Gespräche in der Dämmerung 00329

Parte de:

 C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / c. Observación de la relación de la autoconciencia con su realidad inmediata; fisiognómica y teoría del cráneo [c. Beobachtung der Beziehung des Selbstbewußtseins auf seine unmittelbare Wirklichkeit; Physiognomik und Schädellehre]

 

[Otra relación entre interior y exterior aparte de la psicología y la fisiognómica. — Espíritu, cerebro y cráneo]

Gespräche in Jena

[329] In diesem toten Sein hätten also die geistigen Bewegungen und bestimmten Weisen des Gehirns ihre Darstellung äußerer Wirklichkeit, die jedoch noch an dem Individuum selbst ist, sich zu geben. Für das Verhältnis derselben zu ihm, der als totes Sein den Geist nicht in sich selbst inwohnen hat, bietet sich zunächst das oben festgesetzte, das äußere und mechanische dar, so daß die eigentlichen Organe – und diese sind am Gehirne – ihn hier rund ausdrücken, dort breitschlagen oder plattstoßen, oder wie man sonst diese Einwirkung darstellen mag. Selbst ein Teil des Organismus, muß in ihm zwar, wie in jedem Knochen, eine lebendige Selbstbildung gedacht werden, so daß, hiernach betrachtet, er von seiner Seite vielmehr das Gehirn drückt und dessen äußere Beschränkung setzt; wozu er auch als das Härtere eher das Vermögen hat. Dabei aber würde noch immer dasselbe Verhältnis in der Bestimmung der Tätigkeit beider gegeneinander bleiben; denn ob der Schädel das Bestimmende oder das Bestimmte ist, dies änderte an dem Kausalzusammenhange überhaupt nichts, nur daß dann der Schädel zum unmittelbaren Organe des Selbstbewußtseins gemacht würde, weil in ihm als Ursache sich die Seite des Fürsichseins fände. Allein indem das Fürsichsein als organische Lebendigkeit in beide auf gleiche Weise fällt, fällt in der Tat der Kausalzusammenhang zwischen ihnen hinweg. Diese Fortbildung beider aber hinge im Innern zusammen und wäre eine organische prästabilierte Harmonie, welche die beiden sich aufeinander beziehenden Seiten frei gegeneinander und jeder ihre eigene Gestalt läßt, der die Gestalt [248] der anderen nicht zu entsprechen braucht; und noch mehr die Gestalt und die Qualität gegeneinander, – wie die Form der Weinbeere und der Geschmack des Weines frei gegeneinander sind. – Indem aber auf die Seite des Gehirns die Bestimmung des Fürsichseins, auf die Seite des Schädels aber die Bestimmung des Daseins fällt, so ist innerhalb der organischen Einheit auch ein Kausalzusammenhang derselben zu setzen; eine notwendige Beziehung derselben als äußere füreinander, d.h. eine selbst äußerliche, wodurch also ihre Gestalt durch einander bestimmt würde.

