Gespräche in der Dämmerung 00197
B. Selbstbewußtsein / B. Autoconciencia
IV. Die Wahrheit der Gewißheit seiner selbst / IV: La Verdad de la Certeza de sí mismo
B. Freiheit des Selbstbewußtseins; Stoizismus, Skeptizismus und das unglückliche Bewußtsein / B. Libertad de la autoconciencia; estoicismo, escepticismo y la conciencia desgraciada
[Conciencia autónoma y conciencia servil, el pensamiento como unidad del en-sí y el para-sí]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
IV.B. Freiheit des Selbstbewußtseins; Stoizismus, Skeptizismus und das unglückliche Bewußtsein
[197] [155] Dem selbständigen Selbstbewußtsein ist einesteils nur die reine Abstraktion des Ich sein Wesen, und andernteils, indem sie sich ausbildet und sich Unterschiede gibt/wird dies Unterscheiden ihm nicht zum gegenständlichen ansichseienden Wesen; dies Selbstbewußtsein wird also nicht ein in seiner Einfachheit sich wahrhaft unterscheidendes oder in dieser absoluten Unterscheidung sich gleichbleibendes Ich. Das in sich zurückgedrängte Bewußtsein hingegen wird sich im Formieren als Form der gebildeten Dinge zum Gegenstande, und an dem Herrn schaut es das Fürsichsein zugleich als Bewußtsein an. Aber dem dienenden Bewußtsein als solchem fallen diese beiden Momente – seiner selbst als selbständigen Gegenstandes und dieses Gegenstandes als eines Bewußtseins und hiermit seines eigenen Wesens – auseinander. Indem aber für uns oder an sich die Form und das Fürsichsein dasselbe ist und im Begriffe des selbständigen Bewußtseins [155] das Ansichsein das Bewußtsein ist, so ist die Seite des Ansichseins oder der Dingheit, welche die Form in der Arbeit erhielt, keine andere Substanz als das Bewußtsein, und es ist uns eine neue Gestalt des Selbstbewußtseins geworden; ein Bewußtsein, welches sich als die Unendlichkeit oder reine Bewegung des Bewußtseins das Wesen ist; welches denkt oder freies Selbstbewußtsein ist. Denn nicht als abstraktes Ich, sondern als Ich, welches zugleich die Bedeutung des Ansichseins hat, sich Gegenstand sein oder zum gegenständlichen Wesen sich so verhalten, daß es die Bedeutung des Fürsichseins des Bewußtseins hat, für welches es ist, heißt denken. – Dem Denken bewegt sich der Gegenstand nicht in Vorstellungen oder Gestalten, sondern in Begriffen, d.h. in einem unterschiedenen Ansichsein, welches unmittelbar für das Bewußtsein kein unterschiedenes von ihm ist. Das Vorgestellte, Gestaltete, Seiende als solches hat die Form, etwas anderes zu sein als das Bewußtsein; ein Begriff aber ist zugleich ein Seiendes, und dieser Unterschied, insofern er an ihm selbst ist, ist sein bestimmter Inhalt, – aber darin, daß dieser Inhalt ein begriffener zugleich ist, bleibt es sich seiner Einheit mit diesem bestimmten und unterschiedenen Seienden unmittelbar bewußt, nicht wie bei der Vorstellung, worin es erst noch besonders sich zu erinnern hat, daß dies seine Vorstellung sei, sondern der Begriff ist mir unmittelbar mein Begriff. Im Denken bin Ich frei, weil ich nicht in einem Anderen bin, sondern schlechthin bei mir selbst bleibe und der Gegenstand, der mir das Wesen ist, in ungetrennter Einheit mein Fürmichsein ist; und meine Bewegung in Begriffen ist eine Bewegung in mir selbst. – Es ist aber in dieser Bestimmung dieser Gestalt des Selbstbewußtseins wesentlich dies festzuhalten, daß sie denkendes Bewußtsein überhaupt oder ihr Gegenstand unmittelbare Einheit des Ansichseins und des Fürsichseins ist. Das sich gleichnamige Bewußtsein, das sich von sich selbst abstößt, wird sich ansichseiendes Element, aber es ist sich dies Element nur erst als allgemeines Wesen überhaupt, nicht als dies gegenständliche [156] Wesen in der Entwicklung und Bewegung seines mannigfaltigen Seins.
