Gespräche in der Dämmerung 00220

Parte de:

B. Autoconciencia [B. Selbstbewußtsein] /  IV: La Verdad de la Certeza de sí mismo [IV. Die Wahrheit der Gewißheit seiner selbst] / B. Libertad de la autoconciencia; estoicismo, escepticismo y la conciencia desgraciada [B. Freiheit des Selbstbewußtseins; Stoizismus, Skeptizismus und das unglückliche Bewußtsein]

 

[La realidad, figura de lo inmutable; o la conciencia particular como don]

Gespräche in Jena

[220] Wenn das Bewußtsein für sich selbständiges Bewußtsein und ihm die Wirklichkeit an und für sich nichtig wäre, würde es in der Arbeit und in dem Genüsse zum Gefühle seiner Selbständigkeit gelangen, dadurch daß es selbst es wäre, welches die Wirklichkeit aufhöbe. Allein indem diese ihm Gestalt des Unwandelbaren ist, vermag es nicht, sie durch sich aufzuheben. Sondern indem es zwar zur Vernichtung der Wirklichkeit und zum Genüsse gelangt, so geschieht für es dies wesentlich dadurch, daß das Unwandelbare selbst seine Gestalt preisgibt und ihm zum Genüsse überläßt. – Das Bewußtsein tritt hierin seinerseits gleichfalls als Wirkliches auf, aber ebenso als Innerlich gebrochen, und diese Entzweiung stellt sich in seinem Arbeiten und Genießen dar, in ein Verhältnis zur Wirklichkeit oder das Fürsichsein und in ein Ansichsein sich zu brechen. Jenes Verhältnis zur Wirklichkeit ist das Verändern oder das Tun, das Fürsichsein, das dem einzelnen Bewußtsein als solchem angehört. Aber es ist darin auch an sich: diese Seite gehört dem unwandelbaren Jenseits an; sie sind die Fähigkeiten und Kräfte, eine fremde Gabe, welche das Unwandelbare ebenso dem Bewußtsein überläßt, um sie zu gebrauchen.

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Conversaciones en Valencia

[220] Si la conciencia fuese para sí conciencia autónoma y para ella la realidad en y para sí [o en y de por sí] fuese nihilidad, fuese nula [nichtig], la conciencia alcanzaría en el trabajo y en el goce el sentimiento de su propia autonomía [el sentimiento de no reposar ella sino sobre sí, y de no estar ella sino asentada en sí] y ello por la vía de que sería ella misma la que suprimiese y superase dicha realidad. Ahora bien, por cuanto para ella esa realidad es ahora la forma y figura [Gestalt] de lo inmutable [la figura que lo inmutable cobra], ella no es capaz de suprimirla y superarla por sí misma; sino que, en cuanto, ciertamente, ella haya de alcanzar el acabar con la realidad gozando de ella [haya de alcanzar la aniquilación de la realidad, y el goce], ello habrá de suceder esencialmente para ella por la vía de que lo inmutable mismo abandone esa su figura y se la deje a la conciencia para que ésta disfrute de ella X91X.1Vide infra Algunas aclaraciones X91X. — La conciencia se presenta aquí por su parte igualmente como real [como en y para sí, lo mismo que en la primera vía], pero asimismo como interiormente quebrada y rota, y, en su trabajar y en su gozar, esta disociación o rotura se presenta en el modo de un romperse o quebrarse o dividirse la conciencia en una relación con la realidad (o lo que es lo mismo: en un ser-para-sí) y en un ser-en-sí. Esa relación con la realidad es [o consiste en] el cambiar o el transformar o el hacer, es decir, esa relación con la realidad es el ser-para-sí que pertenece a [que es propio de] la conciencia individual o particular como tal. Pero en ello esa conciencia es también en sí; y este lado [el lado del en-sí] pertenece al más-allá inmutable; se trata de las capacidades, las fuerzas y las dotes en general, un don ajeno [es decir, una donación hecha por un extraño] que lo inmutable ha dejado y legado igualmente a la conciencia para que ésta haga uso de ellos X92X.2Vide infra Algunas aclaraciones X92X.

