Gespräche in der Dämmerung 00333
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / c. Observación de la relación de la autoconciencia con su realidad inmediata; fisiognómica y teoría del cráneo [c. Beobachtung der Beziehung des Selbstbewußtseins auf seine unmittelbare Wirklichkeit; Physiognomik und Schädellehre]
[Otra relación entre interior y exterior aparte de la psicología y la fisiognómica. — Espíritu, cerebro y cráneo]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[333] Der Schädelknochen ist kein Organ der Tätigkeit, noch auch eine sprechende Bewegung; es wird weder mit dem Schädelknochen gestohlen, gemordet usf., noch verzieht er zu solchen Taten im geringsten die Miene, so daß er sprechende Gebärde würde. – Noch hat auch dieses Seiende den Wert eines Zeichens. Miene und Gebärde, Ton, auch eine Säule, ein Pfahl, der auf einer öden Insel eingeschlagen ist, kündigen sich sogleich an, daß noch irgend etwas anderes damit gemeint ist als das, was sie unmittelbar nur sind. Sie geben sich selbst sogleich für Zeichen aus, indem sie eine Bestimmtheit an ihnen haben, welche auf etwas anderes dadurch hinweist, daß sie ihnen nicht eigentümlich angehört. Man kann sich wohl auch bei einem Schädel, wie Hamlet bei Yoricks,1Shakespeare, Hamlet, V, 1. vielerlei einfallen lassen, aber der Schädelknochen für sich ist ein so gleichgültiges, unbefangenes Ding, daß an ihm unmittelbar nichts anderes zu sehen und zu meinen ist als nur er selbst; er erinnert wohl an das Gehirn und seine Bestimmtheit, an Schädel von anderer Formation, aber nicht an eine bewußte Bewegung, indem er weder Miene und Gebärde noch etwas an ihm eingedrückt hat, das [als] von einem bewußten Tun herkommend sich ankündigte; denn er ist diejenige Wirklichkeit, welche an der Individualität eine solche andere Seite darstellen sollte, die nicht mehr sich in sich reflektierendes Sein, sondern rein unmittelbares Sein wäre.
Conversaciones en Valencia
[333] El cráneo no es un órgano de la actividad [como, por ejemplo, la mano], ni tampoco un movimiento que hable de por sí [es decir, que diga, que sea él mismo un comentario o interpretación, que era la clase de movimientos sobre los que versaba la observación fisiognómica]; pues con el cráneo ni se roba, ni se asesina, etc., ni tampoco [el cráneo] tuerce lo más mínimo el gesto o la expresión en lo que respecta a tales actos [teniendo o poniendo cara de ser capaz de robar o asesinar], de suerte que el cráneo se convirtiese así en un gesto que habla, en un gesto que dice. — Ni tampoco tiene este ente, es decir, ni tampoco tiene el cráneo en ese su quedar-ahí el valor de un signo. La expresión y los gestos, el tono, o también una columna, o una estaca que nos encontramos clavada en el suelo en una isla desierta, se hacen notar enseguida (se anuncian enseguida) como queriendo decirse con ellas o con ellos [o como estando diciéndose con ellos o con ellas, o como estando diciendo ellas o ellos] algo más de lo que ellos o ellas inmediatamente son. Es decir, enseguida se dan a sí mismos por signos o se muestran a sí mismos como signos, conteniéndose, por tanto, en ellos o ellas una determinidad que remite a una cosa distinta, porque dicha determinidad no pertenece propiamente a ellos o ellas. A la vista de un cráneo, a uno se le pueden ocurrir toda una cantidad de cosas, como le ocurre a Hamlet con el cráneo de Yorick, pero el cráneo tomado de por sí es algo tan indiferente, una cosa [Ding] tan inofensiva, es decir, una cosa tan descaradamente cosa, que en ella no puede verse ninguna otra cosa, ni estarse suponiendo ninguna otra cosa que ese cráneo mismo; es verdad que el cráneo recuerda el cerebro y su determinidad, o recuerda cráneos de otra clase o de otro aspecto, pero no un movimiento consciente, ya que el cráneo no lleva impresos ni expresiones ni gestos que se anunciasen como proviniendo de acción consciente alguna; pues el cráneo es aquella realidad que en la individualidad habría de representar [habría de ser] esa otra parte que ya no es ser que se reflicte en sí, sino ser puramente inmediato.
Conversaciones en Madrid
[333] El hueso craneal no es un órgano que tenga actividad, ni tampoco es un movimiento que hable; con el hueso craneal no se roba, ni se mata, etc; ni hace tampoco él la más mínima mueca con tales actos, por la que él se convirtiera en un gesto elocuente. — Ni tampoco tiene este ente el valor de un signo. La mueca y el gesto, el sonido, también una columna, una estaca hincada en una isla desierta, anuncian enseguida que con ellos se quiere decir otra cosa distinta de lo que ellos sólo son de manera inmediata. Se hacen pasar directamente por signos al tener en ellos una determinidad que remite hacía otra cosa por el hecho de no formar parte de ellos propiamente. Sin duda, con una calavera se le pueden ocurrir a uno muchas cosas, como a Hamlet con la de Yorick XX*X,2Hegel se refiere a la célebre escena del Hamlet, V, I de Shakespeare, que él conocía por la traducción de Schlegel. pero el hueso craneal, por sí mismo, es una cosa tan indiferente y tan simple que en él no cabe ver y opinar inmediatamente otra cosa que él mismo, nada más; sin duda, recuerda al cerebro y su determinidad, a cráneos de otra formación, pero no a un movimiento consciente, en tanto que no tiene mueca ni gesto, ni tiene nada impreso en él que se anunciara como procedente de un actividad consciente; pues él es esa realidad efectiva que debería presentar en la individualidad otro lado distinto, un lado que no fuera ser que se refleja dentro de sí, sino ser puramente inmediato.
Algunas aclaraciones
XX*X = Hegel se refiere a la célebre escena del Hamlet, V, I de Shakespeare, que él conocía por la traducción de Schlegel.
Conversations in Washington
[333] [333]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition The skull-bone is not an organ of activity, nor is it even a speaking movement. Neither theft, nor murder, etc., is committed by the skullbone, nor does it even in the least make a change in countenance such that it would thereby become a verbal gesture. – Nor does this existent even have the value of a sign. Countenance and gesture, tone of voice, for that matter, even a post hammered onto a deserted island, all directly proclaim that they mean something other than what they immediately only are. Without further ado, they proclaim themselves to be signs, as they have a determinateness in themselves which points to something else that does not distinctively belong to them. In the presence of a skull, one can surely think of many things, just like Hamlet does with Yorick’s, but the skull-bone for itself is such an indifferent, unencumbered thing that there is nothing else immediately to be seen in it nor to think about; there is just it itself. To be sure, it is a reminder of the brain and its determinateness, and it reminds us of other skulls with different formations, but it is not a reminder of any conscious animation,4Bewegung while neither a countenance nor a gesture is impressed on it, nor is there anything which would indicate that it came from a conscious act, for it is the kind of actuality which is supposed to put on view a different aspect in individuality. This other aspect would no longer be a being reflecting itself into itself; rather, it would be pure immediate being.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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