Gespräche in der Dämmerung 00436

Parte de:

C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / C. La individualidad que se es real en y para sí misma [C. Die Individualität, welche sich an und für sich selbst reell ist] / c. La razón comprobadora de leyes, o la razón que examina y comprueba leyes [c. Gesetzprüfende Vernunft]

 

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Gespräche in Jena

[436] Der Unterschied des Selbstbewußtseins von dem Wesen ist also vollkommen durchsichtig. Dadurch sind die Unterschiede an dem Wesen selbst nicht zufällige Bestimmtheiten, sondern um der Einheit des Wesens und des Selbstbewußtseins willen, von welchem allein die Ungleichheit kommen könnte, sind sie die Massen ihrer von ihrem Leben durchdrungenen Gliederung, sich selbst klare, unentweihte Geister, makellose himmlische Gestalten, die in ihren Unterschieden die unentweihte Unschuld und Einmütigkeit ihres Wesens erhalten. – Das Selbstbewußtsein ist ebenso einfaches, klares Verhältnis zu ihnen. Sie sind, und weiter nichts, – macht [321] das Bewußtsein seines Verhältnisses aus. So gelten sie der Antigone des Sophokles1Sophokles, Antigone, V. 456 f. als der Götter ungeschriebenes und untrügliches Recht

nicht etwa jetzt und gestern, sondern immerdar

lebt es, und keiner weiß, von wannen es erschien.

Sie sind. Wenn ich nach ihrer Entstehung frage und sie auf den Punkt ihres Ursprungs einenge, so bin ich darüber hinausgegangen; denn ich bin nunmehr das Allgemeine, sie aber das Bedingte und Beschränkte. Wenn sie sich meiner Einsicht legitimieren sollen, so habe ich schon ihr unwankendes Ansichsein bewegt und betrachte sie als etwas, das vielleicht wahr, vielleicht auch nicht wahr für mich sei. Die sittliche Gesinnung besteht eben darin, unverrückt in dem fest zu beharren, was das Rechte ist, und sich alles Bewegens, Rüttelns und Zurückführens desselben zu enthalten. – Es wird ein Depositum bei mir gemacht, es ist das Eigentum eines anderen, und ich anerkenne es, weil es so ist, und erhalte mich unwankend in diesem Verhältnisse. Behalte ich für mich das Depositum, so begehe ich nach dem Prinzipe meines Prüfens, der Tautologie, ganz und gar keinen Widerspruch; denn alsdann sehe ich es nicht mehr für das Eigentum eines anderen an; etwas behalten, das ich nicht für das Eigentum eines anderen ansehe, ist vollkommen konsequent. Die Änderung der Ansicht ist kein Widerspruch, denn es ist nicht um sie als Ansicht, sondern um den Gegenstand und Inhalt zu tun, der sich nicht widersprechen soll. Sosehr ich – wie ich tue, wenn ich etwas wegschenke – die Ansicht, daß etwas mein Eigentum ist, in die Ansicht, daß es das Eigentum eines anderen ist, verändern kann, ohne dadurch eines Widerspruches schuldig zu werden, ebensosehr kann ich den umgekehrten Weg gehen. – Nicht darum also, weil ich etwas sich nicht widersprechend finde, ist es Recht; sondern weil es das Rechte ist, ist es Recht. Daß etwas das Eigentum des anderen ist, dies liegt zum Gründe, darüber habe ich nicht zu räsonieren, noch mancherlei Gedanken, Zusammenhänge, [322] Rücksichten aufzusuchen oder mir einfallen zu lassen, weder ans Gesetzgeben noch ans Prüfen zu denken; durch solcherlei Bewegungen meines Gedankens verrückte ich jenes Verhältnis, indem ich in der Tat nach Belieben meinem unbestimmten tautologischen Wissen das Gegenteil ebensowohl gemäß und es also zum Gesetze machen könnte. Sondern ob diese oder die entgegengesetzte Bestimmung das Rechte sei, ist an und für sich bestimmt; ich für mich könnte, welche ich wollte, und ebensogut keine zum Gesetze machen und bin, indem ich zu prüfen anfange, schon auf unsittlichem Wege. Daß das Rechte mir an und für sich ist, dadurch bin ich in der sittlichen Substanz; so ist sie das Wesen des Selbstbewußtseins; dieses aber ist ihre Wirklichkeit und Dasein, ihr Selbst und Willen. [323]