Conversaciones en Valencia
IV.B. Libertad de la autoconciencia; estoicismo, escepticismo y la conciencia desgraciada
[Conciencia autónoma y conciencia servil, el pensamiento como unidad del en-sí y el para-sí]
[197]1 Inicio de un nuevo apartado propuesto por Hegel: B. LIBERTAD DE LA AUTOCONCIENCIA; ESTOICISMO, ESCEPTICISMO Y LA CONCIENCIA DESGRACIADA. XX*X2Epígrafe: Conciencia autónoma y conciencia servil, el pensamiento como unidad del en-sí y el para-sí. X45X3Nota al epígrafe, vide infra Algunas aclaraciones X45X. Por un lado, sólo la pura abstracción del yo le es la esencia a la autoconciencia autónoma [es decir, al señor] [en otra traducción: por un lado, la conciencia autónoma, es decir, el señor, sólo tiene por esencia la pura abstracción del yo] y, por otro lado, en cuanto esa abstracción del yo se forma y desenvuelve y se da diferencias, tal distinguir [tal darse diferencias] no se convierte para la autoconciencia autónoma en entidad de un objeto que fuese en sí, es decir, en un ser objetivo que fuese en sí [es decir, en un ente o Wesen que estuviese ahí en sí como objeto]; y por tanto, la autoconciencia autónoma, en esa su simplicidad, no se convierte en algo verdaderamente distinguiente, en algo diferenciador de verdad, o lo que es lo mismo: no se convierte en un yo que permanezca igual a sí mismo en esa su absoluta distinción o diferencia [no se convierte en algo que, quedando ahí fuera, sería a la vez la conciencia misma] [esto en lo que respecta a la autoconciencia autónoma] X46X.4Por tanto, en la conciencia autónoma, el concepto de espíritu que se ha introducido, queda estancado, no tiene una verdad que corresponda a su certeza, no tiene un objeto que corresponda a su concepto. En cambio, la conciencia hecha retroceder sobre sí o represada en sí [zurückgedrängte] [que es la que hemos llamado la conciencia servil por contraposición a la autoconciencia autónoma o al señor], en ese su formar [Formieren], es decir, en ese su estar dando forma al objeto, se convierte a sí misma en objeto en cuanto siendo ella misma la forma de la cosa formada [gebildet], es decir, de la cosa a la que ella da forma, y al mismo tiempo en su amo ella está viendo el ser-para-sí como conciencia. Pero para la conciencia servil como tal conciencia servil estos dos momentos [a saber: el convertirse ella en forma de la cosa formada y el ser-para-sí que ve en el señor], estos dos momentos, digo, a saber: el momento que representa ella misma como objeto autónomo [como objeto que queda ahí formado por ella], y el momento que representa ese objeto en cuanto una conciencia [el ser-para-sí que ella ve ahí en el señor] y, por tanto, en cuanto la propia esencia de ella, esos dos momentos, digo, caen uno fuera del otro. Pero en cuanto, para nosotros, o en sí, la forma y el ser-para-sí es una y la misma cosa, y en el concepto de la conciencia autónoma [o en el concepto de conciencia autónoma] el ser-en-sí no es sino la conciencia X47X,5Por contraposición con la autoconciencia, por contraposición con el ser-para-sí. Repare el lector bien en ello. Si ello no fuera así, no se sigue la afirmación que viene a continuación de que «la coseidad no es otra sustancia que la conciencia». resulta que el lado del ser-en-sí o de la coseidad que es el lado que en el trabajo es el receptor de la forma, resulta que ese lado del ser-en-sí o de la coseidad, digo, no es otra sustancia que la conciencia [no es una sustancia distinta de la conciencia], con lo cual esa conciencia se nos ha convertido entonces en una nueva figura de la autoconciencia X48X;6Vide infra Algunas aclaraciones X48X. una conciencia que se es ella la esencia [Wesen] en