Gespräche in der Dämmerung 00196
Parte de:
B. Autoconciencia [B. Selbstbewußtsein] / IV: La Verdad de la Certeza de sí mismo [IV. Die Wahrheit der Gewißheit seiner selbst] / A. Autonomía y no autonomía de la autoconciencia; dominación y servidumbre [A.Selbständigkeit und Unselbständigkeit des Selbstbewußtseins; Herrschaft und Knechtschaft]
[El ser-para-sí suyo propio y el miedo absoluto]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[196] Das Formieren hat aber nicht nur diese positive Bedeutung, daß das dienende Bewußtsein sich darin als reines Fürsichsein zum Seienden wird, sondern auch die negative gegen sein erstes Moment, die Furcht. Denn in dem Bilden des Dinges wird Ihm die eigene Negativität, sein Fürsichsein, nur dadurch zum Gegenstande, daß es die entgegengesetzte seiende Form aufhebt. Aber dies gegenständliche Negative ist gerade das fremde Wesen, vor welchem es gezittert hat. Nun aber zerstört es dies fremde Negative, setzt sich als ein solches in das Element des Bleibens und wird hierdurch für sich selbst ein Fürsichseiendes. Im Herrn ist ihm das Fürsichsein ein anderes oder nur für es, in der Furcht ist das Fürsichsein an ihm selbst, in dem Bilden wird das Fürsichsein als sein eigenes für es, und es kommt zum Bewußtsein, daß es selbst an und für sich ist. Die Form wird dadurch, daß sie hinausgesetzt wird, ihm nicht ein Anderes als es; denn eben sie ist sein reines Fürsichsein, das ihm darin zur Wahrheit wird. Es wird also durch dies Wiederfinden seiner durch sich selbst eigener Sinn, gerade in der Arbeit, worin es nur fremder Sinn zu sein schien. – Es sind zu dieser Reflexion die beiden Momente der Furcht und des Dienstes überhaupt sowie des Bildens notwendig, und zugleich beide auf eine allgemeine Weise. Ohne die Zucht des Dienstes und Gehorsams bleibt die Furcht beim Formellen stehen und verbreitet sich nicht über die bewußte Wirklichkeit des Daseins. Ohne das Bilden bleibt die Furcht innerlich und stumm, und das Bewußtsein wird nicht für es selbst. Formiert das Bewußtsein ohne die erste absolute Furcht, so ist es nur ein eitler eigener Sinn; denn seine Form oder Negativität ist nicht die Negativität [154] an sich; und sein Formieren kann ihm daher nicht das Bewußtsein seiner als des Wesens geben. Hat es nicht die absolute Furcht, sondern nur einige Angst ausgestanden, so ist das negative Wesen ihm ein Äußerliches geblieben, seine Substanz ist von ihm nicht durch und durch angesteckt. Indem nicht alle Erfüllungen seines natürlichen Bewußtseins wankend geworden, gehört es an sich noch bestimmtem Sein an; der eigene Sinn ist Eigensinn, eine Freiheit, welche noch innerhalb der Knechtschaft stehenbleibt. Sowenig ihm die reine Form zum Wesen werden kann, sowenig ist sie, als Ausbreitung über das Einzelne betrachtet, allgemeines Bilden, absoluter Begriff, sondern eine Geschicklichkeit, welche nur über einiges, nicht über die allgemeine Macht und das ganze gegenständliche Wesen mächtig ist.
