Gespräche in der Dämmerung 00382

Parte de:

C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / B. La realización de la autoconciencia racional mediante sí misma [B. Die Verwirklichung des vernünftigen Selbstbewußtseins durch sich selbst] / c. La virtud y el curso del mundo [c. Die Tugend und der Weltlauf]

 

[El contenido universal del curso del mundo y las dos anteriores figuras de la conciencia]

Gespräche in Jena

[382] Der allgemeine Inhalt des wirklichen Weltlaufs hat sich schon ergeben; näher betrachtet ist er wieder nichts anderes als die beiden vorhergehenden Bewegungen des Selbstbewußtseins. Aus ihnen ist die Gestalt der Tugend hervorgegangen; indem sie ihr Ursprung sind, hat sie sie vor sich; sie geht aber darauf, ihren Ursprung aufzuheben und sich zu realisieren oder für sich zu werden. Der Weltlauf ist also einerseits die einzelne Individualität, welche ihre Lust und Genuß sucht, darin zwar ihren Untergang findet und hiermit das Allgemeine befriedigt. Aber diese Befriedigung selbst, sowie die übrigen Momente dieses Verhältnisses, ist eine verkehrte Gestalt und Bewegung des Allgemeinen. Die Wirklichkeit ist nur die Einzelheit der Lust und des Genusses, das Allgemeine aber ihr entgegengesetzt, eine Notwendigkeit, welche nur die leere Gestalt desselben, eine nur negative Rückwirkung und inhaltloses Tun ist. – Das andere Moment des Weltlaufs ist die Individualität, welche an und für sich Gesetz sein will und in dieser Einbildung die bestehende Ordnung stört; das allgemeine Gesetz erhält sich zwar gegen diesen Eigendünkel und tritt nicht mehr als ein [284] dem Bewußtsein Entgegengesetztes und Leeres, nicht als eine tote Notwendigkeit auf, sondern als Notwendigkeit in dem Bewußtsein selbst. Aber wie es als die bewußte Beziehung der absolut widersprechenden Wirklichkeit existiert, ist es die Verrücktheit; wie es aber als gegenständliche Wirklichkeit ist, ist es die Verkehrtheit überhaupt. Das Allgemeine stellt sich also wohl in beiden Seiten als die Macht ihrer Bewegung dar, aber die Existenz dieser Macht ist nur die allgemeine Verkehrung.

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Conversaciones en Valencia

[El contenido universal del curso del mundo y las dos anteriores figuras de la conciencia]

[382] 1Epígrafe: El contenido universal del curso del mundo y las dos anteriores figuras de la conciencia. El contenido universal del curso real del mundo [o lo universal en cuanto contenido del curso real del mundo] lo hemos obtenido ya [lo hemos visto ahí ya, se trata de las dos figuras anteriores]; considerado con más detalle, digamos otra vez que el curso del mundo no es otra cosa que los dos precedentes movimientos de la autoconciencia. De ellos ha surgido la forma o figura de la virtud [o la figura que representa la virtud], en cuanto esos movimientos son su origen, la virtud los tiene por delante de sí [le preceden], y los tiene ante sí; pero la virtud se endereza a suprimir y superar precisamente ese su origen, y a realizarse, o a devenir para sí. El curso del mundo es, por tanto, por un lado, la individualidad particular [eizelne Individualität, la individualidad de cada cual] X235X2Es éste un pasaje en el que queda claro cómo usa el autor los términos Individualität y Einzelnheit y cómo puede también decir einzelne Individualität. Este uso es más o menos el que el autor hace constantemente de ellos en todo el libro. La única forma plausible de traducir einzelne Individualität es individualidad particular o individuo particular, o cada individualidad suelta. que busca su placer y goce, pero que en ello encuentra precisamente su caída o su hundimiento, y con ello da satisfacción a lo universal [lo universal le pasa la factura]. Esta satisfacción, así como los demás momentos de esta relación, es una figura invertida y un movimiento invertido de lo universal. La realidad es sólo la individualidad [Einzelnheit] del placer y del goce y lo universal, en cambio, algo que se le opone [el destino, la necesidad]; [ese universal se trueca en] una necesidad, que no es sino vacía forma o figura de una universal, una retroacción sólo negativa y un orden carente de contenido [la experiencia fáustica, cap. V, B, a]. — El otro momento del curso del mundo es la individualidad [Individualität] que quiere ser ley en y para sí [que quiere ser ley en y de por sí] y que, en el imaginarse tal cosa, perturba [trastoca] el orden existente; la ley universal se mantiene, ciertamente, contra esa presunción y arrogancia [Eigendünkel], y no se presenta ya como algo vacío y contrapuesto a la conciencia, no aparece como una necesidad muerta, sino como necesidad en la conciencia misma. Pero habida cuenta de que esa ley queda entonces ahí como un consciente comportarse de una realidad que absolutamente se contradice [como la forma de comportarse conscientemente una realidad que absolutamente se contradice], resulta que esa ley es el desvarío; pero como esa ley está ahí (o es) como realidad objetiva, resulta que lo que ella es, es el estar todo cabeza abajo en general [el estar loco el mundo] [cap. V, B, b] X236X.3Vide infra Algunas aclaraciones X236X. Lo universal se presenta, pues, por ambos lados [cap. V, B, apartados a y b] como el poder de su movimiento [es decir, del movimiento de esos lados, o como el poder que representa el movimiento de esos lados, o como el poder que rige el movimiento de esos lados], pero la existencia de este poder es sólo la dislocación, trastrueque, e inversión universales [el estar todo puesto del revés, el andar todo cabeza abajo o patas arriba].

