Gespräche in der Dämmerung 00335
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / c. Observación de la relación de la autoconciencia con su realidad inmediata; fisiognómica y teoría del cráneo [c. Beobachtung der Beziehung des Selbstbewußtseins auf seine unmittelbare Wirklichkeit; Physiognomik und Schädellehre]
[Otra relación entre interior y exterior aparte de la psicología y la fisiognómica. — Espíritu, cerebro y cráneo]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena

[335] Es fällt in der Tat, von welcher Seite die Sache betrachtet werde, alle notwendige gegenseitige Beziehung sowie deren durch sich selbst sprechende Andeutung hinweg. Es bleibt, wenn denn die Beziehung doch stattfinden soll, eine begrifflose freie prästabilierte Harmonie der entsprechenden Bestimmung beider Seiten übrig und notwendig; denn die eine soll geistlose Wirklichkeit, bloßes Ding sein. – Es stehen also eben auf einer Seite eine Menge ruhender Schädelstellen, auf der ändern eine Menge Geisteseigenschaften, deren Vielheit und Bestimmung von dem Zustande der Psychologie abhängen wird. Je elender die Vorstellung von dem Geiste ist, um so mehr wird von dieser Seite die Sache erleichtert; denn teils werden die Eigenschaften um so weniger, teils um so abgeschiedener, fester und knöcherner, hierdurch Knochenbestimmungen um so ähnlicher und mit ihnen vergleichbarer. Allein obzwar durch die Elendigkeit der Vorstellung von dem Geiste vieles erleichtert ist, so bleibt doch immer eine [252] sehr große Menge auf beiden Seiten; es bleibt die gänzliche Zufälligkeit ihrer Beziehung für die Beobachtung. Wenn von den Kindern Israels aus dem Sand am Meere, dem sie entsprechen sollen, jedes das Körnchen, dessen Zeichen es ist, sich nehmen sollte, so ist diese Gleichgültigkeit und Willkür, welche jedem das seine zuteilte, ebenso stark als die, welche jeder Seelenfähigkeit, Leidenschaft und, was hier gleichfalls betrachtet werden müßte, den Schattierungen von Charakteren, von welchen die feinere Psychologie und Menschenkenntnis zu sprechen pflegt, ihre Schädelstätten und Knochenformen zuweist. – Der Schädel des Mörders hat dieses – nicht Organ, auch nicht Zeichen, sondern diesen Knorren; aber dieser Mörder hat noch eine Menge anderer Eigenschaften sowie andere Knorren und mit den Knorren auch Vertiefungen; man hat die Wahl unter Knorren und Vertiefungen, Und wieder kann sein Mordsinn, auf welchen Knorren oder Vertiefung es sei, und hinwiederum [können] diese, auf welche Eigenschaft es sei, bezogen werden; denn weder ist der Mörder nur dies Abstraktum eines Mörders, noch hat er nur eine Erhabenheit und eine Vertiefung. Die Beobachtungen, welche hierüber angestellt werden, müssen darum gerade auch so gut lauten als der Regen des Krämers und der Hausfrau am Jahrmarkte und bei der Wäsche. Krämer und Hausfrau konnten auch die Beobachtung machen, daß es immer regnet, wenn dieser Nachbar vorbeigeht oder wenn Schweinsbraten gegessen wird. Wie der Regen gegen diese Umstände, so gleichgültig ist für die Beobachtung diese Bestimmtheit des Geistes gegen dieses bestimmte Sein des Schädels. Denn von den beiden Gegenständen dieses Beobachtens ist der eine ein trockenes Fürsichsein, eine knöcherne Eigenschaft des Geistes, wie der andere ein trockenes Ansichsein, ein so knöchernes Ding, als beide sind, ist vollkommen gleichgültig gegen alles andere; es ist dem hohen Knorren ebenso gleichgültig, ob ein Mörder in seiner Nachbarschaft, als dem Mörder, ob die Plattheit in seiner Nähe ist.