Conversaciones en Valencia
[El ser-para-sí suyo propio y el miedo absoluto]
[196]1Epígrafe: El ser-para-sí suyo propio y el miedo absoluto. Pero el formar, el dar forma, no tiene sólo este significado positivo de que en él la conciencia servil en cuanto puro ser-para-sí se convierte en ser [es decir, se convierte en ente (Seyendes), es decir, en algo que cobra consistencia ahí y que queda ahí], sino que tiene también un significado negativo, dirigido contra aquel primer momento suyo que era el miedo. Pues en el formar la cosa [en el dar forma a la cosa] resulta que a la conciencia esa su propia negatividad, ese su ser para sí, sólo se le convierte en objeto porque la conciencia suprime y supera la forma [inicial de la cosa] que está ahí oponiéndosele. Pero eso Negativo objetual, es decir, esa negatividad en forma de objeto [eso negativo que era la simple negación de la conciencia], es precisamente aquella esencia o entidad extraña, ante quien la conciencia se había estremecido. Pero ahora la conciencia destruye esa cosa negativa extraña [eso negativo extraño, lo negativo extraño], y se pone como tal conciencia en el elemento del permanecer y quedar; y por medio de ello deviene para sí misma, es decir, se convierte en algo que es para sí [es decir, en algo que está-siendo, que está-ahí, y que en ese su estar-siendo o estar-ahí es un para-sí]. En el señor, el ser-para-sí es a la conciencia [es para la conciencia] un otro o sólo un para-ella [algo que le queda a ella ahí delante como un objeto] [por tanto, no un ser-para-sí]; en el miedo, el ser-para-sí es en la conciencia misma [o está en la conciencia misma, o reside en la conciencia misma]; pero es en el dar forma a las cosas (en el trabajar las cosas) donde el ser-para-sí se le vuelve a la conciencia el suyo propio [es decir, se le vuelve a la conciencia el serlo ella]; y es así como le amanece a la conciencia el ser ella en y para sí. Y por eso la forma, no por quedar fuera de ella [fuera de la conciencia], es algo distinto que la conciencia misma. Pues precisamente esa forma es su puro ser-para-sí, es decir, el puro ser para sí de la conciencia, el cual, ahí, es decir, en esa forma, se le vuelve a ella verdad. Por tanto, es mediante este reencontrarse a sí misma por medio de sí misma como a la conciencia le nace o le adviene algo así como sentido propio, es decir, sentido de sí o sentimiento de sí u orgullo de sí [eigener Sinn], precisamente en el trabajo, es decir, allí donde sólo parecía existir un sentido ajeno y extraño. Pero para tal reflexión [para tal quedar reflectida en sí la conciencia] son necesarios los dos momentos, es decir, tanto el momento del temor y del servido en general, como el momento del formar [del dar forma, o del formarse en general], y a la vez ambos en términos generales o universales. Pues sin la disciplina del servicio y de la obediencia, el miedo se queda en lo formal, es decir, se queda en forma, se queda en algo puramente formal, y no se extiende ni difunde sobre la consciente realidad de la existencia. Y sin el formar, sin el dar forma, sin el formarse [ohne das Bilden], el temor se queda en interno y mudo, y la conciencia no se torna en para-ella-misma. Y si la conciencia da forma, si la conciencia forma y conforma, pero de modo ajeno a [o carente de] aquel primer miedo y temor absolutos X42X,2Repare el lector en este punto que también desempeña un papel importante en la transición a las figuras del cap. IV, B, sobre todo a la figura de la «conciencia desgraciada». El ser ella en y para sí, que le amanece a la conciencia trabajadora, tiene que ser absoluto. la conciencia no sería sino un vano sentido propio [es decir, no consistiría sino en un sentido propio, o sentido de sí, o sentimiento de sí, que sería vacuo, o sea, que sería vano, es decir, que se quedaría en vanidad y vacuidad]; pues su forma o negatividad no sería entonces la negatividad en sí; y su formar no podría darle la conciencia de sí como siendo ella la esencia [Wesen] [la conciencia de ser ella la esencia]. Si no hubiera tenido que soportar y aguantar el miedo absoluto, y no sólo algún que otro miedecillo o angustia, el ser negativo [o Wesen negativo, aquello negativo absoluto] le hubiera resultado a la conciencia puramente externo, su sustancia [la sustancia de la conciencia] no se hubiera visto afectada y contagiada por entero por esa su negativa esencia [no se hubiera visto afectada y contagiada entera por esa negatividad que constituye su esencia] X43X.3Vide infra Algunas aclaraciones X43X. Pues mientras no se haya visto conmovido y se haya vuelto vacilante todo aquello que llene o pueda llenar a la conciencia natural, ella seguirá perteneciendo en sí todavía a un determinado ser [Seyn], a algo determinado; su sentido propio [su sentimiento de sí] se queda quizá en un ser ella muy suya, en tozudez [en apegamiento a lo particular], en una libertad que continúa y permanece encerrada todavía dentro de la servidumbre. Pues mientras a ella la pura forma no pueda convertírsele en esencia [Wesen], tanto más lejos estará ella de ser (considerando ello como su extensión y difusión de ella sobre lo particular e individual), tanto más lejos estará ella de ser, digo, formación universal [allgemeines Bilden], concepto absoluto, sino que se quedará en habilidad [en una capacidad, en una techne] que sólo podrá adueñarse de [que sólo podrá dominar] esto o aquello, pero que no tendrá poder sobre el poder universal y sobre la totalidad del ser de lo objetivo X44X.4Vide infra Algunas aclaraciones X44X.
