contrario. La esencia de esos movimientos o determinaciones, es decir, la conciencia simple es, pues, la simplicidad de la diferencia absoluta, que inmediatamente no es [no se es] diferencia ninguna X127X.2Ya he indicado más arriba que al final del cap. VI, B, I, a, el autor se estaba remitiendo a la temática del cap. III. Esa conciencia es, pues, el puro ser-para- [633] /, no como el ser-para-sí de este individuo particular, sino [esa conciencia es] el self en sí universal como movimiento inquieto y sin fin que ataca a la tranquila o quiescente esencia de la cosa [Sache], y la atraviesa y penetra. En esa conciencia está, pues, presente [o tenemos presente, o figura en ella] la certeza que se sabe a sí misma inmediatamente como verdad, es decir, como el puro pensamiento, como el concepto absoluto en el poder [o con el poder] de su negatividad que elimina o aniquila todo ser objetivo, todo ser objetual que hubiese de quedar frente a la conciencia, y lo convierte en un ser de la conciencia. — Esta conciencia, pese a eso, y a la vez que pura, es una conciencia simple, porque su diferencia no es diferencia alguna. Y precisamente esa conciencia, en cuanto esta forma de reflexión simple en sí [o en cuanto la descrita forma de simple reflexión en sí], precisamente esa conciencia, digo, es el elemento de la fe, en el que [o en la que] el espíritu tiene la determinidad de la universalidad positiva [consiste en ella], es decir, [tiene la determinidad] del ser-en-sí frente al ser-para-sí de la autoconciencia. — Hecho retroceder sobre sí desde ese mundo sin esencia, desde ese mundo que no consiste sino en estar en disolución [desde ese mundo que no consiste sino en un estar deshaciéndose], el espíritu, conforme a la verdad, o conforme a su verdad, es (en inseparada o indivisa unidad) tanto el movimiento absoluto y la negatividad de su fenómeno [de ese su mostrarse, de ese su mostrarse así el espíritu], como la esencia en sí pacificada y aquietada de ese fenómeno, y la positiva quietud o quiescencia en sí [in sich] de ese fenómeno X128X.3Recuerde el lector lo dicho por el autor en las últimas lineas del cap. VI, B, I, a, y las consideraciones del autor sobre esencia y fenómeno en el cap. III. Pero al estar bajo la determinidad del extrañamiento, esos dos momentos [movimiento y quiescencia] caen uno fuera del otro [se separan] como una doble conciencia. El primero es el puro inteligir [la pura intelección, la intelección pura, la reine Einsicht, el Insight puro] como el proceso espiritual descrito, en cuanto un proceso que se reasume o recoge él en la autoconciencia, al cual le queda enfrente la conciencia de lo positivo (la forma de la objetualidad o la forma del representar) [le queda enfrente la fe] y se endereza contra ella; si bien [aunque se enderece contra la fe] el objeto propio de la intelección pura [de esa reine Einsicht] es sólo el yo puro. — En cambio, la conciencia pura de lo positivo o de la quieta igualdad de la autoconciencia consigo misma [es decir, la fe], no tiene por objeto sino el ser interior [inneres Wesen] como tal ser. La intelección pura [a diferencia de la fe] no empieza teniendo en ella ningún contenido, porque tal intelección pura no es sino el negativo ser-para-sí; [634] y a la fe, en cambio, pertenece el contenido, pero sin intelección, es decir, sin Einsicht [sin insight]. Y si [como estamos viendo] la intelección pura no sale de la autoconciencia, resulta que también la fe tiene su contenido en el elemento de la autoconciencia pura [es decir, al igual que la intelección pura, tampoco la fe sale de la autoconciencia], pero [la fe tiene ese contenido] en el pensamiento [en idealidades que estuviesen ahí delante], no en conceptos, y por tanto en la conciencia pura, y no en la autoconciencia pura X129X.4Es decir, en idealidades que la conciencia pura tuviese ahí delante, no en el saberse la conciencia pura ese su objeto y, por tanto, no en la autoconciencia pura. Con lo cual la fe es, ciertamente, conciencia de la esencia [Wesen], del interior simple y es, por tanto, pensamiento [Denken]: este es el principal momento en la naturaleza de la fe, que habitualmente suele pasarse por alto X130X.5No debe pasarse por alto esta idea de Hegel si se quiere entender bien la presente sección B de este cap. VI y sobre el todo el cap. VII, C. El pensamiento se enfrenta a la fe, en cuanto la fe es pensamiento, y habrá de hacerlo, por tanto, a la altura del pensamiento que la fe representa y dándose alcance a sí mismo en ella. La inmediatez con la que el ser [Wesen] está en la fe [la inmediatez que caracteriza al objeto de la fe], consiste en que su objeto [el objeto de la fe] es ser o esencia [Wesen], es decir, es pensamiento puro [pura idea, puro Gedanke, pura cosa pensada]. Con lo cual, en cuanto el pensamiento [Denken] entra en la conciencia, o lo que es lo mismo: en cuanto la pura conciencia entra en la autoconciencia, esa inmediatez cobra el significado de un ser [Seyn] objetivo [pasa a significar Seyn objetivo] que queda más allá de la conciencia del self [de la conciencia que representa el self, o el serse el self consciente de sí] X131X.6Vide infra Algunas aclaraciones X131X. Y a causa de este significado que la inmediatez y simplicidad del pensamiento puro cobra en la conciencia, ocurre que [o se produce que] desde el pensamiento la esencia de la fe [es decir, el ser, Wesen, sobre el que versa la fe] cae en la representación X132X,7Vide infra Algunas aclaraciones X132X. convirtiéndose [la esencia] [por esta vía de caer del pensamiento en la representación] en un mundo suprasensible que esencialmente sería otro [que sería algo distinto] que la autoconciencia [o sería otra cosa que la autoconciencia]. — En la intelección pura [en la reine Einsicht], en cambio, el tránsito del pensamiento puro a la conciencia tiene la determinación opuesta X133X;8En la intelección pura, en cambio, «el tránsito del pensamiento puro a la conciencia», es decir, el quedarnos ahí delante algo, aunque sea en la forma de una pura idealidad, tiene «el significado de un contenido sólo negativo», es decir, de algo que no se muestra ahí sino deshaciéndose en su movimiento de retorno al self. la objetualidad u objetividad tiene el significado de un contenido sólo negativo, que se suprime y supera a sí mismo y retorna al self, es decir, solamente el self es o se es propiamente el objeto, el objeto tiene solamente verdad en cuanto el objeto tiene la forma del self.

