Gespräche in der Dämmerung 00371

Parte de:

C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / B. La realización de la autoconciencia racional mediante sí misma [B. Die Verwirklichung des vernünftigen Selbstbewußtseins durch sich selbst] / b. La ley del corazón y el desvarío de la vanidad, de la petulancia y de la arrogancia (o el desvarío del lado oscuro de uno) [b. Das Gesetz des Herzens und der Wahnsinn des Eigendünkels]

 

[La ley del corazón y la otra ley]

Gespräche in Jena

[371] Das Gesetz dagegen, welches dem Gesetze des Herzens gegenübersteht, ist vom Herzen getrennt und frei für sich. Die Menschheit, die ihm angehört, lebt nicht in der beglückenden Einheit des Gesetzes mit dem Herzen, sondern entweder in grausamer Trennung und Leiden oder wenigstens in der Entbehrung des Genusses seiner selbst bei der Befolgung des Gesetzes und in dem Mangel des Bewußtseins der eigenen Vortrefflichkeit bei der Überschreitung desselben. Weil jene [276] gewalthabende göttliche und menschliche Ordnung von dem Herzen getrennt ist, ist sie diesem ein Schein, welcher das verlieren soll, was ihm noch zugesellt ist, nämlich die Gewalt und die Wirklichkeit. Sie mag in ihrem Inhalte wohl zufälligerweise mit dem Gesetze des Herzens übereinstimmen, und dann kann sich dieses sie gefallen lassen; aber nicht das Gesetzmäßige rein als solches ist ihm das Wesen, sondern daß es darin das Bewußtsein seiner selbst, daß es sich darin befriedigt habe. Wo der Inhalt der allgemeinen Notwendigkeit aber nicht mit dem Herzen übereinstimmt, ist sie auch ihrem Inhalte nach nichts an sich und muß dem Gesetze des Herzens weichen.

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Conversaciones en Valencia

[La ley del corazón y la otra ley]

[371]1Epígrafe: La ley del corazón y la otra ley. [472] En cambio, la ley que queda enfrente de la ley del corazón está separada del corazón, y es libre para sí [queda libre para sí, funciona a su aire]. La humanidad, en cuanto pertenece a esa ley [a la ley que no es la ley del corazón], no vive en una felicífica unidad de la ley y el corazón, sino en una cruel separación o sufrimiento, o, cuando menos, en la carencia y privación del goce de sí misma cuando se atiene a la ley [a la ley que no es la del corazón, se entiende], y de la falta de conciencia de su propia excelencia cuando la transgrede. Y porque ese orden divino y humano, que tiene el poder [que detenta el poder], es un orden separado del corazón, resulta que ese orden es para el corazón una apariencia que habrá de perder aquello que todavía, empero, lleva anejo, a saber: el poder y la realidad. Ese orden, en lo que se refiere a su contenido, puede muy bien concordar contingentemente con la ley del corazón, y entonces la ley del corazón puede condescender con esa realidad; pero no es lo conforme a la ley como tallo que entonces le es [al corazón o a la ley del corazón] la esencia, sino que lo que en ese caso para ella [para la ley del corazón] es la esencia, es la conciencia de sí misma en tanto esa conciencia tiene en esa realidad [contingentemente] su satisfacción. Pero cuando el contenido de la necesidad universal no concuerda con el corazón, resulta que esa necesidad, tampoco en lo que se refiere a su contenido, es nada en sí, y tiene que ceder a la ley del corazón.

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Conversaciones en Madrid

[371] En cambio, la ley a la que se enfrenta la ley del corazón está separada de éste, y es libre para sí. La humanidad que le corresponde no vive en la dicha que proviene de la unidad de la ley y el corazón, sino en una cruel separación y padecimiento, o cuando menos, en la privación del disfrute de sí misma al obedecer la ley, y en la falta de conciencia de la propia excelencia al transgredirla. Ese orden soberano divino y humano, dado que está separado del corazón, es, a los ojos de éste, una apariencia que debe perder lo que todavía le compete a éste, a saber, el poder violento y la realidad efectiva. Puede ocurrir que, de manera azarosa, ese orden coincida en su contenido con la ley del corazón, y éste pueda entonces tolerarlo; pero, a ojos del corazón, la esencia no es lo puramente conforme a la ley como tal, sino que él tenga en esa conformidad la conciencia de sí mismo, que se haya satisfecho en ella. Mas allí donde el contenido de la necesidad universal no coincida con el corazón, tal necesidad no será tampoco nada en sí según su contenido, y tiene que ceder ante la ley del corazón.

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Conversations in Washington

[371] [371]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition In contrast, the law which is opposed to the law of the heart is separated from the heart and is free-standing.3für sich Humanity, which belongs to this law, does not live in the gratifying unity of the law and the heart, but rather, lives either in dreadful separation and suffering, or at least in the deprivation of enjoying itself in obeying the law, and it lives in the defect of the consciousness of its own excellence in the transgression of the law. Because that divine and human order, a binding order, is separated from the heart, it is to the heart a semblance which is supposed to forfeit what is joined to it, namely, power and actuality. In its content, that order may contingently coincide with the law of the heart, at which point the law of the heart can acquiesce in it. However, it is not lawfulness purely as such which, to the heart, is the essence but rather the consciousness of itself in such lawfulness, its consciousness that it has therein satisfied itself. However, where the content of universal necessity does not correspond to the heart, then, according to its content, universal necessity is also nothing in itself, and it too must give way to the law of the heart.

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Conversaciones en el Atrium

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