Algunas aclaraciones

X91X

Es decir, sólo cuando Dios hace dejación de su abstracción y se hace hombre, resulta que el mundo deja de ser para el hombre algo sagrado, imagen de un más-allá, y se convierte en espacio que los hombres simplemente han de configurar y dominar como cosa suya. Para Hegel, es, por tanto, la «conciencia desgraciada» la que radicalmente amplía o deslimita el espacio de la conciencia trabajadora, de la conciencia técnica. A ello se referirá más extensamente en el cap. VI, B.

Me parece que precisamente esto que acaba de decir el autor podemos tomarlo por base para hacernos por otra vía una idea de la estructura del presente cap. IV, que es bastante enrevesada. Llama la atención que, pese a que este cap. IV es uno de los más comentados de la Fenomenología del espíritu, rara vez los comentaristas se detienen en mostrar con detalle su articulación.

Y lo que no se ve bien del todo es a qué viene el cap. IV, B, después del cap. IV, A, cuya argumentación se diría que simplemente se interrumpe para pasar a hablar de estoicismo, escepticismo y «conciencia desgraciada».

El cap. IV tiene cuatro bloques temáticos de aproximadamente la misma extensión. El primero es el que versa sobre autoconciencia y vida; el segundo el concerniente a la relación de señorío y servidumbre; el tercero es el que versa sobre estoicismo y escepticismo, y el cuarto el relativo a la conciencia desgraciada, que es un poco más largo que los demás. Los dos primeros componen el cap. IV, A, y el tercero y cuarto el cap. IV, B.

Como se ve por el presente pasaje, la relación de trabajo y goce queda por completo trasladada por Hegel a la esfera de la figura de la «conciencia desgraciada», y Hegel acaba interpretando, por tanto, esa relación en sentido contrario a aquel en el que por lo general se interpretó en el marxismo, en donde lo concerniente a la «conciencia desgraciada» sólo podía considerarse «superestructura». Así pues, por este lado y pese a su enfática apelación al presente capítulo, la interpretación marxiana de él, me parece que tiene o tenía bastante poco que ver con él. En esta figura de la «conciencia desgraciada» es el Más-allá, que no es sino otro lado del amo absoluto que es la muerte, quien pone a la conciencia a trabajar. Es decir, Hegel empieza a argumentar en el sentido de lo que para Max Weber eran las bases espirituales del «racionalismo de la dominación del mundo», que para Hegel se consuman en el cap. VI, B.

El paso del bloque temático primero (vida y autoconciencia) al segundo (dialéctica del amo y el esclavo), me parece que se entiende bien. No así el paso del bloque segundo al tercero. El paso del segundo bloque temático al tercero, es decir, el paso de la dialéctica del amo y el esclavo a las figuras de la conciencia estoica y la conciencia escéptica consiste para Hegel en que el reconocimiento buscado (segundo bloque temático) no podía producirse en ese contexto de relación inmediata de dos autoconciencias porque en él inexorablemente el para-sí cae o caía de un lado y el en-sí cae o caía de otro. El reconocimiento que la autoconciencia busca sólo lo tendremos en el cap. VI, C, C.

Lo que Hegel hace entonces al final del cap. IV, A, es dejar de lado la figura del amo en la forma que cobra al final del segundo bloque temático, pues en él la figura del amo se queda en la forma estancada de aquella disociación del para-sí y el en-sí. Hegel se concentra al final del cap. IV, A, en la figura del siervo.

Pero tampoco es que se concentre en la figura del siervo. Se concentra en la figura del siervo en cuanto ya en la situación del segundo bloque temático la figura del siervo era aquella en la que el para-sí de la forma constituía unidad con el en-sí de la cosa. Ahora bien, como al concepto de la autoconciencia autónoma (y éste es el importante motivo que traemos del cap. III) pertenece el que el en-sí (en toda su amplitud) acabe revelándose como para-sí, y viceversa, esto quienes lo introducen en todo su alcance es la conciencia estoica y la conciencia escéptica, y ello aun con independencia de la posición que las conciencias ocupan en la precedente relación amo-esclavo que tanto para el estoicismo, como para el escepticismo como para el cristianismo se vuelve inesencial.