Algunas aclaraciones

X127X

Ya he indicado más arriba que al final del cap. VI, B, I, a, el autor se estaba remitiendo a la temática del cap. III.

X128X

Recuerde el lector lo dicho por el autor en las últimas lineas del cap. VI, B, I, a, y las consideraciones del autor sobre esencia y fenómeno en el cap. III.

X129X

Es decir, en idealidades que la conciencia pura tuviese ahí delante, no en el saberse la conciencia pura ese su objeto y, por tanto, no en la autoconciencia pura.

X130X

No debe pasarse por alto esta idea de Hegel si se quiere entender bien la presente sección B de este cap. VI y sobre el todo el cap. VII, C. El pensamiento se enfrenta a la fe, en cuanto la fe es pensamiento, y habrá de hacerlo, por tanto, a la altura del pensamiento que la fe representa y dándose alcance a sí mismo en ella.

X131X

En cuanto el pensamiento entra en la conciencia, es decir, en cuanto nos volvemos conscientes de idealidades que no consisten sino en puro pensamiento, que no son sino esencialidades pensadas, o lo que es lo mismo: en cuanto nos volvemos conscientes de las idealidades que han quedado ahí a la vista como estando ante nosotros, resulta que eso que queda ahí a la vista cobra el significado de algo que, en ese su estar ahí, queda más allá de nosotros mismos.

X132X

Pero al cobrar lo que queda ahí a la vista precisamente ese significado, resulta que eso pensado que ella tiene ahí delante no es visto por la conciencia como consistiendo en ella misma, es decir, resulta que ella no se sabe a sí misma en eso otro que le queda ahí delante, saberse en lo otro, que es lo que Hegel entiende por concepto. Lo cual quiere decir entonces que eso pensado que le queda ahí delante, la conciencia simplemente se lo representa como siendo otro, pero sin saber que eso otro no consiste sino en ella; y a esto es lo que Hegel está llamando representación, en cuanto contrapuesta al concepto. Es decir, el pensamiento [Denken], al no reconocerse en su propio objeto, no se hace concepto de sí [Begriff], sino que se queda en representación [Vorstellung].

