Gespräche in der Dämmerung 00232
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft]
[La comprensibilidad del idealismo]
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Gespräche in Jena
[232] Damit, daß das Selbstbewußtsein Vernunft ist, schlägt sein bisher negatives Verhältnis zu dem Anderssein in ein positives um. Bisher ist es ihm nur um seine Selbständigkeit und Freiheit zu tun gewesen, um sich für sich selbst auf Kosten der Welt oder seiner eigenen Wirklichkeit, welche ihm beide als das Negative seines Wesens erschienen, zu retten und zu [178] erhalten. Aber als Vernunft, seiner selbst versichert, hat es die Ruhe gegen sie empfangen und kann sie ertragen; denn es ist seiner selbst als der Realität gewiß, oder daß alle Wirklichkeit nichts anderes ist als es; sein Denken ist unmittelbar selbst die Wirklichkeit; es verhält sich also als Idealismus zu ihr. Es ist ihm, indem es sich so erfaßt, als ob die Welt erst jetzt ihm würde; vorher versteht es sie nicht; es begehrt und bearbeitet sie, zieht sich aus ihr in sich zurück und vertilgt sie für sich und sich selbst als Bewußtsein – als Bewußtsein derselben als des Wesens sowie als Bewußtsein ihrer Nichtigkeit. Hierin erst, nachdem das Grab seiner Wahrheit verloren, das Vertilgen seiner Wirklichkeit selbst vertilgt und die Einzelheit des Bewußtseins ihm an sich absolutes Wesen ist, entdeckt es sie als seine neue wirkliche Welt, die in ihrem Bleiben Interesse für es hat wie vorhin nur in ihrem Verschwinden; denn ihr Bestehen wird ihm seine eigene Wahrheit und Gegenwart: es ist gewiß, nur sich darin zu erfahren.
Conversaciones en Valencia
[232] Y con esto, es decir, con que la autoconciencia es razón, experimenta un vuelco su relación hasta ahora negativa con el ser-otro, y se trueca en positiva. Pues hasta ahora para la autoconciencia no se había tratado sino de su autonomía y su libertad, y ello a fin de poder salvarse y mantenerse la autoconciencia para sí misma a costa del mundo o de su propia realidad [de la propia realidad de la autoconciencia], pues tanto el mundo como su propia realidad, ambos, le aparecían a la autoconciencia como lo negativo de su esencia [Wesen] [le aparecían como lo inesencial,como negación de lo que propiamente es su esencia]. Pero en cuanto razón, asegurada y segura ahora de sí misma, la autoconciencia ha cobrado o concebido quietud y calma en lo que respecta a ellos [es decir, tanto en lo que respecta al mundo como en lo que respecta a su propia realidad] y puede soportarlos; pues la autoconciencia está segura de sí misma como de la realidad [como siendo ella la realidad], o lo que es lo mismo: toda realidad no es otra cosa que la autoconciencia misma; su pensamiento es inmediatamente él mismo la realidad; la autoconciencia [o su pensamiento], por tanto, se comporta respecto a esa realidad en términos de idealismo. Es como si para la conciencia, al entenderse [o aprehenderse o concebirse] ella de esta forma, el mundo le amaneciera ahora por primera vez [o el mundo se le hiciera a ella mundo por primera vez] XX5X;1«Oh temprana mañana del principio, o soplo de un viento que viene de nuevas costas… Obediencia fue desde siempre la cruz del hombre, pero ¿a quién no le gustaría ser su propio señor y amo?», son los temas con los que se abre y se cierra el canto, un tanto ingenuo, de Bertold Brecht a «la razón observadora moderna» en su obra Galileo Galilei. pues antes ella no lo entendía; lo deseaba y lo trabajaba; se retraía de él y lo destruía y aniquilaba, y se destruía y aniquilaba también a sí misma como conciencia, es decir, tanto como conciencia de ese mundo en cuanto siendo ese mundo la esencia [es decir, tanto como conciencia del mundo considerado como lo esencial], como también como conciencia de la nihilidad de ese mundo [es decir, como conciencia del mundo considerado como nulo]. Pero es por primera vez ahora cuando, tras haber perdido lo que no era sino el sepulcro de su verdad, tras haber aniquilado ella misma la aniquilación de su realidad, y cuando la individualidad [Einzelnheit] de la conciencia le es a ella en sí ser absoluto [es decir, cuando esa individualidad, el quedar ella suelta y perdida ahí, se le ha convertido a ella en ser absoluto, esto es, cuando su singularidad convertida ahora en un universal le es a ella la individualidad ya sida del Absoluto], es ahora, digo, cuando la conciencia descubre el mundo como su nuevo mundo real que tiene interés para ella en ese su estar y permanecer ahí [el mundo], lo mismo que antes sólo lo tenía en su desaparecer [lo mismo que antes el mundo sólo tenía interés para la conciencia en cuanto mundo desapareciente, en cuanto mundo que desaparecía]; pues el haber ahí ese mundo, en esa su estabilidad y permanencia, es para ella la propia verdad y actualidad de ella; la conciencia está segura de no poder hacer averiguación de sí sino en él.
