Gespräche in der Dämmerung 00322
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / b. La observación de la autoconciencia en la pureza de ésta y en la relación de ésta con la realidad externa; leyes lógicas y psicológicas [b. Die Beobachtung des Selbstbewußtseins in seiner Reinheit und seiner Beziehung auf äußere Wirklichkeit; logische und psychologische Gesetze]
[La fisiognómica natural y la científica]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[322] Lichtenberg, der das physiognomische Beobachten so charakterisiert, sagt auch noch dies: »Wenn jemand sagte: du handelst zwar wie ein ehrlicher Mann, ich sehe es aber aus deiner Figur, du zwingst dich und bist ein Schelm im Herzen; fürwahr eine solche Anrede wird bis ans Ende der Welt von jedem braven Kerl mit einer Ohrfeige erwidert werden.« – Diese Erwiderung ist deswegen treffend, weil sie die Widerlegung der ersten Voraussetzung einer solchen Wissenschaft des Meinens ist, daß nämlich die Wirklichkeit des Menschen sein Gesicht usf. sei. – Das wahre Sein des Menschen ist vielmehr seine Tat; in ihr ist die Individualität wirklich, und sie ist es, welche das Gemeinte in seinen beiden Seiten aufhebt. Einmal das Gemeinte als ein leibliches ruhendes [242] Sein; die Individualität stellt sich vielmehr in der Handlung als das negative Wesen dar, welches nur ist, insofern es Sein aufhebt. Alsdann hebt die Tat die Unaussprechlichkeit der Meinung ebenso in Ansehung der selbstbewußten Individualität auf, welche in der Meinung eine unendlich bestimmte und bestimmbare ist. In der vollbrachten Tat ist diese schlechte Unendlichkeit vernichtet. Die Tat ist ein Einfach-Bestimmtes, Allgemeines, in einer Abstraktion zu Befassendes; sie ist Mord, Dieb stahl oder Wohltat, tapfere Tat usf., und es kann von ihr gesagt werden, was sie ist. Sie ist dies, und ihr Sein ist nicht nur ein Zeichen, sondern die Sache selbst. Sie ist dies, und der individuelle Mensch ist, was sie ist; in der Einfachheit dieses Seins ist er für andere seiendes, allgemeines Wesen und hört auf, nur Gemeintes zu sein. Er ist zwar darin nicht als Geist gesetzt; aber indem von seinem Sein als Sein die Rede und einerseits das gedoppelte Sein, der Gestalt und der Tat, sich gegenübersteht und jene wie diese seine Wirklichkeit sein soll, so ist vielmehr nur die Tat als sein echtes Sein zu behaupten, – nicht seine Figur, welche das ausdrücken sollte, was er zu seinen Taten meint, oder was man meinte, daß er tun nur könnte. Ebenso indem andererseits sein Werk und seine innere Möglichkeit, Fähigkeit oder Absicht, entgegengesetzt werden, ist Jenes allein für seine wahre Wirklichkeit anzusehen, wenn auch er selbst sich darüber täuscht und, aus seiner Handlung in sich gekehrt, in diesem Innern ein Anderes zu sein meint als in der Tat. Die Individualität, die sich dem gegenständlichen Elemente anvertraut, indem sie zum Werke wird, gibt sich damit wohl dem preis, verändert und verkehrt zu werden. Aber den Charakter der Tat macht eben dies aus, ob sie ein wirkliches Sein ist, das sich hält, oder ob nur ein gemeintes Werk, das in sich nichtig vergeht. Die Gegenständlichkeit verändert nicht die Tat selbst, sondern zeigt nur, was sie ist, d.h. ob sie ist oder ob sie nichts ist. – Die Zergliederung dieses Seins in Absichten und dergleichen Feinheiten, wodurch der wirkliche Mensch, d.h. seine Tat, wieder in ein [243] gemeintes Sein zurückerklärt werden soll, wie er wohl selbst auch sich besondere Absichten über seine Wirklichkeit erschaffen mag, müssen dem Müßiggange der Meinung überlassen bleiben, der, wenn er seine tatenlose Weisheit ins Werk richten, den Charakter der Vernunft am Handelnden ableugnen und ihn auf diese Weise mißhandeln will, daß er statt der Tat vielmehr die Figur und die Züge für das Sein desselben erklären will, die obige Erwiderung zu befahren hat, die ihm erweist, daß Figur nicht das Ansich ist, sondern vielmehr ein Gegenstand der Behandlung sein kann.
