Gespräche in der Dämmerung 00276

Parte de:

 C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / a. Observación de la naturaleza [a. Beobachtung der Natur]

 

c.2. El interior, y el exterior como forma

[El interior del interior, o la evanescencia de los momentos de lo orgánico, y el exterior del interior o sistemas orgánicos universales: el sistema de la sensibilidad, el sistema de la irritabilidad y el sistema de la reproducción; lo dudoso de una relación legiforme entre el interior y el exterior]

Gespräche in Jena

[276] Die andere Seite, nach welcher die einfachen Momente des organischen Begriffs mit den Momenten der Gestaltung verglichen werden, würde erst das eigentliche Gesetz geben, welches das wahre Äußere als Abdruck des Innern ausspräche. – Weil nun jene einfachen Momente durchdringende flüssige Eigenschaften sind, so haben sie an dem organischen Dinge nicht einen solchen ausgeschiedenen realen Ausdruck, wie das ist, was ein einzelnes System der Gestalt genannt wird. Oder wenn die abstrakte Idee des Organismus in jenen drei Momenten nur darum wahrhaft ausgedruckt ist, weil sie nichts Stehendes, sondern nur Momente des Begriffs und der Bewegung sind, so ist er dagegen als Gestaltung nicht in solchen drei bestimmten Systemen befaßt, wie die Anatomie sie auseinanderlegt. Insofern solche Systeme in ihrer Wirklichkeit gefunden und durch dies Finden legitimiert werden sollen, muß auch erinnert werden, daß die Anatomie nicht nur drei dergleichen Systeme, sondern viel mehrere aufweist. – Alsdenn muß, abgesehen hiervon, überhaupt das sensible System etwas ganz anderes bedeuten als das, was Nervensystem genannt wird, so das irritable System etwas anderes als das Muskelsystem, das reproduktive System etwas anderes als die Eingeweide der Reproduktion. In den Systemen der Gestalt als solcher ist der Organismus nach der abstrakten Seite der toten Existenz aufgefaßt; seine Momente, so aufgenommen, gehören der Anatomie und dem Kadaver, nicht der Erkenntnis und dem lebendigen Organismus an. Als solche Teile haben sie vielmehr aufgehört zu sein, denn sie hören auf, Prozesse zu sein. Da das Sein des Organismus wesentlich Allgemeinheit oder Reflexion in sich selbst ist, so kann das Sein seines Ganzen wie seine Momente nicht in einem anatomischen Systeme bestehen, sondern der wirkliche Ausdruck und ihre Äußerlichkeit ist vielmehr nur als eine Bewegung vorhanden, die sich durch die verschiedenen Teile der Gestaltung verläuft und worin das, was als [210] einzelnes System herausgerissen und fixiert wird, sich wesentlich als fließendes Moment darstellt, so daß nicht jene Wirklichkeit, wie die Anatomie sie findet, als ihre Realität gelten darf, sondern nur sie als Prozeß, in welchem auch die anatomischen Teile allein einen Sinn haben.

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c.2. El interior, y el exterior como forma

[El interior del interior, o la evanescencia de los momentos de lo orgánico, y el exterior del interior o sistemas orgánicos universales: el sistema de la sensibilidad, el sistema de la irritabilidad y el sistema de la reproducción; lo dudoso de una relación legiforme entre el interior y el exterior]