X133X

En la intelección pura, en cambio, «el tránsito del pensamiento puro a la conciencia», es decir, el quedarnos ahí delante algo, aunque sea en la forma de una pura idealidad, tiene «el significado de un contenido sólo negativo», es decir, de algo que no se muestra ahí sino deshaciéndose en su movimiento de retorno al self.

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Conversaciones en Madrid

[528] [625] Esta conciencia pura de la esencia absoluta es una conciencia extrañada. Se ha de ver más de cerca cómo se determina aquello de lo cual ella es otra, y se la ha de examinar sólo en conexión con ello. A saber, primeramente, esta conciencia pura parece tener frente a sí únicamente al mundo de la realidad efectiva; pero, al ser ella la huida de él, y ser por ello la determinidad de la oposición, tiene tal determinidad en ella misma; de ahí que la conciencia pura esté esencialmente extrañada de sí misma, y que la fe constituya tan sólo un lado de ella. Al mismo tiempo, el otro lado ya se nos ha originado. En efecto, la conciencia pura es la reflexión a partir del mundo de la cultura de tal manera que la substancia de este mundo, así como las masas en las que éste se articula, se han mostrado como lo que son en sí, como esencialidad es espirituales, como movimientos o determinaciones absolutamente inquietos que inmediatamente se cancelan y asumen en su contrario. La esencia de estos, entonces, la conciencia simple, es la simplicidad de la diferencia absoluta, que, de modo inmediato, no es tal diferencia. Es, por ende, el ser-para-sí puro, no en cuanto de esto singular, sino el sí-mismo universal dentro de sí en cuanto movimiento inquieto que ataca la esencia quieta de la Cosa, y la penetra invadiéndola. Dentro de él, entonces, se da la certeza que se sabe inmediatamente como verdad, el pensar puro en cuanto concepto absoluto en el poder de su negatividad, la cual aniquila toda esencia objetual que supuestamente estuviera frente a la conciencia, y hace de ella un ser de la conciencia. — Esta conciencia pura es, a la vez, en la misma medida, simple, precisamente porque su diferencia no es tal diferencia. Sin embargo, en cuanto esta forma de reflexión simple hacia dentro de sí, es el elemento de la fe, donde el espíritu tiene la determinidad de la universalidad positiva, del ser-en-sí frente a aquel ser-para-sí de la autoconciencia. — Habiendo sido hecho retroceder hacia dentro de sí desde el mundo sin esencia que sólo se disuelve, el espíritu, conforme a la verdad, es, en una unidad inseparada, tanto el movimiento y negatividad absolutas de su aparecer como su esencia satisfecha dentro de sí, y su quietud positiva. Pero, en general, subyaciendo bajo la determinidad del extrañamiento, estos dos momentos pasan a disociarse como una conciencia doble. La primera es la intelección pura, en cuanto proceso espiritual que se compendia en la autoconciencia, proceso que tiene frente a sí a la conciencia de lo positivo, la forma de la objetualidad o del representar, y se dirige contra ella; pero el objeto propio de esta intelección es sólo el yo puro. — La conciencia simple de lo positivo o de la tranquila sepseigualdad, en cambio, tiene por objeto a la esencia interna en cuanto esencia. De ahí que la intelección pura no tenga, de primeras, ningún contenido en ella misma, porque es el ser-para-sí negativo; a la fe, en cambio, le pertenece el contenido, sin intelección. Si aquélla no sale fuera de la autoconciencia, ésta, la fe, tiene su contenido, ciertamente, también en el elemento de la autoconciencia pura, pero en el pensar, no en conceptos, dentro de la con- [627] ciencia pura, no dentro de la autoconciencia pura. La fe es, por ende, ciertamente, conciencia pura de la esencia, es decir, de lo interior simple, y es, por lo tanto, pensar; —éste es el momento principal dentro de la naturaleza de la fe, momento que habitualmente se pasa por alto. La inmediatez con la que la esencia está dentro de ella estriba en que su objeto es esencia, esto es, pensamiento puro. Pero esta inmediatez, en la medida en que el pensar entra en la conciencia, o la conciencia pura en la autoconciencia, adquiere el significado de un ser objetual que está más allá de la conciencia del sí-mismo. Por este significado que la inmediatez y simplicidad del pensar puro adquieren dentro de la conciencia es por lo que la esencia de la fe cae del pensar a la representación, y se convierte en un mundo suprasensible que, según ella, sería esencialmente algo otro distinto de la autoconciencia. — Dentro de la intelección pura, en cambio, el paso del pensar puro a la conciencia se determina de manera opuesta; la objetualidad tiene el significado de un contenido sólo negativo, que se cancela y retorna hacia dentro del sí-mismo, es decir, sólo el sí-mismo se es así propiamente objeto, o bien, el objeto tiene verdad sólo en la medida en que tenga la forma del sí-mismo.

