Gespräche in der Dämmerung 00472
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / A. El espíritu verdadero, la eticidad [A. Der wahre Geist. Die Sittlichkeit] / b. La acción ética, el saber humano y el saber divino, la culpa y el destino [b. Die sittliche Handlung. Das menschliche und göttliche Wissen, die Schuld und das Schicksal]
[La imagen de la pugna de los poderes éticos]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[472] Werden beide Mächte nach ihrem bestimmten Inhalte und dessen Individualisation genommen, so bietet sich das Bild ihres gestalteten Widerstreits nach seiner formellen Seite als [349] der Widerstreit der Sittlichkeit und des Selbstbewußtseins mit der bewußtlosen Natur und einer durch sie vorhandenen Zufälligkeit (diese hat ein Recht gegen jenes, weil es nur der wahre Geist, nur in unmittelbarer Einheit mit seiner Substanz ist) und seinem Inhalte nach als der Zwiespalt des göttlichen und menschlichen Gesetzes dar. – Der Jüngling tritt aus dem bewußtlosen Wesen, aus dem Familiengeiste, und wird die Individualität des Gemeinwesens; daß er aber der Natur, der er sich entriß, noch angehöre, erweist sich so, daß er in der Zufälligkeit zweier Brüder heraustritt, welche mit gleichem Rechte sich desselben bemächtigen; die Ungleichheit der früheren und späteren Geburt hat für Sie, die in das sittliche Wesen eintreten, als Unterschied der Natur keine Bedeutung. Aber die Regierung, als die einfädle Seele oder das Selbst des Volksgeistes, verträgt nicht eine Zweiheit der Individualität; und der sittlichen Notwendigkeit dieser Einheit tritt die Natur als der Zufall der Mehrheit gegenüber auf. Diese beiden werden darum uneins, und ihr gleiches Recht an die Staatsgewalt zertrümmert beide, die gleiches Unrecht haben. Menschlicherweise angesehen, hat derjenige das Verbrechen begangen, welcher, nicht im Besitze, das Gemeinwesen, an dessen Spitze der andere stand, angreift; derjenige dagegen hat das Recht auf seiner Seite, welcher den anderen nur als Einzelnen, abgelöst von dem Gemeinwesen, zu fassen wußte und in dieser Machtlosigkeit vertrieb; er hat nur das Individuum als solches, nicht jenes, nicht das Wesen des menschlichen Rechts angetastet. Das von der leeren Einzelheit angegriffene und verteidigte Gemeinwesen erhält sich, und die Brüder finden beide ihren wechselseitigen Untergang durch einander; denn die Individualität, welche an ihr Fürsichsein die Gefahr des Ganzen knüpft, hat sich selbst vom Gemeinwesen ausgestoßen und löst sich in sich auf. Den einen aber, der auf seiner Seite sich fand, wird es ehren; den anderen hingegen, der schon auf den Mauern seine Verwüstung aussprach, wird die Regierung, die wiederhergestellte Einfachheit des Selbsts des Gemeinwesens, [350] um die letzte Ehre bestrafen; wer an dem höchsten Geiste des Bewußtseins, der Gemeine, sich zu vergreifen kam, muß der Ehre seines ganzen vollendeten Wesens, der Ehre des abgeschiedenen Geistes, beraubt werden.
Conversaciones en Valencia
[La imagen de la pugna de los poderes éticos]
[472]1Epígrafe: La imagen de la pugna de los poderes éticos. Si se toman ambos poderes conforme a su determinado contenido y a la individualización de ese contenido, la imagen de su pugna así configu- [572] /rada [o así conformada o figurada] se nos ofrece por su lado formal como una pugna de la eticidad y de la autoconciencia con la naturaleza inconsciente o carente de conciencia y [como una pugna de la eticidad y de la autoconciencia] con una contingencia o accidentalidad que se produce o surge precisamente a causa de esa naturaleza (la naturaleza y la contingencia tienen aquí un derecho contra la autoconciencia, porque la autoconciencia es el espíritu verdadero, pero aquí sólo lo es en inmediata unidad con su sustancia, con la sustancia de la autoconciencia) X51X;2Dicha inmediatez funda una igualdad con la naturaleza. De ahí el derecho de ésta sobre la autoconciencia. y por su lado de contenido o en lo que se refiere al contenido, la imagen de la pugna así configurada [o conformada o figurada] entre ambos poderes se ofrece o se presenta como una escisión entre la ley divina y la ley humana. — El jovencito [o jovenzuelo] sale del ser [Wesen] carente de conciencia [de la esfera inconsciente, de la esfera del no saber, del ámbito de la sombra], es decir, del espíritu de la familia, y se convierte en individualidad de la res publica, de la comunidad [es decir, dirige el gobierno]; pero que él sigue perteneciendo todavía a la naturaleza [a la