Gespräche in der Dämmerung 00286

Parte de:

 C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / a. Observación de la naturaleza [a. Beobachtung der Natur]

 

[Que aún nos queda por considerar el exterior; el interior y el exterior, la corriente de la vida y los molinos que esa corriente mueve; el papel del número]

Gespräche in Jena

[286] Die beiden Seiten des organischen Ganzen – die eine das Innere, die andere aber das Äußere, so daß jede wieder an ihr selbst ein Inneres und Äußeres hat – nach ihrem beiderseitigen Innern verglichen, so war das Innere der ersten der Begriff, als die Unruhe der Abstraktion; die zweite aber hat zu dem ihrigen die ruhende Allgemeinheit und darin auch die ruhende Bestimmtheit, die Zahl. Wenn daher jene, weil in ihr der Begriff seine Momente entwickelt, durch den Schein von Notwendigkeit der Beziehung täuschend Gesetze verhieß, so tut diese sogleich Verzicht darauf, indem sich die Zahl als die Bestimmung der einen Seite ihrer Gesetze zeigt. Denn die Zahl ist eben die gänzlich ruhende, tote und gleichgültige Bestimmtheit, an welcher alle Bewegung und Beziehung erloschen ist und welche die Brücke zu dem Lebendigen der Triebe, der Lebensart und dem sonstigen sinnlichen Dasein abgebrochen hat.

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Conversaciones en Valencia

[286] Considerados los dos lados del todo orgánico (uno el interior, y otro el exterior, pero de suerte que cada uno tiene a su vez en si un interior y un exterior) y comparados conforme a ese interior de cada lado, resulta que el interior del primer lado era el concepto en cuanto inquiescencia de la abstracción; y el segundo lado tiene por interior suyo la universalidad quiescente, y esa universalidad quiescente que el segundo lado tiene por interior consiste en la determinidad quiescente, es decir, en el número. Y, por tanto, si aquél [el lado interior del lado interior] (precisamente porque en él el concepto desarrolla sus momentos) por la apariencia de necesidad de la relación podía engañar prometiendo leyes, resulta que éste [es decir, el segundo, es decir, el interior del lado exterior, el número] renuncia enseguida a ello, tan pronto como resulta que precisamente el número habría de ser entonces la determinación de uno de los lados de esas sus leyes. Pues el número es precisamente la determinidad totalmente quiescente, muerta, indiferente, en la que se extingue todo movimiento y relación, y que ha roto el puente con lo vivo de los impulsos, con el tipo o especie de vida, y con todos los demás aspectos de la existencia sensible [por tanto difícilmente podrá haber aquí tales leyes de lo orgánico].

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Conversaciones en Madrid

[286] Si se comparan ambos lados del todo orgánico —siendo uno lo interno y el otro lo externo, de tal modo que cada uno, a su vez, tiene en él mismo un interior y un exterior— por lo interior de ambos, se verá que el interior del primero era el concepto en cuanto inquietud de la abstracción; el segundo, en cambio, tiene para el suyo la universalidad quieta, y con ello, también, la determinidad quieta, el número. Por eso, si aquél lado primero, puesto que el concepto desarrolla sus momentos en él, prometía leyes ilusoriamente por medio de la apariencia de necesidad de la referencia, éste segundo renuncia inmediatamente a ello en tanto que el número se muestra como la determinación de uno de los lados de sus leyes. Pues el número es, precisamente, la determinidad totalmente quieta, muerta e indiferente, en la que todo movimiento y toda referencia está extinguido, y que ha roto el puente hacia lo vivo de las pulsiones, del tipo de vida y de cualquier otra existencia sensible.

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Conversations in Washington

[286] [286]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition If the two aspects of the organic whole – where one is the inner and the other is the outer, such that each of them again has in its own self an inner and an outer – are compared according to the inner which both sides have, then the inner of the first was the concept as the restlessness of abstraction; but for its own inner, the second has motionless universality and therein also motionless determinateness, or number. However much therefore the former, because the concept develops its moments within it, deceptively promised laws through the mere semblance of necessity in the relation, still the latter straightaway renounces that, as number proves itself to be the determination of only one side of its laws. For number is just that entirely dead and indifferent motionless determinateness within which all movement and relation is extinguished. It has burned the bridge leading to the life of impulses, to various ways of life, and to whatever other sensuous existence there is.

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Conversaciones en el Atrium

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