Gespräche in der Dämmerung 00466

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / A. El espíritu verdadero, la eticidad [A. Der wahre Geist. Die Sittlichkeit] / b. La acción ética, el saber humano y el saber divino, la culpa y el destino [b. Die sittliche Handlung. Das menschliche und göttliche Wissen, die Schuld und das Schicksal]

 

[Lo sabido y lo no sabido, la acción y la culpa, el delito y la inocencia, el sujeto de la acción]

Gespräche in Jena

[466] Es entsteht hierdurch am Bewußtsein der Gegensatz des Gewußten und des Nichtgewußten, wie in der Substanz [der] des Bewußten und Bewußtlosen, und das absolute Recht des sittlichen Selbstbewußtseins kommt mit dem göttlichen Rechte des Wesens in Streit. Für das Selbstbewußtsein als Bewußtsein hat die gegenständliche Wirklichkeit als solche Wesen; nach seiner Substanz aber ist es die Einheit seiner und dieses Entgegengesetzten, und das sittliche Selbstbewußtsein ist das Bewußtsein der Substanz; der Gegenstand, als dem Selbstbewußtsein entgegengesetzt, hat darum gänzlich die Bedeutung verloren, für sich Wesen zu haben. Wie die Sphären, worin er nur ein Ding ist, längst verschwunden [sind], so auch diese Sphären, worin das Bewußtsein etwas aus sich befestigt und ein einzelnes Moment zum Wesen macht. Gegen solche Einseitigkeit hat die Wirklichkeit eine eigene Kraft; sie steht mit der Wahrheit im Bunde gegen das Bewußtsein und stellt diesem erst dar, was die Wahrheit ist. Das sittliche Bewußtsein aber hat aus der Schale der absoluten Substanz die Vergessenheit aller Einseitigkeit des Fürsichseins, seiner Zwecke und eigentümlichen Begriffe getrunken und darum in diesem stygischen Wasser zugleich alle eigene Wesenheit und selbständige Bedeutung der gegenständlichen Wirklichkeit ertränkt. Sein absolutes Recht ist [344] daher, daß es, indem es nach dem sittlichen Gesetze handelt, in dieser Verwirklichung nicht irgend etwas anderes finde als nur die Vollbringung dieses Gesetzes selbst und die Tat nichts anderes zeige, als das sittliche Tun ist. – Das Sittliche, als das absolute Wesen und die absolute Macht zugleich, kann keine Verkehrung seines Inhalts erleiden. Wäre es nur das absolute Wesen ohne die Macht, so könnte es eine Verkehrung durch die Individualität erfahren; aber diese als sittliches Bewußtsein hat mit dem Aufgeben des einseitigen Fürsichseins dem Verkehren entsagt; so wie die bloße Macht umgekehrt vom Wesen verkehrt werden würde, wenn sie noch ein solches Fürsichsein wäre. Um dieser Einheit willen ist die Individualität reine Form der Substanz, die der Inhalt ist, und das Tun ist das Übergehen aus dem Gedanken in die Wirklichkeit, nur als die Bewegung eines wesenlosen Gegensatzes, dessen Momente keinen besonderen, voneinander verschiedenen Inhalt und Wesenheit haben. Das absolute Recht des sittlichen Bewußtseins ist daher, daß die Tat, die Gestalt seiner Wirklichkeit, nichts anderes sei, als es weiß.

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Conversaciones en Valencia

[Lo sabido y lo no sabido, la acción y la culpa, el delito y la inocencia, el sujeto de la acción]

