Gespräche in der Dämmerung 00468

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / A. El espíritu verdadero, la eticidad [A. Der wahre Geist. Die Sittlichkeit] / b. La acción ética, el saber humano y el saber divino, la culpa y el destino [b. Die sittliche Handlung. Das menschliche und göttliche Wissen, die Schuld und das Schicksal]

 

[La revuelta de lo no sabido, o venganza del poder fotófobo]

Gespräche in Jena

[468] Die entwickelte Natur des wirklichen Handelns erfährt nun das sittliche Selbstbewußtsein an seiner Tat, ebensowohl wenn es dem göttlichen als wenn es dem menschlichen Gesetze sich ergab. Das ihm offenbare Gesetz ist im Wesen mit dem entgegengesetzten verknüpft; das Wesen ist die Einheit beider; die Tat aber hat nur das eine gegen das andere ausgeführt. Aber im Wesen mit diesem verknüpft, ruft die Erfüllung des einen das andere hervor, und, wozu die Tat es machte, als ein verletztes und nun feindliches, Rache forderndes Wesen. Dem Handeln liegt nur die eine Seite des Entschlusses überhaupt an dem Tage; er ist aber an sich das Negative, das ein ihm Anderes, ein ihm, der das Wissen ist, Fremdes gegenüberstellt. Die Wirklichkeit hält daher die andere, dem Wissen fremde Seite in sich verborgen und zeigt sich dem Bewußtsein nicht, wie sie an und für sich ist, – dem Sohne nicht den Vater in seinem Beleidiger, den er erschlägt, – nicht die Mutter in der Königin, die er zum Weibe nimmt. Dem sittlichen Selbstbewußtsein stellt auf diese Weise eine lichtscheue Macht nach, welche erst, wenn die Tat geschehen, hervorbricht und es bei ihr ergreift; denn die vollbrachte Tat ist der aufgehobene Gegensatz des wissenden Selbsts und der ihm gegenüberstehenden Wirklichkeit. Das Handelnde kann das Verbrechen und seine Schuld nicht verleugnen; die Tat ist dieses, das Unbewegte zu bewegen und das nur erst in der Möglichkeit Verschlossene hervorzubringen und hiermit das Unbewußte dem Bewußten, das Nichtseiende dem Sein zu verknüpfen. In dieser Wahrheit tritt also die [347] Tat an die Sonne, – als ein solches, worin ein Bewußtes einem Unbewußten, das Eigene einem Fremden verbunden ist, als das entzweite Wesen, dessen andere Seite das Bewußtsein, und auch als die seinige, erfährt, aber als die von ihm verletzte und feindlich erregte Macht.

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Conversaciones en Valencia

[La revuelta de lo no sabido, o venganza del poder fotófobo]

[468]1Epígrafe: La revuelta de lo no sabido, o venganza del poder fotófobo. Pues bien, de la naturaleza desarrollada de la acción ética real [es decir, de en qué consiste realmente esa acción en todos sus momentos] hace experiencia la autoconciencia ética en su acto o acción [Tat], lo mismo cuando la autoconciencia se entrega a la ley divina que cuando se entrega a la ley humana [lo mismo cuando se considera adscrita a la una que a la otra]. Pues la ley que a ella le es manifiesta le viene asociada en el ser [Wesen] ético con la ley opuesta; el ser [Wesen] es la unidad de ambas; y la acción ha cumplido o ejecutado sólo la una frente a la otra o contra la otra. Pero al estar asociada en el ser ético con la otra, el cumplimiento de la una suscita o provoca a la otra y la provoca como aquello en lo que la acción la convirtió, es decir, la provoca como un ser vulnerado, ahora hostil, y que reclama venganza. Por tanto, a la acción [Handeln] sólo le queda a la luz un lado de su resolución [es decir, un lado de su consistir en haberse uno resuelto, en haber tomado uno ya siempre y como cosa natural una decisión, el haber optado uno por una de las leyes]; pero [por eso] la decisión o resolución es en sí lo negativo [lo excluyente], a lo cual Negativo se enfrenta [o le sale enfrente] algo distinto que ella, algo extraño a ella, a ella que es el saber o que representa el lado del saber. La realidad, por tanto, mantiene oculto en sí ese su otro lado que resulta extraño al saber, y que no se muestra a la conciencia [que no se muestra al ser-consciente, es decir, que no se muestra al ser-sabedor] tal como esa realidad es en y para sí, al hijo [Edipo] no le muestra al padre [Layo] en su ofensor [Layo] a quien el hijo [Edipo] mata; y no le muestra a la ma- [569] /dre [Yocasta] en la reina a quien el hijo [Edipo] toma por esposa. A la conciencia ética la persigue de este modo un poder fotófobo [que huye de la luz y que detesta la luz], que sólo irrumpe cuando el acto o la acción se ha producido y que agarra a la autoconciencia por ella [es decir, agarra a la autoconciencia por esa acción]; pues el acto ejecutado es la contraposición suprimida o superada entre el self y la realidad que se le enfrenta. El agente no puede negar el delito ni su culpa; porque el acto consiste en eso: en mover lo inmóvil, y en suscitar y traer a la luz (en producir) aquello que de entrada sólo empieza estando encerrado en la posibilidad, y con ello en asociar lo no consciente a lo consciente, es decir, lo no sabido a lo sabido, y lo que no es al ser. En esta verdad es, pues, como el acto sale a la luz, o como la acción sale a la luz: como algo en lo que algo inconsciente [algo no sabido, algo en que no se está, algo en lo que uno no «ha caído»] se vincula a algo consciente [a algo sabido, a algo en lo que se está y en lo que se había caído y se había tenido en cuenta], en lo que lo propio se vincula a lo extraño, como un ser disociado o escindido de cuyo otro lado la conciencia hace experiencia, del que ella nace experiencia también como suyo, pero como un poder vulnerado por ella y cuya hostilidad ella ha provocado, o que ella ha suscitado como siéndole hostil.

