Gespräche in der Dämmerung 00408

Parte de:

C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / C. La individualidad que se es real en y para sí misma [C. Die Individualität, welche sich an und für sich selbst reell ist] / a. El reino animal del espíritu y el engaño, o también: la cosa misma [a. Das geistige Tierreich und der Betrug oder die Sache selbst]

 

[La desaparición del desaparecer, y la adecuación finalmente de pensamiento y realidad; de cómo la verdadera obra era otra que la pensada]

Gespräche in Jena

[408] Dies Verschwinden des Verschwindens liegt in dem Begriffe der an sich realen Individualität selbst; denn dasjenige, worin das Werk oder was an ihm verschwindet und was demjenigen, was Erfahrung genannt worden, seine Übermacht über den Begriff, den die Individualität von sich selbst hat, geben sollte, ist die gegenständliche Wirklichkeit; sie aber ist ein Moment, welches auch in diesem Bewußtsein selbst keine Wahrheit mehr für sich hat; diese besteht nur in der Einheit desselben mit dem Tun, und das wahre Werk ist nur jene Einheit des Tuns und des Seins, des Wollens und Vollbringens. Dem Bewußtsein ist also um der seinem Handeln zugrunde liegenden Gewißheit [willen] die ihr entgegengesetzte Wirklichkeit selbst ein solches, welches nur für es ist; ihm als in sich zurückgekehrtem Selbstbewußtsein, dem aller Gegensatz verschwunden ist, kann er nicht mehr in dieser Form seines Fürsichseins gegen die Wirklichkeit werden; sondern der Gegensatz und die Negativität, die an dem Werke zum Vorschein kommt, trifft hiermit nicht nur den Inhalt des Werks oder auch des Bewußtseins, sondern die Wirklichkeit als solche und damit den nur durch sie und an ihr vorhandenen Gegensatz und das Verschwinden des Werks. Auf diese Weise reflektiert sich also das Bewußtsein in sich aus seinem vergänglichen Werke und behauptet seinen [303] Begriff und Gewißheit als das Seiende und Bleibende gegen die Erfahrung von der Zufälligkeit des Tuns; es erfährt in der Tat seinen Begriff, in welchem die Wirklichkeit nur ein Moment, etwas für es, nicht das Anundfürsich ist; es erfährt sie als verschwindendes Moment, und sie gilt ihm daher nur als Sein überhaupt, dessen Allgemeinheit mit dem Tun dasselbe ist. Diese Einheit ist das wahre Werk; es ist die Sache selbst, welche sich schlechthin behauptet und als das Bleibende erfahren wird, unabhängig, von der Sache, welche die Zufälligkeit des individuellen Tuns als eines solchen, der Umstände, Mittel und der Wirklichkeit ist.

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Conversaciones en Valencia

[La desaparición del desaparecer, y la adecuación finalmente de pensamiento y realidad; de cómo la verdadera obra era otra que la pensada]

[408]1Epígrafe: La desaparición del desaparecer, y la adecuación finalmente de pensamiento y realidad; de cómo la verdadera obra era otra que la pensada. El desaparecer del desaparecer radica [o está, o yace] en el concepto de [la] individualidad misma en sí real; pues aquello en que la obra (o lo que hay en ella) desaparece y que habría de otorgar a lo que hemos llamado experiencia [de la triple contingencia de la obra] su superpotencia o superpoderío sobre el concepto que la individualidad se hace de sí misma, no es sino la realidad objetual u objetiva [la realidad mostrándose en su carácter de objeto, la «primacía de lo objetivo»]; pero esa realidad objetiva es un momento que tampoco en esta conciencia tiene ya ninguna verdad de por sí, sino que esa verdad consiste sólo en la unidad de la conciencia con el hacer, y la verdadera obra, o la obra verdadera, es sólo esa unidad del hacer y el ser, del querer y el ejecutar [realizar]. Así pues, a la conciencia, en virtud de la certeza que subyace en su acción, esa realidad misma que le es opuesta no puede serle sino algo que es para ella X260X;2Vide infra Algunas aclaraciones X260X. [y así resulta que] a la conciencia, en cuanto autoconciencia retornada a sí, a la que le ha desaparecido toda contraposición [es lo que hemos ido viendo en el presente cap. V, C, a y el resultado del cap. V, B], tal contraposición ya no puede salirle en la forma de un ser-para-sí suyo [de la conciencia o de la autoconciencia] frente a la realidad; sino que la contraposición y la negatividad que en la obra aparecen en primer plano [que en la obra se dejan ver a primera vista], afectan, por tanto, no sólo al contenido de la obra o también a la conciencia, sino a la realidad como tal, y, por tanto, [afectan] a esa contraposición que sólo se da mediante la realidad y en la realidad, [se refieren] al desaparecer de la obra. De esta manera, pues, la conciencia se reflicte en sí o sobre sí a partir de lo pasajero de su obra, del carácter de caducidad de ésta, y afirma su concepto y certeza como [siendo la conciencia] lo que es y lo que permanece frente a [o contra] la experiencia de la contingencia del hacer; la conciencia hace, efectivamente, experiencia de su concepto, en el cual la realidad es sólo un momento, algo para ella [para la conciencia], no algo en-y-para-sí; la conciencia hace experiencia de la realidad como momento desapareciente, y la conciencia, por tanto, no puede menos de considerar la realidad como ser en general cuya universalidad es la misma que la del hacer. Esta unidad es la verdadera obra; y esta obra es la cosa misma [die Sache selbst] X261X,3Vide infra Algunas aclaraciones X261X. la cual se afirma absolutamente y de la cual se hace experiencia como lo permanente, con independencia de la cosa [o de esa otra cosa] que no es [o que no era] sino la contingencia de la acción individual [o del hacer individual] como tal acción individual, es decir, de [la contingencia de] las circunstancias, de los medios y de la realidad.