Conversaciones en Valencia
[322] Lichtenberg, que es quien caracteriza así la observación fisiognómica; dice también lo siguiente: «Si alguien dijese: ‘Tú actúas, ciertamente, como un hombre honesto, pero veo por tu figura que te estás haciendo violencia, y que en el fondo eres un tunante’; no cabe duda de que tal forma de hablar quedaría contradicha para siempre por cualquier bravo muchacho propinando a quien habla así un buen puñetazo» X157X.1G. C. Lichtenberg, Über die Physiognomik, seg. edic. Gotinga, 1778, pág. 6. — Y tal réplica sería pertinente porque representaría la refutación de una primera suposición de tal ciencia del suponer [de tal ciencia de la suposición], a saber: representaría la refutación de que la realidad del hombre sea su cara [su cara de tunante], etc. El verdadero ser del hombre es más bien su acto, aquello que hace, aquello que ha hecho [That] [el puñetazo que da el supuesto tunante]; en ese acto, en eso que ha hecho, es real la individualidad, y es la individualidad la que supera lo supuesto [Gemeyntes] por los dos lados de eso que se supone [por el lado del supuesto Interior y por el lado del Exterior como supuesta existencia del supuesto Interior]. Primero, [con su acto la individualidad supera] lo supuesto en cuanto ser quiescente corporal [la cara de tunante]; la individualidad se presenta más bien en la acción [Handlung] como aquella entidad [Wesen] negativa que sólo lo es en cuanto suprime y supera ese su ser [la cara de tunante o cualquier otro aspecto inmediato que pueda empezar ofreciendo]. Segundo, el acto [That] suprime y supera la inexpresabilidad o inefabilidad X158X2Inexpresabilidad o inefabilidad porque lo exterior no es sino supuesta existencia, pero supuesta existencia de un Interior supuesto, por tanto ese interior y ese exterior nunca son determinables ni aprehensibles del todo en ese su carácter de existencia y en su carácter de exterior; son propiamente indescriptibles e inefables, se nos escaparían en todo intento de determinarlos. De tal inefabilidad de lo sólo supuesto ya se habló en el cap. I. de aquello que se está suponiendo, es decir, de aquello que vendría simplemente indicado o apuntado, la suprime y supera, digo, también en lo que respecta a la individualidad autoconsciente, que en tal suponer es una individualidad infinitamente determinada y determinable [o interminablemente determinada y determinable]. En el acto [That], en el acto ejecutado [vollbrachte That], queda aniquilada [queda anulada] esta mala infinitud. El acto es algo determinado simplemente, algo simplemente universal, que puede recogerse en una abstracción [es decir, en una determinación universal y, por tanto, es sencillamente expresable y decible]; es un asesinato, es un robo, es una acción generosa, es un acto de valentía, etc., y de ese acto puede decirse lo que ese acto es. Ese acto es eso, y su ser no es solamente un signo, sino la cosa misma. Ese acto es eso, y el hombre individual es lo que ese acto es; y en la simplicidad de ese ser [Seyn], es como el hombre está ahí para los otros, es ser universal, y cesa de ser algo solamente supuesto; ciertamente, en ello no está puesto como espíritu; pero en cuanto se habla de su ser en cuanto ser [de su genuino ser], y, por un lado, por tanto, se establece una contraposición en ese doble ser, es decir, se contraponen la forma [Gestalt] y el acto [That] [es decir, se contrapone lo que más arriba se ha llamado exterioridad simple, por un lado, y el acto, por otro], y tanto la forma o figura como el acto habrían de ser su realidad [es decir, la realidad del hombre], resulta más bien que sólo del acto [That] ha de afirmarse que es su verdadero [auténtico] ser [es decir, el verdadero ser del hombre, el auténtico ser del hombre], y no su figura o aspecto o «pinta» o Gestalt, que sólo expresaría lo que [incluso quizá] él supone como posibles hechos suyos [por ejemplo, por la cara de bueno que pone hablando bien de sí], o que la gente piensa y supone que él muy bien podría hacer [por la «pinta» que tal hombre tiene]. Y asimismo, en cuanto, por otro lado, se contraponen su obra [Werk] y la posibilidad interna de esa obra, es decir, la obra por un lado, y la capacidad o intención, por otro, es sólo la obra la que ha de tenerse por su verdadera realidad [es decir, por la verdadera realidad del hombre], aun cuando él mismo se engañe sobre ello y, retornando en sí de su acción, en ese interior suyo él suponga ser [él] una cosa distinta de lo que él es en realidad [es decir, de lo que él es en la acción]. La individualidad que se confía al elemento objetivo y se entrega a él al convertirse en obra, se entrega [sin duda] con ello al elemento en que se puede ver cambiada y se puede ver vuelta del revés [es decir, tergiversada]. Pero [pese a eso] lo que constituye el carácter de acto, lo que decide sobre el carácter de acto es si el acto es efectivamente un ser real que de verdad se sostiene, o sólo es una obra supuesta [una obra pretendida, una obra que se tiene en mientes], que se queda en la nulidad de la suposición y se consume y agota en ella. La objetualidad [el ser ese acto un objeto ahí o el quedar ese acto como un objeto] no cambia el acto mismo, sino que lo único que hace es mostrar lo que ese acto es, es decir, muestra si ese acto es, o si ese acto no es nada. — El desmenuzamiento de ese ser en intenciones, y en finezas y detalles de ese tipo, mediante los que el hombre real, es