[276]1Epígrafe de Hegel: c.2. El interior, y el exterior como forma. XXX2Otro epígrafe: El interior del interior, o la evanescencia de los momentos de lo orgánico, y el exterior del interior o sistemas orgánicos universales: el sistema de la sensibilidad, el sistema de la irritabilidad y el sistema de la reproducción; lo dudoso de una relación legiforme entre el interior y el exterior. El otro lado conforme al que los momentos simples del concepto orgánico se comparan con los momentos de la conformación o configuración [o anatomía] X81X3Este término de anatomía sólo tiene aquí un sentido indicativo, pues en el vocabulario técnico actual se establece una contraposición entre anatomía y fisiología, cosa que aquí, como enseguida vamos a ver, es más bien ajena al autor. [es decir, con la forma o aspecto o estructura en que se ofrecen a la observación] [el otro lado que no sería ya el exterior de lo interior, sino el interior del exterior], ese otro lado, digo, es el que empezaría proporcionando la ley propiamente dicha por la que el verdadero exterior [y no el exterior de lo interior] quedaría declarado impronta o expresión o plasmación del interior X82X.4Según Bonsiepen y Heede, en lo que sigue, Hegel no sólo se estaría refiriendo a temas de los mencionados libros de Schelling, sino también directamente al libro de C. I. Kilian, Elementos de medicina general. — Ahora bien, precisamente porque esos momentos simples son propiedades fluidas que todo lo penetran, resulta que en la cosa orgánica no tienen tal expresión real separada, es decir, no tienen para sí un sistema individual, un sistema particular, que pudiéramos llamar el sistema de la forma [o sistema que es forma, que es configuración existente ahí o plasmación existente ahí, System der Gestalt] X83X;5Vide infra Algunas aclaraciones X83X. o lo que es lo mismo: si la idea [Idee] X84X6Vide infra Algunas aclaraciones X84X. del organismo [si el concepto del organismo] sólo está verdaderamente expresada en aquellos tres momentos precisamente porque ellos no son nada estable, sino que sólo son momentos del concepto y del movimiento, resulta entonces que, a su vez, el organismo, en cuanto conformación, configuración o Gestaltung no queda comprendido en esos tres determinados subsistemas, tal como la anatomía los analiza por separado. En la medida en que tales sistemas se los halla en su realidad [es decir, se los encuentra como siendo reales ahí] y por tanto deban considerarse legitimados mediante tal encontrarlos [deba considerarse legitimada la noción de ellos como cosas distintas mediante tal encontrarlos], hay que recordar también que la anatomía no sólo pone de manifiesto tres sistemas de ese tipo, sino otros muchos. — Así pues, aun prescindiendo de esto último, el sistema sensible o sistema sen tiente o sistema de la sensibilidad tiene que significar algo completamente distinto de lo que llamamos sistema nervioso, e igualmente el sistema irritable [el sistema de la irritabilidad] tiene que significar algo distinto que el sistema muscular, y el sistema reproductivo algo distinto que los órganos o vísceras de la reproducción. En los sistemas de la forma [es decir, en el sistema nervioso, en el sistema muscular, y en el sistema reproductivo] como tal forma [es decir, en los distintos sistemas de la anatomía del organismo como tal anatomía], lo que pasa es que el organismo queda concebido conforme al lado abstracto que representa el puro estar ahí, o que representa la muerte. Sus momentos, cuando se los toma de ese modo o en esa perspectiva, pertenecen a la anatomía o al cadáver, no al conocimiento ni al organismo vivo. Como tales partes así entendidas, han dejado más bien de ser, pues cesan de ser procesos. Como el ser del organismo es esencialmente universalidad o reflexión del organismo en sí mismo, el ser del conjunto del organismo, al igual que sus momentos, no puede consistir en un sistema anatómico antes su expresión real y su exterioridad [la expresión real y la exterioridad de esos momentos] más bien están sólo presentes como un movimiento que discurre a través de las distintas partes de la configuración del organismo y en el que aquello que la anatomía arranca y la anatomía fija como un sistema particular, se presenta esencialmente como un momento fluido o fluyente, de suerte que no es esa realidad [la realidad de cada sistema en particular] tal como la anatomía la encuentra, la que puede y debe considerarse la realidad [la realidad de ese movimiento], sino sólo ese mismo movimiento como proceso [es decir, sino que la realidad es sólo ese mismo movimiento como proceso], pues únicamente en ese movimiento como proceso es donde las partes anatómicas tienen sentido.

Algunas aclaraciones

X81X

Este término de anatomía sólo tiene aquí un sentido indicativo, pues en el vocabulario técnico actual se establece una contraposición entre anatomía y fisiología, cosa que aquí, como enseguida vamos a ver, es más bien ajena al autor.

