Gespräche in der Dämmerung 00254

Parte de:

 C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / a. Observación de la naturaleza [a. Beobachtung der Natur]

 

[Observación de lo orgánico]

Gespräche in Jena

[254] Solcher Gegenstand, welcher den Prozeß in der Einfachheit des Begriffes an ihm hat, ist das Organische. Es ist diese absolute Flüssigkeit, worin die Bestimmtheit, durch welche es nur für Anderes wäre, aufgelöst ist. Wenn das unorganische Ding die Bestimmtheit zu seinem Wesen hat und deswegen nur mit einem anderen Dinge zusammen die Vollständigkeit der Momente des Begriffs ausmacht und daher in die Bewegung tretend verloren geht, so sind dagegen an dem organischen Wesen alle Bestimmtheiten, durch welche es für Anderes offen ist, unter die organische einfache Einheit gebunden; es tritt keine als wesentlich auf, welche sich frei auf Anderes bezöge, und das Organische erhält sich daher in seiner Beziehung selbst.

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Conversaciones en Valencia

[Observación de lo orgánico]

[254] 1Epígrafe de Hegel: OBSERVACIÓN DE LO ORGÁNICO. Tal objeto que tiene su proceso precisamente en la simplicidad del concepto [radicado] en él [es decir, que tiene su proceso precisamente en la simplicidad del concepto que él encierra] es lo orgánico X56X.2Vide infra Algunas aclaraciones X56X. Lo orgánico es ese fluido absoluto en el que queda disuelta toda determinidad mediante la que él fuese solamente para otro [en el que queda disuelta toda determinidad que lo convirtiese en no más que un ser-para-otro y no reflectido en sí, en un ser que se determinase mediante su ser en relación, en vez de autodeterminarse]. Si la cosa inorgánica tiene por esencia la determinidad y, por tanto, sólo conjuntamente con otra cosa distinta constituye esa cosa la totalidad [o lo plenario o la completud] de los momentos del concepto, y, por tanto, al entrar en movimiento, esa cosa no tiene más remedio que perderse, ahora, en cambio, resulta que en el ser [Wesen] orgánico todas las determinidades mediante las que el ser orgánico queda abierto a otro, están sujetas, ligadas y atadas a [o quedan bajo] la unidad simple orgánica [están bajo la simple unidad en que eso orgánico consiste]; no se presenta ninguna de ellas como esencial, que pudiera referirse libremente a otro [libremente, es decir, de forma ajena a esa ligazón]; y así, lo orgánico se mantiene [sigue siendo lo que es, no se pierde], precisamente en esa su propia relación [con lo otro, a lo que está abierto] X57X.3No es primariamente para otro, sino para sí y sólo desde ahí es para otro.

Algunas aclaraciones

X56X

Así pues, en cierto modo el «juicio reflexivo» de Kant, convertido en modelo del concepto.

Aparte de otras fuentes de inspiración más próximas, la fuente de inspiración más importante es la idea de Aristóteles de lo orgánico como auto-telos, como consistiendo en un movimiento que se tiene a sí mismo por fin y en el que, por tanto, nada es estable, si no es la pura estructura de movimiento del todo que se tiene ella a sí misma por fin. La obsesiva insistencia en esta idea (que en definitiva es la noción hegeliana de concepto) hace que en todo lo que dice Hegel, por disparatado y tosco que sea, no puedan menos de resonar los planteamientos sistémicos actuales. Al lector familiarizado, por un lado, con la investigación, por ejemplo, de Humberto Maturana y Francisco Valera, y con el pensamiento de X. Zubiri, por otro, no le será difícil hacerse cargo de estos solapamientos entre planteamientos sistémicos y conceptos aristotélicos y hegelianos.

