Gespräche in der Dämmerung 00362
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / B. La realización de la autoconciencia racional mediante sí misma [B. Die Verwirklichung des vernünftigen Selbstbewußtseins durch sich selbst] / a. El placer y la necesidad [a. Die Lust und die Notwendigkeit]
[Darse al diablo, príncipe de lo terreno]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[362] Sein Tun ist nur nach einem Momente ein Tun der Begierde; es geht nicht auf die Vertilgung des ganzen gegenständlichen Wesens, sondern nur auf die Form seines Andersseins oder seiner Selbständigkeit, die ein wesenloser Schein ist; denn an sich gilt es ihm für dasselbe Wesen oder als seine Selbstheit. Das Element, worin die Begierde und ihr Gegenstand gleichgültig gegeneinander und selbständig bestehen, ist das lebendige Dasein; der Genuß der Begierde hebt dies, insofern es ihrem Gegenstande zukommt, auf. Aber hier ist dies Element, welches beiden die abgesonderte Wirklichkeit gibt, vielmehr die Kategorie, ein Sein, das wesentlich ein vorgestelltes ist; es ist daher das Bewußtsein der Selbständigkeit – sei es nur das natürliche oder das zu einem System von Gesetzen ausgebildete Bewußtsein –, welches die Individuen jedes für sich erhält. Diese Trennung ist nicht an sich für das [271] Selbstbewußtsein, welches als seine eigene Selbstheit das andere weiß. Es gelangt also zum Genüsse der Lust, zum Bewußtsein seiner Verwirklichung in einem als selbständig erscheinenden Bewußtsein oder zur Anschauung der Einheit beider selbständigen Selbstbewußtsein[e]. Es erreicht seinen Zweck, erfährt aber eben darin, was die Wahrheit desselben ist. Es begreift sich als dieses einzelne fürsichseiende Wesen, aber die Verwirklichung dieses Zwecks ist selbst das Aufheben desselben, denn es wird sich nicht Gegenstand als dieses Einzelne, sondern vielmehr als Einheit seiner selbst und des anderen Selbstbewußtseins, hiermit als aufgehobenes Einzelnes oder als Allgemeines.
Conversaciones en Valencia
[362] El hacer de esta autoconciencia es, ciertamente, un hacer del deseo X219X,1Más arriba ha avisado el autor que estamos repitiendo el cap. IV, A. pero sólo conforme a un momento; pues ese hacer no se endereza a la eliminación del ser objetivo completo, sino sólo a la eliminación de la forma de su ser-otro o de su autonomía [es decir, del ser-otro y de la autonomía del objeto], que no es sino una apariencia carente de toda esencia; pues en sí [es decir, considerado ese objeto en sí, considerado ese objeto en lo que respecta a su en-sí] la autoconciencia lo tiene por la misma esencia [por el mismo ser que ella, por la misma entidad o Wesen que ella], lo tiene por su propia self-idad [por su propia sí-mismo-idad]. El elemento en que el deseo y el objeto se dan con indiferencia el uno respecto al otro y con autonomía es en términos generales la existencia viva, la vida X220X;2Ni que decir tiene que en el cap. IV la vida era el elemento del deseo, si bien el deseo hundía a su vez sus raíces en la propia existencia inorgánica, en la fuerza, como nos recordaba Leibniz; o al menos la fuerza, entendida como concepto «metafísico», tenia afinidad con el concepto de appétition. el goce del deseo [el goce en que se cumple el deseo] suprime y supera tal cosa en cuanto tal cosa [la autonomía] se refiere o conviene al objeto del deseo [es lo que vimos en cap. IV; pero aquí estamos en otro elemento, en el elemento de la categoría, no en el elemento de la vida]. Pero aquí ese elemento que otorga a ambos existencia separada es más bien la categoría X221X3Por tanto, lo que estamos haciendo es una repetición del cap. IV, A, pero ahora en el elemento de la categoría. Basta tener presente esta breve