Gespräche in der Dämmerung 00456
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / A. El espíritu verdadero, la eticidad [A. Der wahre Geist. Die Sittlichkeit] / a. El mundo ético, la ley divina y la ley humana, el hombre y la mujer [ a. Die sittliche Welt. Das menschliche und göttliche Gesetz, der Mann und das Weib]
[Diferencia y niveles en la ley divina]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[456] Diese beiden Verhältnisse bleiben innerhalb des Übergehens und der Ungleichheit der Seiten stehen, die an sie verteilt sind. – Das unvermischte Verhältnis aber findet zwischen Bruder und Schwester statt. Sie sind dasselbe Blut, das aber in ihnen in seine Ruhe und Gleichgewicht gekommen ist. Sie begehren daher einander nicht, noch haben sie dies Fürsichsein eines dem anderen gegeben noch empfangen, sondern sie sind freie Individualität gegeneinander. Das Weibliche hat daher als Schwester die höchste Ahnung des sittlichen Wesens; zum Bewußtsein und der Wirklichkeit desselben kommt es nicht, weil das Gesetz der Familie das ansichseiende, innerliche Wesen ist, das nicht am Tage des Bewußtseins liegt, sondern innerliches Gefühl und das der Wirklichkeit [336] enthobene Göttliche bleibt. An diese Penaten ist das Weibliche geknüpft, welches in ihnen teils seine allgemeine Substanz, teils aber seine Einzelheit anschaut, so jedoch, daß diese Beziehung der Einzelheit zugleich nicht die natürliche der Lust sei. – Als Tochter muß nun das Weib die Eltern mit natürlicher Bewegung und mit sittlicher Ruhe verschwinden sehen, denn nur auf Unkosten dieses Verhältnisses kommt sie zu dem Fürsichsein, dessen sie fähig ist; sie schaut in den Eltern also ihr Fürsichsein nicht auf positive Weise an. Die Verhältnisse der Mutter und der Frau aber haben die Einzelheit teils als etwas Natürliches, das der Lust angehört, teils als etwas Negatives, das nur sein Verschwinden darin erblickt; teils ist sie eben darum etwas Zufälliges, das durch eine andere ersetzt werden kann. Im Hause der Sittlichkeit ist es nicht dieser Mann, nicht dieses Kind, sondern ein Mann, Kinder überhaupt, – nicht die Empfindung, sondern das Allgemeine, worauf sich diese Verhältnisse des Weibes gründen. Der Unterschied seiner Sittlichkeit von der des Mannes besteht eben darin, daß es in seiner Bestimmung für die Einzelheit und in seiner Lust unmittelbar allgemein und der Einzelheit der Begierde fremd bleibt; dahingegen in dem Manne diese beiden Seiten auseinandertreten, und indem er als Bürger die selbstbewußte Kraft der Allgemeinheit besitzt, erkauft er sich dadurch das Recht der Begierde und erhält sich zugleich die Freiheit von derselben. Indem also in dies Verhältnis der Frau die Einzelheit eingemischt ist, ist seine Sittlichkeit nicht rein; insofern sie aber dies ist, ist die Einzelheit gleichgültig, und die Frau entbehrt das Moment, sich als dieses Selbst im Anderen zu erkennen. – Der Bruder aber ist der Schwester das ruhige gleiche Wesen überhaupt, ihre Anerkennung in ihm rein und unvermischt mit natürlicher Beziehung; die Gleichgültigkeit der Einzelheit und die sittliche Zufälligkeit derselben ist daher in diesem Verhältnisse nicht vorhanden; sondern das Moment des anerkennenden und anerkannten einzelnen Selbsts darf hier sein Recht behaupten, weil es mit dem Gleichgewichte des Blutes [337] und begierdeloser Beziehung verknüpft ist. Der Verlust des Bruders ist daher der Schwester unersetzlich und ihre Pflicht gegen ihn die höchste.