X82X

Según Bonsiepen y Heede, en lo que sigue, Hegel no sólo se estaría refiriendo a temas de los mencionados libros de Schelling, sino también directamente al libro de C. I. Kilian, Elementos de medicina general.

X83X

Tenga ello sentido o no lo tenga, en lo que respecta al asunto del que aquí se trata, es decir, en lo que respecta a la observación de lo orgánico, lo que el autor está diciendo es lo siguiente, tal como ve las cosas la observación: hasta ahora hemos considerado el sistema nervioso, el sistema muscular y el sistema de la reproducción como las estructuras o configuraciones en que resultan accesibles a la observación la sensibilidad, la irritabilidad y la reproductividad o el serse lo orgánico un otro. Si a estos momentos de lo orgánico los llamamos el «interior de lo orgánico», resulta que lo que hemos estado considerando es el aspecto o configuración o conformación que ese interior ofrece a la observación, es decir, la forma como se deja ver. Hemos estado, pues, considerando el exterior de ese interior, o el exterior de eso interior.

Tenemos, por tanto, que dentro de la idea general que el autor está examinando de que (para la razón observadora) en lo orgánico lo exterior (o el exterior) sería expresión del interior, en ese interior está distinguiendo (1) entre un exterior de ese interior y (por tanto) un interior de ese interior, y (2) entre el verdadero exterior y un lado interno de ese exterior, es decir, entre un interior de ese exterior y un exterior del exterior.

Es así como el autor ha venido empleando hasta aquí las expresiones «interior» y «exterior del interior» o «exterior de lo interior». El conjunto es una discusión con Kant y Schelling, por un lado, y con las conceptuaciones anatómicas y fisiológicas del momento, por otro, acerca de las relaciones entre los momentos del concepto que es lo orgánico (sensibilidad, irritabilidad, reproducción»), los sistemas en que esos momentos se plasman (sistema nervioso, sistema muscular y sistema reproductor) y la anatomía global de lo orgánico, o configuración anatómica global de lo orgánico.

Pero, en lo que se refiere al interior, ambas contraposiciones casi se solapan. Pues si ahora además quisiésemos mirar el lado interno del interior, es decir, no el «exterior del interior», sino el «interior del interior», es obvio que ello se nos escaparía. Y, sin embargo, sería ello lo que correlacionaría con la forma global, con la exterioridad, que el organismo ofrece (con el verdadero «exterior»). Cabe pensar que donde ese «interior del interior» (que es, digo, lo que correlacionaría con la forma global que el organismo ofrece a la observación); cabe pensar, digo, que donde ese «interior del interior» se dejaría ver, seria quizá en los «sistemas de la forma», es decir, en los sistemas que integran la forma global del organismo o en los sistemas de que se compone la forma o estructuración global o configuración entera que el organismo ofrece o en las configuraciones en que el organismo se inserta. Tales «sistemas de la forma» no coincidirían, por tanto, sin más con el sistema nervioso, el sistema muscular y el sistema de la reproducción, sino que, en principio, al referirse así al todo, serían más amplios que ellos. Ahora bien, cuando la observación trata de identificar tales «sistemas de la forma», resulta que lo que obtiene no es el organismo (que para Hegel es siempre el organismo en movimiento, vivo) sino una cosa que ya no vive, el producto de la disección, organismo muerto, no organismo, y aquel interior casi se nos reduce a puro lado interno del exterior. Hegel insiste, pues, en que la vía que la razón observadora emprende o no tiene más remedio que emprender en la observación de lo orgánico, la lleva a no enterarse en definitiva de la naturaleza de lo que tiene delante.