cuanto infinitud [es decir, que en lo otro no es sino ella misma], o lo que es lo mismo: que se es ella la esencia en cuanto puro movimiento de la conciencia [o una conciencia que, en cuanto infinitud o en cuanto puro movimiento de la conciencia, se es ella la esencia]; una conciencia que, por tanto, piensa [denkt], o lo que es lo mismo: que es libre autoconciencia o que es autoconciencia libre. Pues no como yo abstracto, sino como yo que a la vez tiene el significado de ser-en-sí, de serse objeto, o lo que es lo mismo: de comportarse respecto al ser [Wesen] objetivo [es decir, de haberse o comportarse respecto a un ser, Wesen, que tiene el carácter de objeto], pero en términos tales que ese ser tiene el significado de ser-para-sí de la conciencia para la que ese ser objetivo es, es a eso a lo que llamamos pensamiento [Denken]. — Al pensamiento el objeto no se le mueve en representaciones [Vorstellungen] o formas [Gestalten] [es decir, su objeto no pertenece al terreno de las representaciones y formas, esto es, de los objetos que nos representamos o de los objetos a los que hemos dado forma], sino [que su objeto se le mueve] en conceptos, lo cual quiere decir: al pensamiento el objeto se le mueve en un ser-en-sí distinto (distinto de la conciencia) [o el objeto, en su movimiento, consiste en un ser en sí, distinto de la conciencia] que inmediatamente para la conciencia no es nada distinto o diferente de ella. Lo representado, lo configurado [lo gestaltete], lo que es-ahí en cuanto tal, o en cuanto tales, tiene o tienen la forma de ser algo distinto de la conciencia X49X;7El autor pasa a hacer una contraposición un tanto vaga entre representación y concepto. [pero no así en el concepto] pues un concepto es a la vez ente, es decir, algo que es, que está ahí y, por tanto, esta diferencia [es decir, la diferencia entre ente y concepto, o entre la conciencia y el contenido de ésta], en cuanto radica en el concepto mismo, es su determinado contenido o su contenido determinado [es el contenido del concepto, el determinado contenido que el concepto tiene]; mas precisamente porque tal contenido es a la vez un contenido concebido [es decir, un contenido conceptus, es decir, un contenido begriffener, un contenido al que la conciencia, siendo lo diverso de ella, o aunque ello la exceda, le ha dado ya siempre conceptualmente alcance], mas precisamente porque tal contenido es a la vez un contenido concebido, digo, la conciencia se es o se permanece ella inmediatamente sabedora de esa su unidad con ese ente determinado y diverso, es decir, con eso que está ahí determinado y diverso; no como en el caso de la representación, donde todavía la conciencia ha de empezar percatándose en particular de que [o recordando que, o reparando en particular en que] tal representación, o que eso que es la representación, no es sino precisamente una representación suya; sino que el concepto me es inmediatamente mi concepto. En el pensamiento soy libre porque no estoy en otro, sino que permanezco absolutamente o simpliciter en mí mismo [o junto a mí mismo o conmigo mismo], y el objeto, que a mí me es la esencia [es decir, el objeto, que yo tengo por lo principal y esencial y que yo tengo por algo que está ahí y que lo seguiría estando, aun si no estuviera yo] es en indivisa unidad mi ser-para-mí X50X;8El autor está dando, pues, una definición bien precisa a la vez que terminante de lo que entiende por concepto. y mi movimiento en conceptos es un movimiento en mí mismo. — Ahora bien, en esta determinación [introductoria que estamos haciendo] X51X9Pues en las líneas anteriores se ha tratado de una contraposición un tanto