Ende des Kapitels V

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Conversaciones en Valencia

[436] La diferencia de la autoconciencia respecto del ser [Wesen] se ha vuelto pues, completamente transparente. Por medio de ello las diferencias en ese ser [o esencia o sustancia] no son determinidades contingentes, sino que en virtud de la unidad de la sustancia y la autoconciencia (y por mor de ella), sólo de la cual autoconciencia podía provenir la desigualdad, esas diferencias no son sino las masas [o esferas] de su articulación o membración transida por su propia vida [no son sino las masas de la articulación o membración de esa unidad, transida y embebida por la propia vida de esa unidad], no son sino espíritus carentes de cualquier disociación o rotura y transidos para sí mismos [o por sí mismos] de claridad figuras celestiales sin punto de oscuridad, que en esas sus diferencias tienen intactas y puras e impolutas su inocencia y la autounanimi- [535] /dad o autoarmonía de su ser. — La autoconciencia es asimismo un haberse simple y henchido de claridad y transparencia acerca de ellas. Ellas son, y nada más; esto es lo que constituye aquí la conciencia de la relación [y de ese haberse acerca de ellas]. Y así, Antígona, en la tragedia de Sófocles, las considera derecho no escrito e infalible de los dioses

que no es ni de hoy ni de ayer, sino que siempre estuvo vivo ahí,

y del que nadie sabe cuándo apareció X297X.2Sófocles, Antígona, versos 456-457.

Ellas están ahí, son, simplemente. Si yo preguntase por su origen y las presionase contra el punto de su origen [las estrechase contra el punto de su origen] tratando de reducirlas a él, yo con ello me habría puesto por encima de ellas; pues yo sería de ahora en adelante lo universal, y ellas serían lo condicionado y limitado. Si ellas hubieran de legitimarse ante mi inteligencia, yo habría movido ya ese su ser-en-sí inamovible y carente de toda vacilación, teniéndolas por algo que quizá sea verdadero para mi, pero que quizá también no lo sea. La actitud o disposición ética [el talante ético, el buen sentido ético, ethische Gesinnung] consiste precisamente en atenerse fijamente y sin darle más vueltas a aquello que es lo justo, a aquello que en sí es válido [que es lo que debe ser, que es das Rechte], y en abstenerse de todo quererlo mover y remover, de todo quererlo sacudir, de todo quererlo hacer derivar o provenir de algún sitio. — Alguien me ha confiado un dinero; ese dinero es propiedad de otro, y yo reconozco y respeto esa propiedad porque así es, y me mantengo sin vacilación alguna y sin darle más vueltas en esa relación [en la de ser ese dinero propiedad de otro]. Pero si me quedara con ese dinero que se me ha confiado, resulta que, conforme al principio de mi examen y comprobación de leyes, conforme al principio de la tautología, no incurro absolutamente en ninguna contradicción; pues cuando hago eso, no lo estoy considerando ya propiedad de otro; y quedarme con algo que yo no considero propiedad de otro es totalmente consecuente. El cambio de punto de vista no es ninguna contradicción, pues de lo que se trata no es del punto de vista en cuanto punto de vista, sino que de lo que se trata es del objeto y contenido, y es el objeto y contenido el que no debe contradecirse. Pues lo mismo que, por ejemplo, cuando hago un regalo, cambio el punto de vista de que algo es de mi propiedad por el punto de vista de que ello se ha convertido en propiedad de otro, lo cambio, digo, sin incurrir yo por ello en ninguna contradicción, de la misma manera podría hacer yo el camino inverso. — Así pues, algo es derecho [Recht], no [536] porque yo encuentre que no se contradice, sino que es derecho [Recht], porque eso es lo justo [das Rechte] [porque es lo que hay que hacer]. El que algo es propiedad de otro, esto es lo que está a la base; sobre esto no tengo muchos silogismos que hacer, ni tampoco tengo por qué buscar toda clase de pensamientos, nexos conceptuales y respectos, ni se me tienen siquiera que ocurrir; ni tengo que pensar en el dar leyes, ni en el examinarlas o comprobarlas [prüfen]; mediante esta clase de movimientos de mi pensamiento no hago sino dislocar y sacar de quicio aquella relación, por cuanto efectivamente, a discreción, es decir, si yo quisiese, conforme al indeterminado saber tautológico [del que en el dar leyes y comprobar leyes se trata], podría también optar por lo contrario y convertirlo, por tanto, en ley. Pero no es eso, sino que el que esta determinación y no la contraria sea lo que es justo y lo que es derecho, es algo determinado en y para sí [o en y de por sí]; yo por mí o para mí podría convertir en ley la determinación que yo quisiese, e incluso podría querer [podría optar por] no convertir ninguna determinación en ley, y por eso en cuanto empiezo a examinar leyes en el sentido indicado, me estoy moviendo ya por vías no éticas. El que el derecho sea para mí en y por si, o porque el derecho no es para mí sino en y por sí, es entonces y es por eso y es así como estoy en la sustancia étíca; y es así como la sustancia ética es la esencia o ser de la autoconciencia; y la autoconciencia, a su vez, es la realidad y existencia de la sustancia ética, su sí-mismo [self] y voluntad X298X.3Todo lo que acaba de decir el autor puede entenderse o bien como una descripción de la conciencia ética simple, o bien como una valoración negativa de las estructuras abstractas de la razón moral moderna en comparación con esa eticidad simple, o bien como una crítica del modo como esas estructuras se entienden a sí mismas, sin que ello implique, ni mucho menos, que esas estructuras abstractas hubieran de medirse (ni que el autor las mida) por el criterio que representa una eticidad simple. Creo que por el momento el autor deja intencionadamente el asunto en esta indeterminación, a la que sólo pondrá definitivamente fin en el cap. VI, C, c, al introducir la figura del Gewissen. Por el momento sólo ha mostrado que tales abstracciones morales, cuando se las considera fijas, o cuando se busca considerarlas como algo fijo, resultan ser momentos desaparecientes de la cosa misma que se rezuman en ella.