familia], de la que él aquí se arranca, se pone de manifiesto en que el jovencito sale a la luz en el contexto de la contingencia de tratarse de dos hermanos que con el mismo derecho buscan apoderarse de lo mismo; la desigualdad que representa el haber nacido el primero o haber nacido el segundo, en cuanto diferencia de la naturaleza, no tiene para ellos significado alguno en ese su entrar [o hacer ellos acto de presencia] en el ser ético. Pero el gobierno, en cuanto alma simple o en cuanto self del espíritu del pueblo, no admite tal dualidad de la individualidad [es decir, no admite que sean dos, esto es, que lo ostenten dos], y a la necesidad ética que tal unidad representa, se le enfrenta la naturaleza en cuanto tal contingencia natural de ser más de uno [de ser dos hermanos, Etéocles y Polinice]. Estos dos se convierten, por tanto, en falta de unidad, en discordia, y su igual derecho al poder del Estado o a mandar en el Estado acaba arruinando a ambos, pues ambos tienen igual falta de derecho [Unrecht] [y ambos por su acción acaban incurriendo igualmente en injusticia] X52X.3Acaban cometiendo un «injusto», como traducen Unrecht los juristas españoles.3 Consideradas las cosas a la manera humana, ha incurrido en delito aquel [Polinice] que, no estando en posesión [del poder], ha atacado a la res publica o a la comunidad cuya función de mando la ejercía el otro [Etéocles]; en cambio tiene la razón de su parte aquel que supo ganar al otro sólo como particular [que lo redujo a no ser más que un particular], [haciéndose de esa forma con el poder de mando], desligándolo [desligando al [573] otro] de la comunidad y empujándolo y reduciéndolo a esa impotencia [la impotencia de haber quedado convertido en un particular excluido de las funciones de mando]; con lo cual [quien ejerce la función de mando] sólo pone la mano encima al individuo como tal, no a la comunidad, no a la esencia del derecho humano. La comunidad, la res publica, atacada por la vacía particularidad [Einzelnheit] y también defendida por la vacía particularidad [Einzelnheit], logra mantenerse y conservarse, y los hermanos encuentran ambos el uno por el otro y el otro por el uno su mutua caída y hundimiento; pues la individualidad que ligó o asoció a su ser-para-sí el quedar puesto en peligro el Todo [es decir, la individualidad con cuyo ser-para-sí venía ligado o asociado el quedar puesto en peligro el Todo], se ha expelido a sí misma de la res publica o de la comunidad, y se disuelve o se deshace en sí misma [ambos hermanos se han autoexpelido de la república, uno como individualidad atacante y el otro como individualidad defensora, sin embargo ambos ligaban a su ser-para-sí el quedar puesto en peligro el Todo]. Eso sí, a aquel que se encontró del lado de la comunidad [Etéocles], la comunidad lo honrará, le rendirá honores; en cambio, a aquel [Polinice] que ya en los muros o ante los muros osó lanzarle la amenaza de que iba a arrasarla, el gobierno [ejercido por Creonte], que en este caso no es sino la restablecida simplicidad del self de la comunidad, lo castigará negándole incluso las honras fúnebres; pues quien vino a atentar contra el espíritu supremo de la conciencia, contra el espíritu común, contra el ámbito de lo común X53X,4La fuerza con que están escritas aquí estas frases volverá a repetirse al final del cap. VI, C, c, cuando Hegel define lo común moderno. El espíritu supremo de la conciencia, el espíritu de lo común, volverá a tener también allí el poder fulminante y reconciliante de Dios, sólo que lo común moderno recoge y supera ya en sí la contraposición que aquí vamos a ver operar en las líneas que siguen. debe ser privado de que se le tributen las honras que exigiría ese su ser ahora enteramente acabado o consumado [recuérdese lo dicho en el cap. VI, A; a], debe ser privado de las honras debidas al espíritu que se despide.
Algunas aclaraciones
X51X = Dicha inmediatez funda una igualdad con la naturaleza. De ahí el derecho de ésta sobre la autoconciencia.
X52X = Acaban cometiendo un «injusto», como traducen Unrecht los juristas españoles.
X53X = La fuerza con que están escritas aquí estas frases volverá a repetirse al final del cap. VI, C, c, cuando Hegel define lo común moderno. El espíritu supremo de la conciencia, el espíritu de lo común, volverá a tener también allí el poder fulminante y reconciliante de Dios, sólo que lo común moderno recoge y supera ya en sí la contraposición que aquí vamos a ver operar en las líneas que siguen.