vaga entre representación y concepto. de esta forma o figura [Gestalt] de la autoconciencia [es decir, de esta figura o Gestalt del presente cap. IV, B y en especial el modo de ella que vamos a pasar a considerar], lo que esencialmente hay que retener [lo que hay que retener muy bien o lo que hay que recalcar muy bien] es que esta figura de la autoconciencia es conciencia pensante en general, o lo que es lo mismo: que el objeto de esa figura de la autoconciencia es inmediata unidad del ser-en-sí y del ser-para-sí [o en otra traducción: que el objeto de la conciencia es aquí inmediata unidad del ser-en-sí y el ser-para-sí] X52X.10Vide infra Algunas aclaraciones X52X. La conciencia homónima, que se repele a sí misma de sí misma o se expele a sí misma de sí misma [o, repeliéndose a sí misma de sí misma o expeliéndose a sí misma de sí misma], se convierte para sí en [o se deviene ella a sí] elemento que es en sí X53X;11Estamos, por tanto, repitiendo el contenido del cap. III que es donde propiamente quedó introducida la noción de concepto. pero por de pronto ella sólo es ese elemento [o ella sólo se empieza siendo este elemento, o sólo empieza siéndose ella a sí este elemento] como ser [Wesen] universal en general [como objeto abstracto], no como este [concreto] ser objetual [no como este objeto concreto], considerado en el desenvolvimiento y movimiento de ese su ser [Seyn] múltiple o diverso [es decir, en el desenvolvimiento y movimiento de esa diversidad de su ser, pues para ello habrá que esperar al cap. V] X54X.12Vide infra Algunas aclaraciones X54X.
Algunas aclaraciones
X45X
La totalidad de los epígrafes del presente cap. IV, B, son míos. Sin embargo, en el índice de materias de la edición de 1807 sí se señalan las páginas que corresponden a los distintos elementos del título de esta sección B: «La libertad de la autoconciencia», «Estoicismo», «Escepticismo» y «La conciencia desgraciada», Ello significa que los correspondientes epígrafes que introduzco sí pueden considerarse epígrafes del autor.
X46X
Por tanto, en la conciencia autónoma, el concepto de espíritu que se ha introducido, queda estancado, no tiene una verdad que corresponda a su certeza, no tiene un objeto que corresponda a su concepto.
X47X
Por contraposición con la autoconciencia, por contraposición con el ser-para-sí. Repare el lector bien en ello. Si ello no fuera así, no se sigue la afirmación que viene a continuación de que «la coseidad no es otra sustancia que la conciencia».
X48X
Es decir, resulta que para nosotros el para-sí (el dar forma, el formar) y el en-sí caen del mismo lado, siendo además ese en-sí de la misma sustancia que la conciencia. Respecto a esto último no se olvide que en el presente cap. IV se trata de la autoconciencia, por tanto, de conciencia para la conciencia; es decir, en el cap. IV se nos ha vuelto reflexivo lo que ya en el cap. III no resultaba ser otra sustancia que la conciencia (recuérdese lo que comentamos en el cap. III sobre la presencia de Leibniz en dicho capítulo).
X49X
El autor pasa a hacer una contraposición un tanto vaga entre representación y concepto.
X50X
El autor está dando, pues, una definición bien precisa a la vez que terminante de lo que entiende por concepto.
X51X
Pues en las líneas anteriores se ha tratado de una contraposición un tanto vaga entre representación y concepto.
X52X
Si bien la traducción gramaticalmente correcta es la primera, creo que aquí el autor se despista y convierte en sujeto de la frase a la figura de la autoconciencia (y de ahí el femenino en alemán del pronombre sie que hace de sujeto) en lugar de a la conciencia (que en alemán es es, es decir, neutro).
