Gespräche in der Dämmerung 00518
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / I. El mundo del espíritu extrañado de sí mismo [I. Die Welt des sich entfremdeten Geistes] / a. La formación (Bildung) y su reino de la realidad (o la Bildung y su reino de realidad frente al más-allá ideal) [a. Die Bildung und ihr Reich der Wirklichkeit]
[Lo bueno y lo malo considerados en su reflexión en sí, continuación; la conciencia noble y la vil, y el poder convertido en riqueza y viceversa; de cómo la conciencia noble y la infame son la misma conciencia; la vileza del para-sí recibido y la arrogancia de donar el para-sí; el abismo de la modernidad prerrevolucionaria]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[518] Indem also das Verhältnis dieses Bewußtseins mit dieser absoluten Zerrissenheit verknüpft ist, fällt in seinem Geiste der Unterschied desselben, als edelmütiges gegen das niederträchtige bestimmt zu sein, hinweg, und beide sind dasselbe. – Der Geist des wohltuenden Reichtums kann ferner von dem Geiste des die Wohltat empfangenden Bewußtseins unterschieden werden und ist besonders zu betrachten. – Er war das wesenlose Fürsichsein, das preisgegebene Wesen. Durch seine Mitteilung aber wird er zum Ansich; indem er seine Bestimmung erfüllte, sich aufzuopfern, hebt er die Einzelheit, für sich nur zu genießen, auf, und als aufgehobene Einzelheit ist er Allgemeinheit oder Wesen. – Was er mitteilt, was er anderen gibt, ist das Fürsichsein. Er gibt sich aber nicht hin als eine selbstlose Natur, als die unbefangen sich preisgebende Bedingung des Lebens, sondern als selbstbewußtes, sich für sich haltendes Wesen; er ist nicht die unorganische Macht des Elements, welche von dem empfangenden Bewußtsein als an sich vergänglich gewußt wird, sondern die Macht über das Selbst, die sich unabhängig und willkürlich weiß und die zugleich weiß, daß, was sie ausspendet, das Selbst eines Anderen ist. – Der Reichtum teilt also mit dem Klienten die Verworfenheit, aber an die Stelle der Empörung tritt der Übermut. Denn er weiß nach der einen Seite, wie der Klient, das Fürsichsein als ein zufälliges Ding; aber er selbst ist diese Zufälligkeit, in deren Gewalt die Persönlichkeit steht. In diesem Übermute, der durch eine Mahlzeit ein fremdes Ich-Selbst erhalten und sich dadurch [383] die Unterwerfung von dessen Innerstem Wesen erworben zu haben meint, übersieht er die innere Empörung des anderen; er übersieht die vollkommene Abwertung aller Fessel, diese reine Zerrissenheit, welcher, indem ihr die Sichselbstgleichheit des Fürsichseins schlechthin ungleich geworden, alles Gleiche, alles Bestehen zerrissen ist und die daher die Meinung und Ansicht des Wohltäters am meisten zerreißt. Er steht unmittelbar vor diesem innersten Abgrunde, vor dieser bodenlosen Tiefe, worin aller Halt und Substanz verschwunden ist; und er sieht in dieser Tiefe nichts als ein gemeines Ding, ein Spiel seiner Laune, einen Zufall seiner Willkür; sein Geist ist die ganz wesenlose Meinung, die geistverlassene Oberfläche zu sein.