[466]1Epígrafe: Lo sabido y lo no sabido, la acción y la culpa, el delito y la inocencia, el sujeto de la acción. Se produce con esto en la conciencia la contraposición entre lo sabido y lo no sabido, al igual que en la sustancia [como hemos visto en el cap. VI, A, a] la contraposición entre lo consciente y lo carente de conciencia; y el derecho absoluto de la autoconciencia ética [es decir, de lo se-sabiente, de la ley del día] entra en disputa con el derecho divino del ser o esencia [con el nomos de la sombra]. Para la autoconciencia, en cuanto conciencia, lo que tiene ser o entidad [Wesen] es la realidad objetiva u objetual como tal; pues conforme a su sustancia, la conciencia es la unidad de sí y de eso contrapuesto; pero la autoconciencia ética es la conciencia de la sustancia; y por eso el objeto, en cuanto contrapuesto a la autoconciencia, ha perdido por completo el significado de tener ser o esencia [Wesen] de por sí. Así como hace ya tiempo que han desaparecido las esferas en que el objeto sólo era una cosa [cap. II], igualmente han desaparecido también aquellas esferas en que la conciencia consolida y fija algo por sí misma o desde sí misma y convierte un momento suelto en ser o entidad o Wesen [en una determinada cosa] [son las esferas tratadas en los caps. I, II, III, y V, A]. Contra tal unilateralidad [que representa la cancelación de los objetos considerados en los caps. I, II, III, IV y V, A] ejerce la realidad una fuerza propia; la realidad forma alianza con la verdad en contra de la conciencia, y empieza presentando a la conciencia [y es la realidad la que se encarga de presentar a la conciencia, y es la realidad la que recién pre- [565] /senta a la conciencia] lo que sea la verdad, o qué es la verdad. Y así, la conciencia ética ha bebido [o ha tenido que beber, o habrá de acabar bebiendo] de la [quizá amarga] copa de la sustancia absoluta el olvido de toda unilateralidad del para-sí, de sus fines y peculiares conceptos [éste ha sido el resultado del cap. IV y del cap. V, B], y [precisamente también] por eso ha hecho a la vez ahogarse en esa laguna Estigia [la de la sustancia absoluta] toda esencialidad propia [toda entidad propia] y todo significado autónomo de la realidad objetual [toda autonomía de la realidad en el carácter de objeto que ésta ofrece] [fue el resultado de los caps. I, II, III y V, A, que refluye así igualmente sobre los resultados del cap. V, C]. Su absoluto derecho [el de la conciencia ética] es, por tanto, que la autoconciencia, al actuar conforme a la ley ética, en esta realización no encuentre otra cosa que sólo la ejecución de esta ley misma, y el acto no muestre otra cosa que lo que es hacer ético. — [A su vez] lo ético, en tanto que el ser absoluto [absolutes Wesen] y en tanto que poder absoluto a la vez, no puede admitir ni sufrir ninguna inversión, ni perversión, ni trastorno, ni dislocación de su contenido. Si el ser ético fuese el ser absoluto [das absolute Wesen] pero sin poder, podría experimentar una dislocación o trastorno por la individualidad; pero ésta, en cuanto conciencia ética, con el abandono del ser-para-sí unilateral o de toda unilateralidad del ser-para-sí, ha renunciado a tal dislocación, o a tal invertir las cosas, o a tal trastornarlas o pervertirlas; así como a la inversa, el mero poder habría de verse dislocado o trastornado por el ser [Wesen], si ese poder fuese aún tal ser-para-sí [contrapuesto al ser]. En virtud de esta unidad, la individualidad es forma pura de la sustancia que es el contenido, y el hacer es el tránsito del pensamiento a la realidad, pero [es tal tránsito] sólo como movimiento de una contraposición [la contraposición entre pensamiento y realidad] que carece de ser [Wesen], que es inesencial, pues sus momentos no tienen ningún contenido ni ninguna esencialidad especial o particular [besonderen], que fuese distinto en uno que en otro. El absoluto derecho de la conciencia ética es, por tanto, que la acción [es decir, que el acto, que lo hecho, Tat], que la figura o forma que cobra su realidad [la realidad de esa conciencia], no sea otra que lo que ella sabe [no sea de otra forma que como ella de antemano sabe].