Conversaciones en Valencia
[335] Cae, por tanto, en realidad, cualquiera que sea el lado desde el que se mire el asunto, toda recíproca conexión necesaria, así como toda indicación de ella, que hablase por sí misma. Y si, ello no obstante, dicha relación tiene que tener lugar, lo único que queda (y lo único que puede tener aquí tal carácter de necesidad) es una libre armonía preestablecida entre la correspondiente determinación de ambas partes, pero una armonía carente de concepto; pues una de las partes no puede sino ser realidad carente de espíritu, mera cosa. — Y así tenemos, por un lado, un conjunto de sitios o puntos quietos [fijos, en reposo] en el cráneo, y, por otro lado, un conjunto de propiedades [se-movientes] del espíritu o anejas al espíritu cuya pluralidad y determinación [el conocimiento de cuya pluralidad y determinación] dependerá del avance de la psicología. Y cuanto más mísera sea la representación que se tenga del espíritu, tanto más quedará facilitada la cosa por este lado; pues en parte, cuanto más misera sea esa representación, muchas menos serán las propiedades, y [las que se tomen en consideración] serán también más inconexas, fijas y osificadas u óseas, y, por tanto, serán tanto más semejantes a determinaciones [a propiedades] de los huesos, en este caso a determinaciones del cráneo y comparables con ellas. Sólo que, por más que lo mísero de la representación del espíritu facilite mucho las cosas, queda [quedará], sin embargo, todavía por atar toda una cantidad de cosas por ambos lados; queda [quedará, seguirá en pie] toda la contingencia de su relación [de la relación de esas partes] para la observación. Si a los hijos de Israel, de las arenas del mar a la que ellos habrían de corresponder por su número, se les asignase a cada uno de ellos el granito de arena cuyo signo él es [o el granito de arena que es signo de él], resulta que la indiferencia y la arbitrariedad [es decir, que el dar igual y la arbitrariedad] con la que a cada uno le seria atribuido o le quedaría asignado su granito, habrían de ser tan fuertes como la indiferencia o arbitrariedad con que quedan atribuidos su lugar en el cráneo y su correspondencia y forma óseas a toda facultad del alma, a toda pasión y (lo que aquí asimismo tendría que entrar en consideración) a todos los matices y diferencias de caracteres de los que suelen hablar la psicología más fina y el conocimiento más fino de lo humano. — El cráneo del asesino tiene este… no órgano, ni tampoco signo, sino estas concavidades y abultamientos [Knorren] X167X;1Gall y Spurzheim emplean también el término francés bosse, «bollo», «protuberancia», «abultamiento». pero este asesino tiene aún toda una cantidad de otras propiedades, así como otros nudos, y con los nudos o abultamientos también las correspondientes hendiduras o concavidades; se puede elegir entre los abultamientos y las concavidades [es decir, optar por los abultamientos u optar por las concavidades a la hora de establecer la relación entre cerebro y cráneo]. Y a su vez el sentido sentido, o mentalidad, o voluntad asesinas pueden ponerse en relación con los abultamientos o concavidades que fuere [es decir, con este o aquel abultamiento o con esta o aquella concavidad, según se haya antes optado por los abultamientos o por las concavidades], y éstos a su vez, es decir, los abultamientos y las concavidades, pueden ponerse por su parte en relación con la propiedad que fuere; pues ni el asesino es solamente esta abstracción o este abstracto del asesino [es decir, no sólo consiste en su ser-asesino], ni tampoco el asesino tiene en el cráneo una sola protuberancia ni una sola concavidad. Las observaciones que se hagan a este respecto deberán tener, por tanto, el mismo aspecto que tenían las observaciones sobre la lluvia que hacía el buhonero o que hacía el ama de casa, el primero a propósito de lo que pasaba cuando salía al mercado y la segunda, cuando ponía la ropa a secar. Buhonero y ama de casa podían también muy bien haber hecho la observación de que llueve siempre que tal vecino pasa por la puerta de la casa, o cuando se saca a la mesa asado de cerdo. Y lo mismo que la lluvia es indiferente respecto a tales circunstancias, igual de indiferente tiene finalmente que resultar para la observación tal o cual determinidad del espíritu respecto a este o aquel determinado ser del cráneo. Pues de los dos objetos de esta observación, el primero no es sino algún seco ser-para-sí, es decir, alguna ósea, inconexa y suelta propiedad del espíritu, y el otro no es sino un seco ser-en-sí; y siendo ambas como son cosas tan secas y óseas, resultan completamente indiferentes la una respecto a la otra y la otra respecto a la una; pues a un abultamiento muy pronunciado le es tan indiferente tener en su vecindad un asesino o una intención asesina, como al asesino o a la intención asesina le es completamente indiferente tener en su proximidad una zona lisa.