observación de Hegel para darse cuenta de la drástica selección de temas y registros, en que se basó la recepción de la Fenomenología del espíritu en la filosofía española en los años sesenta y setenta del siglo XX. En demasiadas ocasiones aquella recepción se centró principalmente en la dialéctica del amo y el esclavo del cap. IV y en una interpretación notablemente reaccionaría de la primera sección del cap. VI. Todo lo que Hegel está entendiendo aquí como camino de ida, que igualmente puede entenderse como camino de vuelta, es decir, la discusión de Hegel acerca de las estructuras de conciencia específicamente modernas, fue ignorado casi por completo y resultó en buena parte ajeno a aquella recepción. De ahí también que aquella recepción la Fenomenología del espíritu estuviese asimismo bien lejos de cualquier referencia sistemática a la Filosofía del Derecho de Hegel. [la unidad de pensamiento y ser], un ser [Seyn] que esencialmente es un ser representado X222X4Recuérdese cómo se relacionan entre sí las nociones de «ser», «representación», «mío» y «categoría» en la explicación que da Kant del «principio de la unidad sintética original de la apercepción» de la «Deducción trascendental de los conceptos puros del entendimiento» de la segunda edición de la Crítica de la razón pura. Es lo que subyace en lo que Hegel está diciendo, pese a que Hegel se esté refiriendo a la esfera de lo práctico. [que esencialmente es representación, es decir, que esencialmente es, por tanto, unidad de pensamiento y ser]; ese elemento es, por tanto, la conciencia de la autonomía que los individuos cobran cada uno para sí, sea esa conciencia [de la autonomía] la conciencia natural [en su serse la conciencia natural autónoma y separada], sea esa conciencia [de la autonomía] la conciencia desarrollada en un sistema de leyes. Y esta separación [la separación que presta el elemento de la categoría, el serse cada cual autónomo y separado, el no ser cada cual de otra manera que representándose y siéndose como autónomo y separado], esta separación, digo, es la que deja de ser en sí para la autoconciencia que sabe al otro como su propia self-idad [como su propia sí-mismo-idad]. Esa autoconciencia [Fausto] alcanza, pues, el goce del placer [el gozar del placer, Genuss der Lust, el entregarse al eros, o el disfrutar del placer], esta autoconciencia, digo, alcanza la conciencia de su realización, en una conciencia que aparece como autónoma [Margarita], o [esa autoconciencia] llega a mirar, a ver ahí, a ponerse por delante y estar mirando ahí delante la unidad de ambas autoconciencias autónomas. Esa autoconciencia alcanza su telos, pero, precisamente en ello, hace experiencia de en qué consiste la verdad de ese telos. Pues esta autoconciencia [Fausto] se comprende a sí misma como este ser individual [einzeln] que es para sí [Margarita], pero la realización de ese telos representa a la vez la superación y supresión [representa la cancelación] de ese ser individual [Margarita], pues la autoconciencia [Fausto] no se es a sí misma objeto como esta autoconciencia individual particular [einzeln] [Margarita], sino más bien como unidad de ella misma y la otra autoconciencia [Fausto y Margarita] y, por tanto, como un particular suprimido y superado, o lo que es lo mismo: como un universal.
Algunas aclaraciones
X219X = Más arriba ha avisado el autor que estamos repitiendo el cap. IV, A.
X220X = Ni que decir tiene que en el cap. IV la vida era el elemento del deseo, si bien el deseo hundía a su vez sus raíces en la propia existencia inorgánica, en la fuerza, como nos recordaba Leibniz; o al menos la fuerza, entendida como concepto «metafísico», tenia afinidad con el concepto de appétition.