Conversaciones en Madrid
[472] Si se toman ambas potencias según su contenido determinado y su individualización, la imagen de la discordia que se ha configurado entre ellas se ofrece, entonces, según el lado formal, como la discordia de la eticidad y de la autoconciencia contra la naturaleza sin conciencia y una contingencia presente por ella: ésta última tiene un derecho frente a aquella autoconciencia porque ésta es sólo el espíritu verdadero, sólo es en unidad inmediata con su substancia; —y según su contenido, se ofrece como la escisión en dos de la ley divina y la ley humana. El joven sale de la esencia carente de conciencia, sale del espíritu de familia, y llega a ser la individualidad de la cosa pública; pero todavía sigue perteneciendo a la naturaleza de la que se ha arrancado, como se muestra en que sale en la contingencia de dos hermanos, contingencia que se apodera de él con igual derecho; para ellos, que están entrando en la esencia ética, no tiene ningún significado la desigualdad de haber nacido antes o después. Pero el gobierno, en cuanto alma simple o sí-mismo del espíritu del pueblo, no tolera la duplicidad de la individualidad; y frente a la necesidad ética de esta unidad, la naturaleza entra en escena como el azar de la mayoría. Por eso, ambos están en desacuerdo, y su igual derecho al poder del Estado los destruye a ambos, que tienen el mismo no-derecho. Visto con ojos humanos, el delito lo ha cometido aquel que, no estando en posesión XX*X,5Vide infra Algunas aclaraciones XX*X. ataca la cosa pública, en cuya cúspide se hallaba el otro; en cambio, tiene el derecho de su lado aquél que supo captar al otro sólo como individuo singular, desprendido de la cosa pública, y lo empujó a esa impotencia; ha tocado sólo al individuo en cuanto tal, no a aquél, no la esencia del derecho humano. La cosa pública, atacada y defendida por singularidades vacías, se mantiene, y los hermanos encuentran ambos, cada uno por el otro, su ruina recíproca; pues la individualidad que enlaza con su ser para sí el peligro del todo se ha expelido a sí misma de la cosa pública, y se disuelve en sí, [561] Pero a aquel que se encontraba de su lado, la cosa pública lo honrará; al otro, en cambio, que ya sobre las murallas pronunciaba su devastación, el gobierno, la simplicidad reestablecida del sí-mismo de la cosa pública, le castigará negándole los últimos honores; quien vino a atentar contra el espíritu supremo de la conciencia, contra la comunidad, tiene que quedar despojado de los honores de su esencia toda y acabada, los honores rendidos al espíritu que ha partido.
Algunas aclaraciones
XX*X = Se está refiriendo, respectivamente a Polinices, que marcha contra Tebas, su ciudad natal, y a su hermano Eteocles, rey legítimo de Tebas. Todo el párrafo describe la lucha de los dos hermanos por el poder, y su muerte recíproca, siguiendo la tragedia de Esquilo. «Devastación» alude a la maldición que pronuncia Polinices contra Tebas, en Esquilo, Siete contra Tebas, 631-632. Creonte, el rey que sucede a Eteocles, prohíbe levantar y enterrar el cadáver de Polinices, Antígona, 21, 38.
Conversations in Washington
[472] [472]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition If both powers are taken according to their determinate content and its individualization, then the picture that arises is that of their conflict as it has crystallized according to its formal aspect, as the antagonism which ethical life and self-consciousness bear towards both unconscious nature and a contingency made available through that nature – the latter, that is, nature, has a right against the former because the former is only true spirit, and it only is in an immediate unity with its substance – and, according to its content, the conflict is pictured as the schism between divine and human law. – Youth leaves the unconscious essence and the spirit of the family, and it becomes the individuality of the polity. However, that youth still belongs to the nature from which it has wrested itself away is demonstrated by youth’s contingently emerging in the form of two brothers with equal rights to take possession of the polity. For them, who enter into the ethical essence, the inequality of earlier and later birth has, as a natural difference, no meaning. However, as the simple soul, or as the self of the spirit of the people, the government does not tolerate a dualism of individuality, and [274] by the accident of there being more than one, nature confronts the ethical necessity of this unity. For that reason, these two brothers are at odds with each other, and their equal right to the power of the state shatters both of them, each of whom is just as much in the wrong. Humanly considered, he who has committed the crime is the one who, because he was not in possession of his right, attacked the very polity in which the other stood at the head; in contrast, the one has right on his side who knew how to take the other only as a singular individual cut off from the polity and who, in finding him in this powerlessness, banished him from the polity. He struck at only the singular individual as such and not the polity; he did not strike at the essence of human right. Attacked and defended by empty singular individuality, the polity sustains itself, and it is through each other that the brothers come to their mutual demise, since individuality, which in its being-for-itself is linked to a danger to the whole, has expelled itself from the polity and dissolves itself. However, the polity will honor the one it found to be on its side; in contrast, the government, the re-established simplicity of the self of the polity, will punish the one who had already proclaimed on the walls of the city the devastation he would wreak, and this punishment will be that of denying him final honors. The one who assaulted the highest spirit of consciousness, the religious community,7Gemeine. Although the most basic meaning is that of a community, Hegel uses it in another of its senses, namely, a religious community. He also uses Gemeinde more frequently to mean the same thing. In one place (paragraph 803), he uses the phrase, “religiöse Gemeine.” must be stripped of the honor due to his fully perfected essence, or the honor due to the isolated spirit.