Gespräche in der Dämmerung 00410
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / C. La individualidad que se es real en y para sí misma [C. Die Individualität, welche sich an und für sich selbst reell ist] / a. El reino animal del espíritu y el engaño, o también: la cosa misma [a. Das geistige Tierreich und der Betrug oder die Sache selbst]
[«La cosa misma» como unidad de la universalidad del ser y la universalidad del hacer]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[410] In der Sache selbst also, als der gegenständlich gewordenen Durchdringung der Individualität und der Gegenständlichkeit selbst, ist dem Selbstbewußtsein sein wahrer Begriff von sich geworden, oder es ist zum Bewußtsein seiner Substanz [304] gekommen. Es ist zugleich, wie es hier ist, ein soeben gewordenes und daher unmittelbares Bewußtsein derselben, und dies ist die bestimmte Weise, in welcher das geistige Wesen hier vorhanden und noch nicht zur wahrhaft realen Substanz gediehen ist. Die Sache selbst hat in diesem unmittelbaren Bewußtsein derselben die Form des einfachen Wesens, welches als Allgemeines alle seine verschiedenen Momente in sich enthält und ihnen zukommt, aber auch wieder gleichgültig gegen sie als bestimmte Momente und frei für sich ist und als diese freie einfache, abstrakte Sache selbst, als das Wesen gilt. Die verschiedenen Momente der ursprünglichen Bestimmtheit oder der Sache dieses Individuums, seines Zwecks, der Mittel, des Tuns selbst und der Wirklichkeit, sind für dieses Bewußtsein einerseits einzelne Momente, welche es gegen die Sache selbst verlassen und aufgeben kann; andererseits aber haben sie alle die Sache selbst nur so zum Wesen, daß sie als das abstrakte Allgemeine derselben an jedem dieser verschiedenen Momente sich findet und Prädikat derselben sein kann. Sie selbst ist noch nicht das Subjekt, sondern dafür gelten jene Momente, weil sie auf die Seite der Einzelheit überhaupt fallen, die Sache selbst aber nur erst das einfach Allgemeine ist. Sie ist die Gattung, welche sich in allen diesen Momenten als ihren Arten findet und ebenso frei davon ist.
Conversaciones en Valencia
[410] En la cosa misma [die Sache selbst], pues, en cuanto compenetración o interpenetración de la individualidad y la objetualidad, una compenetración que se ha vuelto objetiva [que se ha vuelto objeto, gegenständlich], le ha acabado deviniendo a la autoconciencia su verdadero concepto de sí, o lo que es lo mismo: la autoconciencia ha alcanzado la conciencia de su sustancia [o a la autoconciencia le ha advenido o amanecido la conciencia de su sustancia, la conciencia de lo que propiamente es su Wesen, de lo que propiamente es su ousía, de lo que propiamente es su ser] X264X.1Recuerde el lector que desde el final del cap. III venimos tratando de aclararnos acerca de la identidad de la reflexión en sí del objeto y la reflexión en sí de la conciencia, identidad que implicaba que la autoconciencia era en definitiva toda realidad. Hemos tratado de aclararnos acerca de la identidad de esa doble reflexión siguiendo (a lo largo de los caps. IV y V) a la conciencia en la experiencia que la conciencia hace. Pues bien, ahora, en «la cosa misma», empezamos a tener realmente ahí delante esa identidad. Esa autoconciencia es a la vez (tal como es aquí o tal como nos la encontramos aquí) una conciencia de ella [una conciencia de esa sustancia] que acaba de devenir, que acaba de producirse, que, por tanto, es inmediata, y ésta es la determinada manera en la que el ser espiritual está aquí presente, de suerte que todavía no ha crecido ni prosperado hasta convertirse en sustancia verdaderamente real, verdaderamente tangible [eso sucederá en el cap. VI]. La cosa misma tiene en esta conciencia [512] inmediata de ella [o también: de la sustancia] la forma del ser simple [einfaches Wesen] que, en cuanto universal, contiene todos sus diversos momentos y conviene a ellos, pero que a su vez es también indiferente respecto a ellos como momentos determinados, y es libre para sí, y precisamente como esta libre cosa misma simple y abstracta es como ella ejerce como esencia [esto es, actúa como esencia, es decir, es así como ella puede considerarse la esencia]. Los diversos momentos de la determinidad original de la cosa de este individuo [de su tema, de su asunto, de lo que él «va»], [es decir], su fin, sus medios, el hacer mismo, y la realidad [o los diversos momentos que representan la determinidad original o la cosa de este individuo, a saber: su fin, sus medios, el hacer mismo, y la realidad], son para esta conciencia, por un lado, momentos particulares [momentos sueltos, einzelne] que esa conciencia puede dejar o abandonar frente a la cosa misma [o cuando de lo que se trata es de la cosa misma]; pero, por otro lado, todos esos momentos tienen hasta tal punto la cosa misma por esencia que esa cosa misma, en cuanto universal abstracto de ellos está en cada uno de estos distintos momentos y puede predicarse de ellos. La cosa misma no es todavía el sujeto, sino que de sujeto hacen aquellos momentos, porque son esos momentos los que caen del lado de la particularidad en general [de la Einzelnheit, de la individualidad], y la cosa misma sólo es por de pronto (o la cosa misma sólo empieza siendo) lo sencillamente universal, o lo simplemente universal [y, por tanto, es sólo predicado]. La cosa misma es el género [Gattung] que se encuentra en todos esos momentos como especies [Arten] suyas, pero que es asimismo libre respecto de ellos.