Algunas aclaraciones

X235X

Es éste un pasaje en el que queda claro cómo usa el autor los términos Individualität y Einzelnheit y cómo puede también decir einzelne Individualität. Este uso es más o menos el que el autor hace constantemente de ellos en todo el libro. La única forma plausible de traducir einzelne Individualität es individualidad particular o individuo particular, o cada individualidad suelta.

X236X

El curso del mundo parece, pues, tener dos ingredientes principales: el hacerse trizas contra el vacuo destino la búsqueda del placer y de la felicidad y el andar loco el mundo. A esos dos ingredientes se va a añadir enseguida un tercero, el da la vaciedad del discurso moderno de la virtud. Todo esto suena más bien a El Criticón de Gracián. El «optimismo racionalista» de Hegel, si es que hay algo de ello, tiene que tener sin duda otro sentido que el que habitualmente suele dársele. Puede que el cobrar lucidez sobre sí mismo (que es a lo que su propio carácter incondicionado, es decir, el Ser absoluto, empuja al hombre) ni tenga que acabar en definitiva coincidiendo con la felicidad ni con el descubrimiento de que el mundo esté bien hecho, por más que, siendo para la autoconciencia ese mundo el suyo, inexorablemente haya de tratar de ponerlo en orden. Por lo demás, los tópicos sobre Hegel tienen a veces bastante poco que ver con lo que el autor de la Fenomenología del espíritu propiamente dice. Pero de lo que se trata en el presente apartado es de intentar ver a qué viene (qué «pinta») la areté, es decir, a qué viene (qué «pinta») la voluntad de universalidad, ejemplaridad y excelencia en la a veces tan triste pintura del moderno ἔργον ἀνθρώπινον, de lo objetivo como lo que la autoconciencia se pone. Y me parece que la idea de Hegel es que si la areté antigua era un universal en el que quedaba subsumida la individualidad, en el ἔργον ἀνθρώπινον moderno no hay universal que no consista en el movimiento mismo de la individualidad; por tanto, el moderno principio de individualidad que deriva de la subjetividad moderna, o que no es sino otro aspecto de esa subjetividad, se convierte en destino de la virtud antigua. Creo que esta es la moraleja que del presente cap. V, B, c, saca el autor.

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Conversaciones en Madrid

[382] El contenido universal del curso efectivo del mundo se nos ha dado ya; considerado más de cerca, no es más que los dos movimientos precedentes de la autoconciencia otra vez. De ellos había salido la figura de la virtud; al ser ellos su origen, ella los tiene delante de sí; pero ahora procede a asumir su origen y realizarse, o, en otros términos, a llegar a ser para sí. El curso del mundo es, entonces, por un lado, la individualidad singular que busca su placer y disfrute, encuentra su ruina, y satisface así lo universal. Pero esta satisfacción misma, así como los demás momentos de esta relación, es una figura invertida y movimiento de lo universal. La realidad efectiva no es más que la singularidad del placer y del disfrute, mientras que lo universal está contrapuesto a ella; una necesidad que sólo es la figura vacía de ese universal, una reacción negativa y una actividad sin contenido. — El otro momento del curso del mundo es la individualidad que quiere ser ley en y para sí, y con esa fantasía que ella se figura perturba el orden existente; ciertamente, frente a ese engreimiento, la ley universal se mantiene, y no entra ya en escena como algo vacío y contrapuesto a la conciencia, como una necesidad muerta, sino como necesidad dentro de la conciencia misma. Pero cuando existe como la referencia consciente de la realidad efectiva que contradice absolutamente, es la locura; mientras que cuando es como realidad efectiva objetual, es el estado de invertido, de trastorno como tal. Lo universal, entonces, se expone, sin duda, en ambos lados como el poder de su movimiento, pero la existencia de este poder es sólo la inversión y trastorno universal.

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Conversations in Washington

[382] [382]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition The universal content of the actual way of the world has already emerged. Taken more precisely, it is again nothing but the two preceding movements of self-consciousness. It is from them that the shape of virtue has emerged; while they are its origin, virtue has them prior to itself. However, virtue both sets itself to sublating its origin and to realizing itself, or to becoming for itself. On the one hand, the way of the world is thus singular individuality which seeks its pleasure and gratification, therein finding only its downfall, and as a result satisfying the universal. However, this satisfaction itself, just like the rest of the moments of these relations, is both an inverted shape and movement of the universal. Actuality is only the singularity of pleasure and gratification, but the universal is opposed to it. Actuality is a necessity which is only the empty shape of the universal, only a negative reaction, a content-less doing. – The other moment of the way of the world is individuality, which wills to be a law in and for itself, and which, in this conceit, disturbs the stably existing order. To be sure, the universal law holds its own against this sort of self-conceit, and it no longer comes on the scene as opposed to consciousness, or as empty, as a dead necessity; it comes on the scene rather as a necessity within consciousness itself. In the way it is as the conscious relation of an absolutely contradictory actuality, it is madness, but in the way it exists as an objective actuality, it is utter invertedness itself. In both aspects, the universal therefore exhibits itself as the power of their movement, but the existence of this power is only the universal inversion.

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Conversaciones en el Atrium

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