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Conversaciones en Madrid

[468] La naturaleza desarrollada de un obrar efectivamente real: esa es la experiencia que la autoconciencia ética hace ahora en su acto, tanto si se ha entregado a la ley divina como a la ley humana. La ley que le es manifiesta está enlazada en la esencia con la ley contrapuesta; la esencia es la unidad de las dos; mas el acto tan sólo ha desplegado la una contra la otra. Pero, enlazadas ambas en la esencia, el cumplimiento de una provoca la otra y lo hace como aquello en lo que el acto la convertía, como una esencia dañada que ahora, hostil, reclama venganza. Para el obrar, sólo está a la luz uno de los lados de la decisión en general; pero esta decisión es en sí lo negativo, que pone enfrente algo que es otro para ella, algo extraño a ella, siendo ella el saber. Por eso, la realidad efectiva mantiene oculta dentro de sí el otro lado, extraño al saber, y no se muestra a la conciencia tal como ella es en y para sí: al hijo no le deja ver al padre en aquel que le ofende y al que él mata; ni le deja ver al padre en aquel que le y al que él mata; ni le deja ver la madre en la reina que él toma por mujer XX*X.2Referencia a Edipo rey, de Sófocles, que mata a su padre, Layo y desposa a su madre, Yocasta, si conocer su parentesco. De este modo, a la autoconciencia ética le acecha una potencia temerosa de la luz que sólo emerge cuando el acto ha acontecido y hace presa por él; pues el acto consumado es la oposición cancelada entre el sí-mismo que sabe y la realidad efectiva enfrentada a él. El o la que obra no puede negar el delito ni su culpa; — el acto es esto: mover lo inmóvil, sacar afuera lo que, de primeras, sólo estaba encerrado en la posibilidad, y por tanto, enlazar lo inconsciente a lo consciente, lo propio a algo extraño. En esta verdad es como el acto sale a la luz del sol: como algo en lo que algo consciente se halla enlazado a algo inconsciente, algo propio a algo extraño, como la esencia escindida cuyo otro lado des- [557] /cubre en su experiencia la conciencia, y también lo descubre como suyo, pero como el poder al que ella ha herido y cuya hostilidad ha excitado.

Algunas aclaraciones

XX*X = Referencia a Edipo rey, de Sófocles, que mata a su padre, Layo y desposa a su madre, Yocasta, si conocer su parentesco.

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Conversations in Washington

[468] [468]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition In its deed, ethical self-consciousness now experiences the developed nature of actual acting, indeed, as much as it did when it submitted to both the divine and the human law. The law which is revealed to it is the essence bound up with its opposite. The essence is the unity of both, but the deed has only carried out the terms of one law in opposition to the other. However, interrelated in the essence with this other, the fulfillment of one law calls forth the other, and, with the deed having made it so, it calls forth the other as a violated and hostile essence now demanding revenge. As concerns the action, only one aspect of the decision itself lies open to the light of day. However, the decision is in itself the negative, which confronts an other to itself, an alien to itself, which is knowing. Hence, actuality keeps concealed within itself this other aspect which is alien to knowing and which does not show itself to consciousness as it is in and for itself – which neither shows the son that the man insulting him and whom he strikes dead is his father, nor shows him that the queen whom he takes as his wife is his mother. In this way, a power that shuns the daylight preys on ethical self-consciousness, a power which bursts forth only after the deed is done and when it has taken self-consciousness in its grip. This is so because the completed deed is the sublated opposition between the knowing self [272] and the actuality confronting it. The agent can neither deny the crime nor deny his guilt. – The deed consists in setting the unmoved into motion, which thereby brings forth what had been sealed off as mere possibility, and it links the unconscious to the conscious and the non-existent to being. In this truth, therefore, the deed comes to light – as that in which the conscious is combined with the unconscious and in which what is one’s own is combined with what is alien. It comes to light as the estranged essence, whose other aspect consciousness also experiences as its own, as a power violated by it and thereby roused to hostility.

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Conversaciones en el Atrium

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