Gespräche in der Dämmerung 00525

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / I. El mundo del espíritu extrañado de sí mismo [I. Die Welt des sich entfremdeten Geistes] / a. La formación (Bildung) y su reino de la realidad (o la Bildung y su reino de realidad frente al más-allá ideal) [a. Die Bildung und ihr Reich der Wirklichkeit]

 

[De nuevo el lenguaje como existencia del espíritu, ahora en lo que respecta a la relación de la autoconciencia con la riqueza; de la existencia del espíritu de la Bildung como un universal hablar; El sobrino de Rameau de Diderot como un perfecto darse lenguaje el espíritu de la Bildung; el mundo de la Bildung como «mundo del revés»]

Gespräche in Jena

[525] In jener Seite der Rückkehr in das Selbst ist die Eitelkeit aller Dinge seine eigene Eitelkeit, oder es ist eitel. Es ist das fürsichseiende Selbst, das alles nicht nur zu beurteilen und zu beschwatzen, sondern geistreich die festen Wesen der Wirklichkeit wie die festen Bestimmungen, die das Urteil setzt, in ihrem Widerspreche zu sagen weiß, und dieser Widerspruch ist ihre Wahrheit. – Nach der Form betrachtet, weiß es alles sich selbst entfremdet, das Fürsichsein vom Ansichsein getrennt, das Gemeinte und den Zweck von der Wahrheit, und von beiden wieder das Sein für Anderes, das Vorgegebene [389] von der eigentlichen Meinung und der wahren Sache und Absicht. – Es weiß also jedes Moment gegen das andere, überhaupt die Verkehrung aller, richtig auszusprechen; es weiß besser, was jedes ist, als es ist, es sei bestimmt, wie es wolle. Indem es das Substantielle nach der Seite der Uneinigkeit und des Widerstreits, den es in sich einigt, aber nicht nach der Seite dieser Einigkeit kennt, versteht es das Substantielle sehr gut zu beurteilen, aber hat die Fähigkeit verloren, es zu fassen. – Diese Eitelkeit bedarf dabei der Eitelkeit aller Dinge, um aus ihnen sich das Bewußtsein des Selbsts zu geben, erzeugt sie daher selbst und ist die Seele, welche sie trägt. Macht und Reichtum sind die höchsten Zwecke seiner Anstrengung; es weiß, daß es durch Entsagung und Aufopferung sich zum Allgemeinen bildet, zum Besitze desselben gelangt und in diesem Besitze allgemeine Gültigkeit hat; sie sind die wirklichen anerkannten Mächte. Aber dieses sein Gelten ist selbst eitel; und eben indem es sich ihrer bemächtigt, weiß es sie, nicht Selbstwesen zu sein, sondern vielmehr sich als ihre Macht, sie aber als eitel. Daß es so in ihrem Besitze selbst daraus heraus ist, stellt es in der geistreichen Sprache dar, die daher sein höchstes Interesse und die Wahrheit des Ganzen ist; in ihr wird dieses Selbst, als dies reine, nicht den wirklichen noch gedachten Bestimmungen angehörige Selbst, sich zum geistigen, wahrhaft allgemeingültigen. Es ist die sich selbst zerreißende Natur aller Verhältnisse und das bewußte Zerreißen derselben; nur als empörtes Selbstbewußtsein aber weiß es seine eigene Zerrissenheit, und in diesem Wissen derselben hat es sich unmittelbar darüber erhoben. In jener Eitelkeit wird aller Inhalt zu einem Negativen, welches nicht mehr positiv gefaßt werden kann; der positive Gegenstand ist nur das reine Ich selbst, und das zerrissene Bewußtsein ist an sich diese reine Sichselbstgleichheit des zu sich zurückgekommenen Selbstbewußtseins. [390]