Conversaciones en Valencia
[456] Estas dos relaciones [la de marido y mujer, y la de padres e hijos] permanecen dentro del pasar o transitar unos a otros los lados en que están distribuidas, y también dentro de la desigualdad de esos lados [es decir, vienen siempre determinadas o definidas por ese pasar y por la desigualdad]. — La relación pura y sin mezcla es la que tiene lugar entre hermano y hermana. Hermano y hermana son la misma sangre, pero que ha llegado en ellos a su quietud y equilibrio. Por eso no se desean el uno al otro, ni tampoco se han dado el uno al otro tal ser-para-sí [tal autonomía], ni tampoco lo han recibido el uno del otro, sino que son recíprocamente [la una para el otro y el otro para la una] libre individualidad. Por tanto, lo femenino tiene en cuanto hermana [es decir, en el papel de hermana o en la relación de hermano y hermana por el lado de la hermana], el supremo barrunto [Ahnung] del ser ético [el punto de máximo acercamiento a él]; pero no llega a la conciencia y a la realidad del ser ético, porque la ley de la familia es ese ser interior que es en sí X29X1Sobre este concepto de interior, que ha hecho ya aparición varias veces en el presente cap. VI, A, a, se habló en el cap. III (vide 00136 y ahí nota XX7X). y que no queda a la luz del día de la conciencia, y que permanece [que sigue siendo] sentimiento interno y algo divino sustraído a la realidad y por encima de ella. Y a estos penates queda ligado y asociado lo femenino que en parte ve en ellos su sustancia universal, y en parte ve en ellos su propia particularidad [Einzelnheit], pero no de modo que esa relación de particularidad [ese su estar destinada a lo particular] sea a la vez la relación natural del placer [eso pertenece a la situación de particularidad o Einzelnheit de la esposa]. — Y así, en cuanto hija, la mujer tiene que ver desaparecer a sus padres con moción [emoción] natural y con tranquilidad ética, pues sólo a costa de esta relación llega ella al ser-para-sí del que ella es capaz; ella no mira, por tanto, de forma positiva en los padres su ser-para-sí [el [555] ser-para-sí-de ella]. — En cambio, las relaciones de madre y esposa tienen o llevan aneja la particularidad [vienen caracterizadas por la particularidad, se caracterizan por la particularidad, Einzelnheit], la llevan aneja, digo, en parte como algo natural que pertenece al placer [en la relación de esposa], y en parte como algo negativo que sólo ve en esa relación [en la relación de madre] su propio desaparecer en esa relación, y, en parte, esa particularidad es precisamente por ello algo contingente, que puede ser sustituido por otra [en caso de divorcio o muerte, o de infidelidad unilateral o mutua, supongo que se refiere a esto]. En la casa de la eticidad [es decir, en el oikos o domus o casa, o esfera doméstica, tal como el oikos o domus o casa o esfera doméstica pertenece a lo que estamos llamando eticidad] no es este marido, sino un marido en general, no este hijo [Kind, este niño o esta niña, o este hijo o esta hija], sino un hijo en general, y no es el puro sentir sino lo universal, en lo que se fundan estas relaciones de la mujer. La diferencia de su eticidad respecto de la del marido consiste precisamente en que la mujer, en su determinación por la particularidad [es decir, en su estar destinada a la particularidad] y en su placer, permanece inmediatamente universal y permanece extraña o ajena a la particularidad del deseo; en cambio, en el hombre estos dos lados se separan, o caen uno fuera del otro, y mientras como ciudadano posee la fuerza autoconsciente de la universalidad, se cobra precisamente por ello el derecho del deseo, pero reservándose a la vez la libertad respecto al deseo, y man teniéndola. Por tanto, en cuanto en esa relación de la mujer se mezcla la particularidad [en cuanto el rol de esposa incluye la particularidad del deseo] X30X,2Supongo que por lo que acaba de decir respecto del marido. la eticidad de esa relación no es pura; y en cuanto lo es [en cuanto es pura], la particularidad o individualidad [Einzelnheit] es indiferente, y la mujer se ve privada del momento de reconocerse como este self en otro self X31X;3Los dos selves no son en definitiva iguales a causa de su posición asimétrica en lo tocante a libertades respecto al deseo. el hermano, en cambio, es a la hermana o es para la hermana el tranquilo o quiescente ser igual, su reconocimiento en él [el reconocimiento de la hermana en el hermano] es puro y sin mezcla de relación natural; la indiferencia de la particularidad [Einzelnheit] y la contingencia ética de esa particularidad no están, por tanto, presentes en esta relación, es decir, no figuran en ella [no hay en ella tal cosa, no hay en ella tal indiferencia y tal contingencia ética del individuo particular]; sino que al momento del self particular, tanto de la que reconoce como del que es reconocido, le es permitido aquí afirmar su derecho, porque ese self va asociado con el equilibrio de la sangre y con una relación exenta de deseo. La pérdida del hermano es, por tanto, insustituible para la hermana, y su obligación respecto al hermano es la suprema X32X.4Alusión a Antígona de Sófocles.
Algunas aclaraciones
X29X = Sobre este concepto de interior, que ha hecho ya aparición varias veces en el presente cap. VI, A, a, se habló en el cap. III (vide 00136 y ahí nota XX7X).
X30X = Supongo que por lo que acaba de decir respecto del marido.
X31X = Los dos selves no son en definitiva iguales a causa de·su posición asimétrica en lo tocante a libertades respecto al deseo.
X32X = Alusión a Antígona de Sófocles.