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Conversations in Washington

[528] [528]9We kept the numeration given by the editor in the printed edition This pure consciousness of absolute essence is an alienated consciousness. It requires a closer look to see how its other determines itself, and pure consciousness is only to be taken in combination with this other. At first, this pure consciousness seems to have confronting it only the world of actuality. However, while it is only the flight away from this actuality and is, as a result, the determinateness of opposition, it has in its own self this determinateness of opposition. Thus, pure consciousness is in its own self essentially self-alienated, and faith constitutes only one aspect of it. To us, the other aspect has already emerged. Specifically, pure consciousness is the reflection out of the world of cultural formation so that both its substance and the social estates into which it is structured show themselves to be what they are in themselves, to be spiritual essentialities, absolutely restless movements, or determinations that are immediately sublated in their opposite. Their essence, the simple consciousness, is thus the simplicity of the absolute difference which is immediately no difference at all. It is thereby pure being-for-itself, not as this singular individual, but rather as the self which is universal within itself, as a restless movement which attacks and permeates the motionless essence of the crux of the matter. Thus, within it, the certainty that immediately knows itself to be the truth, to be pure thinking as the absolute concept in the power of its negativity, is present, a certainty which erases all objective essences that are supposed to confront consciousness and which makes those essences into a being of consciousness. – This pure consciousness is at the same time just as much simple because its difference is no difference at all. However, as this form of the [309] simple reflective turn into itself, it is the element of faith within which spirit has the determinateness of positive universality, of being-in-itself in contrast to the being-for-itself of self-consciousness. – Forced back into itself out of this only essenceless, self-dissolving world, spirit is according to its truth in undivided unity as much as it is the absolute movement and negativity of its appearing; it is equally as well their essence as satisfied within itself, and it is their positive motionlessness. However, both of these moments, as being generally subsumed under the determinateness of alienation, come undone from each other and enter into a twofold consciousness. The former is pure insight as the spiritual process integrating itself in self-consciousness; this is a process which has confronting it the consciousness of the positive, or the form of objectivity or of representing, and it directs itself against it. However, its own object is only the pure I. – In contrast, the simple consciousness of the positive or of motionless self-equality has its object in the inner essence as essence. Pure insight itself thus has at first no content in its own self because it is negative being-for-itself, whereas in contrast faith has the content without the insight. However much the former does not step outside of self-consciousness, still the latter does likewise have its content within the element of pure self-consciousness. However, it has it in thinking, not in concepts, in pure consciousness, not in pure self-consciousness. Faith is thereby indeed pure consciousness of the essence, which is to say, of simple inwardness, and is therefore thinking – the chief moment in the nature of faith, which is usually overlooked. The immediacy with which the essence lies within faith has to do with its object being essence, which is to say, pure thinking. However, insofar as thinking enters consciousness, or insofar as pure consciousness enters into self-consciousness, this immediacy comes to have the significance of an objective being that lies beyond consciousness of self. Through this significance, which the immediacy and simplicity of pure thinking thus come to have in consciousness, the essence of faith descends from thought all the way down into representational thought, and it comes to be a supersensible world which is supposed to be essentially an other to self-consciousness. – In contrast, in pure insight the transition of pure thinking into consciousness has the opposite determination. The meaning of objectivity is that it is an only negative content, that it sublates itself and returns into the self, i.e., only the self is to itself genuinely the object, or, the object only has truth insofar as it has the form of the self.

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Conversaciones en el Atrium

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