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Conversaciones en Valencia

[525] En ese primer lado X119X1El segundo lado es la reflexión en el self como universalidad pura de la conciencia o pensamiento, a que acaba de referirse; sobre ello versa el cap. VI, B, I, b. del retorno al self [el protagonizado por la conciencia en cuanto individuo particular, en cuanto Einzelner], la vanidad [Eitelkeit] de todas las cosas es la propia vanidad del self, o él mismo es vano, o presumido, o fatuo, o presuntuoso [eitel]. Él es el self que [sólo] es para sí mismo, que no sólo juzga todo y convierte todo en objeto de su cháchara, sino que de forma ingeniosa y chispeante sabe decir y exponer (en la contradicción que los transe) tanto los sólidos seres o esencialidades de la realidad [el poder y la riqueza], como las sólidas determinaciones [las determinaciones fijas] que el juicio sienta o establece [lo bueno y lo malo], y [ese self sabe mostrar que] esa contradicción que los transe es su verdad [es decir, esta contradicción que eso supuestamente sólido presenta, es la verdad de todo ello] X120X.2Tanto en este primer sentido como en el sentido que sigue, la interpretación que Hegel hace de Le neveu de Rameau de Diderot es realmente magnífica. — Considerado conforme a su forma, ese self sabe todo (o sabe a Todo) en ese estar extrañado todo de sí mismo, en ese estar extrañado todo de todo; sabe al ser-para-sí separado del en-sí; aquello que se supone y aquello a que se aspira [el para-sí], lo sabe separado de la verdad [lo sabe separado del en-sí]; y de ambos [es decir, del ser-para-sí y del ser-en-sí ambos ya separados] sabe separar a su vez el ser para-otro, es decir, lo que empieza haciendo ostentación de sí [lo Vorgegebene] [lo primero que nos sale al [628] paso, lo para-otro] sabe separarlo tanto de aquello en que propiamente se está pensado y de aquello que propiamente se está suponiendo o imaginando, como sabe separarlo también de aquello de que verdaderamente se trata y de lo que de verdad es la intención. — Ese self sabe, pues, expresar, declarar y detallar cada momento en contra de todos los otros, y sabe expresar y detallar en general la perversión de todos ellos o cómo todos ellos quedan del revés [y son otra cosa que lo que dicen o suponen], ese self sabe qué es cada uno de ellos mejor que lo que cada uno de ellos lo sabe, se trate ello de lo que se trate, o venga ello determinado como venga. En cuanto ese self conoce lo sustancial por el lado de la desunión o discordia y de la pugna que ese self aúna en sí, pero no por el lado de precisamente esta unidad, ese self lo que hace o lo que sabe es enjuiciar muy bien lo sustancial, pero ha perdido la capacidad de abrazarlo o de comprenderlo. — Esta vanidad del self, ese tenerse el self por vano, necesita de la vanidad de las cosas para darse desde ellas la conciencia del self, genera esa vanidad de las cosas, y es el alma que la sostiene y soporta [esa vanidad del self es ella misma el alma que genera y sostiene a la vanidad de las cosas]. El poder y la riqueza son los fines supremos de su esfuerzo, el self sabe que mediante renuncia y sacrificio se forma y convierte en lo universal, y adquiere la posesión de ello [la posesión de poder y riqueza, por tanto, de lo universal], y que en esta posesión, él, el self, cobra validez universal; el poder y la riqueza son los poderes reales reconocidos, o los poderes reconocidamente reales. Pero ese su valor, esa su vigencia, ese su regir, es él mismo vanidad, y justamente en cuanto el self se apodera de ellos, el self sabe muy bien que ellos no son seres [Wesen] que sean de por sí [Selbstwesen] X121X,3Autoentidades, entidades en y de por sí, o entidades en y para sí. es decir, que ellos no son entidades que se sostengan por sí solas [esto es, que ellos no son autoentidades, no son entidades que sean self], sino que más bien él se sabe como el poder de ellas [poder sobre ellas], y a ellas como vanidad. Y que el self, de esta forma, en la posesión de ellas, precisamente a partir de ellas, él mismo quede en la calle, precisamente eso es lo que él expone en su chispeante e ingenioso lenguaje que, por tanto, constituye su supremo interés y es la verdad del Todo; y en ese lenguaje es donde ese self, en cuanto este puro self no perteneciente [no ligado ya, no vinculado ya] a determinaciones ni reales ni tampoco pensadas [ese self no ligado ya ni a determinaciones reales ni a determinaciones que sean determinaciones de pensamiento fijas], se convierte en espiritual X122X,4Observe el lector cómo en Hegel la idea de espíritu va siempre de la mano de la conciencia escéptica. Geist y Eitelkeit, espíritu y vanidad, quedan siempre en Hegel tan estrechamente asociados como quedan en el Eclesiastés la nociones ruah (aire, soplo, spiritus) Y habel (vanidad), y curiosamente como quedan asociadas en la sátira (págs. 422 ss.) de Diderot las nociones de esprit y vanité. en universalmente válido de verdad. Ese self [629] es la naturaleza de todas esas relaciones y todas esas formas de haberse, que también a sí misma se desgarra, y el consciente desgarrarse de esas relaciones y formas de haberse; y sólo como autoconciencia sublevada y airada sabe ese self su propio desgarramiento o su propia desgarradura [Zerrissenheit], y en este saber de ese desgarramiento el self se ha elevado inmediatamente sobre tal desgarramiento. En aquella vanidad y ligereza se convierte en negativo todo contenido que ya no pueda aprehenderse en términos positivos; y el objeto positivo ya no puede ser otro que el puro yo mismo, y la conciencia desgarrada es en sí esta pura igualdad consigo misma de la autoconciencia retornada a sí.