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Conversaciones en Madrid

[466] Por todo esto se origina en la conciencia la oposición entre lo sabido y lo no-sabido, así como en la substancia, la de lo consciente y lo desprovisto de conciencia; y el derecho absoluto de la autoconciencia ética entra en disputa con el derecho divino de la esencia. Para la autoconciencia en cuanto conciencia, la realidad efectiva objetual en cuanto tal tiene esencia; pero, por su substancia, ella es la unidad de sí y de este opuesto; y la autoconciencia ética es la conciencia de la substancia; por ello, el objeto, en cuanto contrapuesto a la autoconciencia, ha perdido totalmente el significado de tener esencia para sí. Igual que hace mucho que han desaparecido las esferas en las que él es sólo una cosa, así también lo hacen estas esferas en las que la conciencia amarra firmemente algo, a partir de sí y convierte un momento singular en esencia. Frente a semejante unilateralidad, la realidad efectiva tiene una fuerza propia; está aliada con la verdad frente a la conciencia, y llega a presentarle a ésta sólo lo que la verdad es. Pero la conciencia ética ha bebido de la copa de la substancia absoluta el olvido de toda unilateralidad del ser-para-sí, de sus fines y conceptos propios y peculiares, y por eso, a la vez, ahoga en estas aguas estigias toda esencialidad propia y todo significado autónomo de la realidad efectiva objetual. De ahí que su derecho absoluto consista en que, al actuar de acuerdo con la ley ética, no encuentra en esta realización efectiva ninguna otra cosa que la consumación de esta ley misma, y nada más, y el acto no muestra nada más que la actividad, la práctica éticas. — Lo ético, en cuanto que es a la vez la esencia absoluta y el poder absoluto, no puede tolerar ninguna inversión de su contenido. Si fuera sólo la esencia absoluta sin poder, podría experimentar una inversión por medio de la individualidad; pero ésta, en cuanto conciencia ética, al abandonar el ser-para-sí unilateral, ha renunciado al acto de la inversión; igual que, a la inversa, el mero poder sería invertido por la esencia si fuera todavía un ser-para-sí de [553] ese género. En virtud de esta unidad, la individualidad es la forma pura de la substancia, la cual es el contenido, y el obrar consiste en pasar del pensamiento a la realidad efectiva sólo en cuanto movimiento de una oposición sin esencia, oposición cuyos momentos carecen de cualquier contenido y esencialidad particular diverso uno de otro. Por eso, el derecho absoluto de la conciencia ética es que el acto, la figura de su realidad efectiva, no es nada distinto de lo que esa conciencia sabe.

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Conversations in Washington

[466] [466]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition There thereby arises in consciousness the opposition between the known and the not known, just as in substance, there was an opposition between the conscious and the unconscious, and the absolute right of ethical self-consciousness comes into conflict with the divine right of essence. For self-consciousness as consciousness, objective actuality as such objective actuality has essentiality, but according to its substance, self-consciousness is the unity of itself and this opposite, and ethical self-consciousness is the consciousness of substance. For that reason, the object as opposed to self-consciousness has entirely lost the significance of having for itself essence.3für sich Wesen zu haben Just as the spheres in which the object is only a thing have long since disappeared, so too have these spheres within which consciousness fixes itself on something and then makes a singular moment into the essence. Against such one-sidedness, actuality has a force of its own; it is in league with the truth against consciousness and only presents to consciousness what the truth is. However, from the cup of absolute substance, ethical consciousness has drunk the forgetfulness of all the one-sidedness of being-for-itself, its purposes and its distinctive concepts, and for that reason, it has at the same time drowned all of its own essentiality and the self-sufficient meaning of objective actuality in this Stygian water. Hence, while it acts according to the ethical law, its absolute right is that it find in this actualization nothing [270] but the attainment of this law itself, and it finds that the deed shows nothing other than ethical doing. – The ethical, as the absolute essence and at the same time the absolute power, cannot suffer any inversion of its content. If it were only absolute essence without power, it could experience inversion through individuality. However, as ethical consciousness, this individuality has forgone the inverting activity when it forsook one-sided being-for-itself, just as conversely mere power would be inverted by essence if that power were still such a one-sided being-for-itself. On account of this unity, individuality is the pure form of substance which is the content, and the act is the transition from thought to actuality, but only as the movement of an essenceless opposition whose moments have no particular content and no essentiality distinct from each other. Thus the absolute right of ethical consciousness is that the deed, the shape of its actuality, is supposed to be nothing other than what it knows.

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Conversaciones en el Atrium

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