Gespräche in der Dämmerung 00454
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / A. El espíritu verdadero, la eticidad [A. Der wahre Geist. Die Sittlichkeit] / a. El mundo ético, la ley divina y la ley humana, el hombre y la mujer [ a. Die sittliche Welt. Das menschliche und göttliche Gesetz, der Mann und das Weib]
[Diferenciación y niveles en la ley humana]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[454] Das Gemeinwesen, das obere und offenbar an der Sonne geltende Gesetz, hat seine wirkliche Lebendigkeit in der Regierung, als worin es Individuum ist. Sie ist der in sich reflektierte wirkliche Geist, das einfache Selbst der ganzen sittlichen Substanz. Diese einfache Kraft erlaubt dem Wesen zwar, in seine Gliederung sich auszubreiten und jedem Teile Bestehen und eigenes Fürsichsein zu geben. Der Geist hat hieran seine Realität oder sein Dasein, und die Familie isst [334] das Element dieser Realität. Aber er ist zugleich die Kraft des Ganzen, welche diese Teile wieder in das negative Eins zusammenfaßt, ihnen das Gefühl ihrer Unselbständigkeit gibt und sie in dem Bewußtsein erhält, ihr Leben nur im Ganzen zu haben. Das Gemeinwesen mag sich also einerseits in die Systeme der persönlichen Selbständigkeit und des Eigentums, des persönlichen und dinglichen Rechts, organisieren; ebenso die Weisen des Arbeitens für die zunächst einzelnen Zwecke – des Erwerbs und Genusses – zu eigenen Zusammenkünften gliedern und verselbständigen. Der Geist der allgemeinen Zusammenkunft ist die Einfachheit und das negative Wesen dieser sich isolierenden Systeme. Um sie nicht in dieses Isolieren einwurzeln und festwerden, hier durch das Ganze auseinanderfallen und den Geist verfliegen zu lassen, hat die Regierung sie in ihrem Innern von Zeit zu Zeit durch die Kriege zu erschüttern, ihre sich zurechtgemachte Ordnung und Recht der Selbständigkeit dadurch zu verletzen und zu verwirren, den Individuen aber, die sich darin vertiefend vom Ganzen losreißen und dem unverletzbaren Fürsichsein und der Sicherheit der Person zustreben, in jener auferlegten Arbeit ihren Herrn, den Tod, zu fühlen zu geben. Der Geist wehrt durch diese Auflösung der Form des Bestehens das Versinken in das natürliche Dasein aus dem sittlichen ab und erhält und erhebt das Selbst seines Bewußtseins in die Freiheit und in seine Kraft. – Das negative Wesen zeigt sich als die eigentliche Macht des Gemeinwesens und die Kraft seiner Selbsterhaltung; dieses hat also die Wahrheit und Bekräftigung seiner Macht an dem Wesen des göttlichen Gesetzes und dem unterirdischen Reiche.
Conversaciones en Valencia
[454] [552] La comunidad [Gemeinwesen, res publica], que es la ley o nomos superior y que es la ley o nomos que vale, rige e impera abiertamente a la luz del sol, tiene su vitalidad real en el gobierno, que es donde ese nomos se es como individuo [como agente, como «agencia»]. El gobierno es el espíritu real reflectido en sí, el sí-mismo [self] simple de toda la sustancia ética. Esta fuerza simple permite, ciertamente, a ese ser ético extenderse en su propia articulación, organización y membración [es decir, desarrollarlas], y dar a cada parte o a cada una de las partes consistencia y su propio ser-para-sí [es decir, la autonomía propia de cada una de ellas]. El espíritu tiene aquí [tiene en ello] su realidad y su existencia, y la familia es el elemento de esa realidad [aquello en donde esa realidad se origina, el «de donde» de esa realidad]. Pero el espíritu es a la vez la fuerza del todo que resume o reasume a su vez a esas partes en el uno negativo [o en un Uno negativo], les da el sentimiento de su no independencia y las mantiene en la conciencia de tener su vida sólo en el todo. La comunidad puede, pues, organizarse, por un lado, en los sistemas de la autonomía personal y de la propiedad, es decir, del derecho de personas y del derecho de cosas [esto es, en los ámbitos articulados por el derecho de personas y por el derecho de cosas]; y asimismo las formas del trabajo para fines por de pronto particulares (las formas de adquisición y de goce o consumo) han de articularse y autonomizarse formando sus propias organizaciones y desarrollando asociaciones específicas y propias. El espíritu de este universal cumvenire [de esta universal convención, de este universal asociarse] es la simplicidad [es decir, es la reducción de la complejidad y, por tanto, la unilateralidad] y [es] el ser negativo [es la negación] de estos sistemas que se aíslan unos de otros [es decir, aquello que niega a ese quedar aislados unos sistemas respecto de otros]. Para que no echen raíces y se consoliden en ese aislamiento, y a causa de ello descoyunten el todo y hagan que el espíritu se disipe y volatilice, el gobierno tiene que sacudirlos de cuando en cuando en el interior de ellos por medio de las guerras, vulnerando y confundiendo esa forma u orden y su derecho de autonomía, tan bien articulados, y haciendo sentir a los individuos que sumiéndose cada vez más profundamente en esos sistemas se arrancan y separan de la vida del todo y ponen su aspiración en la invulnerabilidad del ser-para-sí y en la seguridad de la persona, haciendo sentir a los individuos, digo, en ese trabajo que lo universal o que el todo les impone, haciendo sentir a los individuos, digo, a su señor, [553] que no es otro que la muerte. Mediante esta disolución de la forma de la consistencia [es decir, de la forma del quedar las cosas sólidamente ahí] el espíritu se protege de sumirse y hundirse en la existencia natural desde la existencia ética [y con ruina de ésta], y mantiene y eleva el self de la conciencia a la libertad y a su fuerza. — El ser negativo [negative Wesen] [el ser negativo de ese self, o el ser negativo que ese self representa] muéstrase así como el poder propiamente dicho de la comunidad y como la fuerza de su autoconservación; y ésta [es decir, la comunidad] tiene, por tanto, [de esta forma] la verdad y corroboración de su poder en el ser de a ley divina y en el reino subterráneo.