Algunas aclaraciones

X119X = El segundo lado es la reflexión en el self como universalidad pura de la conciencia o pensamiento, a que acaba de referirse; sobre ello versa el cap. VI, B, I, b.

X120X = Tanto en este primer sentido como en el sentido que sigue, la interpretación que Hegel hace de Le neveu de Rameau de Diderot es realmente magnífica.

X121X = Autoentidades, entidades en y de por sí, o entidades en y para sí.

X122X = Observe el lector cómo en Hegel la idea de espíritu va siempre de la mano de la conciencia escéptica. Geist y Eitelkeit, espíritu y vanidad, quedan siempre en Hegel tan estrechamente asociados como quedan en el Eclesiastés la nociones ruah (aire, soplo, spiritus) Y habel (vanidad), y curiosamente como quedan asociadas en la sátira (págs. 422 ss.) de Diderot las nociones de esprit y vanité.

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Conversaciones en Madrid

[525] En aquel lado del retorno hacia dentro del sí-mismo, la vanidad de todas las cosas es su propia vanidad, o bien, el sí-mismo es vano. Es el sí-mismo que-es-para-sí, que no sólo sabe juzgarlo todo y parlotear sobre cualquier cosa, sino que, además, tanto las esencias firmes de la realidad efectiva como las determinaciones firmes que pone el juicio, sabe decirlas ingeniosamente, con su contradicción, y esta contradicción es su verdad. — Examinado según la forma, sabe que todo está extrañado a sí mismo; que el ser-para-sí está separado del ser-en-sí; que lo que se quería decir y el propósito lo están de la verdad; y que, a su vez, separado de ambas cosas está el ser-para-otro, lo previamente dado lo está de la opinión propiamente dicha y de la Cosa e intención verdadera. — Sabe, pues, enunciar correctamente cada momento frente al otro, y en general, sabe enunciar correctamente la inver- [621] /sión de todo, sabe mejor que nadie lo cada cosa es en cuanto es, esté como esté determinada. En tanto que conoce lo substancial por el lado de la falta de unidad y del conflicto, que él armoniza y unifica dentro de sí, pero no por el lado de esta unidad, el sí-mismo sabe muy bien cómo juzgar lo substancial, pero ha perdido la capacidad de atraparlo. — Además, esta vanidad precisa de la vanidad de todas las cosas para darse por ellas la conciencia del sí-mismo, la genera, por tanto, ella misma, y es el alma que las sustenta. El poder y la riqueza son los fines supremos de su sus esfuerzos, sabe que por la renuncia y el sacrificio él se cultiva y forma hasta lo universal, llega a ponerse en posesión de éste, y que en esta posesión tiene validez universal; ellos son los poderes efectivos reconocidos. Pero este valer suyo es vano él mismo, y justamente al hacerse dueño de esos poderes no sabe que son esencias por sí mismas, sino que más bien los sabe como poder suyo, pero en cuanto vanos. El hecho de que estando en su posesión, él esté fuera y aparte de ellos, lo presenta en esa lengua ingeniosa y llena de espíritu, la cual, por eso, es su interés más alto y la verdad del todo; en ella, este sí-mismo, en cuanto este sí-mismo puro, que no pertenece ni a las determinaciones efectivas ni a las pensadas, llega a tener, a sus propios ojos, validez verdaderamente universal. Es la naturaleza desgarrándose a sí misma de todas las relaciones y el desgarrar consciente de éstas; pero sólo en cuanto autoconciencia sublevada sabe su propio desgarramiento, y en este saber del desgarramiento se ha elevado inmediatamente por encima de él. En aquella vanidad, todo contenido deviene un contenido negativo que ya no es posible atrapar de manera positiva; el objeto positivo es únicamente el yo puro mismo, y la conciencia desgarrada es, en sí, esta pura seipseigualdad de la autoconciencia que ha regresado dentro de sí.