Conversaciones en Valencia
[518] Y en cuanto el haberse de esta conciencia va asociado con este absoluto desgarramiento, cae y desaparece dentro de su espíritu la diferencia de ella del estar ella definida como conciencia noble frente a la conciencia infame, y ambas conciencias [la noble y la vil o infame] son la misma cosa. — Pero aparte de ello, cabe distinguir entre el espíritu de la riqueza benefactora y el espíritu de la conciencia que recibe el beneficio, y hemos de considerarlo más en particular. — La riqueza benefactora [o el espíritu de la riqueza benefactora] era el ser-para-sí carente de ser [Wesen], era el ser [Wesen] cedido [se donante, que se cedía, que se daba, que se abandonaba]. Pero mediante su comunicación [mediante su comunicarse o participarse la riqueza benefactora] esa riqueza se convierte en en-sí; y en cuanto la riqueza benefactora cumplía su determinación que era la de sacrificarse, suprime y supera la individualidad [la Einzelnheit] de gozar sólo para sí [la particularidad que consiste en gozar sólo para sí] y, en tanto particularidad suprimida y superada, esa riqueza benefactora es la universalidad o es el ser [Wesen]; lo que esa riqueza comunica, lo que esa riqueza da a otros, es el ser-para-sí [pues da posibilidades de goce, las cuales llevan inscrito el ser-para-sí]. Pero esa riqueza benefactora, no se da a sí como una naturaleza carente de self (no se da a sí misma en los términos en que lo hace la vida o la condición que la vida representa, pues la vida se da despreocupadamente o desinteresadamente a sí misma), sino que la riqueza benefactora [o el espíritu de ella] se da como ser au- [620] /toconsciente, como ser que se mantiene para sí [o que conserva su para-sí]: esa riqueza benefactora, no es el poder inorgánico del elemento, es decir, de la materia elemental, o de la materia de partida [el material del que la conciencia parte], que la conciencia que lo recibe lo sabe como perecedero o caduco [como estando ella por encima de ello], sino que [esa riqueza] es el poder sobre el self [o es poder sobre el self], poder que se sabe independiente y arbitrario, y que a la vez sabe que lo que él entrega o dona es el self de otro [le dona al otro la posibilidad del ser-para-sí]. — La riqueza comunica o participa, por tanto, al cliente (es decir, a aquél a quien hace donación) la abyección, pero aquí (por parte de quien dona, por parte de quien hace donación) en lugar de la íntima sublevación y la ira [Empörung], tenemos la prepotencia o arrogancia [Übermacht]. Pues la riqueza sabe, por un lado, como lo sabe el cliente, que el ser-para-sí [que ella dona] es una cosa contingente [el para-sí que el para-sí de la riqueza dona, es contingente]; pero ella misma es esa contingencia en cuyo poder está la personalidad. En esta prepotencia o arrogancia que se imagina haber recibido por una comida un yo-mismo extraño, es decir, un yo-mismo de otro, y que [como ocurre con el plato de lentejas por el que Esaú vendió a Jacob su primogenitura] se imagina haber adquirido mediante ello la sumisión de la íntima esencia de ese yo-mismo extraño, la riqueza pasa por alto la íntima indignación e ira del otro; la arrogancia pasa por alto el completo e íntimo rechazo de todas las cadenas, este puro desgarramiento al que, al convertírsele en absolutamente desigual la igualdad del ser-para-sí consigo mismo, se le desgarra todo lo igual, se le desgarra toda consistencia, y que, sobre todo, lo que más desgarrado deja es lo que [es todo aquello que] el benefactor imagina y supone, es decir, el propio punto de vista del benefactor [es decir, lo que más desgarrado queda, o lo que más desgarrado resulta, es ese entero mundo de suposiciones]. La riqueza benefactora se ve, pues, [o está, pues], ante este íntimo abismo, el más intimo de todos, ante esta profundidad sin fondo, en donde ha desaparecido todo sostén y sustancia; y la riqueza no ve en esa profundidad sino una cosa vulgar, un juego de su humor, una contingencia de su arbitrio; su espíritu es la suposición o pretensión u opinión [Meynung], enteramente carente de todo ser o esencia, de ser la superficie, de no ser más que superficie, aunque una superficie abandonada por el espíritu.