Conviene añadir respecto a esto último una consideración de tipo general. En el presente cap. V hemos partido de la certeza que la autoconciencia tiene de ser toda realidad. Y así, esa autoconciencia convertida en candencia observadora se pone a buscarse en todo eso que no va a ser sino ella, y efectivamente, tras todo, ella no se encuentra sino a ella misma. Pero tras todo ello que en definitiva se le acaba deshaciendo y que acaba remitiéndola a ella misma, lo que ella no acaba de encontrar es lo que ella misma es y que nosotros sabemos que ella es: estructura de concepto. Por eso, sigue buscando, movida por el deseo de saber, por el deseo de enterarse, por la cupiditas sciendi. Lo que busca es tener delante de verdad aquello de lo que está segura; es decir, lo que busca tras ese todo que en definitiva se le revela como no siendo sino ella misma y remitiéndola a ella misma, lo que busca, digo, es tenerse ella a sí misma en su verdad, es decir, tenerse ella ahí delante como ella es. Pues bien, ya se ha tenido, dice Hegel. Y se ha tenido porque la autoconciencia es concepto existente (está segura de eso, pero todavía no se tiene delante como tal). Pues bien, lo orgánico es concepto existente. Pero la autoconciencia no ha logrado reconocerse en ello, porque no ha reconocido lo orgánico como tal concepto existente, sino como un sistema de correlaciones que acaban revelándose como consistiendo en operaciones de la propia conciencia observadora, a la que se le acaba escapando su objeto (el objeto se le ha ido, por tanto, sin que la autoconciencia, que es concepto existente, lograra verse en lo orgánico en cuanto concepto existente). Tratando de determinar lo orgánico, con lo que la conciencia observadora se encuentra otra vez en la disección es con lo no orgánico. Está, pues, otra vez donde estaba al principio, aunque a nivel más alto.

X84X

Aunque ya lo indicamos en los comentarios al cap. IV, A, conviene insistir en que es en conexión con este tipo de caracterizaciones de lo orgánico como también puede entenderse mejor la afirmación que hace el autor al principio del cap. IV de que la autoconciencia es deseo, Begierde. El deseo hunde sus raíces por lo menos en lo orgánico. Tanto la autoconciencia como lo orgánico son conceptos existentes, es decir, en todo lo que buscan no se están buscando en definitiva sino a sí mismos, son el fin que, buscándose, es como de verdad se tiene y se pone como aquello como lo que empezaba siendo. Lo orgánico, la vida, consiste en el movimiento de estarse dando alcance a sí misma. Y la vida consciente o la vida autoconsciente simplemente se es ella misma ese impulso en que toda vida consiste. La autoconciencia se es deseo, y se empieza siendo deseo emergiendo de ese su propio ser orgánico. Es decir, tanto el organismo como la autoconciencia son algo que se encuentra siendo, pero sólo se encuentran siendo como resultado de su propia actividad, son un tenso enderezarse a algo que en definitiva no resulta ser sino aquello en lo que ya desde el principio consisten, por más complicado y complejo que en el caso de la autoconciencia sen eso en que la autoconciencia consiste. Ya hemos visto también que la autoconciencia, en cuanto deseo, lo primero en que consiste (yo = yo) es en el deseo de pelear con otro deseo (cap. IV, A), antes de amanacerse a la certeza de que «natura rationalis est quodmmodo omnia», es decir, de que la autoconciencia en su individualidad («yo pienso») abarca toda realidad y desearse como tal (éste fue el final del cap. IV) y salirse a buscar como toda realidad (cap. V, A), que es el punto en que estamos.

