Gespräche in der Dämmerung 00211

Parte de:

B. Autoconciencia [B. Selbstbewußtsein] /  IV: La Verdad de la Certeza de sí mismo [IV. Die Wahrheit der Gewißheit seiner selbst] / B. Libertad de la autoconciencia; estoicismo, escepticismo y la conciencia desgraciada [B. Freiheit des Selbstbewußtseins; Stoizismus, Skeptizismus und das unglückliche Bewußtsein]

 

[El moverse lo inmutable]

Gespräche in Jena

[211] Was sich hier als Weise und Verhältnis des Unwandelbaren darstellt, ergab sich als die Erfahrung, welche das entzweite Selbstbewußtsein in seinem Unglücke macht. Diese Erfahrung ist nun zwar nicht seine einseitige Bewegung, denn es [165] ist selbst unwandelbares Bewußtsein, dieses hiermit zugleich auch einzelnes Bewußtsein, und die Bewegung ebensowohl Bewegung des unwandelbaren Bewußtseins, das in ihr so sehr wie das andere auftritt; denn sie verläuft sich durch diese Momente, einmal unwandelbares dem einzelnen überhaupt, dann selbst einzelnes dem anderen einzelnen entgegengesetzt und endlich mit ihm eins zu sein. Aber diese Betrachtung, insofern sie uns angehört, ist hier unzeitig, denn bis jetzt ist uns nur die Unwandelbarkeit als Unwandelbarkeit des Bewußtseins, welche deswegen nicht die wahre, sondern noch mit einem Gegensatze behaftete ist, nicht das Unwandelbare an und für sich selbst entstanden; wir wissen daher nicht, wie dieses sich verhalten wird. Was hier sich ergeben hat, ist nur dies, daß dem Bewußtsein, das hier unser Gegenstand ist, diese angezeigten Bestimmungen an dem Unwandelbaren erscheinen.

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Conversaciones en Valencia

[El moverse lo inmutable]

[211]1Epígrafe: El moverse lo inmutable. Y lo que aquí se presenta como modo y manera de lo inmutable, como un haberse de lo inmutable mismo [es decir, lo que acabamos de ver en las líneas precedentes], es lo que se empezaba dando como la experiencia que la autoconciencia disociada, es decir, que la autoconciencia partida en dos, hace o hacía en esa su infelicidad, [no es sino lo que ya era la experiencia misma de la conciencia desgraciada]. Con lo cual resulta que esa experiencia no es, ciertamente, un movimiento unilateral suyo [es decir, de la conciencia en esa su infelicidad o desgracia], pues ella misma es conciencia inmutable, y esta conciencia inmutable, por tanto, es a la vez también conciencia particular, es decir, conciencia suelta ahí [einzeln], y, por tanto, el movimiento lo es también de la conciencia inmutable, ya que esa conciencia inmutable hace en ese movimiento tan acto de presencia como lo hace la primera [es decir, como lo hace la conciencia particular, contingente y suelta ahí o einzeln]; pues ese movimiento discurre a través de estos momentos; primero, la conciencia inmutable en cuanto contrapuesta a la conciencia individual [o a la conciencia contingente suelta ahí (einzeln) en general], después ella misma [es decir, la conciencia inmutable] como [conciencia] individual opuesta a la otra [conciencia] individual [es decir, lo Inmutable se hace conciencia individual], para finalmente ser una con ella; pero esta consideración, en cuanto que nos pertenece a nosotros, es aquí intempestiva X79X,2Vide infra Algunas aclaraciones X79X. pues hasta ahora a nosotros la inmutabilidad sólo nos ha surgido como inmutabilidad de la conciencia [como inmutabilidad sobre la que la conciencia versa, como inmutabilidad en el nivel de lo sabido, de objeto sabido], inmutabilidad que no es, por tanto, la inmutabilidad verdadera, sino una inmutabilidad afectada todavía de una oposición o contraposición, es decir, todavía no nos ha surgido lo inmutable en y para sí; y, por tanto, no sabemos todavía cómo esto inmutable habrá de comportarse X80X.3Para ello habremos de esperar al cap. VII. Todo lo que hasta ahora hemos obtenido a este respecto es sólo que a la conciencia que es aquí nuestro objeto le aparecen en lo inmutable las mencionadas determinaciones [es decir, lo que hasta ahora hemos obtenido es el sistemático surgir o hacer aparición de la particularidad en lo inmutable y de lo inmutable en la particularidad].

Algunas aclaraciones

X79X = Aparte de eso, la exposición se ha oscurecido notablemente desde los dos anteriores «puntos y aparte». En todo caso, conviene reparar en este aviso de intempestividad del tema. Habrá aún otro en el cap. VI, B. Pues conviene saber en qué punto (en el contexto de esta «ciencia de la experiencia de la conciencia» que es la Fenomenología del Espíritu) nos surgirá o se volverá fenómeno el Absoluto en y para sí, es decir, en qué punto el Absoluto habrá de resultarnos y resultarse (es decir, habrá de ser resultado). Y en tal fenómeno habrá de cifrarse la verdad del todo, es decir, de todo lo que estamos viendo y vayamos a ver.

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Conversaciones en Madrid

[211] Lo que aquí se expone como modo y relación de lo inmutable es lo que resultaba como la experiencia que hace en su desdicha la autoconciencia escindida. Ahora bien, esta experiencia no es, ciertamente, un movimiento unilateral suyo, pues ella misma es conciencia inmutable, y ésta es también, por ende, a la vez, conciencia singular, y el movimiento es, en la misma medida, movimiento de la conciencia inmutable, la cual entra a escena en este movimiento tanto como la otra; pues éste hace su recorrido por estos momentos: primero es una cosa inmutable contrapuesta a lo singular en general, luego, es ello mismo singular contrapuesto a otra cosa singular, y finalmente es uno con ella. Pero esta consideración, en la medida en que nos pertenece a nosotros, está aquí fuera de tiempo, pues hasta ahora, a nuestros ojos sólo se ha originado la inmutabilidad como inmutabilidad de la conciencia, la cual, por lo tanto, no es la inmutabilidad verdadera, sino que arrastra todavía algo opuesto, y no se ha originado lo inmutable en y para sí mismo; del cual, por tanto, no sabemos cómo se va a comportar. Lo que aquí ha resultado es únicamente esto: que a ojos de la conciencia, que es aquí nuestro objeto, han aparecido en lo inmutable estas determinaciones que hemos señalado.

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Conversations in Washington

[211] [211]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition What appears here to be a mode and a relationship obtaining in the unchangeable has turned out to be the learning experience of the estranged self-consciousness in its own unhappiness. To be sure, now this experience is not its one-sided movement, for it is itself unchangeable consciousness. Hence, it is also at the same time singularly individual consciousness; the movement is just as much a movement of the unchangeable consciousness, which makes its appearance in it just as the other makes its appearance in it. This is so because the movement runs through the following moments: First, there is the unchangeable opposed to the singular individual per se, then there is itself as a singular individual opposed to other singular individuals, and, finally, there is its being One with the singular individual. However, this observation, insofar as it is made by us, is ill-timed here, for until now, it has, to us, only been unchangeableness as the unchangeableness of consciousness which has arisen, and which, still burdened with an opposite, is not true unchangeableness. It is thus not the unchangeable in and for itself. Hence, we do not know how this latter will acquit itself. What has resulted here is only that for consciousness, which is our object here, the determinations indicated above appear in the unchangeable.

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Conversaciones en el Atrium

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