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Conversations in Washington

[525] [525]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition From the former aspect of the return into the self, the vanity of all things is its own vanity, or it is itself vain. It is the self existing-for-itself, which does not only know how to evaluate and how to chatter about everything, but which also knows how to convey wittily the fixed essence of actuality as well as the fixed determinations posited by judgment, and it knows how to speak of them in their contradictions. This contradiction is their [306] truth. – From the point of view of form, it knows everything to be alienated from itself. Being-for-itself is separated from being-in-itself; what is meant and what is the purpose are separated from the truth; being for others is separated from both; and what is feigned is separated from what really matters and from the true intention. – It therefore knows how to express correctly each moment’s contrast with every other moment; it knows how to correctly express in general the invertedness of all of them; it knows better than each of them what each is, irrespective of how each of them is determined. While it is acquainted with the substantial according to the aspect of discord and conflict which it brings to concord within itself, but not according to the aspect of the concord, it understands very well how to pass judgment on what is substantial, but it has lost the ability to take hold of it. – This vanity thereby needs the vanity of all things in order to give itself the consciousness of the self by way of them. It consequently itself creates this vanity and is the soul that bears it. Power and wealth are the highest ends of its efforts, and it knows that it culturally forms itself into the universal through renunciation and sacrifice, arrives at a possession of the universal, and in this possession has universal validity; and it is power and wealth which are the actual recognized powers. However, its validity is itself vain, and just while it gains mastery over these powers, it knows them to be not independent beings,6Selbstwesen but instead knows that it itself is their power, and it knows them as vanity itself. In its witty speech, it shows that in possessing them, it has itself gone beyond them, and its witty speech is thus its highest interest and the truth of the whole. In witty, spirited speech, this self, as this pure self which belongs neither to the actual determinations nor to the merely conceived determinations, comes to be, to itself, the spiritual, truly universally valid self. It is the nature of all self-disrupting conditions, and it is the conscious disruption of them. However, only as indignant self-consciousness does it know its own disruption, and in this knowing of its disruption, it has immediately elevated itself above it. In that vanity all content becomes negative, and it can no longer be grasped as positive. The positive object is only the pure I itself, and the disrupted consciousness is in itself this pure self-equality of self-consciousness as having come back round to itself.

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Conversaciones en el Atrium

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