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[276] Sóla y primeramente el otro lado, conforme al cual se comparan los momentos simples del concepto orgánico con los momentos de la configuración, daría la ley propiamente dicha que enunciara lo externo verdadero como copia impresa de lo interno. — Ahora bien, dado que aquellos momentos simples son propiedades fluidas que impregnan toda la cosa orgánica, no tienen en ella una expresión real separada, como lo es eso que se llama un sistema singular de la figura. O bien, si la idea abstracta de organismo se expresa de verdad en aquellos tres momentos solamente porque ellos no son nada permanente, sino sólo momentos del concepto y del movimiento, el organismo, en cambio, en cuanto configuración, no queda comprendido en tales tres sistemas determinados XX*X,7Vide infra Algunas aclaraciones XX*X. al modo en que la anatomía los separa y descompone. En la medida en que tales sistemas deben ser encontrados en su realidad efectiva, y deben ser legitimados por medio de este encontrarlos, hay que recordar, también, que la anatomía no sólo exhibe estos tres sistemas, sino muchos otros. — Por consiguiente, prescindiendo de esto, el sistema sensible tiene que significar como tal algo completamente distinto de lo que se llama sistema nervioso, y el sistema irritable algo distinto que el sistema muscular, el sistema reproductivo algo distinto que las vísceras de la reproducción. En los sistemas de la figura como tal, el organismo está aprehendido según el lado abstracto de la existencia muerta; sus momentos, así registrados, pertenecen a la anatomía y al cadáver, no al conocimiento ni al organismo vivo. Antes bien, en cuanto que tales partes, han cesado de ser, puesto que dejan de ser procesos. Como el ser del organismo es esencialmente universalidad o reflexión dentro de sí mismo, el ser de todo su conjunto, entonces, igual que sus momentos, no puede consistir en un sistema anatómico, sino que la expresión efectiva, y su exterioridad, está presente más bien sólo como un movimiento que atraviesa las diversas partes de la configuración, y en donde lo que se arranca y se fija como sistema singular se presenta esencialmente como momento fluyente, de manera que no es aquella realidad efectiva, tal como la encuentra la anatomía, la que puede valer como su realidad, sino sólo ella como proceso, únicamente en el cual también las partes anatómicas tienen un sentido.

Algunas aclaraciones

XX*X = Schelling distinguía entre diversos sistemas de organismos. La sensibilidad tiene que destacarse como lo negativo de la irritabilidad en el organismo que presenta una negación absoluta de la irritabilidad, esto es, en el sistema cerebral y nervioso. A la inversa, la irritabilidad destacaría en un organismo que sólo fuera irritabilidad, como el corazón y las arterías. Mientras que la capacidad de reproducción se manifiesta en un tercer sistema al que pertenecen todos órganos de la nutrición, la secreción y la asimilación. Cf. su Erster Entwurf eines Systems der Naturphilosophie, en SW I/2, 223 sigs.; así como Kilian: Entwurf eines Systems der gesamten Medizin. Zum Behuf seiner Vorlesungen und zum Gebrauch r praktizierende Aerzte, Jena, 1802, p. 55. En todo caso, parece que la crítica era más pertinente para Kilian que para Schelling, quien le atribuía un valor secundario a la anatomía meramente empírica. Cf. Schelling: Vorlesungen über die Method des academischen Studiums, en SW I/5, 342 y sigs.

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[276] [276]8We kept the numeration given by the editor in the printed edition The other aspect is that according to which the simple moments of the organic concept are compared with the moments of its shaping, and it would only issue the real law which would express the true outer as the imprint of the inner. – Now, because those simple moments are permeating, fluid properties, they do not have a kind of segregated, real expression in organic things as what is called the singular system of the shape. Or, however much the abstract idea of the organism is truly expressed in those three moments, if only for the reason that they are nothing stable and are rather only moments of the concept and of the movement, still the organism, as shape, is in contrast not to be treated as falling into three such determinate systems in the way that anatomy articulates the organism. Insofar as such systems are supposed to be found in their actuality and to be legitimated through this kind of finding, it must also be remembered that anatomy not only features three systems of that sort but a good many others as well. – Considered apart from this, the sensitive system must mean something entirely different from what is called a nervous system, the irritable system something entirely different from the muscular system, and the reproductive system something entirely different from the intestinal system of reproduction. In the systems constituting a shape as such, the organism is understood according to the abstract side of dead existence; taken in that way, its moments belong to anatomy and to the cadaver, not to cognition and the living organism. As those kinds of parts, they have in fact ceased to be, for they cease to be processes. Since the being of an organism is essentially universality, or the reflective turn into itself, the being of its whole, like its moments, cannot consist in an anatomical system. Rather, the actual expression of the whole and externality of the moments are instead only present as a movement that runs throughout the various parts of the shaping, and within which what is torn out and rigidly set up as a singular system is shown to be essentially a flowing moment, so that what can be counted as their reality is not the former actuality in the way anatomy finds it; rather, what counts as their reality is only that actuality as a process, within which alone even the anatomical parts have a sense.

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