Algunas aclaraciones
X43X
El miedo a la muerte, el sentimiento, por tanto, de la propia nihilidad, y el trabajo y dominación técnica de las propias condiciones de existencia (incluyendo las condiciones biológicas de existencia del propio organismo humano, como se verá al final del cap. V, A) son condiciones necesarias del completo haberse de la autoconciencia respecto de sí misma, de la plenaria actualidad de la conciencia respecto de sí misma, es decir, del tenerse la conciencia a sí misma delante en su carácter absoluto, pero como se verá a continuación no son condiciones suficientes de ello.
X44X
Se trata, pues, de la «negatividad en sí», de la pura forma convertida en Wesen, como acabamos de oír al autor. En el cap. III se trataba de la diferencia que es diferencia absoluta, de la diferencia que incluye aquello de lo que difiere, lo cual no era a su vez sino el Universal incondicionado del final del cap. II, convertido en objeto. Sólo que en el cap. III el objeto, como digo, era solamente objeto, ahora la conciencia se es ella ese objeto. La conciencia sólo se vuelve concepto absoluto cuando desde su absoluto más-allá-de-sí-misma, desde el miedo al amo absoluto, la totalidad del ente se le convierte como tal totalidad en ser-para-otro, es decir, en el elemento donde ella se da consistencia y estructuración (o si se quiere: en un en-sí que no es sino ella, en un En-sí que consiste en el propio para-sí de ella). Se está anunciando, pues, aquí parte de lo que se expondrá en el cap. VI, B, y también en el cap. VI, C, c, en lo que respecta al contexto de la relaciones de reconocimiento que la autoconciencia busca. Se está indicando aquí lo que sólo puede quedar completo en el cap. VI, B (en lo que concierne a la idea de «utilidad») y en el cap. VI, C, c (en lo que concierne a la idea de «reconocimiento»). Allí se retoma y repite lo que ha quedado abierto aquí. Por tanto, tras la introducción que representa el cap. IV, A, hemos de empezar viendo el aspecto que por de pronto cobra la articulación de ese concepto absoluto. De ello se trata en la sección B de este cap. IV, que sigue a continuación.
Conversaciones en Madrid
[196] Pero esta actividad de dar forma no tiene sólo este significado positivo de que, por ella, la conciencia que sirve, en cuanto puro ser-para-sí, llegue a serse algo que es; sino también el significado negativo frente a su primer momento, el temor. Pues en el formar y cultivar la cosa, la propia negatividad, su ser-para-sí, sólo se le convierte en objeto por que ella cancela la forma contrapuesta que es. Pero esto negativo objetual es precisamente la esencia extraña ante la que se había estremecido. Mas, ahora, destruye esto negativo extraño, se pone como tal en el elemento del permanecer, y llega así a ser para sí misma una conciencia que es para sí. En el señor, el ser-para-sí le es algo otro, o es sólo para ella; en el temor, el ser-para-sí es en ella misma; en el formar y cultivar, el ser-para-sí deviene para ella como suyo propio, y ella llega a tener conciencia de que ella misma es en y para sí. La forma, por ser expuesta fuera, no llega a serle algo distinto y otro que ella; pues, precisamente, la forma es su puro ser-para-sí, que en esto se le hace verdad. Así, entonces, por este reencontrarse a sí a través de sí misma, la conciencia llega a ser sentido propio X79X,5Sinn, que traduzco por «sentido», tiene aquí muchas connotaciones y resonancias, que Hegel explota. Tiene el significado de «capacidad para querer y determinarse conforme a las propias representaciones» (Adelung), también la «inteligencia», la «mentalidad», el modo de ver y percibir. justamente en el trabajo, en donde sólo parecía ser sentido extraño. — Para esta reflexión son necesarios los dos momentos, el temor y el servicio en general, así como el formar y cultivar, y, a la par, ambos lo son de un modo universal. Sin la disciplina del servicio y la obediencia, el temor se queda estancado en lo formal, y no se difunde por la efectiva realidad consciente de la existencia. Sin el cultivar y formar, el temor permanece como interior y mudo, y la conciencia no llega a ser para ella misma. Si la conciencia da forma sin el primer temor absoluto, se trata tan sólo de vanidad del sentido propio; pues su forma o negatividad no es la negatividad en sí; y por ello, su actividad de dar forma no puede darle la conciencia de sí como esencia. Si la conciencia no ha resistido al temor absoluto, sino tan sólo a algunos miedos, la esencia negativa no deja de serle algo exterior, su substancia no está contaminada