Algunas aclaraciones
X264X = Recuerde el lector que desde el final del cap. III venimos tratando de aclararnos acerca de la identidad de la reflexión en sí del objeto y la reflexión en sí de la conciencia, identidad que implicaba que la autoconciencia era en definitiva toda realidad. Hemos tratado de aclararnos acerca de la identidad de esa doble reflexión siguiendo (a lo largo de los caps. IV y V) a la conciencia en la experiencia que la conciencia hace. Pues bien, ahora, en «la cosa misma», empezamos a tener realmente ahí delante esa identidad.
Conversaciones en Madrid
[410] En la Cosa misma, entonces, en cuanto compenetración objetualizada de la individualidad y la objetualidad mismas, es donde le ha advenido a la autoconciencia su concepto verdadero de sí, o dicho de otro modo, donde ella ha llegado a la conciencia de su substancia. Al mismo tiempo, tal como ella es aquí, esa conciencia de su substancia acaba de llegar a ser, y es por eso inmediata, y éste es el modo determinado en el que la esencia espiritual se halla aquí presente: aún no ha medrado hasta la substancia real de verdad. En esta conciencia inmediata de ella, la Cosa misma tiene la forma de la esencia simple, la cual, en cuanto universal, contiene dentro de sí todos sus diversos momentos y les corresponde, pero también, a su vez, es indiferente a ellos en cuanto momentos determinados, y es libre para sí, y es como esta Cosa libre, simple y abstracta, como la esencia. Los diversos momentos de la determinidad primigenia, o de la Cosa de este individuo, de sus fines, de los medios, de la actividad misma y de la realidad efectiva, son para esta conciencia, por un lado, momentos singulares que ella puede abandonar y entregar frente a la Cosa misma; pero, por otro lado, todos ellos tienen a la Cosa misma por esencia sólo de tal manera que ella se encuentra como lo universal abstracto de ellos en cada uno de estos diversos momentos, y puede ser predicado suyo. Ella misma no es todavía el sujeto, sino que como tal valen aquellos momentos, porque ellos caen del lado de la singularidad en general, mientras que la Cosa misma sólo es, todavía, lo simplemente universal. Es el género que se encuentra en todos estos momentos como especies suyas, y que está igualmente libre de ellos.
Conversations in Washington
[410] [410]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition Therefore, in the crux of the matter as the permeation of individuality and objectivity which has objectively come to be, to self-consciousness, its true concept of self-consciousness has come to be, or self-consciousness has arrived at a consciousness of its substance. As it is here, it is at the same time a consciousness of its substance, or a consciousness that has now come to be, and it is thus immediate consciousness. This is the determinate way in which spiritual essence is present here and has not yet progressed to the point of becoming truly real substance. In this immediate consciousness of the crux of the matter, the crux of the matter itself has the form of simple essence, which, as universal, contains all its various moments within itself and which accords with them, but it is also again indifferent to them [237] as determinate moments. It is free-standing for itself,3frei für sich and, as this freestanding, simple, abstract crux of the matter, it counts as the essence. On the one hand, the various moments of the original determinateness, or what constitutes this individual’s crux of the matter, namely, his purposes, his means, his acts and his actuality, are for this consciousness singular moments which it can abandon and surrender vis-à-vis the crux of the matter. However, on the other hand, they all have the crux of the matter for their essence only so that the crux of the matter finds itself to be the abstract universal in each of these various moments and can be their predicate. The crux of the matter is not yet the subject, but rather those moments count as subjects because they fall within the bounds of singularity as such; however, the crux of the matter is first just the simple universal. It is the genus which is to be found in all these moments as its species and which is likewise free-standing from all of them.