Es en el contexto del desenvolvimiento que se inicia con la figura de la «conciencia desgraciada» donde el para-sí se convertirá hasta tal punto en forma de la cosa, que la coseidad se reducirá a la categoría de utilidad (cap. VI, B); y asimismo es en el contexto del desenvolvimiento que se inicia con la figura de la «conciencia desgraciada» donde hasta tal punto una conciencia hace sobre sí misma lo que hace en la otra, que resultará que en lo irreductiblemente otro de sí (en el contexto siempre de ser una conciencia para otra autoconciencia) la conciencia no podrá ver sino self y no podrá ser el self que ella es sino viéndose en lo irreductiblemente otro de sí y como lo irreductiblemente otro de sí e idéntico a él. Sólo en el cap. VI, B y en el cap. VI, C tendremos consumada la incondicionada unidad del en-sí y el para-sí que pertenece al concepto de espíritu. En las figuras del cap. IV, A no hay tal unidad, ni mucho menos tal incondicionada unidad. De modo que si ya al final del primer bloque de materias del cap. IV a nosotros nos queda ya a la vista el concepto de espíritu, sólo con la introducción del hito que es la figura de la «conciencia desgraciada» nos queda introducida la articulación de la tensión del elemento del en-sí y del elemento del para-sí que a través de la noción de categoría y las figuras de la razón del cap. V, B y cap. V, C nos llevará a las figuras del espíritu del cap. VI.

X92X

Aparece aquí por primera vez la noción de ursprüngliche Natur, naturaleza original, que va a desempeñar una importante función en el cap. V y en general en todo lo que sigue después en el resto del libro. Lo que Hegel dice a continuación tiene que ver con lo que Heidegger llamaba «el poder del ente en la existencia», con lo que Adorno llamaba «la primacía o primado de lo objetivo» y con lo que Zubiri llamaba «el poder de lo real».

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Conversaciones en Madrid

[220] Si la conciencia fuera para sí conciencia autónoma y la realidad efectiva le fuera a ella nula en y para sí, llegaría en el trabajo y en el disfrute al sentimiento de su autonomía por ser ella misma la que cancela la realidad efectiva. Sin embargo, al ser ésta, a sus ojos, figura de lo inmutable, no tiene capacidad de cancelarla y asumirla por sí misma. Sino que, al llegar, como llega. a la aniquilación de la realidad efectiva y al disfrute, esto ocurre para la conciencia esencialmente por el hecho de que lo inmutable mismo abandona su figura, y se la cede a la conciencia para que la disfrute. — Por su parte, la conciencia entra aquí en escena, igualmente, como algo efectivamente real, pero, en la misma medida, como algo interiormente fracturado, y esta escisión se presenta en su trabajar y en su disfrutar, rompiéndose en una relación hacía la realidad efectiva o el ser-para-sí, y en un ser-en-sí. Esa relación hacia la realidad efectiva es el alterar o la actividad, el ser-para-sí que pertenece a la conciencia singular como tal. Pero, dentro de eso, ella es también en sí; este lado pertenece a lo inmutable más allá; son las capacidades y las fuerzas X83X,3«Fuerzas» traduce Kräfte. Entiéndase que Kräfte aúna el significado de «fuerzas» y el de «facultades». un don ajeno que, en la misma medida, cede lo inmutable a la conciencia, para que ella lo use.

Algunas aclaraciones

X83X = «Fuerzas» traduce Kräfte. Entiéndase que Kräfte aúna el significado de «fuerzas» y el de «facultades».

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Conversations in Washington

[220] [220]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition However much consciousness were for itself self-sufficient consciousness, and however much actuality were, to itself, in and for itself null, still in work and consumption, consciousness would arrive at the feeling of its own self-sufficiency, and as a result, it would then itself be that which would sublate actuality. However, while this actuality is, to itself, the shape of the unchangeable, consciousness is not on its own capable of sublating that actuality, but rather, while consciousness does indeed arrive at annihilating actuality and consuming it, what essentially happens for it as a result is that the unchangeable itself surrenders its shape and hands it over to consciousness to consume. – For its part, consciousness likewise comes on the scene as what is actual, but, just as much, as internally shattered. This estrangement shows up in its work and its consumption, such that it breaks itself up into a relation to actuality, or it breaks itself up into a being-for-itself and a being-in-itself. That relation to actuality is the alteration, or the doing, the being-for-itself, which belongs to the singularly individual consciousness as such. However, it is therein also in itself, and this aspect belongs to the unchangeable other-worldly beyond. They are the abilities and powers, an alien gift, which the unchangeable likewise hands over to consciousness to make use of.

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Conversaciones en el Atrium

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