decir, su acto, su acción, habría de ser objeto de una retroexplicación que recondujese de nuevo ese acto a un supuesto ser, tal como el hombre mismo puede muy bien fabricarse él mismo determinadas ideas e intenciones acerca de su [supuesta] realidad, ello, digo, ha de dejarse a la holganza y ocio de la suposición; holganza y ocio que, cuando se enderezan a la obra y ponen por obra esa su sabiduría exenta de acción y se ponen a negar el carácter de razón en el agente [su Charakter de Vernunft] [su carácter sostenido en la razón, en el que el agente estriba, o también: su no ser él sino en ese ser-otro de su acto, y no en una suposición] y lo maltratan buscando convertir en ser de ese agente su aspecto y su «pinta» y sus rasgos más bien que sus actos, cuando hacen todo eso, digo, se exponen a la réplica a que más arriba me he referido [la sugerida por Lichtenberg], que les demostrará que el físico o la figura o la «pinta» no son el en-sí, sino que más bien pueden ser objeto de un muy enérgico tratamiento [y modificación] [el referido puñetazo].
Algunas aclaraciones
X157X = G. C. Lichtenberg, Über die Physiognomik, seg. edic. Gotinga, 1778, pág. 6.
X158X = Inexpresabilidad o inefabilidad porque lo exterior no es sino supuesta existencia, pero supuesta existencia de un Interior supuesto, por tanto ese interior y ese exterior nunca son determinables ni aprehensibles del todo en ese su carácter de existencia y en su carácter de exterior; son propiamente indescriptibles e inefables, se nos escaparían en todo intento de determinarlos. De tal inefabilidad de lo sólo supuesto ya se habló en el cap. I.
Conversaciones en Madrid
[322] Lichtenberg, que caracteriza así el observar fisonómico, dice también esto: «si alguien dijera: aunque obres como un hombre honesto, bien veo por tu figura que te estás forzando, y que en el fondo de tu corazón eres un canalla; a fe que cualquier buen mozo que oyera eso replicaría en cualquier parte del mundo con una bofetada» XX*X.3Hegel cita de memoria a partir de la Über Physiognomik de Lichtenberg. Esta réplica es acertada porque es la refutación del primer presupuesto de semejante ciencia del opinar, a saber, que la realidad efectiva del ser humano es su cara, etc. — Antes bien, el ser verdadero del ser humano es su acto; es en éste donde se hace efectivamente real la individualidad, y es el acto el que pone en suspenso lo opinado en sus dos lados. De una parte, lo opinado como un ser corporal en reposo; en la acción, la individualidad se expone más bien como la esencia negativa que sólo es en la medida en que cancela al ser. Por consiguiente, el acto cancela igualmente la inenunciabilidad de la opinión por lo que respecta a la individualidad autoconsciente, la cual, dentro de la opinión, es una individualidad infinitamente determinada y determinable. En el acto llevado a cabo, esta infinitud mala queda aniquilada. El acto es algo simplemente determinado, universal, que se ha de comprehender en una abstracción; es asesinato, robo, o es una buena obra, o un acto de valor, etc., y de él puede ser dicho lo que él es. Es esto, y su ser no es sólo un signo, sino la cosa misma. Es esto, y el hombre individual es lo que el acto sea; en la simplicidad de este ser, el hombre es para otros esencia que es, universal, y deja de ser algo sólo opinado. Ciertamente, el hombre no está puesto en él más que como espíritu; pero al hablarse de su ser en cuanto ser, y enfrentarse por un lado el ser doble, la figura y el acto, debiendo ser tanto aquélla como éste su realidad efectiva, se ha de afirmar, más bien, que únicamente el acto es su ser genuino: no su figura que presuntamente debiera expresar lo que él pretendía con sus actos, o lo que se opinaría y pretendería que es lo único que él podría hacer. Asimismo, en tanto que, por otro lado, su obra y su posibilidad interna, su capacidad o su intención han sido contrapuestas, únicamente aquélla, la obra, ha de verse como su realidad efectiva verdadera, aunque él mismo se engañe acerca de ello y desde su acción vuelva hacia dentro de sí, pretendiendo que en esto interno es otro distinto de lo que es en el acto. La individualidad que, al hacerse obra, se confía al elemento de lo objetual, se abandona así, sin duda, a verse modificada y tergiversada. Pero el carácter del acto lo constituye justamente si es un ser efectivamente real que se sostiene o si es sólo una obra presunta que perece anulada dentro de sí. La objetualidad no cambia el acto mismo, sino que únicamente muestra lo que él es, es decir, si es, o si no es nada. — El desmembramiento de este ser en intenciones y sutilezas semejantes, por el que se dice que se explicará al hombre realmente efectivo, esto es, su acto, devolviéndolo a un ser opinado, cómo él mismo pueda también crearse intenciones particulares acerca de su realidad efectiva, todo eso hay que dejárselo a la holganza de la opinión; holganza que, cuando quiere poner en obra su sabiduría carente de actos, negarle el carácter de razón al que actúa y maltratarle de esa manera que pretende explicar que su ser no son sus actos, sino su figura y sus rasgos, tiene que pasar por la réplica de arriba, que le muestra y demuestra que la figura no es lo en-sí, sino que, más bien, es un objeto al que se le pueden poner las manos encima X98X.4Alusión a la bofetada de la cita de Lichtenberg al comienzo del párrafo. Culmina así la acerada ironía con la que viene criticando la fisiognómica.