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Conversaciones en Valencia

[329] En ese ser muerto tendrían, pues, los movimientos espirituales y los determinados modos de operar del cerebro su presentación [o exposición o indicación] de realidad externa [es decir, su exponerse o indicarse como realidad externa] X162X1Recuérdese la teoría de Gall y Spurzheim de las localizaciones cerebrales de las funciones mentales y de cómo esas funciones mentales modularmente localizadas en el cerebro guardan una correspondencia con la conformación del cráneo, que habría de poder ser susceptible de una determinación precisa. que (no obstante) todavía estaría en manos del individuo el dársela o no X163X.2Es decir, que todavía estaría en manos del individuo el convertir o no en realidad aquello que en el cráneo se indica acerca de sus funciones cerebrales (así entiendo esta frase, que en este contexto me resulta oscura). Para entender la relación que [esos modos] X164X3El original dice sie, pronombre que puede referirse a «estos modos», a «realidad», o a «exposición o indicación», creo que se refiere a «estos modos», pero no estoy seguro del todo. Por tanto, la traducción es sólo conjetural. guardan con el cráneo, que, en cuanto ser muerto, no puede tener habitando en sí mismo el espíritu, para entender esa relación, digo, lo primero que empieza ofreciéndose es la relación que establecimos más arriba, la relación mecánica externa, conforme a la que los órganos propiamente dichos (y éstos estarían en el cerebro) en unos casos lo expresarían sin más [expresarían directamente el espíritu], y en otros impedirían ampliamente esa expresión o chocarían sencillamente con ella, o cualesquiera otras sean las formas en que se presenta o pueda presentarse o quiera presentarse esta relación causal o este operar [Einwirkung] de uno sobre otro. [Para entender la relación cerebro-cráneo, nos atenemos, pues, por de pronto también a este modelo]. Y siendo el cráneo una parte del organismo, habrá que suponer, ciertamente, en ella, al igual que en todo hueso, una autoformación viva [habrá que atribuirle, como a todo hueso, una autoformación viva], de manera que, considerado conforme a esto, el cráneo, por un lado, es más bien él el que expresa el cerebro y establece su límite externo, siendo más bien él el que tiene la capacidad para ello por ser más duro; pero por otro lado, en ello habría de seguir aún en pie la misma relación en la determinación de la actividad del uno respecto al otro y del otro respecto al uno; pues el que el cráneo sea lo determinante o lo determinado, esto en nada cambiaría la relación causal [entre cerebro y cráneo], sólo que entonces [si el cráneo fuese lo determinante] el cráneo quedaría convertido en órgano inmediato de la autoconciencia porque el lado del ser-para-sí se encontraría entonces en él en cuanto causa [es decir, el lado del ser-para-sí se encontraría en el cráneo si consideramos el cráneo no lo determinado sino lo determinante, es decir, si lo consideramos causa]. Sólo que como el ser-para-sí, en cuanto vitalidad orgánica [o por no ser ese ser-para-sí sino la vitalidad orgánica], cae por igual en ambos lados, desaparece en realidad la conexión causal entre cerebro y cráneo. [Abandonamos, pues, la idea de relación causal mecánica entre cerebro y cráneo]. Este desenvolvimiento por separado de ambos [es decir, sin conexión causal entre ambos] estaría, empero, relacionado en el interior, y sería como una armonía preestablecida que a ambos relata, a ambas partes de la relación las deja libres la una respecto a la otra y la otra respecto a la una, y a cada una le deja su propia forma o figura o Gestalt con la que no necesita corresponderse la forma o figura de la otra; y aún menos necesitan corresponderse entre sí la forma o figura [Gestalt] de la una y la cualidad de la otra, al igual que la forma de la uva y el sabor del vino son libres la una frente al otro y el otro frente a la una. — Pero en cuanto del lado del cerebro cae la determinación del ser-para-sí, y del lado del cráneo la determinación de la existencia [es decir, de ser algo que queda inmediata e indiferentemente ahí, del ser-para-otro], resulta que dentro de la unidad orgánica hay que establecer también una relación causal entre ellos [por más que siga en pie la exclusión de la causación mecánica a la que nos hemos referido más arriba]; una relación necesaria entre ellos como externos el uno respecto al otro y el otro respecto al uno, es decir, una relación externa ella misma, por la que quedaría determinada mutuamente, pues, la forma o Gestalt de ellos.

Algunas aclaraciones

X162X = Recuérdese la teoría de Gall y Spurzheim de las localizaciones cerebrales de las funciones mentales y de cómo esas funciones mentales modularmente localizadas en el cerebro guardan una correspondencia con la conformación del cráneo, que habría de poder ser susceptible de una determinación precisa.

X163X = Es decir, que todavía estaría en manos del individuo el convertir o no en realidad aquello que en el cráneo se indica acerca de sus funciones cerebrales (así entiendo esta frase, que en este contexto me resulta oscura).

X164X = El original dice sie, pronombre que puede referirse a «estos modos», a «realidad», o a «exposición o indicación», creo que se refiere a «estos modos», pero no estoy seguro del todo. Por tanto, la traducción es sólo conjetural.