Algunas aclaraciones

X260X

Tenga presente el lector que la inflexión que a partir de este momento se produce en la argumentación no deja de ser un tanto brusca. Después del «punto y coma», el autor recurre bruscamente a la idea principal de todo este cap. V, conforme a la que la categoría es la unidad del en-sí y lo suyo (lo suyo de la conciencia), en la que el en-sí acaba resolviéndose en nihilidad frente a lo suyo, no resultando ser el en-sí, sino el serse la conciencia eso suyo (y a la inversa, esto suyo, no es sino lo otro de la conciencia, que acaba resultando no ser sino la conciencia). Como resulta que la «primacía de lo objetivo» (por emplear esta expresión de Adorno), que parecía acabar imponiéndose, se basaba en la triple contingencia de la obra, es esa contingencia la que en las líneas que siguen hemos de ver resolverse en nihilidad. En la unidad de la conciencia y la obra, la supuesta autonomía de alguno de los momentos tiene que acabar revelándose como una magnitud desapareciente. Pero esto no es sino el motivo o ingrediente más importante de este medio que representa la categoría.

X261X

«La cosa misma» [die Sache selbst] es la unidad de la universalidad del ser y la universalidad del hacer. Más abajo se va a decir que «la cosa misma» es el elemento en el que a la conciencia la certeza de sí misma le es un ser objetivo, le es el objeto que, por decirlo así, le sale y le nace a la autoconciencia como el suyo, pero sin cesar de ser un objeto libre, de ser propiamente objeto. Conviene tener presentes estas formulaciones, pues en ellas se va a basar el concepto de espíritu que se introduce en el cap. VI. Enseguida el autor va a añadir también que en el punto en que estamos las cosas (Dinge) de la certeza sensible y de la percepción no tienen ahora para la autoconciencia otro significado que el que cobran mediante la autoconciencia, el de ser asunto, Sache, de la autoconciencia racional y que en cierta manera aquéllas acaban reduciéndose aquí (o siendo traídas aquí) a su base, razón o fundamento.

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Conversaciones en Madrid

[408] Este desvanecerse del desvanecerse reside en el concepto mismo de la individualidad real en sí; pues aquello en lo que la obra, o algo que hay en ella, se desvanece, y que debía de dar a lo que se ha denominado experiencia su supremacía sobre el concepto que la individualidad tiene de sí misma, es la realidad efectiva objetual; pero ésta es un momento que tampoco en esta conciencia misma tiene ya ninguna verdad para sí; esta última consiste sólo en la unidad de la conciencia con la actividad, y la obra verdadera es sólo aquella unidad de la actividad y del ser, del querer y del llevar a cabo. A los ojos de la conciencia, pues, en virtud de la certeza que subyace a su actuar, la realidad efectiva misma contrapuesta a esa certeza es tal que sólo es para ella, la conciencia; a ella, en cuanto autoconciencia que ha retornado hacia dentro de sí, ante la que se ha desvanecido toda oposición, la oposición no puede advenirle ya en esta forma de su ser-para-sí contra la realidad efectiva; sino que la oposición y la negatividad que vienen a aparecer en la obra, por tanto, no sólo aciertan en el contenido de la obra, o de la conciencia, sino en la realidad efectiva como tal, y por consiguiente, en la oposición presente sólo por ellos y en ellos, y en el desvanecerse de la obra. De este modo, entonces, la conciencia se refleja dentro de sí desde su obra perecedera, y afirma su concepto y su certeza como lo que es y lo que permanece frente a la experiencia de la contingencia de la actividad; de hecho, hace la experiencia de su concepto, en el cual la realidad efectiva es sólo un momento, es algo para ella, no lo en-y-para-sí; hace la experiencia de esa realidad efectiva como momento evanescente, y por eso, vale para ella sólo como ser en general, cuya universalidad es lo mismo que la actividad. Esta unidad es la obra verdadera; es la Cosa misma, que se afirma sin más, y es experimentada, aprendida, como lo permanente, independiente de la Cosa que es la contingencia de la actividad individual como tal, de las circunstancias, de los medios y de la realidad efectiva.

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Conversations in Washington

[408] [408]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition This vanishing of the vanishing lies in the concept of individuality that is real in itself, for it is objective actuality which is that in which the work, or what is in the work, vanishes, and it is objective actuality which was supposed to give what was called “experience” its supremacy over individuality’s concept of itself. However, objective actuality is a moment which, within this consciousness itself, also no longer has any truth for itself. Truth consists only in the unity of the work with the doing, and the true work is only that unity of being and doing, of willing and accomplishing. To consciousness, in virtue of the certainty lying at the basis of its acting, the actuality opposed to this certainty is the actuality itself that only is for consciousness. To consciousness, which as self-consciousness has returned into itself and to which all opposition has vanished, the opposition can no longer take this form of its being-for-itself over and against actuality. Rather, the opposition and the negativity which come to light in the work thereby affects more than just the content of the work or of consciousness but rather also affects actuality as such actuality and thereby affects the opposition present in that actuality through actuality itself and thereby affects the work’s vanishing. In this manner, consciousness thus reflects itself into itself from out of its transitory works and affirms its concept and certainty as the existing and the enduring vis-à-vis the experience of the contingency of the doing. It experiences in fact its concept, within which actuality is only a moment, or is something for consciousness, and not what is in-and-for-itself. It experiences actuality as a vanishing moment, and actuality thus counts, to itself, only as being, full stop, whose universality is the same as its doing. This unity is the true work; it is the crux of the matter, which unreservedly affirms itself and is experienced as what endures, independently of the contingency of the individual’s doing and of the contingency of circumstances, means, and actuality.

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Conversaciones en el Atrium

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