Algunas aclaraciones
XX*X = Hegel cita de memoria a partir de la Über Physiognomik de Lichtenberg.
X98X = Alusión a la bofetada de la cita de Lichtenberg al comienzo del párrafo. Culmina así la acerada ironía con la que viene criticando la fisiognómica.
Conversations in Washington
[322] [322]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition Lichtenberg, who characterizes physiognomic observation in this way, adds this remark: “If someone said, ‘To be sure, you act like an honest man, but I can see from your face that you are forcing yourself to do so and are a knave at heart,’ then any upright fellow, when addressed in that fashion, will, until the end of time, respond with a slap in the accuser’s face.” – This retort is for that reason exactly to the point, because it is the refutation of the first presupposition of such a science of what people mean, namely, that the actuality of a person is supposed to be his face, etc. – The true being of a person is rather his deed. Individuality is actual in the deed, and the deed is what sublates what is only meant there in both aspects. At one time, what is meant is a motionless bodily being, and individuality exhibits itself instead in action as the negative essence which only is insofar as it sublates being. The deed thereupon likewise sublates the inexpressibleness of the meaning with a view towards self-conscious individuality, which in that meaning is infinitely determined and determinable. In the achieved deed, this bad infinite is done away with. The deed is something simply determinate, universal, to be grasped in an abstraction; it is murder, theft, beneficence, a courageous act, and so on, and what it is can be said of it. The deed is this, and its being is not only a sign, it is the matter at issue itself. The deed is this, and the individual person is what the deed is. In the simplicity of this being, the individual person is for others an existing, universal essence, and he ceases to be only something conjectured.6nur gemeintes. To be sure, the individual is not posited therein as spirit, but while it is his being as being that is talked about, and while on the one hand the twofold being, the shape and the deed, stand over and against each other and each one is supposed to be his own actuality, so too the deed alone is instead to be asserted to be his genuine being – not his physique, which is supposed to express what he means by his acts, or what one might suppose that only he could do. Likewise, on the other side of the coin, while his accomplished work7sein Werk. I add the “accomplished” to the “work” in order to mitigate the possible confusion between a “work” in the sense of, say, a “literary work” with “work” in the sense of “labor.” and his inner possibility, capacity, or intention are opposed, it is the former alone which is to be regarded as his true actuality even if he deceives himself about it, or, after he has taken an inward turn away from his action and back into himself, even if he then means this inner to be different from what is in the deed. Individuality, which entrusts itself to the objective element while becoming an accomplished work, makes itself vulnerable to being altered and inverted. However, just what constitutes the character of the deed is whether the deed is an actual being that holds its own ground, or whether it is only a work intended to be,8gemeintes which, being nothing in itself, comes to nothing. Objectivity does not alter the deed itself; rather, it only shows what the deed is, which is to say, whether it is, or whether it is nothing. –What must be left to the idleness of mere opinionating,9Meinung namely, the parsing of this being into intentions and into those kind of nuances, through which the actual person, i.e., his deed, is supposed to be explained away into a being of such opinionating, in the same way that the individual himself may surely to himself fabricate particular intentions about his actuality. If this idle conjectural opinionating wishes to put its deedless wisdom into practice, and if it wishes to deny the character of reason to the person who acts and also to misuse him in this manner by explaining what he is in terms of his physique and the lines on his face and not in terms of his deed, then it will run into the riposte mentioned above, which demonstrates to it that the physical shape10Figur is not the in-itself, but instead can be the object itself for certain sorts of treatment.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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