por ella de cabo a rabo. En tanto que no han temblado todos los rellenos de su conciencia natural, ella sigue perteneciendo en sí al ser determinado; el sentido propio es obstinación X80X,6Eigensinn. Hay aquí un juego de palabras de Hegel: frente al eigenr Sinn, «sentido propio» como intención propia, y en ese sentido, autonomía y libertad, Eigensinn significa «obstinación», «terquedad», «tozudez». una libertad que aun permanece estancada dentro de la servidumbre. La forma pura, igual que no puede convertírsele en esencia, tampoco es, considerada como una extensión sobre lo singular, un formar y cultivar universal, concepto absoluto, sino una destreza que sólo puede unas pocas cosas, pero no domina el poder universal y toda la esencia objetual.
Algunas aclaraciones
X79X = Sinn, que traduzco por «sentido», tiene aquí muchas connotaciones y resonancias, que Hegel explota. Tiene el significado de «capacidad para querer y determinarse conforme a las propias representaciones» (Adelung), también la «inteligencia», la «mentalidad», el modo de ver y percibir.
X80X = Eigensinn. Hay aquí un juego de palabras de Hegel: frente al eigenr Sinn, «sentido propio» como intención propia, y en ese sentido, autonomía y libertad, Eigensinn significa «obstinación», «terquedad», «tozudez».
Conversations in Washington
[196] [196]7We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, what the formative activity means is not only that the serving consciousness as pure being-for-itself becomes, to itself, an existing being within that formative activity. It also has the negative meaning of the first moment, that of fear. For in forming the thing, his own negativity, or his being-for-itself, only as a result becomes an object to himself in that he sublates the opposed existing form. However, this objective negative is precisely the alien essence before which he trembled, but now he destroys this alien negative and posits himself as such a negative within the element of continuance. He thereby becomes for himself an existing-being-for-itself. Being-for-itself in the master is to the servant an other, or it is only for him. In fear, being-for-itself is in its own self. In culturally formative activity,8in dem Bilden being-for-itself becomes for him his own being-for-itself, and he attains the consciousness that he himself is in and for himself. As a result, the form, by being posited as external, becomes to him not something other than himself, for his pure being-for-itself is that very form, which to him therein becomes the truth. Therefore, through this retrieval, he comes to acquire through himself a mind of his own, and he does this precisely in the work in which there had seemed to be only some outsider’s mind. – For this reflection, the two moments of fear and service, as well as the moments of culturally formative activity are both necessary, and both are necessary in a universal way. Without the discipline of service and obedience, fear is mired in formality and does not diffuse itself over the conscious actuality of existence. Without culturally formative activity, fear remains inward and mute, and consciousness will not become for it [consciousness] itself.9wird nicht für es selbst. If consciousness engages in formative activity without that first, absolute fear, then it has a mind of its own which is only vanity, for its form, or its negativity, is not negativity in itself, and his formative activity thus cannot to himself give him the consciousness of himself as consciousness of the essence. If he has not been tried and tested by absolute fear but only by a few anxieties, then the negative essence will have remained an externality to himself, and his substance will not have been infected all the way through by it. While not each and every one of the ways in which his natural consciousness was brought to fulfillment was shaken to the core, he is still attached in himself to determinate being. His having a mind of his own is then only stubbornness, a freedom that remains bogged down within the bounds of servility. To the servile consciousness, pure form can as little become the essence as can the pure form – when it is taken as extending itself beyond the singular individual – be a universal culturally formative activity, an absolute concept. Rather, the form is a skill which, while it has dominance over some things, has dominance over neither the universal power nor the entire objective essence.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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