X221X = Por tanto, lo que estamos haciendo es una repetición del cap. IV, A, pero ahora en el elemento de la categoría. Basta tener presente esta breve observación de Hegel para darse cuenta de la drástica selección de temas y registros, en que se basó la recepción de la Fenomenología del espíritu en la filosofía española en los años sesenta y setenta del siglo XX. En demasiadas ocasiones aquella recepción se centró principalmente en la dialéctica del amo y el esclavo del cap. IV y en una interpretación notablemente reaccionaría de la primera sección del cap. VI. Todo lo que Hegel está entendiendo aquí como camino de ida, que igualmente puede entenderse como camino de vuelta, es decir, la discusión de Hegel acerca de las estructuras de conciencia específicamente modernas, fue ignorado casi por completo y resultó en buena parte ajeno a aquella recepción. De ahí también que aquella recepción la Fenomenología del espíritu estuviese asimismo bien lejos de cualquier referencia sistemática a la Filosofía del Derecho de Hegel.

X222X = Recuérdese cómo se relacionan entre sí las nociones de «ser», «representación», «mío» y «categoría» en la explicación que da Kant del «principio de la unidad sintética original de la apercepción» de la «Deducción trascendental de los conceptos puros del entendimiento» de la segunda edición de la Crítica de la razón pura. Es lo que subyace en lo que Hegel está diciendo, pese a que Hegel se esté refiriendo a la esfera de lo práctico.
Conversaciones en Madrid
[362] Su actividad es actividad del deseo sólo según un momento; no busca la aniquilación de toda la esencia del objeto, sino sólo la forma de su ser-otro o de su autonomía, que es una apariencia sin esencia; pues, en sí, a ese ser-otro lo considera como la misma esencia, o como su mismidad. El elemento en que el deseo y su objeto persisten como autónomos y recíprocamente indiferentes es la existencia viva; el disfrute del deseo cancela ésta en la medida en que ella corresponda al objeto del deseo. Mas, aquí, este elemento, que les da a ambos su realidad efectiva separada, es, más bien, la categoría, un ser que es esencialmente un ser representado; es, por tanto, la conciencia de la autonomía; —ya sea la conciencia natural o la conciencia formada hasta ser un sistema de leyes, conciencia que mantiene a los individuos cada uno para sí. Esta separación no es en sí para la autoconciencia, la cual sabe al otro como su propia mismidad. Llega, pues, al disfrute del placer, a la conciencia de su realización efectiva en una conciencia que aparece como autónoma, o bien, a la contemplación de la unidad de ambas autoconciencias autónomas. Alcanza su propósito, pero justo al hacerlo experimenta cuál es la verdad del mismo. Ella, la conciencia, se concibe como esta esencia singular que-es-para-sí, pero la propia realización efectiva de este propósito lo cancela, pues la conciencia no llega a serse a sí objeto en cuanto esto singular, sino, más bien, en cuanto unidad de sí misma y de la otra autoconciencia, y por ende, en cuanto singular cancelado y asumido, o en cuanto universal.
Conversations in Washington
[362] [362]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition Its doing is, according to one of the moments, a doing of desire. It is not a matter of erasing the entire objective essence, but rather, of erasing the form of its otherness, or of its self-sufficiency, which is an essenceless semblance. For in itself that otherness counts, to itself, as the same essence, or as its selfhood. The element in which desire and its object both self-sufficiently and indifferently stably exist vis-à-vis each other is that of living existence. The indulgence of desire sublates this existence insofar as that living existence corresponds to its object. However, here this element which gives separate actuality to both is instead the category, a being which is essentially a represented being. It is thus the consciousness of self-sufficiency – whether it be that of natural consciousness or a consciousness educated in a system of laws which sustains each of the individuals for itself. This separation is not in itself for self-consciousness, which knows the other as its own selfhood. It therefore arrives at the enjoyment of pleasure, or it arrives at the consciousness of its actualization in a consciousness which is in appearance self-sufficient, or it arrives at the intuition of the unity of both self-sufficient self-consciousnesses. It achieves its purpose, and it then experiences in that achievement what the truth of its purpose is. It comprehends itself as this singular being existing-for-itself. However, the actualization of this purpose is itself the sublation of the purpose, since self-consciousness becomes not an object to itself as this singular individual but instead as the unity of itself and the other self-consciousness, and thereby as a sublated singular individual, or as universal.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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