Pero dicho esto, hay que añadir que la principal fuente de inspiración es aquí la «Crítica del juicio teleológico» de la Crítica del juicio de Kant, por más que, por supuesto, en Hegel la consideración teleológica exceda por todos lados el estatuto epistemológico de «idea regulativa» a la que la reduce Kant. Hegel asume la «Crítica del juicio teleológico» de Kant, pero repensándola radicalmente contra Kant. La Crítica del juicio de Kant se convierte a partir de este momento en un importante referente del presente libro. Y eso en Hegel quiere siempre decir que ya lo ha estado siendo, por lo menos desde el cap. III. Las nociones de telos, de concepto y de sujeto van juntas para Hegel, y me parece que tienen los referentes que hasta ahora he indicado, y en los que no hay que insistir más. Pero creo que Hegel los desarrolla también, por lo menos en importantes pasajes de este cap. V, pero no sólo en él, desde la Crítica del juicio de Kant. A mi juicio, Hegel consigue su especifica reformulación del concepto aristotélico de telos, volviendo sobre sí misma la noción de «juicio reflexivo» de Kant; el contenido de este juicio, pese a versar sobre algo que tiene tales o cuales determinaciones, queda allende cada una de ellas, es lo negativo de ellas, las disuelve, las convierte en momentos de lo que, por decirlo así, con el contenido del juicio reflexivo se auto-pone. En el caso de lo orgánico o de lo vivo en general, el objeto no sería algo sobre lo que ese juicio versa, sino que tendría él mismo la estructura de ese juicio. En sentidos sin duda alguna muy distintos, pero que en todo caso sí que tienen un punto de contacto, ni en Aristóteles, ni en Kant, ni en Hegel el concepto de telos es ajeno a la reflexividad de lo que Kant llama «juicio reflexionante» o «juicio reflexivo» o «juicio reflictiente». Aunque dicho esto, tampoco conviene forzar excesivamente las equivalencias, a no ser porque lo que Kant no puede ver recogido sino en un reflektierendes Urteil, es lo que Hegel convierte en estructura misma de lo orgánico a fuer de un objeto que es concepto existente, que, por tanto, se es para sí mismo telos.

Aquello que no se es a sí mismo sino en el ser-otro, es lo que, en términos generales, Hegel entiende por concepto. Y el concepto así entendido no puede menos de serse a sí mismo telos, se tiene a sí mismo por telos, es decir, el concepto es para sí mismo el punto de llegada, que no es a su vez sino su propio punto de partida, es un fin en sí. La estructura de concepto es un haber de llegar a ser aquello que se es en el estar difiriendo constantemente de sí y en el sistemático estar presuponiéndose. A la ousía así entendida como concepto, Aristóteles la considera un por-mor-de-lo-que, un cuius gratia, una causa finalis.

El ser-otro que en ese ser-otro no se es él sino a sí mismo, es, por otro lado, negatividad (ser-otro) referida a sí misma. Esta negatividad referida a sí misma, como ya hemos indicado más arriba, es siempre lo que Hegel entiende por subjetividad o por sujetualidad. Esa negatividad implica siempre universalidad, es decir, un quedar más allá de la determinidad o concreción de su propio ser-otro, y eso caracteriza tanto al organismo como a la vida autoconsciente. Y cuando esa universalidad se convierte en la pura forma del pensamiento que se tiene ahí por contenido a sí misma («yo soy una cosa que piensa»), es cuando propiamente hablamos de sujeto en el sentido de vida autoconsciente. Pero entonces aquella negatividad no solamente está referida a sí misma sino que ella se es ella misma como tal, queda ahí delante para sí misma como tal. Ella da consigo como siéndose ella en sí un fin.

X57X

No es primariamente para otro, sino para sí y sólo desde ahí es para otro.

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[254] Ese objeto tal que tiene en él el proceso en la simplicidad del concepto es lo orgánico. Esto último es esa fluidez absoluta en la que queda disuelta la determinidad por la que sería sólo para otro. Si la cosa inorgánica tiene por esencia suya la determinidad, y por eso, sólo conjuntamente con otra cosa constituye la integridad de los momentos del concepto, por lo que se pierde cuando entra en movimiento, en la esencia orgánica, en cambio, todas las determinidades por las que esta esencia está abierta para otra cosa se hallan enlazadas bajo la unidad orgánica simple; no entra como esencial en escena ninguna unidad que se refiriera libremente a otra cosa; y por eso, lo orgánico se conserva en su referencia misma.

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[254] [254]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition Such an object, which in itself contains the process in the simplicity of the concept, is the organic. The organic is this absolute fluidity within which the determinateness, through which it would be only for others, has itself been dissolved. However much the inorganic thing has determinateness as its essence and as a result only together with other things does it constitute the completeness of the moments of the concept, nonetheless it as a result disappears when it enters the movement. In contrast, in an organic being5Wesen all the determinatenesses through which it is open to others are bound together under the simple organic unity. None of them come forward as essential, or as items that could relate themselves free-standingly to others, and the organic thus preserves itself in its relation.

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