Gespräche in der Dämmerung 00403

Parte de:

C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / C. La individualidad que se es real en y para sí misma [C. Die Individualität, welche sich an und für sich selbst reell ist] / a. El reino animal del espíritu y el engaño, o también: la cosa misma [a. Das geistige Tierreich und der Betrug oder die Sache selbst]

 

[Ni edificación ni arrepentimiento ni queja en este reino animal del espíritu; la animal y básica alegría del hacer y sacarse a luz o del exponerse ahí como realidad]

Gespräche in Jena

[403] Es findet daher überhaupt weder Erhebung, noch Klage, noch Reue statt; denn dergleichen alles kommt aus dem Gedanken her, der sich einen anderen Inhalt und ein anderes Ansich einbildet, als die ursprüngliche Natur des Individuums und ihre in der Wirklichkeit vorhandene Ausführung ist. Was es sei, das es tut und ihm widerfährt, dies hat es getan und ist es selbst; es kann nur das Bewußtsein des reinen Übersetzens seiner selbst aus der Nacht der Möglichkeit in den Tag der Gegenwart, des abstrakten Ansich in die Bedeutung des wirklichen Seins und die Gewißheit haben, daß, was in diesem ihm vorkommt, nichts anderes ist, als was in jener schlief. Das Bewußtsein dieser Einheit ist zwar ebenfalls eine Vergleichung, aber was verglichen wird, hat eben nur den Schein des Gegensatzes; ein Schein der Form, der für das Selbstbewußtsein der Vernunft, daß die Individualität an ihr selbst die Wirklichkeit ist, nichts mehr als Schein ist. Das Individuum kann also, da es weiß, daß es in seiner Wirklichkeit nichts anderes finden kann als ihre Einheit mit [299] ihm oder nur die Gewißheit seiner selbst in ihrer Wahrheit, und daß es also immer seinen Zweck erreicht, nur Freude an sich erleben.

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Conversaciones en Valencia

[Ni edificación ni arrepentimiento ni queja en este reino animal del espíritu; la animal y básica alegría del hacer y sacarse a luz o del exponerse ahí como realidad]

[403]1Epígrafe: Ni edificación ni arrepentimiento ni queja en este reino animal del espíritu; la animal y básica alegría del hacer y sacarse a luz o del exponerse ahí como realidad. Por tanto, no hay lugar ni para la edificación entusiasta, ni para la queja, ni para el arrepentimiento; pues tales cosas provienen todas del pensamiento miento que se imagina un contenido distinto y un en-sí distinto u otro que la naturaleza inicial u original del individuo y que la ejecución de esa naturaleza, tal como esa ejecución está ahí presente en la realidad. Lo que el individuo es, lo que él hace y lo que a consecuencia de ello a él le pasa, es algo que él ha hecho [es obra suya], es algo que él mismo es; el individuo sólo puede tener la conciencia de un traducirse o trasladarse a sí mismo de la noche de la posibilidad al día de la actualidad, del en-sí abstracto al significado de ser-real [o de ser real] y tener la certeza de que aquello que en éste [en ese ser-real] le ocurre no es otra cosa que lo que en aquella noche dormía. Ciertamente, la conciencia de esta unidad es igualmente comparación, pero lo que se compara no tiene sino la apariencia de contraposición [es decir, las cosas que se comparan sólo en apariencia son cosas contrapuestas]; una apariencia de la forma [una apariencia suscitada por la forma], que para la autoconciencia de la razón [que para la autoconciencia que la razón tiene] de que la individualidad en sí misma es la realidad, no es otra cosa que eso: pura apariencia. El individuo, por tanto, puesto que sabe que en su realidad no puede encontrar otra cosa que la unidad de esa realidad con él, o que no va a encontrar sino la certeza de sí mismo en la verdad de esa certeza, o que él, por tanto, no puede sino alcanzar lo que es su fin, el individuo, digo, puesto que sabe eso, no puede experimentar en sí sino alegría [no puede sino gozarse en ello, no puede sino experimentar alegría en él mismo, alegría en y por aquello que él es].

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Conversaciones en Madrid

[403] Por eso, en modo alguno tienen lugar ni elevación, ni lamento, ni arrepentimiento; pues todo lo que sea de ese género procede del pensamiento que se imagina otro contenido y otro en-sí distintos de lo que son la naturaleza primigenia del individuo y su despliegue tal como se da en la realidad efectiva. Sea lo que sea lo que él haga y le ocurra, lo ha hecho él, y es él mismo; sólo puede tener la conciencia del puro traducirse a sí mismo, desde la noche de la posibilidad al día del presente, de lo en-sí abstracto al significado del ser efectivamente real, y la certeza de que lo que le advenga en éste ser no es distinto de lo que estaba dormido en aquella noche. La conciencia de esta unidad es, ciertamente, también una comparación, pero, justamente, lo que se compara tiene sólo la apariencia de la oposición; una apariencia de forma que, para la autoconciencia de la razón —que sabe que la individualidad es ella misma la realidad efectiva—, no es más que apariencia. El individuo, entonces, dado que sabe que en su realidad efectiva no puede encontrar nada distinto de la unidad de ésta con él, o distinto de la certeza de sí mismo en la verdad de esa unidad, y sabe, por tanto, que siempre alcanza sus fines, no puede sino vivir la alegría en sí.

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Conversations in Washington

[403] [403]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition Consequently, there is in this matter neither exaltation nor lament nor remorse. Anything of that sort arises from imagining another content and another in-itself than what is in the individual’s original nature and the way it is to be worked out in actuality. Whatever the individual does and whatever happens to him, it is he who has done it, and it is himself. He can only have the consciousness of having purely translated his own self from the night of possibility into the daylight of the present, from the abstract in-itself into the meaning of actual being, and he can have the certainty that what to him is to be found in the latter is nothing but what lay dormant in the former. The consciousness of this unity is to be sure likewise a comparison, but what is compared only has the very semblance of opposition. It is a semblance of form which, for the self-consciousness of reason (that individuality in its own self is actuality) is nothing more than mere semblance. Therefore, because the individual knows that he can find in his actuality nothing but its unity with him, or can find only self-certainty in its truth, and because he thus always achieves his end, the individual can experience only joy in itself.

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Conversaciones en el Atrium

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