Conversaciones en Madrid
[454] La cosa pública, ley superior y manifiesta vigente bajo el sol, tiene su vitalidad efectiva en el gobierno, como aquello donde ella es individuo. El gobierno es el espíritu efectivamente real reflexionado dentro de sí, el sí-mismo simple de toda la substancia ética. Esta fuerza simple le permite a la esencia, ciertamente, expandirse hacia dentro de su articulación, y darle a cada parte una subsistencia y un ser-para-sí propios. En ella tiene el espíritu su realidad o su existencia, y la familia es el elemento de esta realidad. Pero el espíritu es, a la vez, la fuerza del todo, que vuelve a abrazar juntas esas partes en lo Uno negativo, les da el sentimiento de su falta de autonomía y las conserva en la conciencia de tener su vida solamente en el todo. La cosa pública puede, entonces, por un lado, organizarse en sistemas de autonomía personal y de propiedad, del derecho de personas y del concerniente a las cosas; asimismo, a los modos de trabajar para fines en principio singulares, —los modos de adquirir y de gozar—, puede darles autonomía articulándolos en congregaciones propias. El espíritu de la congregación universal es la simplicidad y la esencia negativa de estos sistemas que se aíslan. Para no dejarlos arraigar y fijarse rígidamente en ese aislamiento, con lo que el todo se desmoronaría y el espíritu se disiparía, el gobierno tiene que estremecerlos de cuando en cuando en su interior por medio de la guerra, tiene que herir y trastornar así el orden que ellos se han organizado y el derecho de autonomía, mientras que a los individuos, que ahondándose en ello se arrancan del todo y aspiran a un inviolable ser-para-sí y la seguridad de la persona, al imponerles ese trabajo, les hace sentir quién es su señor, la muerte. Por medio de esta disolución de la forma de subsistencia, el espíritu previene el hundirse de la existencia ética en la existencia natural, y conserva y eleva al sí-mismo de la conciencia de esa existencia a la libertad y a su fuerza. — La esencia negativa se muestra como el poder propiamente dicho de la cosa pública y como la fuerza de su autoconservación; esta [539] cosa pública, entonces, tiene la verdad y corroboración de su potencia en la esencia de la ley divina y en el reino subterráneo.
Conversations in Washington
[454] [454]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition The polity, the higher, valid law open to the light of day, has its actual liveliness in the government within which it is individual. The government is actual spirit reflected into itself, the simple self of the whole ethical substance. This simple force allows the essence to diffuse itself into its [262] members and to give to each part both a stable existence and its own being-for-itself. It is there that spirit has its reality, or its existence, and the family is the elemental unit2das Element of this reality. However, spirit is at the same time the force of the whole, which again assembles these parts into a negative One, gives them the feeling of their non-self-sufficiency, and sustains them in the consciousness that they have their life only in the whole. On the one hand, the polity may thus organize itself into the systems of personal self-sufficiency, property, personal rights, and rights in things; and it may just as well organize the various ways of working for what are initially singular purposes – those of acquisition and consumption – such that it subdivides them into their own assemblies and makes those assemblies self-sufficient. The spirit of the universal gathering is the simplicity and the negative essence of these self-isolating systems. In order not to let them become rooted and rigidly fixed within this activity of isolating themselves, which would otherwise let the whole come undone and the spirit within it fade away, the government must from time to time shake them to their core by means of war. As a result, it infringes on their established order, violates their right to self-sufficiency, and throws them into disarray. By the labor the government imposes on them, those individuals, who have become more and more absorbed in their own lives and who thereby tend to tear themselves loose from the whole in striving after inviolable being-for-itself and personal security, are made to feel the power of their lord and master, death. Through this dissolution of the form of stable existence, spirit wards off its descent from out of ethical life into only natural existence, and it sustains and elevates the self of its consciousness into freedom and into its force. – The negative essence shows itself to be the polity’s underlying power and the force of its self-preservation. The polity therefore has the truth and substantiation of its power in the essence of the divine law and in the realm of the netherworld.