Final del Capítulo V

Algunas aclaraciones

X297X = Sófocles, Antígona, versos 456-457.

X298X = Todo lo que acaba de decir el autor puede entenderse o bien como una descripción de la conciencia ética simple, o bien como una valoración negativa de las estructuras abstractas de la razón moral moderna en comparación con esa eticidad simple, o bien como una crítica del modo como esas estructuras se entienden a sí mismas, sin que ello implique, ni mucho menos, que esas estructuras abstractas hubieran de medirse (ni que el autor las mida) por el criterio que representa una eticidad simple. Creo que por el momento el autor deja intencionadamente el asunto en esta indeterminación, a la que sólo pondrá definitivamente fin en el cap. VI, C, c, al introducir la figura del Gewissen. Por el momento sólo ha mostrado que tales abstracciones morales, cuando se las considera fijas, o cuando se busca considerarlas como algo fijo, resultan ser momentos desaparecientes de la cosa misma que se rezuman en ella.

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Conversaciones en Madrid

[436] Así, entonces, la diferencia de la autoconciencia respecto a la esencia es perfectamente transparente. En virtud de ello, las diferencias que hay en la esencia misma no son determinidades contingentes, sino que, mereced a la unidad de la esencia y de la autoconciencia —y sólo de ésta última podría venir la desigualdad— son las masas de su articulación penetrada de su vida, espíritus no escindidos y claros para sí mismos, figuras celestiales sin mácula, que conservan en sus diferencias la inocencia sin profanar y la unanimidad de su esencia. — En la misma medida, la autoconciencia es relación clara y simple hacia ellas. Son, y nada más: eso es lo que constituye la conciencia de su relación. Así, para la Antígona de Sófocles, valen como el Derecho no escrito e infalible de los dioses

No ahora y ayer, sino eternamente

Vive, y nadie sabe cuándo apareció X*1X4Hegel cita de la Antígona de Sófocles, versos 450-457. Probablemente, la traducción es del propio Hegel, quien, según informa Rosenkranz, en su Hegels Leben, realizó para su propio uso una versión en alemán de la tragedia de Sófocles. Cf. Rosenkranz, K.: Hegels Leben, Berlín, 1844, p. 11.