Conversaciones en Madrid
[518] En tanto, pues, que la relación de esta conciencia está enlazada con este desgarramiento absoluto, queda eliminada dentro de su espíritu la diferencia [611] de esa conciencia, que consistía en estar determinada como la noble frente a la vil, y ambas son la misma. — El espíritu de la riqueza benefactora puede, además, ser diferenciado del espíritu de la conciencia beneficiada; y ello ha de examinarse de manera particular. — Ese espíritu era el Ser-para-sí sin esencia, la esencia abandonada. Mas al comunicarse llega a ser en-sí; en tanto que cumplía su determinación de sacrificarse, cancelaba la singularidad de gozar solamente para sí, y en cuanto singularidad cancelada es universalidad, o esencia. — Lo que él comunica, lo que le da a los otros, es el Ser-para-sí. Pero él no se entrega como una naturaleza carente de sí-mismo X140X,1Selbstlos tiene el sentido, habitual en alemán, de «no egoísta», «altruista» como el sentido hegeliano de «lo que no tiene sí-mismo», lo que carece de la reflexividad y subjetualidad del Selbst. Hegel utiliza aquí los dos sentidos. como la condición espontánea de la vida que se entrega, sino como esencia consciente de sí, que se tiene a sí para sí: no es el poder inorgánico del elemento, del que la conciencia que recibe sabe que es en sí efímero, sino el poder sobre el sí-mismo, que se sabe independiente y arbitrario, y que sabe, al mismo tiempo, que eso que él dispensa es el sí-mismo de otro. — La riqueza, entonces, comparte con el cliente la abyección, pero en lugar de sublevarse lo que viene es la soberbia. Pues, por un lado, sabe, como el cliente, que el ser-para-sí es una cosa contingente; pero ella misma es esa contingencia en poder de la cual se halla la personalidad. En esta soberbia que cree haberse ganado a un yo-mismo extraño por medio de una comida, y que se cree haber obtenido así la sumisión de su esencia más íntima. pasa ella por alto la sublevación interna del otro; pasa por alto cómo se sacude todas las ataduras, este puro desgarramiento para el que, al hacérsele simplemente desigual la igualdad a sí del ser-para-sí, queda desgarrado todo lo igual, todo subsistir, y por eso desgarra sobre todo la opinión y la visión del benefactor. La riqueza se halla inmediatamente delante de este abismo, delante de esta profundidad sin fondo en la que han desaparecido todo asidero y toda substancia; y en esta profundidad no ve más que una cosa común, un juego de su capricho, un azar de su arbitrio; su espíritu es ser la opinión totalmente desprovista de esencia, la superficie abandonada por el espíritu.
Algunas aclaraciones
X140X = Selbstlos tiene el sentido, habitual en alemán, de «no egoísta», «altruista» como el sentido hegeliano de «lo que no tiene sí-mismo», lo que carece de la reflexividad y subjetualidad del Selbst. Hegel utiliza aquí los dos sentidos.
Conversations in Washington
[518] [518]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition Therefore, while the circumstances of this consciousness are bound up with this absolute disruption, the difference within its spirit, which is a difference determined as the opposition between the noble consciousness and the base consciousness, itself falls by the wayside, and both are the same. – The spirit of beneficent wealth can be further distinguished from that of the spirit receiving the benefit of the beneficent act and bears special examination. – The spirit was essenceless being-for-itself, the relinquished essence. However, through its communication,3Mitteilung it becomes the in-itself. While it fulfilled its determination-as-destiny,4Bestimmung which was to sacrifice itself, it sublates singular individuality, to be for itself only in consuming things, and as sublated singular individuality, it is universality, or essence. – What it communicates,5mitteilt what it gives to the other, is being-for-itself. But it does not offer itself up as self-less nature, as the natural, naive self-sacrificing condition of life; rather, it offers itself up as a self-conscious [301] essence, holding onto itself. It is not the inorganic power of the elements, which is known by the receptive consciousness to be transitory in itself; rather, it is the power over the self that knows itself to be independent and arbitrary, and at the same time it knows that what it dispenses is the self of an other. – Wealth thus shares this abjectness with its client, but for wealth, arrogance takes the place of indignation, for according to one aspect, it knows, as its client knows, that its being-for-itself is a contingent thing, but that it itself is this contingency standing under the authority of where legal personality stands. In its arrogance, which fancies that with a meal it has earned an alien I-self and as a result earned the subjection of that other’s inmost essence, it overlooks the inner indignation of the other self. It overlooks the fact that all shackles have been completely cast aside; it overlooks this pure disruption, in which, while, to itself, the self-equality of being-for-itself has become utterly unequal, all equality, all stable existence has itself been disrupted; this utter disruption itself does the most to disrupt the opinions and point of view of the beneficent actor. It stands immediately before this most inward abyss, before this bottomless depth, in which all foothold and substance have vanished, and in these depths it sees nothing but a common thing, a play of its vagaries, an accident of its arbitrary choices. Its spirit is just essenceless opinion, a superficiality forsaken by spirit.