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Conversaciones en Madrid

[329] Es en este ser muerto, pues, donde los movimientos espirituales y los modos determinados del cerebro habrían de darse su presentación de realidad efectiva externa, la cual, sin embargo, está todavía en el individuo mismo. Para la relación de éstos con el cráneo, que, en cuanto ser muerto, no tiene al espíritu residiendo dentro de él mismo, se ofrece, en primer lugar, lo que se ha estipulado más arriba, lo mecánico externo, de manera que los órganos propiamente dichos —y éstos están en el cerebro—, acá expresan al espíritu de manera redonda, allá lo extienden a lo ancho, o lo ponen plano y aplastado, o como se quiera presentar esta influencia. Siendo él mismo una parte del organismo, hay que pensar que hay en él, como en todo hueso, una autoformación viva, de manera que, considerado según esto, él viene a apretar el cerebro desde su lado constriñéndolo externamente; para lo cual tiene la facultad de ser más duro. Pero con eso permanecería la misma relación al determinar la actividad de uno frente a otro; pues sea el cráneo lo que determina o lo determinado, ello no cambiaría absolutamente nada en las conexiones causales, salvo que entonces se habría hecho del cráneo el órgano inmediato de la autoconciencia por encontrarse en él, en cuanto causa, el lado del ser-para-sí. Sólo que, una vez que el ser-para-sí como vitalidad orgánica queda eliminado del mismo modo en ambos, también se elimina, de hecho, la conexión causal entre ellos. Pero esta formación continua de uno en otro estaría conectada en lo interior, y sería una armonía preestablecida que a ambos lados, mutuamente referidos, los deja mutuamente libres, a cada uno su propia figura, a la que no necesita corresponder la figura del otro; menos aún la figura y la cualidad de uno frente a otro, igual que la forma de las uvas y el gusto del vino son mutuamente libres. — Pero, en tanto que del lado del cerebro cae la determinación del ser-para-sí, mientras que del lado del cráneo cae la determinación de estar ahí, se ha de poner también una conexión causal entre ellos dentro de la unidad orgánica; una referencia necesaria de ellos en cuanto que son externamente uno para otro, es decir, una referencia que sea ella misma exterior, por la que, entonces, sus figuras vinieran determinadas mutuamente.

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Conversations in Washington

[329] [329]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition In this dead being, the spiritual movements and determinate modes of the brain would have to give themselves their own display of their external actuality, an actuality which is nonetheless still in the individual himself. For the relation between those movements to the skull, that dead being which does not have spirit indwelling within it, what presents itself is the external mechanical relation which was previously established, so that the genuine organs – and these are in the brain – press the skull here into a round shape and there widen it or flatten it or however else one might illustrate this kind of influence. Itself a part of the organism, it must be thought of as having within it, as is the case with every bone, a self-formation, so that seen from this point of view, it instead presses on the brain and thus for its part fixes the brain’s external boundary, which, since the bone is the harder of the two, is something it has the capacity to do. However, there would still continue to be the same relation in the determination of the activity of both to each other, since whether the skull is the determining or the determined, nothing at all in the causal connection would be altered, except that the skull would then be turned into the immediate organ of self-consciousness because within it the aspect of being-for-itself would be found as cause. Yet while being-for-itself as organic living activity belongs to both in the same way, the causal connection between them in fact breaks down. However, this further formation of both would inwardly hang together and would be an organic pre-established harmony which permits both aspects which relate themselves to each other to be free-standing vis-à-vis each other. Each would have its own shape which would not need to correspond to that of the other. Even more free-standing would be the relation of the shape and quality to each other – just as the form of the grape and the taste of wine are free-standing vis-à-vis each other. – However, while the determination of being-for-itself falls within the bounds of the brain, whereas that of existence falls within the bounds of the skull, it is within the bounds of the organic unity that there is also a causal connection to be posited between the two aspects. There is a necessary relation between them as external to each other, or there is a relation which is external to itself and through which the shape of each would therefore be determined through the other.

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Conversaciones en el Atrium

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