Algunas aclaraciones
XX5X = «Oh temprana mañana del principio, o soplo de un viento que viene de nuevas costas… Obediencia fue desde siempre la cruz del hombre, pero ¿a quién no le gustaría ser su propio señor y amo?», son los temas con los que se abre y se cierra el canto, un tanto ingenuo, de Bertold Brecht a «la razón observadora moderna» en su obra Galileo Galilei.
Conversaciones en Madrid
[232] Para que la autoconciencia sea razón, su relación hacia el ser-otro, hasta ahora negativa, se torna en positiva. Hasta ahora, lo que importaba, a sus ojos, era únicamente su autonomía y su libertad, a fin de salvarse y conservarse a sí misma al precio del mundo o de su propia realidad efectiva, los cuales le aparecían, ambos, como lo negativo de su esencia. Pero, en cuanto razón que se ha asegurado de sí misma, ha recibido la calma frente a ellos, y puede soportarlos; pues está cierta de sí misma en cuanto realidad; o de que toda realidad efectiva no es distinta de ella; su pensar mismo es, de manera inmediata, la realidad efectiva; frente a ésta, pues, ella se comporta como idealismo. A sus ojos, al captarse a sí de este modo, es como si sólo ahora, por primera vez, el mundo le adviniera a ella; antes, no lo entendía; lo deseaba, lo trabajaba; se retiraba de él hacia dentro de sí, y lo aniquilaba para sí, y también se aniquilaba a sí misma en cuanto conciencia, en cuanto conciencia del mundo como esencia, así como en cuanto conciencia de la nulidad del mundo. Sólo aquí, después de que se ha perdido el sepulcro de su verdad, después de que se ha aniquilado el aniquilar de su realidad efectiva, y después de que la singularidad de la conciencia le es a ella, en sí, esencia absoluta, descubre ella al mundo como su nuevo mundo efectivo que, al perdurar, tiene interés para ella; igual que antes sólo lo tenía al desaparecer; pues la persistencia del mundo llega a serie a ella su propia verdad y su propia presencia; y ella, la conciencia, está cierta de que sólo en él hace la experiencia de sí.
Conversations in Washington
[232] [232]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition Since self-consciousness is reason, what had so far been its negative relation to otherness is now converted into a positive relation. Until now it had occupied itself only with its self-sufficiency and its freedom in order to save and preserve itself for itself at the cost of the world or its own actuality, both of which appeared to it as the negative of its own essence. However, as reason which is assured of itself, self-consciousness has come to be at rest with regard to both of them, and self-consciousness can sustain them, for it is certain of itself as reality, or it is certain that all actuality is nothing but itself, that its thinking itself is immediately actuality. It therefore conducts itself as idealism in relation to actuality. As it grasps itself in this way, it is, to itself, as if the world had only now come to be for it for the first time. Formerly, it did not understand the world; it desired it and worked on it, withdrew itself from it, took an inward turn back into itself away from it, and erased the world for itself and itself as consciousness, and it erased itself both as consciousness of it as the essence as well as consciousness of its nullity. After it has lost the grave of its truth, after it has erased the erasing of its actuality itself, and the singular individuality of consciousness is, to itself, the absolute essence in itself, self-consciousness discovers here for the first time the world as its newly actual world. In its continuing existence, this world interests it in the way it previously was only interested in the world’s disappearance, for, to self-consciousness, that world’s stable existence comes to be its own truth and present moment, and it is certain that it experiences only itself within it.
Conversaciones en el Atrium
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