Conversaciones en Madrid
[456] Esas dos relaciones se quedan dentro del pasar y de la desigualdad de los lados repartidos en ellas. — Pero la relación sin mezcla tiene lugar entre hermano y hermana. Son de la misma sangre, pero una sangre que ha encontrado en ellos su calma y su equilibrio. Por eso no se desean entre ellos, ni se han dado uno a otro este ser-para-sí, ni lo han recibido, sino que son cada uno individualidad libre frente a la otra. De ahí que sea lo femenino, en cuanto hermana, quien tenga el presentimiento X121X5Ahnung es un barrunto, un presentimiento. En realidad, se podía verter como «intuición», si no fuera porque ya se tiene que reservar esta palabra, como término cuasi técnico, para traducir Anschauung. más elevado de la esencia ética; no llega a la conciencia ni a la realidad efectiva de ella, porque la ley de la familia es la esencia interior que es en [541] sí, que no está a la luz de la conciencia, sino que se queda en sentimiento interior y en lo divino sustraído a la realidad efectiva. A estos penates está atado lo femenino, que intuye en ellos, por una parte, su substancia universal, pero, por otra, su singularidad, pero de tal manera que esta referencia de la singularidad no sea, a la vez, la referencia natural del placer. — Ahora bien, en cuanto hija, la mujer tiene que ver desaparecer a los padres con movimiento natural y con calma ética, pues sólo al precio de esa relación llega ella al ser-para-sí del que es capaz; su ser-para-sí, entonces, no lo contempla en los padres de modo positivo. — Pero las relaciones de la madre y de la mujer tienen singularidad, por una parte, como algo natural que pertenece al placer, por otra, como algo negativo, que sólo ve en ello su desaparición, por otra parte, justo por eso, tal singularidad es algo contingente, que puede ser sustituida por otra singularidad. En la casa de la eticidad no hay este hombre, ni este hijo, sino un hombre, hijos en general; no hay el sentimiento, sino lo universal en que se fundan estas relaciones de la mujer. La diferencia entre su eticidad y la del hombre consiste justamente en que, en su determinación para la singularidad y en su placer sigue siendo inmediatamente universal, y extraña a la singularidad del deseo; mientras que en el hombre, por el contrario, estos dos lados se separan, y al poseer, en cuanto ciudadano, la fuerza autoconsciente de la universalidad, se compra por medio de ello el derecho del deseo, a la vez que mantiene la libertad del mismo. En tanto, pues, que la singularidad se ha inmiscuido en esta relación de la mujer, la eticidad de esa relación no es pura; pero en la medida en que lo es, la singularidad es indiferente, y la mujer carece del momento de reconocerse como este sí mismo en otro. — Pero el hermano es para la hermana la esencia tranquila e igual sin más, el reconocimiento de ella en él es puro y sin mezcla con referencias naturales; por eso, la indiferencia de la singularidad y la contingencia ética de la misma no se hallan presentes en esta relación; sino que el momento del sí-mismo singular que reconoce y es reconocido está aquí legitimado para afirmar su derecho, por que está enlazado con el equilibrio de la sangre y con la referencia libre de deseo. Por eso, para la hermana, la pérdida del hermano es insustituible, y su obligación para con él, la más alta de todas.
Algunas aclaraciones
X121X = Ahnung es un barrunto, un presentimiento. En realidad, se podía verter como «intuición», si no fuera porque ya se tiene que reservar esta palabra, como término cuasi técnico, para traducir Anschauung.
Conversations in Washington
[456] [456]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition Both these relationships come to a standstill in the transitions and the inequality of the aspects that are assigned to them. – However, the unmixed relationship is found between brother and sister. They are the same blood; however, in them it has reached its state of rest and equilibrium. Hence, they neither desire each other, nor have they given or received this being-for-itself to each other. Rather, they are free individualities with respect to each other. The feminine, as the sister, hence has the highest intimation of ethical essence. This intimation does not rise to a consciousness of the actuality of ethical essence because the law of the family is the inner essence existing-in-itself, which does not lie in the daylight of consciousness. Rather, it remains inner feeling, the divine displaced from actuality. The feminine is bound to these Penates, and it is in those Penates that she partly intuits her universal substance and partly intuits her singular individuality, though at the same time this relation of singular individuality is not the natural relation of pleasure. – As a daughter, the woman must now see her parents vanish, and she must be herself both naturally moved by that loss and be at ethical peace, for it is only at the expense of this relationship that she can achieve the being-for-itself of which she is capable. She thus cannot intuit her being-for-itself positively in her parents. How-ever, the relations of mother and wife have singular individuality partly as something natural, something to which pleasure is appropriate, and partly as something negative, which in the relationship can only behold therein its own disappearance, and in part as something contingent which can be [264] replaced by another individuality. In the household of ethical life, it is not this man, and it is not this child; rather, it is a man, children as such – these female relationships are grounded not on sentiment but on the universal. The difference between her ethical life and the man’s ethical life consists in this, that in her destiny7Bestimmung for singular individuality and in her pleasure, she remains both immediately universal and alien to the individuality of desire, whereas in the man, these two aspects become separated; and while as a citizen, he possesses the self-conscious power of universality, the life of the social whole, as a result he purchases for himself the right of desire while at the same time maintaining his freedom from such desire. While singular individuality is thus mingled into the woman’s relationship, her ethical life is not pure. However, insofar as she is ethical, singular individuality is a matter of indifference, and the wife dispenses with the moment of cognizing herself as this self in an other. – But to the sister, the brother is the motionless essence itself, equal to her, and her recognition8Anerkennung in him is pure and unmixed with any natural relation. The indifference of singular individuality and its ethical contingency is thus not present in this relationship. Rather, the moment of the singular self, as recognizing and being recognized, may here assert its right because it is bound up with the equilibrium of blood relations and with relations utterly devoid of desire. The loss of a brother is thus irreplaceable to the sister, and her duty towards him is the highest.