Algunas aclaraciones
X167X = Gall y Spurzheim emplean también el término francés bosse, «bollo», «protuberancia», «abultamiento».
Conversaciones en Madrid
[335] En efecto, cualquiera que sea el lado desde el que se examine el asunto, queda eliminada toda referencia necesaria mutua, así como cualquier indicación de ellos que hablase por sí misma. Lo que queda, si es que la referencia debe tener lugar, es una armonía sin concepto, preestablecida y libre, de la correspondiente determinación de ambos lados, y queda además necesariamente; pues un lado debe ser, se dice, realidad efectiva sin espíritu, mera cosa. — Hay justamente, pues, de un lado, un conjunto de zonas craneales en reposo, de otro lado, un montón de propiedades espirituales cuya pluralidad y determinación dependerá del estado de la psicología. Cuanto más pobre sea la representación que se tiene del espíritu, tanto más fácil se hace la cosa de éste lado; pues, por una parte, tantas menos se hacen las propiedades, tanto más separadas, firmes y óseas, y por eso, tanto más semejantes, y comparables a ellas se hacen las determinaciones del hueso. Pero, aunque muchas cosas se hagan más fáciles por la pobreza de la representación del espíritu, siempre queda una gran cantidad a ambos lados; queda toda la azarosidad de su referencia para la observación. Si cada uno de los hijos de Israel XX*X2La alusión es al Génesis, 22, 17, cuando Yaveh le anuncia a Abraham: «Yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo ti descendencia, como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa […]». tomara de las arenas junto al mar, a las que se supone que ellos corresponden, el grano del cual él es signo, la indiferencia y arbitrariedad con que se repartiría el suyo a cada uno sería tan grande como la que asigna su zona en el cráneo y forma del hueso a cada facultad del alma, a cada afección y, cosa que tendría que ser igualmente examinada aquí, a los matices del carácter de los que suele hablar la más sutil psicología y conocimiento de los hombres. — El cráneo del asesino tiene esto: que no es órgano, ni tampoco signo, sino esta protuberancia; pero este asesino tiene, además, un montón de otras propiedades, así como otras protuberancias, y además de las protuberancias tiene concavidades X102X;3Vertiefungen. Literalmente, «profundidades», «bajadas hacia lo hondo». Lo que dará pie a la serie de ironías que vienen a continuación. se puede elegir entre protuberancias y concavidades. Y, a su vez, su instinto asesino puede ser referido a las protuberancias y concavidades que sean, y estos luego, a su vez, a la propiedad que sea; pues ni el asesino es sólo este abstractum de un asesino, ni tiene una única elevación y un único hundimiento X103X.4Vertiefung, que significa primariamente la concavidad o ahondamiento en la forma del cráneo, puede ser también un hundimiento: y, ya puestos, un hundimiento moral. Así que las observaciones que puedan hacerse a este respecto tienen que sonar exactamente igual de bien que la lluvia del buhonero en la feria o el ama de casa con la colada. El buhonero y el ama de casa podrían también hacer la observación de que llueve siempre que pasa este vecino o siempre que se come filete de cerdo. Igual que la lluvia es indiferente frente a estas circunstancias, también lo es para la observación esta determinidad del espíritu frente a este ser determinado de la calavera. Pues, de los dos objetos de este observar, uno es un seco ser para sí, una propiedad ósea del espíritu, igual que el otro es un seco ser en sí; siendo ambos una cosa tan ósea, resultan completamente indiferentes frente a todo lo demás; a la elevada protuberancia, el que un asesino esté en su vecindad le es justo tan indiferente como le es al asesino el tener cerca suya una cosa plana X104X.5Plattheit. Con este juego de palabras, Hegel culmina la ironía del párrafo. Platt es, a la vez, «plano» y «trivial». Plattheit es tanto la cosa plana (de la nariz o del cerebro, y opuesta a protuberancias y concavidades) como la simplicidad y banalidad del frenólogo.