X53X
Estamos, por tanto, repitiendo el contenido del cap. III que es donde propiamente quedó introducida la noción de concepto.
X54X
En el contexto de esta figura de la autoconciencia que estamos considerando en este cap. IV el concepto absoluto que la conciencia ella misma para sí se es, lo va a ser en las formas de estoicismo, escepticismo y cristianismo (o judeocristianismo). La figura de la conciencia o la figura de la autoconciencia, en la que se consuma el ser la conciencia ella para sí concepto absoluto es esta última, es decir, el judeocristianismo. O también se podría decir: el judeocristianismo es la genuina representación de la verdad que el escepticismo contiene y que en el estoicismo se queda en abstracción. Por eso para Hegel la libertad de verdad va siempre de la mano del escepticismo, del no creerse uno nada, del haber acabado uno con todas las representaciones de lo absoluto, del reducirse todo lo absoluto a la conciencia misma. Pero cuando, para serlo, la libertad necesita darse razón de sí misma, siempre viene a parar en alguna versión conceptual del judeocristianismo, o en algo que suena a ello. Y de nuevo, cuando la libertad, para serlo, da a esa su razón una forma representativa y abstracta, da al concepto de sí una forma representativa y abstracta, lo que dice suena de nuevo a estoicismo, a magníficas reformulaciones modernas de conceptos del derecho romano, en las que lo esencial de lo que la conciencia es para sí sería el En-sí que representan esas abstracciones.
Conversaciones en Madrid
IV.B. Libertad de la autoconciencia; el estoicismo, el escepticismo y la conciencia desdichada
[197] A ojos de la autoconciencia autónoma, por una parte, sólo la pura abstracción del yo es su esencia, y por otra, en tanto que esa abstracción se forma y cultiva y se dota de diferencias, este diferenciar no se le convierte en una esencia objetual que-sea-en-sí; con lo que, entonces, esta autoconciencia no llega a ser algo que se diferencie verdaderamente en su simplicidad, o un yo que permanezca igual a sí en esta diferenciación absoluta. En cambio, la conciencia a la que se ha hecho retroceder dentro de sí, en el acto de dar forma, en cuanto que forma de cosas elaboradas, deviene ante sí misma un objeto, y al mismo tiempo, en cuanto conciencia, contempla en el señor el ser-para-sí. Pero ante la conciencia servidora como tal, estos dos momentos, —el de sí misma como objeto autónomo, y el de este objeto como una conciencia, y por ende, como su propia esencia— caen y se disocian. En tanto, sin embargo, que para nosotros o en sí la forma y el ser-para-sí son lo mismo, y que en el concepto de la conciencia autónoma el ser-en sí es la conciencia, el lado del ser-en-sí o de la cosidad, que es el que adquiere forma en el trabajo, no es, entonces, otra substancia que la conciencia, y nos ha advenido una nueva figura de la autoconciencia; una conciencia que, en cuanto infinitud, o movimiento puro de la conciencia, se es a sí esencia; una conciencia que piensa, o que es autoconciencia libre. Pues, serse objeto, no como yo abstracto, sino como un yo que tiene al mismo tiempo el significado del ser-en-sí, o comportarse respecto a la esencia objetual de manera tal que ésta tenga el significado del ser-para-sí de la conciencia para la que es: eso es lo que se llama pensar. —Para el pensar, el objeto no se mueve en representaciones, ni en figuras, sino en conceptos, es decir, en un ser-en-sí diferente que, de modo inmediato, no es para la conciencia algo diferente de ella. Lo representado, lo que ha recibido figura, lo ente, tiene, en cuanto tal, la forma de ser algo otro y distinto que la conciencia; mientras que un concepto es, a la vez, un ente —y esta diferencia, en la medida en que está en él mismo, es su contenido determinado—; pero, siendo este contenido, a la vez, un contenido concebido, la conciencia permanece inmediatamente consciente de su unidad con este ente determinado y diferenciado; no como en el caso de la representación, donde primero tiene que acordarse especialmente de que esa es su representación; sino que el concepto me es inmediatamente mi concepto. Al pensar, yo soy libre, porque no soy en otro, sino que, simplemente, permanezco en mí mismo, cabe mí, y el objeto que me es esencia es, en una unidad inseparable, mi ser-para-mí; y mi movimiento en los conceptos es un movimiento dentro de mí mismo. — Pero en esta determinación de esta figura de la autoconciencia se ha de retener esencialmente que tal figura es conciencia pensante en general, o que su objeto es unidad inmediata del ser-en-sí y del ser-para-sí. La conciencia homónima a sí que se repele de sí misma deviene, a sus propios ojos, elemento que-es-en-sí; pero, de primeras, sólo ella se es este elemento como esencia universal en general, no como esta esencia objetual dentro del desarrollo y movimiento de su ser múltiple.