Son. Si pregunto cómo surgieron, y las reduzco hasta el punto de su origen, ya he ido más allá de él; pues, a partir de ahí, soy yo lo universal, mientras que que ellas son lo condicionado y restringido. Si ellas deben legitimarse según mi intelección, ya he movido entonces su imperturbable ser-en-sí, y las considero como algo que que quizá sea verdadero, o quizá no sea verdadero para mí. La convicción ética consiste precisamente en perseverar inexorable y firmemente en lo que es lo justo, absteniéndose de todo mover, sacudir y retrotraer. Se me hace depositario de algo X*2X:5Hegel toma el ejemplo de Kant, en KpV § 4, nota. es propiedad de otro, y yo lo reconozco porque es así, y me mantengo imperturbable en esta relación. Si me quedo con ese depósito [519] para mí, entonces, conforme al principio de mi examinar, que es la tautología, no cometo absolutamente ninguna contradicción; pues en adelante, ya no lo considero propiedad de otro; quedarse algo que yo no considero propiedad de otro es perfectamente consecuente. La modificación en el modo de considerar no es una contradicción, pues de lo que se trata no es de él en cuanto modo de considerar, sino del objeto y del contenido, que no deben contradecirse. Igual que yo —por ejemplo, cuando me deshago de algo regalándolo— puedo transformar el modo de considerar algo como propiedad mía para transformarlo en el modo de considerar por el que es propiedad de otro sin incurrir por ello en una contradicción, también puedo recorrer el camino inverso. —Así pues, no porque yo encuentre que algo no es contradictorio, ese algo es justo y de derecho, sino que porque es lo justo es por lo que es justo y de derecho. Que algo sea propiedad de otro, eso es lo que está en el fundamento, acerca de eso no tengo que hacer razonamientos, ni buscar o dejar que se me ocurran cualquier tipo de pensamientos, conexiones o consideraciones; ni pensar en legislar, ni en examinar leyes; por medio de tales movimientos de mi pensamiento he trastornado esa relación, en tanto que yo, de hecho, al arbitrio de mi indeterminado saber tautológico, podría hacer igualmente lo contrario y convertirlo en ley. Sino que, si lo justo y de derecho es esta determinación o lo es la contrapuesta, ello está determinado en y para sí; yo, para mí, podría hacer una ley con la determinación que quisiera, igual que podría no hacer ninguna: en cuanto empiezo a examinar, estoy ya en el camino no ético. Que, a mis ojos, lo justo y de derecho sea en y para sí: así es como estoy en la substancia ética; de ese modo es ella la esencia de la autoconciencia; esta última, empero, es la realidad efectiva y la existencia de la substancia ética, su sí-mismo y su voluntad.

Final del Capítulo V

Algunas aclaraciones

X*1X = Hegel cita de la Antígona de Sófocles, versos 450-457. Probablemente, la traducción es del propio Hegel, quien, según informa Rosenkranz, en su Hegels Leben, realizó para su propio uso una versión en alemán de la tragedia de Sófocles. Cf. Rosenkranz, K.: Hegels Leben, Berlín, 1844, p. 11.

X*2X = Hegel toma el ejemplo de Kant, en KpV § 4, nota.

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Conversations in Washington

[436] [436]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition The difference between self-consciousness and the essence is thus completely transparent. As a result, the differences in the essence itself are not contingent determinatenesses, but, on account of the unity of the essence and self-consciousness from which alone such an inequality could arise, they are the social estates of its structure permeated by its life, non-estranged spirits clear to themselves, unblemished heavenly shapes, which in their differences sustain the unprofaned innocence and unanimity of their essence. – Self-consciousness stands in a just as simple, clear [251] relationship to them. They are and nothing more than that. – This constitutes the consciousness of their relationships. That way they count for Sophocles’ Antigone as the unwritten and unerring law of the gods:

Not now and yesterday, but forever

It lives, and nobody knows from whence it appeared.7This is a quote from Sophocles’ Antigone.

They are. If I inquire about their emergence and confine them to their point of origin, so have I gone beyond them, for it is I who am henceforth the universal, and they are the conditioned and restricted. However much they are supposed to be legitimated through my insight, still I have already set their unwavering being-in-itself into motion, and I regard them as something which is perhaps true for me but perhaps not. An ethical disposition just consists in immovably sticking to what is right and in abstaining from any movement, any undermining, and any reduction. – Suppose something is entrusted to me: It is the property of another, I recognize it because it is so, and remain unwavering in this relationship. If I keep the entrusted item for myself, then according to the principle I use in testing laws, namely, that of tautology, I commit no contradiction whatsoever, for I then no longer see it as the property of another. To keep something that I do not view as somebody else’s property is perfectly consistent. Changing the point of view is no contradiction, for what is at stake is not the point of view but the object and the content, and it is those which are not supposed to contradict themselves. If I can alter the point of view that something is mine into the point of view that it is the property of another – as I do when I give something away as a gift – without becoming thereby guilty of a contradiction, then I can just as well take the opposite route. – It is not therefore because I find something’s not being self-contradictory that it is right; rather, it is right because it is the right. That something is the property of another is the basic underlying reason for this. I am not to argue cleverly at length on this, nor am I to look around for a variety of thoughts, contexts, considerations, or, for that matter, even just to let such things occur to me, nor am I to think of legislating laws or of testing them. In those sorts of movements of my thoughts, I would dislocate those relations while I could in fact quite arbitrarily and quite easily make the opposite fit onto my indeterminate tautological knowing and also make that into the law. But rather, whether this or the opposite determination is the right is determined in and for itself. For myself, if I wanted, I could have just [252] as easily made none of them into law, and, when I start putting myself in the position of testing them, I have already started down an unethical path. Because the right for me is in and for itself, I am within the ethical substance. The ethical substance is thus the essence of self-consciousness; however, self-consciousness is ethical substance’s actuality and existence, its self, and its will.

End of the Chapter V

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Conversaciones en el Atrium

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