Algunas aclaraciones
XX*X = La alusión es al Génesis, 22:17, cuando Yaveh le anuncia a Abraham: «Yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo ti descendencia, como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa […]».
X102X = Vertiefungen. Literalmente, «profundidades», «bajadas hacia lo hondo». Lo que dará pie a la serie de ironías que vienen a continuación.
X103X = Vertiefung, que significa primariamente la concavidad o ahondamiento en la forma del cráneo, puede ser también un hundimiento: y, ya puestos, un hundimiento moral.
X104X = Plattheit. Con este juego de palabras, Hegel culmina la ironía del párrafo. Platt es, a la vez, «plano» y «trivial». Plattheit es tanto la cosa plana (de la nariz o del cerebro, y opuesta a protuberancias y concavidades) como la simplicidad y banalidad del frenólogo.
Conversations in Washington
[335] [335]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition In fact, it does not matter from which aspect the matter is examined. Any necessary and reciprocal relation between them, as well as any obvious indication of the relation, breaks down. If the relation is still supposed to come about, what remains left over and necessary is a conceptless and freestanding pre-established harmony of the corresponding determination of both aspects, since one of them is supposed to be a spiritless actuality, a mere thing. – On one side stands a whole set of motionless locations on the skull, and on the other side stands a whole set of spiritual properties whose plurality and whose determination will depend on the state of psychology. The poorer the representational thought of spirit is, the easier the matter becomes on this side, for the properties in part become all the fewer, and in part they become more isolated, fixed, and ossified. As a result, they are both more similar to the determinations of the bones and more comparable with them. Yet, although the poverty of the representational thought of spirit makes much of that easier, a very large set of items on both sides still remains. The total contingency of their relation for observation remains. However much each of the children of Israel, who were supposed to be like the sand on the seashore, was supposed to take for himself the grain of sand which was a sign of him, still the indifference and arbitrariness by which each would be allotted his very own grain of sand would be just as great as the indifference and arbitrariness which allocates to a place on the skull and to the form of the bones every capacity of the soul and every passion, and, what must also be noted here, all the nuances of character which the more refined psychology and knowing of human nature are accustomed to discussing. – The skull of a murderer has this feature – that it is neither an organ nor a sign, but just this knotty protuberance, a bump. However, this murderer still has a set of other properties as well as other bumps. And, to go along with the bumps, he has indentations as well; one has the choice between bumps and indentations. And again his murderous propensity can be related to any bump or indentation whatsoever, and this in turn to any property whatsoever, for the murderer is neither only this abstraction of a murderer, nor does he have only one protuberance and one indentation. For that reason, the observations which are made about this must sound just about as good as those of the retailer at the annual fair about the rain, or of the housewife at the fair about her laundry. Both the retailer and the housewife could also make the observation that it always rains when this particular neighbor passes by or when roast pork is eaten. Just as rain is indifferent to these circumstances, so too for observation this determinateness of spirit is also indifferent in relation to this determinate being of the skull. This is so because of the two objects of this observing, the one is a desiccated being-for-itself, an ossified property of spirit, just as the other is a desiccated being-in-itself. Such an ossified thing, as both are, is completely indifferent to everything else. It is just as much a matter of indifference to the high bump itself whether a murderer is in its vicinity as it is to the murderer whether its flatness is close to him.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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