Conversations in Washington
B. Self-Consciousness
IV. The Truth of Self-Certainty
A. Freedom of Self-Consciousness: Stoicism, Skepticism, and the Unhappy Consciousness
[197] [197]13We kept the numeration given by the editor in the printed edition On the one hand, to the self-sufficient self-consciousness, its essence is only the pure abstraction of the I. However, on the other hand, while this abstract I develops itself and gives itself differences, this differentiating does not become, to itself, an objective essence existing-in-itself. This self-consciousness thus does not become an I that is genuinely self-distinguished in its simplicity, or a self-consistent I14sich gleichbleibendes Ich within this absolute difference. In contrast, pressed back into itself and as the form of the culturally shaped thing, consciousness becomes in formative activity an object to itself, and, in the master, it intuits being-for-itself at the same time as consciousness. However, to the servile consciousness as such a servile consciousness, both of these moments come undone from each other – the moments of itself as the self-sufficient object, and this object as a consciousness and thereby its own essence. – However, while for us, or in itself, the form and the being-for-itself are the same, and while in the concept of self-sufficient consciousness, being-in-itself is consciousness, the aspect of being-in-itself, or thinghood, which received its form through labor, is no other substance but consciousness itself, and, for us, a new shape of self-consciousness has come to be, a consciousness that, to itself, is essence as infinity, or the pure movement of consciousness which thinks, or free self-consciousness. To think does not mean to think as an abstract I, but as an I which, at the same time, signifies being-in-itself, or it has the meaning of being an object to itself, or of conducting itself vis-à-vis the objective essence in such a way that its meaning is that of the being-for-itself of that consciousness for which it is. – To thinking, the object does not move itself according to representations or shapes but rather in concepts, which is to say, the object moves itself within a differentiated being-in-itself, which for consciousness is not anything immediately differentiated from it. What is represented, already shaped, what is an existent, has as such the form of being something other than consciousness. However, a concept is at the same time an existent – and this difference, insofar as it is in its own self, is consciousness’ determinate content. – However, in that this content is at the same time a conceptually grasped15begriffener content, consciousness remains immediately self-aware of its unity with this determinate and distinguished existent, not as it would be in the case of representation, in which consciousness especially has to remind itself that this is its representation; rather, the concept is to me immediately my concept. Within thinking, I am free because I am not in an other, but rather I remain utterly at one with myself, and the object, which to me is the essence, is in undivided unity my being-for-myself; and my moving about in concepts is a movement within myself. – However, in this determination of the shape of self-consciousness, it is essential to hold fast to this: That this determination is thinking consciousness itself, or its object is the immediate unity of being-in-itself and being-for-itself. Consciousness, which to itself is that of a “like pole”16Das sich gleichnamige Bewußtsein and which repels itself from itself, becomes, to itself, an element existing-in-itself. How-ever, initially it is, to itself, this element only as the universal essence as such and not as this objective essence in the development and movement of its manifold being.
Conversaciones en el Atrium
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